lunes, 28 de agosto de 2006

Ciclo de Nueva Dramaturgia

Nadar perrito - Andrea Garrote

TEATRO SEMIMONTADO

Presentado por el Goethe-Institut y las Embajadas de Austria y Suiza, con el apoyo de Pro Helvetia.

desde el lunes 28 de agosto hasta el martes 3 de octubre
lunes y martes 20hs.
Goethe-Institut | Corrientes 319
entrada gratuita | se podrán retirar hasta dos entradas por persona desde una hora antes de cada función

El Ciclo de Nueva Dramaturgia busca continuar con la línea de investigación de su antecesor, 4x4. Como su nombre lo indica, no es tanto el montaje final lo que importa sino más bien la exploración por parte de directores argentinos de textos que se inscriben en la nueva dramaturgia contemporánea de habla alemana. En esta primera edición, que el Goethe-Institut organiza en conjunto con las Embajadas de Austria y Suiza, y que cuenta con el apoyo de Pro Helvetia, se presentarán en formato semimontado las siguientes obras:

Programa
*lunes 28 y martes 29 de agosto
Nadar perrito de Reto Finger por Andrea Garrote
charla abierta con Reto Finger al finalizar la función. Presentado por la Embajada de Suiza y Pro Helvetia

"Nadar perrito no es la manera más segura, efectiva o estética de nadar para un ser humano. Es lo que hacemos cuando aún no hemos a aprendido ningún estilo o cuando ya no damos más", dice la actriz y directora Andrea Garrote, "toda la obra es atravesada por un triste humor que nos plantea alguno de los siguientes interrogantes: ¿Es la indiferencia una estrategia efectiva para anestesiar todo lo que se supone que nos podría doler? ¿Y la huida del mundo? ¿De la preocupación por el sustento, por el cuerpo, por la propia vida, es una opción?"

Nadar perrito (S. Fischer Verlag) es una pieza del dramaturgo suizo Reto Finger (1972), quien llegará en agosto a Sudamérica para participar del Festival de Nueva Dramaturgia Europea en Santiago de Chile. De paso por Buenos Aires, asistirá al montaje de su texto en el Goethe y dialogará con el público.


*lunes 4 y martes 5 de septiembre
SEX
de René Pollesch por Luciano Cáceres

Dice Luciano Cáceres: "Según René Pollesch, Sex no es una obra de teatro. Es un texto que debe ser usado como instrumento. Fue escrito para Sophie, Caroline e Inga, tres actrices de su compañía que compartían este discurso desde el deseo. Nuestro trabajo es que Dolores (Ocampo), Ideth (Enright) y Cecilia (Rainiero) deseen decir este texto. Con esta premisa el Instituto Goethe nos convoca a trabajar en un proyecto en tres etapas: una primera instancia de intercambio entre el autor y el equipo argentino en Buenos Aires, la realización de este semimontado que nos permita poner a prueba procedimientos que se consolidarán en la tercer etapa: un montaje definitivo programado para el mes febrero de 2007 en ELKAFKA espacio teatral."

La obra Sex, según Mae West (editorial Rowohlt) es una adaptación libre del alemán René Pollesch (1962), quien a tiene a su cargo nada menos que la sala Prater del teatro Volksbühne de Berlín y que en mayo pasado visitó por primera vez la Argentina.

*lunes 18 y martes 19 de septiembre
Tiempo para amar, tiempo para morir de Fritz Kater por Mariana Chaud

"Pienso que el texto da cuenta de una dramaturgia muy personal que resulta a la vez triste y graciosa. Hasta ahora el encuentro con esta obra me genera bastante desconcierto y diversión al mismo tiempo", confiesa Mariana Chaud acerca de esta historia grotesca y dialéctica que da cuenta de una preocupación recurrente de su autor, el alemán Armin Petras: la división de Alemania.

Con esta obra publicada por Henschel Schauspiel Verlag, el alemán Petras (1964) -alias Fritz Kater- se llevó en 2003 el famoso premio de Nueva Dramaturgia del Festival de Mühlheim, el más reconocido de Alemania.

