domingo, 30 de noviembre de 2003

CATCH: Sexo, humor, violencia, barro, chicas y perversión.

El Niño-Rey del under, el hombre por detrás de éxitos off como Mujeres de carne podrida o Pornografía emocional extrema sus saludables posibilidades de impureza en una puesta protagonizada por (muchas) mujeres desnudas, una travesti y un chanchito ultrachillón. "En esta obra hay un personaje que mea en la escena, también habrá un chancho y aquellas de ustedes que sean elegidas como actrices se van a tirar al barro. A propósito, en este lugar no hay duchas de agua caliente y por eso se van a tener que lavar con tachos. Catch es una cooperativa en la que no hay plata y los ensayos son hasta las doce de la noche en el Parque Chacabuco tres veces por semana. Si alguna de ustedes se quiere ir, ahora es el momento." Dijo eso, y las trescientas actrices presentes en el casting (multitudinario para tratarse del off) se quedaron esperando su oportunidad para trascender como las actrices de la obra de Muscari, esas que están en tetas y en concha casi todo la obra y encima se enchastran en el barro.

El Experimento de Muscari
Catch es la exageración del roce y aunque haya una idea a priori de lo que se verá, detrás se esconde una premisa de las Mitologías de Barthes que recorre la obra, y su programa: es que nadie le pide al catch más verdad que al teatro. Y en eso está la experimentación de Muscari, que anota las distintas reacciones del público. En el cierre, una de las chicas aclara que la obra cambia permantemente cada sábado y que la cuestión se alimenta del boca a boca entre quienes pasaron la noche extraña debajo de la autopista.

Ataque de Conchas
"Quiero tener un falo entre las piernas para tener el poder. Quiero dejar de ser una concha adornada con tutú rosa". Los espectadores no están del todo seguros de que sea verdad lo que están viendo y escuchando. "¿Te parece que hay demasiados desnudos?", pregunta al director en la entrevista. "No sé, es que todo es tan excesivo que dan lo mismo que las tetas sean diez o catorce… ¿No?", es la auto-respuesta. Y la charla sigue. "En los ensayos cuando empezaban a aparecer los problemas con los desnudos y con el sexo entre las chicas, pensé en algo que me ayudo a darme y a darles una respuesta: La lección de anatomía se hizo hace treinta años con desnudos en escena. Eso hoy ya no es una sorpresa. Lo que puede llegar a ser interesante es que pasa con ese desnudo, por qué se hace o hacia donde va. El morbo no viene de la denudez sino cuando se pone en juego el mundo de lo sensible con el dolor. Esa es la única perversión". Durante la obra las chicas hablan de dietas, de entrenamientos y de crecimiento muscular; de aminoácidos, de polvos proteicos, del peso ideal. Porque en el ring chocarán todos los pesos: mosca, pluma, liviano, medio pesado y pesado; para todos los gustos. En la tensión, las chicas envaselinadas se toman en serio el juego de chocar. Entonces las tres entrenadoras ordenan a sus púgiles y también se las disputan, porque habrá quien tenga, como en los clubes de fútbol, a las más prometedoras y esos cuerpos cotizarán a posteriori. Junto a las entrenadoras evaluarán a las chicas un jurado especial y las legisladoras. Todas mujeres que desean ser hombres, ocupar su lugar, competir ya que el único hombre en realidad es una diva de pelo largo más cerca del glamour que del ring. Pero el poder lo ejerce la luchadora veterana (una especie de Pedemonti en femenino), que arenga a sus muchachas en un desvarío idiomático mezcla de inglés y español. Es ella quien castiga y decide a las cuatro que irán desnudas a luchar en el barro como culminación de una ceremonia bizarra en la que participa también desnuda, pero a un costado del cuadrilátero. En el enchastre y con música a todo trapo chocan y patinan los cuerpos.

Portal de Dramaturgos

Muchachas en el Ring
Diecisiete luchadoras, divididas en equipos dispares pelean para evitar un castigo que inevitablemente llega. Diecisiete mujeres que reniegan de lo que son porque no es funcional para un mundo hecho a la medida de los hombres. Muscari le tiró algunas ideas sobre las que trabajar a las diecisiete actrices que lo impactaron -literalmente- entre las 300 que se presentaron al casting abierto que convocó para Catch . Fue muy claro de entrada. Explicó que se iba a trabajar el tema del sexo y del desnudo de manera muy cruda. Explicó que iba a ser un trabajo intenso y hostil. Fueron pocas las que abandonaron el teatro. "Quiero que se vuelvan competitivas, egocéntricas, agresivas, histéricas, mujeres. Las quiero con la autoestima baja. Repitan". En Catch pelean, se pelean, se embarran, se enchanchan. Van construyendo signos, algunos muy cerrados, otros muy angustiantes todos en un universo descangallado que seguramente va a ir emprolijándose (nunca demasiado) con el correr del tiempo y de las funciones. Ni siquiera el director se preocupa por contar una historia que se entienda de cabo a rabo. Entonces, ¿por qué preocuparse por desentrañarla? Mejor es dejarse sacudir.

