La compañía independiente de bailarines nacida en La Plata hace dos años busca desterrar las visiones snob que rondan al arte, sobre todo aquella que señala que la danza contemporánea es tan abstracta que el espectador se marcha sintiéndose un tanto estúpido. “No queremos la abstracción por la abstracción, sino comunicar, transmitir sensaciones”, enfatizan. Cómo mezclar y dar de nuevo a fuerza de historias narradas con el cuerpo.
Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografías de Daniel Ayala
La Plata, abril 29 (Agencia NAN-2010).- Seis cuerpos en movimiento, contrayéndose e imprimiendo en cada uno de sus músculos la tensión que provocan los sonidos, pueden ser mucho más que seis cuerpos que bailan. Esa es la premisa que atraviesa a Dos Locos, compañía independiente de danzas de La Plata que desde hace más de dos años trabaja para hacer de su arte “danza apta para todo público”. Cansados del prejuicio que sentencia que la danza contemporánea sólo consiste en un grupo de bailarines que “se revuelca por el piso”, Carolina Mirabella, Walter Artigas, Horacio Castelli, Jorge Britos, Sabrina de León y Belén Saguala subrayan que “la danza es un proceso comunicativo que no se trata de virtuosismo o de estética pura”.
“No hay nada más horrendo que el espectador se vaya pensando 'soy un estúpido'”, asegura Carolina frente a la mirada cómplice de sus compañeros, para después explicar que la danza contemporánea tiene una barrera para llegar al público, debida al empecinamiento de algunos por presentar proyectos que resultan inentendibles incluso para los propios artistas del género. Por ello, y convencido de que la historia debería reescribirse, Walter asiente antes de remarcar uno de los propósitos de Dos Locos: “No queremos la abstracción por la abstracción, es muy fácil caer en el snobismo. Por eso, cuando nos embarcamos en una obra, lo básico es comunicar, transmitir sensaciones; queremos que la gente conozca que hay otra forma de danza contemporánea y que esta expresión no se trata solamente de lo que está en el Centro Cultural Borges, que es para veinte personas”.
Seis cuerpos en movimiento pueden hacer mucho más que bailar. Eso, seguro. Conscientes de la libertad creativa y estética que les regala el trabajo autogestionado, los miembros de Dos Locos celebran las posibilidades que encuentran en la compañía y afirman que el suyo es un grupo de personas al cual es posible llevar “proyectos personales de cada uno”. Así, Horacio no duda en destacar los beneficios de la labor independiente cuando asegura que todos se sienten con la libertad de crear y colaborar para llegar juntos a un producto. “En la mayoría de los lugares no pasa eso, te obstaculizás con los mismos egos de las personas. Entre nosotros, al tener una buena dinámica y una energía predispuesta para producir, hay un montón de obstáculos de realización que no experimentamos”, sintetiza.
Del mismo modo, los Dos Locos destacan con convicción la forma de trabajo que aplican para construir sus proyectos, donde la dirección de las obras es rotativa, de acuerdo a “las ganas y las propuestas” de cada uno: “Somos seis artistas y, obviamente, cada uno tiene su línea y su idea, entonces todos podemos dirigir. Ahí también está lo rico de esto, porque entre nosotros nos vamos retroalimentando. Si bien una persona es la que dirige, los otros son subdirectores. Eso es algo que no pasa en otros grupos independientes, en los que sos sólo intérprete”, indica Walter, quien es el encargado de comandar a la compañía actualmente.
“Esto es un gran amor al arte. Empezamos ensayando en un living, nos hemos juntado en la cocina de la casa de alguno o en el patio y hoy ya tenemos un lugar donde trabajar. Lo pudimos simplificar porque nos une el espíritu de seguir, porque tenemos un proyecto claro. Sea como sea, vamos a seguir laburando”. Walter, al igual que sus compañeros, no titubea cuando se le presentan frente a sus narices los inconvenientes que trae aparejada la independencia y, por el contrario, se enorgullece de su capacidad de supervivencia.
Como sea, seis cuerpos en movimiento buscan lograr aún mucho más y, sin detenerse en las vicisitudes del camino, se permiten soñar con derribar barreras. “La idea del grupo es romper con ciertos tabúes”, dice Walter para luego explayarse explicando que entre los deseos de Dos Locos está no sólo demostrar que existen otras vertientes dentro de la danza contemporánea y que el trabajo independiente y autogestivo es posible, si no que también se puede narrar a través de la danza, tratando temas muy puntuales como la dualidad sexual, la soledad, la discriminación, la ambición y el rol de la mujer. “Uno de los desafíos de trabajar en danzas es hacer cuerpo una historia. Arrancar con una idea es más complejo que arrancar por la abstracción y que después eso se convierta en idea”, describe Carolina. Todo para después mencionar que el próximo proyecto de la compañía, luego de estrenar La dicotomía del ser en junio, es presentar una obra utilizando todas las habitaciones de una casa para que, así, la cuarta pared deje de existir.
Seis cuerpos en movimiento, contrayéndose al ritmo de la música hasta convertirse en dos locos, pueden ser mucho más que una conjunción de extremidades bailando. Pueden ser seis seres que, en realidad, buscan provocar sensaciones en quienes los vean, sin juzgarlas o parametrizarlas; pueden ser hombres y mujeres que saben que, como dice Carolina, “en la danza hay un lugar catártico, que está asociado con que el cuerpo va directo a lo emocional, a la memoria, al recuerdo personal del espectador”. Y entonces sí, seis cuerpos en movimiento pueden lograr su mayor objetivo: que el arte sea apto para todo público.