*lunes 25 y martes 26 de septiembre
Queremos al mesías ya, o la familia acelerada de Franzobel por Matías Feldman. Presentado por la Embajada de Austria

"En la obra de Franzobel conviven la claridad y la simpleza en el relato con un grotesco y barroco uso de los diálogos. Esta combinación es la que más me interesó a la hora de elegirla", asegura Matías Feldman (...), "Mesías en un principio nos pareció hecha para ser montada en los grandes teatros europeos, con enormes presupuestos, pero poco a poco descubrimos sus posibilidades y virtudes en el transcurso de los ensayos. Decidimos trabajar en pos de esa simplicidad del relato, esa claridad casi infantil: frontal, legible, pero a la vez oscura y brutal", dice Matias Feldman sobre esta obra publicada por el Passagen Verlag.

Galardonado con numerosos premios como el Ingeborg Bachmann en 1995 y el premio al humor grotesco de la ciudad de Kassel en 1998, la medalla Brecht en 2000 y el premio Adalbert von Camisso en 2005, el austríaco Franzobel (1967) es uno de los autores jóvenes del momento en Europa.


*lunes 2 y martes 3 de octubre
Las neurosis sexuales de nuestros padres de Lukas Bärfuss por Fernando Rubio. Presentado por la Embajada de Suiza y Pro Helvetia

"Las neurosis sexuales de nuestros padres" ( editorial Hartmann & Stauffacher) despliega, a partir de una situación trágica, un concadenado de abusos y costumbres silenciados por una idiosincrasia del poder que habita todos y cada uno de los espacios de relación y filiales", dice Fernando Rubio sobre el texto que tiene a su cargo. Nacido en Zuiza, el autor Lukas Bärfuss (1971), fue elegido por la revista Theater Heute "autor dramático del año" en 2003. En el mismo año, la puesta europea de Las neurosis... fue invitada al Festival de Teatro de Mülheim. En la edición 2005 de ese festival, Bärfuss se llevó el primer premio por su última obra Der Bus.

Obras que forman parte del evento

>Sex Autor: René Pollesch - Director: Luciano Cáceres

domingo, 27 de agosto de 2006

El actor y director argentino, residente en Francia, presentó tres espectáculos que giran en torno a Copi.

EN AVIGNON. Marcial Di Fonzo Bo supo lucirse en el festival con obras de su admirado Copi. El argentino es un personaje en Francia. (AFP)

Marcial Di Fonzo Bo está sentado en un jardín de Avignon y enseguida uno se da cuenta de que este muchacho, con su extraña dulzura, su elegancia, su parte de niño inmediatamente perceptible, personificó por sí solo al Festival de Avignon 2006, abierto este año a los vientos de todos los países.

Marcial Di Fonzo Bo y la troupe des Lucioles (Compañía de las Luciérnagas) presentaron en el Festival tres espectáculos en torno al escritor argentino Copi, en una vertiginosa exploración del tiempo y el espacio del teatro que lleva al público tras los pasos de una misteriosa cosmonauta llamada Loretta Strong, lanzada al vacío intersideral.

Viajes y exilios: como Copi, el argentino de París, muerto en 1987 a los 48 años, la vida de Marcial Di Fonzo Bo quedó definida por la partida de su Argentina natal. Esta se produjo también en 1987. Tenía 19 años y un pasaje sin retorno. Llegó a París un día de diciembre, unos días antes de la muerte del autor, a quien no conocía. Como si la vida le hubiera dado una pequeña señal, que recordaría más tarde.

“El exilio es un período de la vida en el que el hombre se abre a la libertad” le gusta decir a Marcial Di Fonzo Bo citando a Copi, siempre Copi, que lo acompaña desde entonces. Casi como una brújula que indica el rumbo, el de una imaginación viva y sutil.

“Este año, me di cuenta de que había pasado la mitad exacta de mi vida en la Argentina y la otra mitad en Francia: diecinueve años en cada una” señala el joven actor con aire soñador. “Pero parece —dice— que los años de infancia cuentan doble”.

La infancia es la Argentina, y más exactamente Buenos Aires, una ciudad abierta al mundo por excelencia. “Es un puerto —la define— que se fundó sobre una mezcla de culturas, con una inmigración importante entre las dos guerras”. Dice que, en los recuerdos de su niñez, siempre hay algo vinculado a otra cultura, en todos los aspectos de la vida cotidiana, “ya se tratara de la comida o de la atmósfera tan diferente de los barrios de la ciudad”. Marcial creció en Palermo, un barrio popular y de clase media, en el piso 18 de una torre. El padre es algo crápula, algo poeta: la familia, de origen italiano, a veces debe mudarse en medio de la noche.