Portal de Dramaturgos

Almejas y Jamones
Para hablar de Catch, el último espectáculo de Muscari, habría que trazar una linea que va desde la experiencia de llegar a las once en una noche cerrada de invierno en medio del inhóspito Centro Cultural Adán Buenosayres en el Parque Chacabuco, hasta el momento en que una mujer de más de setenta años se desnuda, impávida, frente a unos doscientos espectadores. Entre medio, fue necesario pasar por una docena de mujeres de distintos tamaños, contexturas y pesos específicos que alternativamente se gritaron, se acosaron, se manosearon, se golpearon, fueron crueles, histéricas, impiadosas e impunes. También hubo que ser testigo del acto íntimo de la pillada de un travesti y una luchadora, y presenciar la lucha de barro con el sonido de fondo de un chancho que grita como si lo estuvieran degollando. Limpito, el chancho. Rosadito. "La idea de Catch surgió de la obsesión con el gimnasio y de observar que el mundo allí dentro no es tan frívolo como se cree. Es como pensar que la gente que está en la cultura es profunda. Hay quienes sí lo son y quienes no. La forma no hace necesariamente al contenido. También me intereso la contradicción entre la fuerza y la sensibilidad de ese mundo, tema que uní con el de la violencia en el mundo de la mujer". Eso dice José María Muscari, acelerado, mientras come una porción de torta de frutilla grande como un perro caniche, atiende dos, tres, cuatro llamadas telefonicas en su celular, dice "dame morbo de la ultima de Federico León y contame si viste algo del o-Goethe". Y eso, en código muscariano significa algo así como "describime que te pareció la última obra de Federico León y si hay alguna obra que hallas visto que tenga la estética de las obras de los alemanes-austríacos como Thomas Bernhard, Heiner Müller o Peter Handke".

Una poesía femenina del Boxeo
Las mujeres de Muscari gritan mucho y lloran poco. Se hacen fuertes para meterse en un mundo masculino que no las necesita, en el que para hacerse notar se vuelven más y más machas. Hacía tiempo que Muscari tenía en la cabeza la idea de trabajar sobre el mundo del catch femenino. Una manera de hablar sobre las mujeres -cosa que a este director le apasiona- en un entorno eminentemente masculino. La apuesta a la performance le permite a Muscari ir y venir con las ideas, con las propuestas, con la intervención de las actrices en la estructura de la obra. Con esa excusa se permite experimentar, llegar al límite, tensar la cuerda hasta dejarla sucumbir. Parece que no, pero sucumbe. A Muscari le gusta provocar y lo hace sin pedir permiso. Quiere ver reacciones. Primero, las de sus chicas; luego, las de su público. Porque si hay algo seguro es que ese que llena las gradas que rodean el ring y el sector delimitado por las butacas es público de Muscari, que lo sigue desde sus inicios, cuando empezaba a hacerse notar.

Fuente: entrevistas

Un Chico Raro


Dicen que José María Muscari siempre fue medio loquito. Mientras hacía las compras o ayudaba a su marido en la verdulería de flores, cuky, su mamá, veía que el chico no iba a ser muy normal que digamos. Josecito estudió teatro y se recibió de actor municipal en la EMAD, la Escuela Municipal de Arte Dramático. Lo cierto es que el muchachito empezó a actuar y dirigir a los diecisiete años, aunque su primer éxito fue "Mujeres de carne podrida", en 1998, momento en el que se ganó el mote de "Niño-rey del under". Con él, el off dejó de ser ese lugar para unos pocos en donde hay más gente arriba que abajo del escenario, y apareció la llamada "militancia teatral", es decir, los actores se hicieron cargo de la prensa y difusión con tal obsesión que llegaron a empapelar la ciudad , y a acosar a la gente volanteando por turnos en pubs, bares, universidades, boliches, o cualquier lugar que reuniera a algún pequeño grupo de personas. Por ese entonces, sus actrices lo llamaban "chico explotador". Claro que se referían a la temporada en que estaban simultaneamente en cartel Mujeres… y Pornografia emocional, obra en la que, además, Muscari dejó entrever su distintiva perversidad almodovariana.

Justificar a ambos lados Después, el chico salió del off e intentó jugar en el teatro comercial (previo paso por el infantil, del que salió airoso), y se las vió nada menos que con Martha Bianchi, Carola Reyna, Ana Acosta, Julieta Ortega y Sandra Ballesteros, en un fallido espectaculo al que llamo "Desangradas en Glamour". Ése, la verdad, parecia ser su fin, porque no quedo crítico o artista que no se hiciera un festín a costa del fracaso del "Niño-rey". Pero, decíamos, el chico, de unos veintidós o veintitrés añitos, esta medio chapita, ni se le ocurrió parar y fue por más: armó las "Fiestas del Deseo" que hoy son una institucion, estrenó "Disco" otra vez en el off, volvió al musical con Florencia Peña en el Astral y con la renombrada coreografa Reina Reech en "Alicia Maravilla". Y repuntó, hasta dirigir "Pareja abierta" con Fanego y Acosta, y recibir buenas críticas en tearto comercial por primera vez. Lo acusaron de hacer pastiches, de frívolo y de loquito. Y así y todo salió adelante.

