viernes, 23 de marzo de 2007

Un joven apasionado por el teatro y la música

Estaba entusiasmado porque había empezado con los ensayos de una obra de teatro que iba a dirigir en una sala de nuestra ciudad. Además, era un apasionado de la actuación y tomaba clases con distintos profesores para perfeccionarse. También integraba una banda de músicos, donde se encargaba de la percusión.

A pesar de sus múltiples actividades siempre tenía tiempo para estar con sus seres queridos. Francisco Arturo Lissa siempre se mantenía comunicado con sus amigos. Siempre los tenía al tanto de sus proyectos. Por eso a muchos de ellos les llamó la atención que, desde el martes pasado, nadie tuviera noticias de él.

El joven de 23 años, estudiante de cine y teatro, tenía apagado el celular y no estaba en su casa de la calle 47 entre 3 y diagonal 80, donde vivía solo. Su desaparición era un misterio. A algunos se les cruzó por la cabeza que había viajado. Otros incluso llegaron a pensar que podría haber sido víctima de un secuestro. Pero ninguno imaginó cuál había sido el destino del chico, cuyo cadáver fue hallado tirado ayer a la tarde a un costado de la calle 66, en Berisso. Había sido amordazado, maniatado y ahorcado.

Era el único hijo de un conocido farmacéutico de nuestra ciudad, Julio César "Pipo" Lissa, fallecido en el año 2000, ex presidente del Colegio de Farmacéuticos de La Plata y de la Caja de Previsión Social para profesionales de las Ciencias farmacéuticas de la Provincia de Buenos Aires. La madre del joven, Raquel Berthi, es una reconocida psicóloga.

Todos los amigos y allegados con los que EL DIA habló ayer coincidieron en señalar a "Fran" -así lo llamaban- como un "tipo fuera de serie", "un tipo maravilloso", "un flaco genial y culto".

Quienes lo conocían, aseguran que Francisco era un apasionado en todas las cosas que le gustaban: la música, el teatro, el cine. Y que no paraba de asombrar a todos con sus cualidades intelectuales. "Sabía un montón de música clásica. Era un tipo que a los ocho años ya era fanático de Les Luthiers, cuando todos los demás chicos ni siquiera los habíamos escuchado nombrar", contó a este diario una de sus amigas, con quien estudió en la Escuela Anexa.

Viajero incansable, conoció muchos países, y compartió la mayoría de esos paseos con su padre con quien mantenía una estrecha amistad. Por eso, quienes lo conocían, aseguran que para Francisco el fallecimiento de su padre había sido una pérdida que nunca pudo superar.

Ahora repartía su tiempo entre la carrera de Cine en la Universidad local, sus clases y ensayos de teatro y sus actividades con el grupo de música "Lumilagro", donde tocaba instrumentos de percusión.

"Era serio y una persona maravillosa. Las cosas que le gustaban se las tomaba en serio, era muy comprometido. Era un honor conocerlo", dijo uno de sus actuales compañeros de teatro.

Siempre buscaba superarse y perfeccionarse en la actuación. El martes de esta semana había tomado una nueva clase con el reconocido actor Pompeyo Audivert, en capital federal. También fue alumno de Norman Briski.

El año pasado integró el elenco de la obra "Las razones del bosque", que entre septiembre y octubre estuvo en cartel en el teatro La Fabriquera, de calle 2 entre 41 y 42. También había actuado en otras obras de teatro en distintas salas de nuestra ciudad.

Actualmente, estaba trabajando en los ensayos para dirigir la obra "El Robot" de Eduardo "Tato" Pavlovsky que tenía previsto estrenar próximamente en el Teatro "La Hermandad del Princesa", ubicado en diagonal 74 entre 40 y 41.

El último ensayo había sido el sábado por la noche. Esa fue la última vez que lo vieron sus compañeros y amigos de teatro. Después de la intensa jornada de trabajo, todos tienen por costumbre juntarse a cenar en el mismo restaurante. Pero esa noche Francisco se excusó. Dijo que tenía que encontrarse con un amigo que "no veía desde hace tiempo". Nadie podía creer ayer que Francisco ya no va estar más junto a ellos.