El teatro es su madre, que se va cuando él tiene 6 años. El tío y la tía maternos, Facundo y Marucha Bo, habían emigrado a Francia en 1968, el año de su nacimiento. Marcial se reencontrará con todo ese pequeño mundo, que vive y trabaja en el grupo TSE de Alfredo Arias, en 1987. Entretanto, es un chico que sueña frente a las fotos, los afiches o los discos que llegan de París. “Era mágico. Recuerdo sobre todo las imágenes de Luxe, uno de los espectáculos cultos del grupo TSE”.

Un chico que sueña y tiene ganas de pelear. El fin de los años 70 y el comienzo de los 80 son también la época de “la guerra sucia” y aunque nadie de su familia sufrió directamente la dictadura, Marcial Di Fonzo Bo guarda el recuerdo de un “clima de plomo”, con una presencia militar y policial obsesiva en la ciudad, con detenciones incesantes y miles de exiliados. “Yo era un adolescente bastante vital, bastante deslenguado. Crecí con la idea de partir”.

Entretanto, empieza a hacer teatro, desde los 14 años, como algo que no podía ser de otra manera. “Nunca imaginé hacer otra cosa” se sonríe. Para él, el teatro siempre fue “un lugar de resistencia”. Formó parte de una familia teatral muy comprometida políticamente, afín a las ideas del Living Theatre, grupo experimental estadounidense creado a comienzos de la década del 50. “Nos dejaban más o menos tranquilos: nuestro trabajo era demasiado confidencial” para constituir una prioridad para la policía o los militares.

“No entré al teatro por las lentejuelas” agrega, él que, como Copi y con Copi, practica con una soltura desconcertante la subversión por las lentejuelas. Una manera de “mirar la vida desde lo alto de sus tacos altos”. Quizá bajo la influencia lejana de otro género del espectáculo típicamente argentino, el de las revistas encabezadas por grandes cómicos, muy populares y suficientemente poderosos para permitirse atacar en público a la junta militar.

En 1987, por fin la partida. Marcial Di Fonzo Bo se encuentra en París con la familia materna y empieza a trabajar con Alfredo Arias. Ejerce todos los oficios: asistente, iluminador, utilero e incluso vestuarista, como su madre. Después vienen el deseo de “cruzar otras familias de teatro”, la escuela de Rennes y la creación, por los alumnos de esa promoción, del Thé»átre des Lucioles, ni una troupe ni una compañía en el sentido clásico del término, sino una especie de plataforma que vuelve a colocar al actor en el centro del teatro.

Marcial invoca a Pier Paolo Pasolini. “En un artículo, Pasolini dice que, con el nuevo siglo, se predice la desaparición de las luciérnagas a causa de la evolución de las condiciones meteorológicas que, a su vez, se deben a la actividad de las multinacionales. Se pregunta sobre la utilidad de las luciérnagas y sobre la de las multinacionales. Nosotros queremos ser esas luciérnagas que lograrían sobrevivir al nuevo siglo…” Desde entonces, Les Lucioles se ha convertido en una de las aventuras teatrales más apasionantes de los últimos años en Francia, llevada adelante por la energía, el deseo de juego y de expresión de estos hijos de los años 70, que se sienten herederos del espíritu gozoso y libertario de aquella época. Para el actor Marcial Di Fonzo Bo, también hay grandes papeles con directores consagrados como Matthias Langhoff, Claude Régy o Luc Bondy. Papeles que sostiene con su presencia intensa y poética.

“El teatro sigue siendo para mí el lugar donde todavía se puede comentar el mundo” dice, tranquilamente instalado en su identidad de exiliado. Conserva su pasaporte argentino. Odia los trámites, las citas en la jefatura de policía, los enredos administrativos, pero se empeña en seguir siendo un extranjero.

La mirada única de Copi


Cuando comenzó a firmar sus trabajos, Raúl Damonte —nacido en Buenos Aires en 1939— decidió llamarse Copi, como lo nombraba su madre, que era la hija menor de Natalio Botana. En 1962, Copi se instaló definitivamente en París para formar parte del grupo Pánico, en el que también estaba Fernando Arrabal. Vendió dibujos en la calle y mucho después llegó a tener una tira semanal en Le Nouvel Observateur donde creó ese personaje célebre e inquietante, La Mujer Sentada. Escribió doce obras teatrales, incluido el sainete Cachafaz, pieza que se estrenó tras su muerte.