Fuente: entrevistas

miércoles, 26 de noviembre de 2003

Una tertulia amistosa para agasajar a un maestro

BUENOS AIRES
EL DIRECTOR TEATRAL ALBERTO URE Y SU LIBRO DE ENSAYOS SOBRE TEATRO, POLITICA Y CULTURA
Ure presentó “Sacáte la careta”. El filósofo Horacio González, la actriz Cristina Banegas, el director Ricardo Bartís y el gobernador Felipe Solá fueron algunos de los que aprovecharon la ocasión para aplaudirlo.

Por Hilda Cabrera

El estilo zumbón y la carga frontal que en otro tiempo animaron los escritos y las entrevistas del director teatral y maestro de actores Alberto Ure se encuentran también en el título de su libro, presentado el lunes en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación. Sacáte la careta, publicado por el Grupo Editorial Norma, puede equivaler tanto a una exhortación a no simular como a una invitación de otra índole dirigida a una mujer. Ese arranque provocador no se halló sin embargo en quienes tuvieron a su cargo rendirle honores a un libro que reúne escritos de este director, publicados en diferentes circunstancias y épocas.

El texto lleva el subtítulo de Ensayos sobre teatro, política y cultura y está prologado por partida doble: por la escritora y periodista María Moreno (encargada de la edición) y la actriz, directora teatral y cantante de tango Cristina Banegas. En la convocatoria todo fueron alabanzas para el artista, que asistió al encuentro en su silla de ruedas, la que fue ubicada a un costado de la primera fila de butacas, cerca de un invitado ajeno a las actividades de este tipo: el gobernador Felipe Solá. Y fue la excepción, puesto que Ure, que nació en Buenos Aires en 1940 y sufrió en 1997 un accidente cardiovascular que lo apartó de su trabajo en la escena, se vio acompañado básicamente por gente de teatro, amigos y un sector del público que recuerda sus controvertidos montajes.

La entrada era libre y gratuita, y la ocasión buena para ver y escuchar a Banegas, quien abrió la sesión cantando, con la colaboración en guitarra de Edgardo Cardozo, “Apología tanguera”, milonga de su adorada Rosita Quiroga y Enrique Cadícamo. El clima fue otro cuando le tocó hablar al sociólogo y profesor Horacio González, que demostró haber leído concienzudamente cada uno de los apartados que integran el libro: “Teatro y nación”, “¿Usted dejaría que su hermana se casara con un brechtiano?”, “Dígame quién soy, maestro”; “Murmullos en off”, “Yendo de la tele al living”, “Sólo un malentendido”. Destacó lo que él considera revelador en Ure: su audacia. La alocución resultó frondosa y se le detectaron algunos lapsus. El más notorio fue su desconocimiento de la actriz, investigadora y docente rusa Galina Tolmacheva, artista opuesta al estalinismo, que se radicó en Mendoza en 1948 y falleció allí en 1987. La mención a Tolmacheva se debió a un socarrón artículo de Ure que la tiene como protagonista.

Munido del libro en cuestión, señalado por papelitos en numerosas páginas, González practicaba en la convocatoria su métier de profesor, sereno pero algo enredado en sus intentos por transmitir con claridad el pensamiento escrito de Ure. Sorteó algunos tramos no precisamente transparentes para quienes no conocían al dedillo la trayectoria del director. Elogió su personalidad arrolladora, puesta de manifiesto en montajes y escritos, algunos devastadores respecto del teatro y de la crítica local.

Cuando le tocó el turno a otro convocado a la mesa, el actor y director Ricardo Bartís, fundador del Sportivo Teatral y creador de obras reconocidas a nivel internacional, los elogios fueron aún más contundentes que los de su apacible predecesor en la charla. En su opinión, las puestas de Ure tienen un valor “de puta madre”. En ese registro destacó también él la singularidad del ahora premiado ensayista en montajes que hicieron época. Tanto González como Bartís recordaron unos pocos títulos. No está demás, entonces, destacar que el primer gran éxito de Ure fue su versión de Atendiendo al señor Sloane, del inglés Joe Orton, realizada en 1968, con protagónicos de Eduardo Pavlovsky y Jorge Mayor, y que otro estreno relevante fue Hedda Gabler, del noruego Henrik Ibsen, en 1974, con Norma Aleandro. Su primer experimento fue Palos y piedras (1968), y a éste le siguieron –entre otros, y además de los ya nombrados– Telarañas, de Pavlovsky, Sucede lo que pasa y Puesta en claro, dos obras de Griselda Gambaro, a quien se vio en la presentación de Sacáte la careta.

Durante el acto se memoraron muy especialmente, de forma verbal y a través de un precario video, escenas de Puesta en claro y otras obras dirigidas por Ure. No faltaron las alusiones a El padre, del sueco August Strindberg; Los invertidos, de José González Castillo; Antígona y Noche de reyes, cuyo montaje, basado en la pieza homónima de William Shakespeare, desató fuertes controversias en 1991, sobre todo porque se incluían allí actores cuyos ámbitos habituales eran los del teatro comercial y la televisión, como Gino Renni y Carolina Papaleo. Esa es la época en que Ure se conecta con las autoridades de Canal 13, donde en 1992 comienza a trabajar en la dirección de actores. Continuaba ligado a la TV cuando escenificó ¡Amor, valor, compasión!, de Terrence McNally, y versiones de En familia, de Florencio Sánchez, y Don Juan, de Molière.