Fuente: El DíaJustificar a ambos lados

viernes, 16 de marzo de 2007

Mafalda ya es una adulta: festeja sus 45 años

La hija de Quino de cumpleaños

La enfant terrible que nació en 1962 para ilustrar la campaña publicitaria de una marca de electrodomésticos, está de fiesta. El recuerdo de la niña argentina más inolvidable.
Vaya uno a saber si esta noche invitará a su departamento del barrio porteño de Monserrat a sus amigos del alma, al dubitativo Felipe, al fenicio rockerfellista Manolito, a la combativa Libertad, a Susanita, con todos sus hijitos, al inocente Miguelito y al tierno Guille que seguro brindará con su chupete o n the rocks. O no, porque quizás hoy Mafalda esté trabando en la ONU, evitando con una traducción distorsionada que dos naciones entren en guerra. Porque claro, Mafalda está está tan viva como siempre.

Como sea, hoy a la enfant terrible, que nació el 15 de marzo de 1962, la podríamos imaginar ya un adulta, aunque también quedará en el recuerdo de miles y miles de lectores como esa niña despiadada y adorable que quedó tal cual como su papá, Quino, la dejó en 1973, cuando decidió no dibujar más la tira.

En 1962 Joaquín Lavado, Quino, creó a Mafalda para una campaña publicitaria de la empresa de electrodomésticos Mansfield. Una agencia de publicidad le encargó al dibujante una tira de una típica familia de clase media que debía contar con un personaje cuyo nombre tuviese dos letras de la marca: la "M" y la "A". Quino da el nombre de Mafalda a la niña de esta familia. El proyecto de esta campaña no se llega a realizar a causa del cliente y Quino conserva las pocas tiras realizadas.

Al año siguiente, después de un breve paso por el suplemento de humor de la revista Leoplán , la tira Mafalda se instala en Primera Plana, que le pide a Quino una colaboración fija, satírica pero “innovadora”. Trascurría el año 1964, gobernaba la Argentina el radical Arturo Illia; Los Beatles arrasaban en los rankings musicales; los palestinos fundaban la OLP; se extendía la adhesión de los países americanos al bloqueo estadounidense contra Cuba y la comisión Warner daba a conocer públicamente la versión oficial sobre el asesinato del presidente Kennedy. A la par, se otorgaba al líder negro Martin Luther King el Premio Nobel de la Paz mientras que el filósofo Jean-Paul Sartre rechazaba el suyo de Literatura.

Quino saca Mafalda del baúl, quien comienza a vivir a través del papel. Pasados algunos meses se vuelve una tira cotidiana. En 1968 desembarca en Italia y Europa. Es el inicio de una larga aventura para la pequeña respondona que llegará a ser uno de los personajes mas populares nacidos de la mano de un dibujante.

A pesar de que su autor dejó de dibujarla, Mafalda reaparece siempre fresca y renovada en libros y periódicos. Hace cine y televisión. Viaja en la imaginación colectiva de infinidad de naciones que son muy diferentes entre ellas culturalmente. Y llega a los lugares más insospechados, volviéndose familiar a chicos y chicas que pertenecen a generaciones que no tienen nada que ver con la que vio nacer a Mafalda.

En 1965, la tira se mudó a el diario El Mundo hasta que éste cerró dos años después, cuando la mamá de Mafalda estaba embazarada de Guille. La historieta llegó a Siete Días en 1968, con el bebé ya nacido y la impronta bien ganada de ser un registro minucioso de los tics de la clase media argentina de los años 60. Desde la Guerra de Vietnam y la carrera espacial hasta el movimiento tercermundista y los derechos humanos, el mundo entero se simboliza en un globo terráqueo que la protagonista cuida, igual que a un enfermo: lo acuesta en la cama, lo abriga y hasta intenta mejorarlo con las cremas de belleza de su madre. Con Mafalda la infancia perdió su inocencia, mientras el género de la historieta pasó de lo social a lo psicológico.

Hoy cumple 45, y nos sigue escrutando con su mirada punzante, porque como dijo el escritor Julio Cortázar: “No tiene importancia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Maflda piense de mí”.

