domingo, 31 de octubre de 2004

Cercano oriente (La caja), Omar Fantini

Noticias de teatro en Buenos Aires

Cercano oriente (La caja) es un despliegue de recursos actorales herederos del “under”. Cuenta con dos excelentes actores como son Luis Machín y Alejandro Catalán, que juntos encararon la tarea de la creación colectiva. Basada en la confianza de que el espectador completa el sentido, Catalán y Machín ponen todo lo que saben hacer sobre el escenario y a veces se les va la mano. No importa qué se cuenta, la obra es pura situación: dos actores improvisan con una caja de cartón. Quienes parecen haberla disfrutado más –reían constantemente– son los estudiantes de actuación sorprendidos por las ocurrencias de estos actores. Por momentos, un poco aburrida. Algo que no termino de entender es por qué se llama Cercano oriente y no La caja a secas. Esperaba más resoluciones por la vía del humor y en cambio me encontré con mucha baba y mucha máscara crispada. Lo mejor: la expresividad que logran con un mínimo de recursos. Un codo que se transforma en otra cosa o una mano que puede independizarse y cobrar vida ante nuestros ojos para luego desaparecer.

Cercano oriente (La caja), dirección Omar Fantini. Domingos 21 hs. en El camarín de las musas, Mario Bravo 960.

María Bayer

Fuente: el interpretador

jueves, 28 de octubre de 2004

"Aquí están juntos": clásico y moderno

Por IRENE BIANCHI

"Aquí están juntos", de Juan Carlos Ghiano, por el elenco de la Comedia de la Provincia de Buenos Aires. Actores: María Laura Albariño, Marcelo Allegro, Rosana Benencia, Alejandra Bignasco, Mabel Campos, Emilio Ruperez, Sonia Costa, Pablo de la Fuente, Sergio Feldman, Oscar Ferreyra, Hugo Gargiulo, Javier Guereña, Susana Isidro, Esteban Manzanos, Carolina Painceira, Florencia Zubieta. Escenografía: Cristina Pineda. Vestuario: Kitty Di Bártolo. Coreografía: Liliana Ogando. Música original, composición y arreglos: Acho Estol. Asistencia de dirección: Marta Davico. Dirección técnica: Eduardo Garza. Dirección de actores: Maximiliano Paz. Dirección general y puesta en escena: Alberto Fernández de Rosa.Teatro Municipal Coliseo Podestá.

El recuerdo de la labor docente de Juan Carlos Ghiano (1920-1990) como Profesor de Literatura Argentina e Iberoamericana en la Facultad de Humanidades de la UNLP, nos es personalmente muy grato. Poeta, narrador, crítico, ensayista, sus comienzos como autor teatral datan de 1951 con "La puerta del río" y "La casa de los Montoya". Sin embargo, es con "Narcisa Garay, mujer para llorar", cuando impone su nombre en la dramaturgia argentina de manera definitiva. Le siguieron "La Moreira" (protagonizada por Tita Merello), "Antiyer", "Testigos", "Corazón de tango", y otras piezas que integran volúmenes titulados "Ceremonias en soledad" y "Actos del miedo".

"Las modalidades de la tragicomedia", decía Ghiano, "me parecen las más adecuadas a las formas de conducta que abundan en nuestro país." En sus tragicomedias, Ghiano reelabora dos fuertes tradiciones dramáticas locales: el sainete y el grotesco. En las palabras del recientemente desaparecido historiador teatral Julio Ordaz, el escritor entrerriano aborda los ceremoniales de la mitología porteña, tanguera o suburbana con ironía y humor burlón, pero nunca con una actitud agresiva o hiriente.

"Aquí están juntos. Historia de una calle en tres épocas", es un texto inédito de Ghiano, que tenía en su poder la notable Hilda Suárez (protagonista de "Narcisa Garay.", estrenada en 1959), y que la actriz gentilmente entregara a la Comedia de la Provincia.

Pieza de carácter costumbrista, "Aquí están juntos" transita las historias familiares y vecinales de una calle del barrio de Balvanera, en tres momentos históricos: principios de siglo XX, décadas del '40 y del '60. Los criollos lugareños conviven con los inmigrantes "tanos" y "gallegos", que ya tienen en su haber una generación nacida en este terruño. Rivalidades, antagonismos, romances, aspiraciones dispares, diversidad de valores morales y de hábitos, un verdadero microcosmos que comparten personajes disímiles que van tejiendo -sin prisa y sin pausa- una trama que los irá hermanando con el devenir de los acontecimientos.