Fuente: La argentinidad al palo

Un "Tío Vania" conmovedor

"Espía a una mujer que se mata" . Autor: Daniel Veronese. Versión de "Tío Vania" de Antón Chéjov. Intérpretes: Osmar Nuñez, María Figueras, Claudio Quinteros, Fernando Llosa, Silvina Sabater, Marta Lubos, Julieta Vallina. Diseño de escenografía: Daniel Veronese. Diseño de luces: Sebastián Blutrach. Asistencia de dirección: Felicitas Luna. Dirección: Daniel Veronese. En El camarín de las musas.

Nuestra opinión: muy bueno

La nueva experiencia teatral del autor y director Daniel Veronese vuelve a tomar como punto de partida una pieza de Chéjov (su anterior investigación fue "Un hombre que se ahoga", a partir de "Las tres hermanas") y dos ejes dan forma a su trabajo. Por un lado coloca, una vez más, su mirada sobre seres que crecen en un profundo marco de indefensión y, por otro, reflexiona sobre la representación teatral haciendo especial hincapié en la actuación.

La escenografía de un espectáculo anterior "Mujeres soñaron caballos" sirve de marco para esta relectura del "Tío Vania". Los seres que juegan dentro de ella poseen algunas cualidades similares. Han pasado algunos años de aquel estreno (aunque la obra se ha repuesto y mantenido en cartel), pero los personajes no han terminado de superar sus dificultades. Ahora han mudado de nombres pero, cuando hablan, siguen dando cuenta de una profunda desesperanza.

Vania, Sonia, Astrov, Serebriakov y Elena han atravesado algo más de un siglo con sus conflictos y encajan perfectamente en esta contemporaneidad. Tal vez por ello Daniel Veronese necesite, por momentos, imponerles comentarios que tienen que ver con el teatro, con ese lugar donde los personajes -hombres y mujeres- expresan sus sueños, temores y esperanzas con el fin de ¿ayudar? a los espectadores en sus búsquedas de verdad.

Que extraño resulta que Serebriakov, el administrador, quien ha marcado con fuerza la conducta de Vania y Sonia a través de sus especulaciones, sea en esta puesta un profesional del arte que cita a Alexander Ostrovsky y a Constantín Stanislavsky, ambos influencia directa en el teatro chejoviano. El primero enseñándole, quizá, que puede abrevar en seres desprotegidos, pequeños en apariencia, pero cargados de un mundo que merece ubicarse en el centro de la escena; el segundo, mucho más tarde, ayudando a iluminarlos desde la interpretación.

Veronese observa y reflexiona sobre eso, cruza influencias, historias de países, personajes a los que aporta nueva carnadura, bucea en el teatro contemporáneo, también, y descubre en las dos criadas de Jean Genet un sabroso material por explorar y viste con algo de sus ropas a Vania y a Astrov, con muy destacados resultados. Lanza todo eso a su espacio. La síntesis, un espectáculo inquietante que deja muy en claro no sólo la conflictiva de Tío Vania, sino a un entorno también convulsionado que sobrevive sin certezas, sin sueños; sabiendo - y hasta lo experimentan- que existe la pasión, la rebeldía. Pero imposibilitados de que ellas los modifiquen verdaderamente. Cuánto les cuesta la vida entonces y cómo hacer desde un escenario para dar trascendencia a unos actos que los reflejen y desde la pura verosimilitud.

Un magnífico elenco toma a su cargo ese desafío. Los resultados son una acabada muestra dramática donde la teatralidad aflora de continuo. Algunas escenas son la precisa síntesis de esta investigación, como todas las que juegan Vania (Osmar Núñez) y Astrov (Claudio Quinteros), Serebriakov (Fernando Llosa) y Vania, Elena (Julieta Vallina) y Astrov. La desprotección de Sonia (María Figueras) resulta sumamente conmovedora, como las figuras de Teleguín (Silvina Sabater) - sus intervenciones aportan una rica cuota de humor - y María (Marta Lubos) un ser muy pequeño que la actriz impone con fuerte presencia.

Si por un lado esta investigación sobre el Vania chejoviano posee una profundidad que puede deparar fuertes análisis, sus resultados sobre el espacio son sumamente vitales y la historia fluye con una singularidad tal, esos personajes son tan ricos, que el espectador solo deberá dejarse llevar por ellos y saldrá de la sala con muchas ganas de soñar un mundo mejor.

Carlos Pacheco
Fuente: La Nación