Durante la presentación se mencionó en varias ocasiones el efecto “boxístico” de las críticas de Ure. Esta apreciación surgió de uno de los escritos destacados por González: Dorrego: en la Comedia Nacional son más crueles que en Navarro. El profesor reconoció que se hubiese necesitado en esa misma mesa un interlocutor con un fuste comparable al de Ure para discutir el tema Dorrego, y mencionó al escritor, ensayista, autor de teatro, profesor y periodista David Viñas. La palabra boxeo reapareció en la intervención de Bartís y fue entre elogios. Las expresiones del creador de la reciente Donde más duele fueron tan contundentes que le arrancaron un gesto de satisfacción a Ure. Todos parecían regocijarse ante la lectura de las ácidas críticas diseminadas en el libro. No había duda: desde el presente todo pasado resultaba simpático. Se vio al público reír abiertamente frente a una infidencia del fundador del Sportivo Teatral referida a los escupitajos que en cierta ocasión Ure lanzó desde un primer piso a quienes se encontraban debajo suyo. Lo dicho sonó a travesura de chico díscolo.

La imagen del artista decidido a plantar asuntos espinosos se mantenía vigente. Lo mismo que el recuerdo de los enlaces que Ure practicaba en sus puestas sobre las relaciones íntimas de los personajes y los “desequilibrios” de un determinado orden social. Entre sus últimos trabajos, Los invertidos es ejemplo de esta conexión y de la práctica de un cinismo social enmascarado. El malestar de la cultura sigue siendo un asunto del presente. En este sentido, Sacáte la careta propicia el debate, aun cuando tras la presentación del libro la tertulia fue amistosa. Es que Banegas (quien seleccionó los textos junto a la investigadora Paola Motto) había convidado muy cariñosamente a los presentes a degustar un vinito para celebrar al director amigo y “francotirador”.

Fuente: Página 12

lunes, 10 de noviembre de 2003

Teatro infantil para todos, en un festival

TERMINO UN CICLO INTERNACIONAL EN BUENOS AIRES
Más de 6.000 personas vieron, en seis salas, 17 espectáculos.

Por Jéssica Fainsod

Para algunos, el teatro para chicos puede parecer un género de poca trascendencia. Pero no para los nenes y los padres a la hora de elegir un espectáculo. Por suerte, existen autores que saben que estas cuestiones tienen importancia. Esto quedó claro en el Primer Festival Internacional de Teatro Infantil (ATINA) que se realizó en Buenos Aires y terminó ayer. Más de seis mil personas concurrieron a los 17 espectáculos, en las seis salas utilizadas para el encuentro.

Una bota para lluvia amarilla puede transformase en un travieso pato. Un sombrero y un guante, en un movedizo caracol. Y de un simple centímetro puede surgir desde una jirafa hasta una mariposa. Así es "Animales", el unipersonal de títeres que el grupo El Retablo, de España, presentó en el Festival. Su autor, director e intérprete, Pablo Vergne, logró cautivar, arrancar carcajadas y aplausos a nenes de 2 a 5 años.

Distinta fue la reacción de los alumnos de sexto grado de la Escuela 25, de Saavedra. Un silencio profundo cubrió la sala del auditorio UPB, de Belgrano. Es que la obra "Malas palabras", del Grupo 55 de México, no era en broma. En ella, su autora, Perla Szuchmacher, desplegó un tema inusual y difícil en el teatro infantil, pero muy común en la cotidianeidad familiar: el silencio ante algunos hechos conflictivos. En este caso, Flor descubre que es adoptada después de diez años. Por eso dice en el final: "Las palabras no son buenas ni malas. Lo que importa es cómo se las usa. Ahora sé que las únicas malas palabras son las que se callan".

A pesar de que el Festival ya concluyó, todavía hay una chance para ver "Malas palabras". La obra volverá a montarse el miércoles, a las 19, en el teatro Del otro lado, Lambaré 866.

En ATINA también hubo talleres dirigidos a profesionales. Y el sábado, la Compañía Teatral Canadiense de Mimos "Theatre Beyond Words" enseñó pantomima con máscaras a chicos del comedor comunitario Pata Pila, del Asentamiento 8 de Mayo, del Barrio Libertador de José León Suárez.

El cierre del Festival Internacional de Teatro Infantil fue a puro circo, con una fiesta callejera en el Centro Cultural Espacios, de Villa Ballester. A bordo de un destartalado camioncito humano, el espectáculo "Ronda", de Gerardo Hochman, pinceló con música y colores la despedida. También hubo espacio para la danza con el conjunto folclórico Cielo Arriba, de Jorge Gribo. Así quedó más que claro que hacer cosas para chicos es un tema serio.