La puesta de Alberto Fernández de Rosa incluye cantores, bailarines y orquesta en vivo, logrados recursos que ilustran este pintoresco y colorido viaje en el tiempo, y permiten apreciar los diferentes ritmos de moda en cada época. El cuidado vestuario, los accesorios y peinados constituyen aportes valiosos a la hora de evocar los momentos retratados. La escenografía corpórea resulta un tanto ampulosa y poco funcional. El telón de fondo, en cambio, con esos grandes barcos venidos de ultramar, sí resulta efectivo como sugestiva ambientación. Hay momentos, sobre todo durante el primer cuadro, en que la acción se concentra demasiado sobre la mitad izquierda del escenario, generándose un marcado desbalance.

A nivel actoral, se destacan los trabajos bien característicos y prototípicos de Susana Isidro, Mabel Campos, Emilio Ruperez, Javier Guereña, Marcelo Allegro y Alejandra Bignasco. Esta última, la eterna novia que espera y que, cuando regresa su amado, no lo reconoce (a la manera de la Penélope de la canción de Serrat), logra una composición rica en sutiles matices.

El público disfrutó y festejó este sainete porteño, género tan familiar y tan nuestro, que hace honor al Coliseo Podestá, cuna del teatro rioplatense.

Fuente: Díario El Día

martes, 26 de octubre de 2004

Haciendo tiempo

"Ellas esperan"

Por IRENE BIANCHI


"Ellas esperan", creación colectiva. Actuación: Patricia Ríos, Eugenia Milani, Aurelia Osorio. Asistencia de dirección y maquillaje: Amancay Martínez Barbieri. Participación en los textos: Laura Valencia. Diseño de luces: José Pollo Canevaro. Textos en off: Susana Tale, Federico Aimeta. Dramaturgia, dirección y música original: Diego Madoery. La Fabriquera, calle 2 entre 41 y 42, jueves 22 hs.

Tres mujeres sentadas, esperan. Esperan ser atendidas por el ginecólogo o el obstetra. Esperan ser operadas. Esperan en el laboratorio para entregar sus "frasquitos". Esperan en la peluquería para cortarse el flequillo. Esperan. Nunca han hecho otra cosa, ni tampoco la harán.

Mientras esperan, conversan. Por momentos, parecen viejas amigas y confidentes. En otras ocasiones, perfectas desconocidas que matan la espera en charlas intrascendentes.

Verborrágicas, hablan al unísono, o bien caen en un profundo silencio ("Pasó un angel"). Comparten recuerdos, sueños recurrentes, historias. Se cuentan sus vidas, fantasean, imaginan, proyectan, van y vienen en el tiempo. Se inventan un pasado, una trama que ate los cabos sueltos de sus solitarias existencias.

Este diálogo infinito va creando lazos, las va hermanando, las aglutina, las hace cómplices, compañeras de ruta.

La obra de Diego Madoery habla de la vida como espera y plantea algunos interesantes interrogantes. ¿Nuestros recuerdos del pasado, son fiel reflejo de los hechos o una manipulación de la realidad? ¿No están acaso inevitablemente teñidos de subjetividad?¿No los vamos condimentando con matices y detalles que no estaban ahí? ¿Ficción o realidad? El tamiz de la mente descarta y rescata a su gusto. Como avezados escritores de ficción, vamos novelando nuestras vidas para complacer al otro y complacernos a nosotros mismos. Ensayamos borradores, los hacemos bollito y los tiramos al cesto, hasta dar con una versión que suene bien, que resulte verosímil. Y de tanto repetirla, terminamos creyéndola.

En términos de puesta, el estatismo de la espera se matiza con el desplazamiento de las sillas, verdadera coreografía en rueditas. Patricia Ríos, Eugenia Milani y Aurelia Osorio componen tres personajes realistas y cotidianos, atrapados en un contexto típico del teatro del absurdo. Ríen, lloran, bailan, se contradicen, se enfrentan, se apoyan, hacen alianzas, se acompañan.

"Ellas esperan": pasajeras en tránsito a ninguna parte.

Fuente: Diario El Día