Fuente: www.quino.com, Perfil

jueves, 8 de marzo de 2007

El sexo según Luciano Cáceres

Un pasaje de la obra que se ofrece los jueves en ElKafka

SEX según Mae West , de René Pollesch. Con Ideth Enright, Dolores Ocampo, Cecilia Rainero y Héctor Bordoni. Apuntador: Sergio Aiello. Vestuario: Pepe Uría. Diseño escenotécnico: Agustín Garbellotto. Iluminación: Mariano Rugiero. Cámara en vivo: Garbellotto y Nacho Rodríguez de Anca. Dirección: Luciano Cáceres. Sala: El Kafka (4862-5439).

Nuestra opinión: muy bueno

René Pollesch es una especie de autor maldito de la escena berlinesa. Desde hace años programa el espacio más experimental de la Volksbühne. SEX según Mae West es el primero de sus trabajos que se estrena en estas tierras. En realidad, la obra ya hizo su "precalentamiento" con dos funciones en el Instituto Goethe y ahora se largó a hacer a una temporada formal y cortés. "Mis textos no se comprenden al amparo de las ideas y las concepciones que uno tenga presentes", escribe el autor sobre su producción. Una crítica germana apunta: lo suyo es un "teatro enfático, fanáticamente histérico y teórico; un teatro de los cortocircuitos intelectuales y del exacerbamiento intelectual".

Por ahí va la cosa. Tomemos una página de la versión castellana de SEX según Mae West . La sexta, ya que hoy es el día seis. Ahí se dice: "Yo, de alguna manera, no me puedo observar al vivir tan bien como al comprar. Entonces prefiero comprar sentimientos, y cosas así, o vivencias y cosas así, y entonces veo de alguna manera mejor lo que estoy haciendo. ¡Cuando estoy comprando! Y ésa es, sin duda, una revolucionaria idea comercial".

El texto lo dicen tres mujeres, tres prostitutas, pero podría ser una sola (o, definitivamente, una sola que está desdoblada). Las quince páginas siguientes tienen igual tono. Pollesch es un verborrágico que "vomita" durante una hora y media un texto engorroso, efectista, de fuerte contenido político, abrumador, controvertido, vertiginoso. Un teatro de ideas en el que, al rato de estar escuchando, las palabras pueden transformarse en un ronroneo lejano a cargo de tres desbocadas que no paran de gritar. El resultado es algo parecido a un extraño y atractivo distanciamiento. Claro que cuando el espectador está al borde del mareo, Luciano Cáceres, muy inteligentemente, para la pelota y hace cantar a las actrices: "Parole, parole, parole", aquel tema de Mina. Así quiebra, oxigena, subraya e ilumina el discurso de Pollesch. De alguna manera, lo manda a callar porque está harto de escucharlo.

Cállate que me desesperas

SEX según Mae West , según Luciano Cáceres, es una atractiva experiencia disparadora de sentidos, de imágenes, de conceptos que quedarán flotando en algún lugar del inconsciente esperando su momento para ser digeridos. Pero es más que eso.

SEX según Mae West, según Luciano Cáceres, es un estupendo mecanismo de engranaje en el cual las tres actrices -Edeth Enright, Dolores Ocampo y Cecilia Rainero- son perfectamente funcionales a la idea del director. Pero no están solas. Héctor Bordoni es el único hombre en escena que hará de sí mismo como si fuera el procedimiento de un biodrama (igual mecanismo aparece al comenzar la obra, cuando los intérpretes son entrevistados por Osvaldo Bazán en un video introductorio). Héctor casi no habla, casi no tiene opinión, casi ocupa el papel de las mujeres en las reuniones "dominadas" por los hombres. Hay otro hombre por ahí: un apuntador con pinta (sólo pinta) de sadomasoquista.

Toda la obra, aun las escenas que transcurren en lugares ocultos a la visual del espectador, será captada (con algunas deficiencias en el audio) por los camarógrafos Agustín Garbelloto y Nacho Rodríguez de Anca. Y todo será proyectado en una enorme pantalla que domina el espacio escénico como si fuera otra posibilidad de desdoblamiento.

