martes, 27 de abril de 2010

Eloísa Tarruella

Foto: David Fernandez

En cine y teatro. A los 27 tiene hechos un documental sobre Juan Carlos Gené y una obra en escena, que ella misma escribió, en la que dirige y actúa. Y empezó a escribir su primer
largometraje.

Por: Eduardo Slusarczuk

Eloísa Tarruella rastrea sus primeros pasos en la actuación en los inicios del Grupo de Teatro Comunitario Catalinas Sur. Lo dice, y anticipa el resultado del cálculo que intenta el cronista. "Sí -agrega mientras se ríe-, la realidad es que empecé a los tres años, haciendo de diablita en el Fausto." La aclaración explica que a los 27 exhiba una frondosa tarjeta de presentación, que incluye premios a cortos cinematográficos, una actividad docente con varios años de antigüedad, la realización de un documental y el estreno de una obra de teatro que escribió, actúa y dirige.

"Mi mamá era una de las primeras integrantes del grupo, y para mí era como ir a jugar", cuenta Tarruella en un bar frente al Parque Lezama, a pocas cuadras de donde transcurre su vida desde que sus padres, la escritora Mercedes Pérez Sabbi y el periodista y escritor Alejandro Tarruella.

Sin embargo, la chica reconoce que un par de años después ya se tomaba las cosas más en serio. Y que de ahí a sentirse una integrante más del emprendimiento comunitario ya no había distancia por recorrer. La consecuencia caía de madura: a los ocho ingresó en el Instituto Vocacional de Arte Labardén. Las noches de cuentos antes de dormirse, las lecturas compartidas en familia y tanta literatura en el aire marcaban el rumbo cada vez con más fuerza.

Tanto fue así que a los 13, Tarruella dejó el Catalinas para tomar clases con Berta Goldemberg. "Necesitaba estudiar", explica. Y la necesidad perduró, aunque con un golpe de timón que sorprendió a todos, menos a ella. "Sobre el final del secundario escribimos un guión para un corto, Contradicciones, con un compañero del colegio, Julián Rimondino. Lo rodamos, sin tener idea de cómo se hacía, y lo mandamos a un festival que organizaba la Unesco", cuenta.

El corto ganó una mención, y al año siguiente su autora recibía el premio en la ENERC, el mismo lugar donde en unos días comenzaría a cursar la carrera de Dirección de Cine. "Fue muy loco, porque apenas terminé la escuela, fui y les dije a mis padres que quería ser directora de cine."

¿Cómo reaccionaron?

Bien. Creo que les hubiese llamado la atención si les hubiera dicho que quería estudiar Ingeniería.

Con una rutina diaria de varias horas dedicadas a la cinematografía, la actuación quedó cincunscripta a algún trabajo práctico, y a protagonizar un Shakespeare dirigido por un amigo. Y la docencia empezaba a despertarle una curiosidad que tardaría poco en satisfacer.

El relato de Tarruella marca el ritmo de sus movimientos, tan intuitivos como seguros: "Apenas terminé en la ENERC, un profesor me pidió que lo ayudara en su cátedra, y acepté. De modo que la cuestión económica estaba, en parte, resuelta. Pero lo que más inquietud me generaba era ver qué camino tomar. Ya no tenía más el marco protector de la Escuela, y tampoco recursos. Lo único que tenía era una idea. Así que escribí un cortometraje, que podía rodar en una casa y con siete personajes, para los que convoqué a conocidos de la ENERC y de las clases de Teatro."

Casi en simultáneo, Tarruella envió el corto a cuanto festival pudo, y un proyecto de documental al Fondo Nacional de las Artes, en busca de financiamiento. Y casi en simultáneo recibió noticias de ambas gestiones. "Desde Madrid me avisaron que mi corto, Otoño, competiría en el festival Unifest '08, y cuando estaba por viajar me enteré de que el Fondo había aprobado mi proyecto de documental sobre Juan Carlos Gené, Gené, en escena".

A partir de entonces, la chica de Barracas distribuyó su tiempo entre la realización del documental y la escritura de una obra de teatro, más allá de sus actividades docentes. "Tenía ganas de contar algo. Una historia de amor que arrancara por el final, y que volviera en el tiempo al pulso de la memoria de los dos personajes", resume, antes de justificar su decisión de asumir el triple rol de autora, directora y protagonista. "Además de contar, tenía ganas de volver a actuar. Y como tenía muy claro lo que quería para la puesta, se me hacía difícil dejarla en otras manos", razona. Aunque enseguida señala que a partir de la mitad del período de ensayos, convocó a una entrenadora actoral. "Necesitaba una mirada externa de mi propio trabajo", justifica con conocimiento de causa, a partir de su trabajo como coach actoral en el filme Lo siniestro, la opera prima de Sergio Mazurek

Con el estreno de Gené, en escena, en el centro Cultural de la Cooperación, a prinicpios de este mes, y de Amorar, la obra que comparte con Julio Bombill, un par de semanas atrás, Tarruella admite haber sintetizado buena parte de los conocimientos que fue adquiriendo durante sus años de relación con la actuación, que es como decir los de casi toda su vida. Sin embargo, lejos de conformarse, va por más. "Mientras termino de acomodarme con los horarios de las funciones, empecé a escribir mi primer largo", dice, antes de despedirse. Y vuelve a cruzar hacia el Parque, con rumbo bien conocido.«

Para ver sus trabajos

"Amorar" va los sábados, a las 21, en El Bardo - Teatro Estudio, Cochabamba 743, $ 40. "Gené, en escena" se proyecta el jueves, en el CCC, Av. Corrientes 1543. $15.

Fuente: Clarín

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