Blog: http://www.doslocosdanza.blogspot.com/
Fuente: Agencia NAN
Por Carolina Sánchez Iturbe
Fotografías de Daniel Ayala
La Plata, abril 29 (Agencia NAN-2010).- Seis cuerpos en movimiento, contrayéndose e imprimiendo en cada uno de sus músculos la tensión que provocan los sonidos, pueden ser mucho más que seis cuerpos que bailan. Esa es la premisa que atraviesa a Dos Locos, compañía independiente de danzas de La Plata que desde hace más de dos años trabaja para hacer de su arte “danza apta para todo público”. Cansados del prejuicio que sentencia que la danza contemporánea sólo consiste en un grupo de bailarines que “se revuelca por el piso”, Carolina Mirabella, Walter Artigas, Horacio Castelli, Jorge Britos, Sabrina de León y Belén Saguala subrayan que “la danza es un proceso comunicativo que no se trata de virtuosismo o de estética pura”.
“No hay nada más horrendo que el espectador se vaya pensando 'soy un estúpido'”, asegura Carolina frente a la mirada cómplice de sus compañeros, para después explicar que la danza contemporánea tiene una barrera para llegar al público, debida al empecinamiento de algunos por presentar proyectos que resultan inentendibles incluso para los propios artistas del género. Por ello, y convencido de que la historia debería reescribirse, Walter asiente antes de remarcar uno de los propósitos de Dos Locos: “No queremos la abstracción por la abstracción, es muy fácil caer en el snobismo. Por eso, cuando nos embarcamos en una obra, lo básico es comunicar, transmitir sensaciones; queremos que la gente conozca que hay otra forma de danza contemporánea y que esta expresión no se trata solamente de lo que está en el Centro Cultural Borges, que es para veinte personas”.
Seis cuerpos en movimiento pueden hacer mucho más que bailar. Eso, seguro. Conscientes de la libertad creativa y estética que les regala el trabajo autogestionado, los miembros de Dos Locos celebran las posibilidades que encuentran en la compañía y afirman que el suyo es un grupo de personas al cual es posible llevar “proyectos personales de cada uno”. Así, Horacio no duda en destacar los beneficios de la labor independiente cuando asegura que todos se sienten con la libertad de crear y colaborar para llegar juntos a un producto. “En la mayoría de los lugares no pasa eso, te obstaculizás con los mismos egos de las personas. Entre nosotros, al tener una buena dinámica y una energía predispuesta para producir, hay un montón de obstáculos de realización que no experimentamos”, sintetiza.
Del mismo modo, los Dos Locos destacan con convicción la forma de trabajo que aplican para construir sus proyectos, donde la dirección de las obras es rotativa, de acuerdo a “las ganas y las propuestas” de cada uno: “Somos seis artistas y, obviamente, cada uno tiene su línea y su idea, entonces todos podemos dirigir. Ahí también está lo rico de esto, porque entre nosotros nos vamos retroalimentando. Si bien una persona es la que dirige, los otros son subdirectores. Eso es algo que no pasa en otros grupos independientes, en los que sos sólo intérprete”, indica Walter, quien es el encargado de comandar a la compañía actualmente.
“Esto es un gran amor al arte. Empezamos ensayando en un living, nos hemos juntado en la cocina de la casa de alguno o en el patio y hoy ya tenemos un lugar donde trabajar. Lo pudimos simplificar porque nos une el espíritu de seguir, porque tenemos un proyecto claro. Sea como sea, vamos a seguir laburando”. Walter, al igual que sus compañeros, no titubea cuando se le presentan frente a sus narices los inconvenientes que trae aparejada la independencia y, por el contrario, se enorgullece de su capacidad de supervivencia.
Como sea, seis cuerpos en movimiento buscan lograr aún mucho más y, sin detenerse en las vicisitudes del camino, se permiten soñar con derribar barreras. “La idea del grupo es romper con ciertos tabúes”, dice Walter para luego explayarse explicando que entre los deseos de Dos Locos está no sólo demostrar que existen otras vertientes dentro de la danza contemporánea y que el trabajo independiente y autogestivo es posible, si no que también se puede narrar a través de la danza, tratando temas muy puntuales como la dualidad sexual, la soledad, la discriminación, la ambición y el rol de la mujer. “Uno de los desafíos de trabajar en danzas es hacer cuerpo una historia. Arrancar con una idea es más complejo que arrancar por la abstracción y que después eso se convierta en idea”, describe Carolina. Todo para después mencionar que el próximo proyecto de la compañía, luego de estrenar La dicotomía del ser en junio, es presentar una obra utilizando todas las habitaciones de una casa para que, así, la cuarta pared deje de existir.
Seis cuerpos en movimiento, contrayéndose al ritmo de la música hasta convertirse en dos locos, pueden ser mucho más que una conjunción de extremidades bailando. Pueden ser seis seres que, en realidad, buscan provocar sensaciones en quienes los vean, sin juzgarlas o parametrizarlas; pueden ser hombres y mujeres que saben que, como dice Carolina, “en la danza hay un lugar catártico, que está asociado con que el cuerpo va directo a lo emocional, a la memoria, al recuerdo personal del espectador”. Y entonces sí, seis cuerpos en movimiento pueden lograr su mayor objetivo: que el arte sea apto para todo público.
Blog: http://www.doslocosdanza.blogspot.com/
Fuente: Agencia NAN
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