sábado, 23 de abril de 2005

La Historia y sus historias

EL DIRECTOR RICARDO BARTIS HABLA SOBRE SU NUEVA OBRA
En De mal en peor, los conflictos de una familia venida a menos son el lugar desde donde se mira una época en que el festejo del Centenario se superpone con las protestas obreras.

Por Cecilia Hopkins

De mal en peor es el sugestivo título de la última producción del Sportivo Teatral que dirige Ricardo Bartis, referida a un segmento de la historia argentina. En su sala de Thames al 1400, el espectáculo comienza proponiendo una visita libre a un extraño museo. Entre fotos de la campaña al desierto, cuadernos y láminas escolares, cuchillos y estandartes, una mujer de aspecto decrépito, vestida en colores patrios, balbucea su historia al visitante. Se trata de una cautiva en tierra araucana quien, luego de 30 años, fue rescatada y entregada en custodia a una familia oligarca en desgracia. Corre el año 1910 y existe para todos una sola esperanza de volver a disfrutar de la antigua buena vida. El elenco está conformado por 9 actores –todos destacables–: Cecilia Peluffo, Agustín Rittano, Marta Pomponio, Carlos Defeo, Claudia Cantero, Luciana Ladisa, Flora Gró, Federico Martínez, Alberto Ajaka, Andrea Nussembaum y Matías Bringeri.

Hace un año, el elenco y el director comenzaron a investigar, desde la producción literaria y los devenires sociales, el lapso de la historia argentina que va de 1880 a 1910, para encontrar material actoral y dramatúrgico. Más que en el consabido relato de la Argentina pujante de la generación del ’80, el equipo hizo foco en las luchas sociales y la creciente marginación, la deuda externa y la transformación de la frontera. El espectáculo comenzó a tomar forma cuando surgieron los personajes de una familia estragada por una deuda imposible de honrar. Si bien la historia de la familia Rocataglione y los Méndez Uriburu tiene puntos de contacto con la obra de Florencio Sánchez (nacido en Montevideo en 1875 y muerto de tuberculosis en Milán, a los 35 años) está lejos de ser un collage de sus textos: “De mal en peor tiene una deuda intelectual con Sánchez porque establece una ligazón profunda con sus textos. Pero, para nosotros, el autor funcionó como un tío lejano con quien entramos en discusión teatral al cual, finalmente, reconocemos como un elemento iluminador en el plano de las ideas”. Es que, para Bartis, el de Sánchez es “un teatro estimulante, que se refiere a los núcleos profundos del comportamiento argentino”, según define en una entrevista con Página/12.

–De mal en peor es, en parte, un homenaje a la obra del autor de En familia y Mi hijo, el dotor. ¿Por qué le interesa tanto su dramaturgia?

–Junto a González Castillo, Gregorio de Laferrère y Discépolo, Sánchez me parece un estímulo intelectual severo. Todos ellos son autores muy estimulantes para pensar ciertas formas de la actuación criolla. Nos ofrecen la oportunidad de discutir con ciertas modas conceptuales que se colocan en un lugar ahistórico y que han influido en los últimos 15 años en sectores importantes de la vanguardia teatral. Estos autores, en cambio, presentan conflictos sociales interiorizados en el seno de la familia, referida a los valores burgueses tradicionales: el trabajo, el matrimonio, el progreso, el futuro. Son textualidades que estallaron estas nociones y establecieron una interlocución directa con sus espectadores, a quienes estaba dirigida esa crítica despiadada.

–¿Qué elementos conservaron de la historia argentina?

–Nosotros tomamos como excusa lo histórico y lo transformamos en un elemento ficcional. Entre 1880 y 1910 hubo manifestaciones obreras, atentados, represión y, a la vez, se estaban preparando los festejos del centenario, gastando fortunas en una arquitectura que diera cuenta de la opulencia desmesurada en la que algunos vivían. La clase dirigente creyó que era posible gastar indefinidamente, dejar de trabajar y trasladar sus beneficios al plano especulativo.