Fuente: Clarín

viernes, 7 de noviembre de 2003

Buenos Aires, la gran sede cultural

IV FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DANZA, MUSICA Y ARTES VISUALES
Desde este martes, la ciudad volverá a ser escenario de un encuentro clásico. Para esta edición se programaron más producciones nacionales, en su mayoría con entrada gratuita. Se podrán ver espectáculos de Alemania, Brasil, Colombia, España, Francia, Gran Bretaña, Suiza y Túnez.

Por Hilda Cabrera
Foto: “Planicie Banderita”, coreografía de Andrea Servera.

En medio de los enfrentamientos que genera la contienda electoral para alcanzar la jefatura porteña y a pocos días de la definición por ballottage, se inaugura este martes el IV Festival Internacional de Teatro, Danza, Música y Artes Visuales, encuentro que se extenderá hasta el domingo 28 y que viene suscitando gran interés en el público entusiasta de las artes escénicas. Así lo demuestra la gran cantidad de entradas vendidas con anticipación. Organizada por la Secretaría de Cultura, esta edición es dirigida por Graciela Casabé y cuenta con un comité de selección artística integrado por el dramaturgo Mauricio Kartun y el director y autor Daniel Veronese. Se presentarán obras de teatro y coreográficas, la mayoría de carácter experimental, y espectáculos musicales a precios accesibles. Las localidades para las obras visitantes cuestan entre 8 y 18 pesos, y pueden adquirirse en la boletería de los teatros del Complejo Teatral Buenos Aires (San Martín, Alvear, Regio, Sarmiento y De la Ribera) y en la Sala ND Ateneo, a partir de las 10.

La incorporación de producciones nacionales –casi en su totalidad con acceso gratuito y más abundante que en la edición anterior, que abrió el 12 de setiembre de 2001, un día después del atentado a las Torres Gemelas– permite no sólo rescatar algunos de los buenos trabajos ofrecidos incluso en temporadas pasadas, sino también dar cuenta de la posibilidad de las artes escénicas y audiovisuales de capturar y transmitir experiencias propias. La programación resulta inabarcable por cantidad y diversidad de estéticas. Acompañando a los espectáculos centrales (extranjeros y autóctonos) se suman workshops y seminarios (a cargo de artistas nacionales y visitantes), presentaciones de libros, conferencias, ciclos de teatro leído y semimontado, muestras de talleres, ciclos de unipersonales, como el maratón Uno ocupa el espacio vacío, que tendrá lugar el próximo jueves, en el Centro Cultural Adán Buenosayres, desde las 11 hasta las 23.30, cuando se conocerá al ganador. Otras apuestas son el seleccionado de obras reunidas bajo el título de Sub 17 y las piezas de café-concert y nuevo varieté, de las que participarán, entre otros, Damián Dreizik, Pompeyo Audivert, Alejandro Urdapilleta, Leo Maslíah y Humberto Tortonese.

Se verán obras de Alemania, Brasil, Colombia, España, Francia, Gran Bretaña, Suiza y Túnez, algunas en coproducción con Argentina, como Un animal de dos lenguas, espectáculo tipo cabaret con textos de Jacques Rebotier y Alejandro Urdapilleta, del que participan Marilú Marini y Enrique Pinti. Otros son los semimontados Cuchillos en gallinas (“Knives in Hens”), de David Harrower, en versión de Beatriz Catani y dirección de Paul Miller, y Gagarin way, de Gregory Burke, adaptada por Ignacio Apolo y con puesta de John Tiffany. Se trata, en general, de obras de pequeño y mediano formato, para cuya presentación se ha recibido el apoyo de instituciones oficiales y de entidades y centros culturales extranjeros.
A modo de guía, se instaló para este encuentro un espacio temático multimedia (Radio-Imagen del Festival).

Entre las presencias extranjeras abocadas a los seminarios se destacan las del narrador, músico, bailarín y director africano Hassane Kouyate; el director estadounidense Robert Woodruff, un renovador de la escena; el bailarín y coreógrafo suizo Gilles Jobin, el estadounidense Stephen Nachmanovich, y el arquitecto y escenógrafo francés Jean-Guy Lecat, quien se desempeñó durante veinticinco años junto al director inglés Peter Brook. Para completar los informes sobre el Festival, los organizadores ofrecen el teléfono 0800 3 33784825, el correo electrónico prensa@festivaldeteatro ba.com.ar y el sitio www.festival deteatro ba.com.ar. Entre las actividades especiales figura el recorrido por los teatros independientes (con guía), exposiciones fotográficas y programaciones de video. Otra apuesta de interés es elProyecto Filoctetes: Lemos en Viena/Lemos en Buenos Aires, instalación urbana sobre idea y dirección de Emilio García Wehbi.

Fuente: Página 12

miércoles, 5 de noviembre de 2003

El Festival por la Dignidad convocó 2.000 espectadores

El Festival de Teatro por la Dignidad, organizado la semana pasada por la Asociación Argentina de Actores, convocó más de 2.000 espectadores en las doce salas de teatro independiente en las que actuaron más de cuarenta elencos platenses. La información fue suministrada por los responsables de la convocatoria a través de un comunicado en el realizaron una evaluación del festival.