¿Que se hace largo? Sí, claro. ¿Que hay momentos en que lo que se conceptualiza es demasiado críptico? También: si hasta una de las actrices confiesa no entender lo que acaba de decir aunque se lo haya explicado el mismo Pollesch cuando estuvo en Buenos Aires. Pero de todo eso se hace cargo el montaje. Y ahí es cuando SEX según Luciano Cáceres gana a puro vértigo.

Alejandro Cruz

Fuente: La Nación

martes, 6 de marzo de 2007

Historias adolescentes

22 PARA 15. Efron tiene 22 años pero encarna personajes más jóvenes. En "XXY", de Lucía Puenzo, es la hija, de 15 años, de Darín y Bertuccelli. (M. Genlote)

Surgió en teatro y desde entonces se dedicó al cine. Dos de sus películas se estrenan este año

Laura Gentile

Su cara aún no es conocida pero lo será pronto. Es que su siembra cinematográfica está comenzando a dar frutos. A los 22 años, Inés Efron es como una joyita de actuación fluida y rica, una presencia neta que llama la atención cualquiera sea la trama en la que aparezca.

Fue la inefable y superada Ruth en la película Cara de queso, protagonizó la premiada Glue (Historias adolescentes en medio de la nada) junto a Nahuel Pérez Bizcayart (aún no estrenada comercialmente) y se la podrá ver en mayo en la opera prima de Lucía Puenzo, XXY, interpretando a la hermafrodita, hija de Ricardo Darín y Valeria Bertucelli.

Pariente lejana de Paloma Efron (la mítica periodista Blackie) "creo que es la prima de mi papá", Inés nació en México, donde sus padres se exiliaron durante la última dictadura militar. Volvió a los cuatro meses de edad. Vive en San Martín con sus padres (él mecánico dental, ella "hace sacos").

Inés empezó a estudiar teatro a los 14 porque "no sabía bien qué hacer y además quería tener amigos y en la escuela me costaba mucho integrarme", explica. Ajá. "Bueno —aclara— había etapas en las que me integraba y etapas en las que estaba media sola y me refugiaba en el estudio".

Por entonces tenía amigos por cartas, calcula unos 30 alrededor de todo el país. "¿Viste la Zeta 10, una revista de los 90 que hacía la propaganda Julián Weich?, bueno tenía una página llamada Amigos por cartas".

A los 16 empezó en el taller de Nora Moseinco donde estudió hasta los 20. A los 19 debutó en teatro en una obra de Lola Arias Poses para dormir. Allí hacía de Tao, una soldado de un país post nuclear. "Y a partir de ahí —reconstruye— todas las películas que me salieron es porque me vieron en esa obra".

Lucía Puenzo, en cambio la llamó luego de verla en Glue (película ganadora del BAFICI 2006). "Hicimos una prueba pero yo le daba grande —recuerda—, ella tenía en su mente una chica de 14, hice dos castings más, costó pero quedé y subió la edad del personaje a 15".

¿Fue difícil componer a una hermafrodita? "Sí, me costó —reconoce, aunque no desde un lugar psicológico, sino más bien físico—, tengo una voz muy aguda y tenía que masculinizarla un poco, yo soy más delicada y tenía que ser más rea..."

¿Y la televisión?. "No sé —duda, piensa—, no tengo un deseo fuerte, solo si se da... Pero si lo podría evitar, mejor. No me gustaría tener que ir todos los días a un mismo lugar". Aparentemente el estilo "sé natural" o actuación express no es para ella. Quizás tampoco como espectadora: hace tres meses se quemó su televisor y hasta ahora no lo repusieron. "Es que en el lugar de la tele solo entra una de 14 pulgadas y no se consiguen de ese tamaño", explica.

No lo extrañan, están mejor así: "Cuando mi papá volvía de trabajar —cuenta—, comía y se tiraba a ver tele y se automatizaba. Y ahora llega y tiene ese momento ahí vacío y puede ver lo que realmente le dan ganas de hacer".

Fuente: Clarín