"La recaudación efectuada a través de la modalidad de la 'gorra' solventó la realización del festival, lo que demuestra no sólo la necesidad de nuestro público de asistir a este tipo de propuestas sino también, un reconocimiento con su aporte a la calidad de producción del teatro independiente local", aseguran los actores.

Por otra parte, a través del mismo comunicado, los actores expresaron su "sorpresa por el comienzo del Festival Regional de la Comedia de la Provincia que, luego de una postergación y nueva convocatoria, presenta un programa donde incluye casi en su totalidad, espectáculos infantiles", y agregan: "Tomando en cuenta este dato, el mismo sería ilegítimo, ya que el Festival Regional para niños se llevo a cabo durante las últimas vacaciones de invierno. Dos de los elencos con obras para adultos decidieron abandonarlo, participando inclusive uno de ellos, en Festival por la Dignidad".

Fuente:El Día

lunes, 3 de noviembre de 2003

Movida teatral en la Comedia

La denominada movida teatral de elencos platenses "Teatro Diagonal 3...once miradas platenses" comenzará este miércoles con obras todos los días hasta el 16 de noviembre en la sala Armando Discépolo, 12 entre 62 y 63. Organizada por la Comedia de la Provincia, dependiente del Instituto Cultural de la Provincia, las entradas tendrán un costo de $5 y $3 pesos.

Así, este miércoles a las 21, se podrá ver "Monos con navaja" de Luis Sáenz con dirección de Nina Rapp a cargo del grupo Barataria. El jueves a las 21, será el turno de "Treblinka" del grupo La Cuarta Pared y con dirección de Horacio Rafart. "Antígona" con dirección y puesta en escena de Claudio Cogo y representada por elenco de La Gotera, será la obra que también a las 21, se dará el viernes. En tanto el sábado a las 21, el grupo La Gotera presentará la obra de Mauricio Kartún, "Cumbia, morena cumbia" con dirección de Daniel Dalmaroni. El domingo el grupo "Vita-Minas" presentará a las 21, la obra "Maldita conciencia" de Elvira Juana Cángaro y dirigida por Gigerta Mirabella.

La movida continuará el martes 11, con "El despojamiento" de Griselda Gamabro, que se presentará a las 21 con dirección de César Palumbo y a cargo del grupo "El altillo del Sur Casa Teatro". El miércoles 12, a las 21, se podrá ver "Entre los infinitos puntos de un segmento" de Cesare Lievi, por el grupo Dinámica 7, dirección colectiva de Franco Grimaldi, Ignacio Catoggio y María José Trucco. El jueves 13, a las 21, subirá a escena "El partner" de Mauricio Kartun, representada por el grupo La Tila Platense, dirección de Eduardo Pavelic. Con dirección de Leo Ringer el elenco del Teatro La Nonna presentará el viernes 14, a las 21, "La comedia de las equivocaciones" de W.Shakespeare. El sábado 15, la movida continuará con "Ruido de camiones" también a las 21, y con dramaturgia y dirección de César Genovesi. El domingo 16, será el último día y a las 20 se presentará "Adamo y Eva", dramaturgia y dirección de Diana Amiama, estreno nacional. Ese día a las 21.30 todos los directores de Diagonal 3 dialogarán sobre "El proceso creativo".

Fuente: El Día

sábado, 1 de noviembre de 2003

FENOMENOS Teatro nuevo, salas llenas

Unas diez mil butacas se ocupan cada fin de semana con 156 puestas en escena. Con estéticas diversas, hablan algunos de los protagonistas de esta dramaturgia joven e independiente. ¿La pyme teatral reemplaza al espectáculo clásico con público masivo? Aquí, los rasgos del fenómeno y sus aristas más polémicas.

Pablo Schanton

Números: 100.540 espectadores asistieron en setiembre al IV Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires. De 10.000 butacas dispone el teatro independiente porteño. 156 espectáculos ofrece la ciudad un sábado (hay más que en Londres, por ejemplo). Según una investigación de Juan Garff y Ana Groch, fue a partir de la crisis del 2001 que se empezaron a abrir más salas independientes (a razón de 10 por año desde entonces), cumpliendo con el mandato de resistencia cultural que inauguró el Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta en 1931. Detrás de tanta oferta y demanda, subsidios estatales (mínimos), becas e invitaciones a Festivales europeos, ¿habrá un teatro nuevo gestándose? Salgamos a ver qué hay este fin de semana .

Escena 1: Un refugio de la realidad

"Hola. Este mensaje es para Pablo, quería confirmarle que hoy hacemos la obra aunque el cielo esté encapotado. Lo esperamos un rato antes para compartir un té o un cognac. Gracias." La voz al teléfono le pertenece a Moro Anghileri, una joven dramaturga porteña (26 años). La chica montó la pieza Alicia murió de un susto al aire libre, en un jardín al fondo de la Papelera Palermo. Así que, en caso de llover, está en problemas. Sentado uno sobre un banco largo en una galería mientras enfrente los actores van y vienen por un corralito de pasto en penumbras, qué lejos queda la idea de teatro tradicional con su fila de butacas frente a un escenario alto. Actuar para estos hombres y estas mujeres implica hacerle frente a la intemperie (se embarran) y a los imprevistos de la coyuntura (grita un gato; se vuelca un farol y se incendia). Hay un respirar asmático y esa vividez sensorial recuerdan el uso del cuerpo y de la materia que hace Federico León (Buenos Aires, 1975), uno de los dramaturgos jóvenes más extremos y poéticos (actualmente sin obra en cartelera) ya convertido en un clásico por la babosa Cachetazo de campo (1997), la acuática 1500 metros sobre el nivel de Jack (2001) y la contusa El Adolescente (2003).

El tema central en Alicia... es la protección contra una peste que incuban las vacas pero ya está llegando a los humanos. A varias cuadras de ahí, en el Abasto Social Club, Juan María Muscari presenta Grasa. Aquí un grupo de argentinos se encierra en un cubículo aséptico para no tomar contacto con los bolivianos que han invadido y colonizado el país. A menos cuadras de Grasa, en Del Abasto, dan Ars Higiénica a cargo de Ciro Zorzoli y su compañía La Fronda. En esta obra, los personajes se automatizan en obsesas rutinas de orden e higiene con tal de aislarse ante el peligro de la suciedad y el caos.

En definitiva, las tres obras no sólo tematizan la necesidad de un refugio ante un contexto inhóspito y fatal, también son muestras de esa necesidad. El teatro se convierte así en un asilo perceptivo y en un ejemplo de sociabilidad tribal en tiempos de tele y ciberculturas globales: se trata de gente que se junta a recuperar los sentidos. "El teatro actual en Buenos Aires es como un fenómeno de casa tomada, de tomar lugares abandonados y convertirlos en salas", cuenta Ana Alvarado, quien comparte con Daniel Veronese y Emilio García Whebi la fundación de El Periférico de Objetos desde 1989 (ver Ñ 02). "Es un fenómeno de pasión a nivel micro: acá hay un teatro con algo de ceremonia de la carne. En Europa se sorprenden mucho de cómo le ponemos el cuerpo a la crisis." La clave es "hacerse un lugarcito." El teatro argentino practica un urbanismo a contrapelo de las políticas oficiales de "desproducción" porque desarrolla las "pymes", recicla casonas al borde de la demolición y hasta fábricas cerradas (Grissinópoli, IMPA). El sueño de la sala propia también alimenta una autolegitimación donde ya no cuenta la crítica de otros ni la dialéctica con el exterior. Cada teatrista consagrado cuenta con escenario propio: Norman Brisky (Calibán), Alejandra Boero (Andamio 90), Ricardo Bartís (Sportivo Teatral), Raúl Serrano (El Artefacto), Lorenzo Quinteros (El Doble), Pompeyo Audivert (El Cuervo). Y, en casos como el de Inés Saavedra a cargo de La Maravillosa y protagonista de Cortamosondulamos, la conversión de la propia casa en sala también lleva a un trato personalizado con el público (como son sólo 40 sillas, cada una está reservada a alguien, cuyo nombre, a la hora de sentarse, es convocado en voz alta como en la escuela). Lo político del nuevo teatro porteño radica hoy más en los modos de producción y en los rudimentos de socialización que propone, antes que en los contenidos (la "épica progresista" de los 70). "Veo que ahora los teatristas son más honestos que en 1973, año en que estrené una obra de connotaciones políticas como Civilización o barbarie?", reconoce el histórico Mauricio Kartún. "El creador hoy acepta el compromiso dentro de su pulsión personal y no usa el compromiso político como un uniforme sin el cual no pertenecías al sistema teatral vigente. Como han desaparecido las estructuras partidarias, el compromiso tuvo que encontrar nuevas formas", dice Kartún.

Escena 2: La única verdad es el antirrealismo

Hay dos opciones —"Final triste muy triste" o "Final triste más o menos"— y el público vota por la primera. Todos, actores y espectadores terminan llorando juntos. Estamos en el Rojas y es el último capítulo de Bizarra, una saga en diez episodios (a uno por semana) que su autor, Rafael Spregelburd, definió como "una telenovela teatral sobre la lucha de clases explicada a los niños que usa procedimientos del kitsch para producir extrañamiento." Tal espectáculo, que suma en total unas 15 horas y más de 50 actores, no presenta antecedentes en la historia del teatro nacional. "Al final, no importó la obra en sí, sino la fiesta que se producía con el auditorio", cuenta Spregelburd. "Y una fiesta armada desde una bobalicona mutua confianza, no desde el miedo o el peligro como en De La Guarda. La gente compró el álbum de figuritas con los personajes de la obra y se las intercambió; los que se perdían un episodio le preguntaban a otros cómo había sido. Se volvió un ritual para 200 personas por función. Por eso, no entiendo el reclamo de seriedad que me hacen algunos teatristas. Si sabés que vas al circo, ¿por qué me reprochás que no te hable de los desaparecidos? En el último capítulo hay una asamblea popular. Es una broma cruel y a la vez una pregunta sobre el destino de la democracia en un país donde todo dura lo que duró la euforia de pasar del que se vayan todos al que se queden todos. "

Spregelburd estrenó su primera obra maestra, Remanente de invierno casi una década atrás. Aquí la comunicación entre los personajes consistía en diálogos de sordos donde se discutía si se había dicho Hacia o Hasta hasta acabar en mutuos ¿Qué dijiste que dije? Nadie había llegado tan lejos en eso de deconstruir el lenguaje dentro de la dramaturgia nacional. Darío Lopérfido, por entonces al frente del Rojas, promovió la "Nueva dramaturgia", la cual entonces se daba a conocer como el colectivo Caraja—Jí integrado por Javier Daulte, Alejandro Tantanián (hoy coordinador del área teatro del Rojas), Jorge Leyes, Ignacio Apolo y otros, además de Spregelburd.

Con el grupo Caraja—Jí, un gran corte generacional al proyecto testimonial e ideológico de Teatro Abierto (del 81 al 85, protagonizado por Ricardo Halac, Osvaldo Dragún, Roberto Cossa), queda establecida una regla de oro del nuevo teatro: el antirrealismo. "Siempre he defendido la importancia del teatro como mentira", escribió Spregelburd y hoy agrega: "El teatro es una herramienta para escapar de la realidad sin que te acusen de frívolo. Actuar es vivir donde no vivís y las escuelas de teatro están llenísimas por el deseo que tiene la gente de salirse de sí misma. La única responsabilidad del teatro es lúdica, ni científica ni social". La directora Vivi Tellas (ex diva del Parakultural hoy a cargo del teatro Sarmiento) sintetiza así algunos lineamientos del nuevo teatro, con antecedentes en el absurdo extremista de Alberto Ure y la dramaturgia de intensidades estilo Ricardo Bartís: "Se trabaja con los actores como personas, no sólo como instrumentos para decir un texto. La nueva dramaturgia reorganizó todos los signos teatrales: busca contar algo no sólo con acciones y palabras sino con el espacio y con los objetos. Desde el fin de la dictadura, hubo un teatro que prefirió no ser pedagógico, no enseñar cómo se debe pensar o vivir. Un nuevo público encontró ahí el atractivo de desconcertarse y por eso prefiere las cosas arriesgadas a la complacencia."

Escena 3: Un poco de realismo puede ser mucho

Hay una cama en el centro de la escena. Ahí vemos a la madre enferma. La cuidan su hijo y su hija. Durante una hora, en La Jaqueca de Cristián Drut pesan la incertidumbre y el tedio de una convalecencia en tiempo real. Música, nada. Como estamos tan cerca de los actores en la salita de El Excéntrico de la 18, se duda en carraspear o desenvolver un caramelo. El efecto es el de una intromisión: el público no contempla una situación, se entromete en un cuarto de enfermo.

La entrada del espectador a la escena también es parte de La Forma que se despliega, el intenso experimento que actualmente Daniel Veronese dirige en el Sarmiento. Sólo que en este caso el ámbito es un living. Veronese se propone responder a la pregunta que rige el ciclo "Biodrama" bajo la dirección de Vivi Tellas: "¿Es posible un teatro documental, testimonial? ¿O todo lo que aparece en el escenario se transforma irreversiblemente en ficción?" Y su respuesta subraya lo de "irreversiblemente": la obra se acerca a un dolor innombrable, el de una madre al perder su hijo, pero al mismo tiempo señala que lo que vemos es a una actriz haciendo de esa madre que trata inútilmente de describir lo que siente. En Drut, en cambio, el hecho de sumergirse en un fragmento de hiperrealismo (casi una pornografía del costumbrismo) es lo que exaspera. Y pensar que Drut en 1998 puso La historia de llorar por él (Ignacio Apolo), una obra que formaba parte del catálogo Caraja—Jí donde se oían cosas como "A veces lloro de más. Un vicio del realismo". Drut se distanció pronto de esa estética deconstructiva que tachó de "ombliguista", más interesado en contar historias. Días atrás, via telefónica desde Madrid, nos decía: "Mi generación, los que ahora tenemos 30, no produjo grandes historias. ¿Será que es una generación a la que no le interesan los grandes asuntos?. El año pasado estudié con Augusto Fernándes y adoré escuchar a ese tipo. ¿Por qué no hay directores de 30 que se metan con clásicos? Yo estoy intentando un nuevo camino: en La Jaqueca utilicé elementos de Las tres hermanas de Chejov. Creo que después de tanta rareza, tanta autorreferencialidad, tanta comedia irónica viene bien algo de realismo. Por eso me gusta lo que hacen Luciano Suardi (En casa, en Del Otro Lado) o Mariana Obersztern. Mi generación ya es la dueña de la escena actual. No creo que haya que oponerse a los abuelos del 60 como Roberto Cossa o Carlos Gorostiza, porque ya no tienen el mismo poder o el prestigio de antes. Ahora tiene que aparecer gente de 20 que nos dé una patada en el traste a nosotros."

Informe: Socorro Estrada

Fuente: Clarín