–¿Y el personaje de la maestra Mary Helen Hutton?

–También es una historia apócrifa. Lo real fue que Sarmiento contrató a 65 maestras norteamericanas para la alfabetización popular. Pero ésta es capturada por los indios y luego recibe unos títulos de indemnización que el Estado daba (y esto también fue real) a quien hubiera tenido pérdidas a manos de los indios. La familia está desesperada por encontrar esos documentos para salvar su situación.

–¿Cuáles serían los núcleos del comportamiento argentino?

–El recorrido de todo el siglo XIX en este país está marcado por el hecho de soportar la condición de ser argentinos. De sentirnos obligados a explicar cosas que no hicimos y dar cuenta de horrores que no entendimos. Nosotros tomamos la idea de la deuda –el dolor, la humillación y la brutalidad de estar en deuda, no sólo económicamente sino de un modo existencial– como motor de una maquinaria perversa que se introduce en el seno de la estructura familiar y desata una serie de conductas. Para no caer en el didactismo y la solemnidad, elegimos deliberadamente el humor. Sin embargo, es una historia de traiciones y corrupción, de inmoralidad profunda, que muestra el desgaste de unos seres que se salvan momentáneamente. Porque luego volverá la máquina a destrozarlos.

Fuente: Página 12

lunes, 11 de abril de 2005

La vitalidad del teatro y su fiesta

Luego de que el movimiento Teatro Abierto jugó un importante papel en el tránsito de la última dictadura a la democracia, el teatro argentino ha ido multiplicando su poder de convocatoria.

Uno de los reflejos más visibles del interés y compromiso por el teatro es la Fiesta Nacional del Teatro, la cual se viene realizando desde 1985 en diversos lugares del país. La última edición que acaba de concluir se realizó, con una asistencia de veinte mil espectadores, en el corredor cultural rionegrino integrado por General Roca, Cipolletti y Villa Regina.

Desde 1991, y por una razonable decisión del Instituto Nacional del Teatro, se va rotando la sede del encuentro, lo cual contribuye a difundir y a hacer accesible de modo más equitativo la producción más destacada del país, atemperando el centralismo cultural porteño.

Así, año tras año, se puede constatar la calidad y la originalidad de muchas propuestas, y esto también permite difundir las obras en públicos distintos a los locales. También es cierto que a pesar de la existencia de un jurado de notables encargados de la selección de la oferta, se presentaron, entre las tres docenas de espectáculos programados, algunos desniveles en la calidad artística, hecho que deberá corregirse en las próximas ediciones, ya que de otro modo quedan relegadas las producciones relevantes de una provincia.

El teatro argentino, gracias a la combinación de apoyo público, permanente búsqueda creativa y acompañamiento de los espectadores, goza de una gran vitalidad, alimentada en cada edición de la Fiesta Nacional del Teatro.

El teatro argentino contemporáneo se caracteriza por su espíritu de renovación y creatividad. Además, ha ido multiplicando su poder de convocatoria, como lo muestra la Fiesta Nacional del Teatro.

Fuente: Clarín

martes, 5 de abril de 2005

Una celebración por multiplicado

CULMINO LA FIESTA NACIONAL

Con tres sedes simultáneas, el principal encuentro teatral del país se dispersó

Por Cecilia Hopkins
Foto:
La Madonnita, de Mauricio Kartun, entre las más comentadas.

Organizada por el Instituto Nacional del Teatro, el sábado cerró la edición número XX del encuentro más importante del teatro independiente del país. La fiesta duró ocho días y reunió a alrededor de 8500 espectadores. Fue la primera vez que tuvo lugar simultáneamente en tres ciudades: Cipolletti, General Roca y Villa Regina, las tres ubicadas en el Alto Valle de Río Negro. Promediando el evento, todavía existían dudas acerca de la conveniencia de una descentralización que, según fue señalado desde un principio, tenía el objeto de reforzar desde lo cultural la unidad socio-económica que conforman los tres municipios alineados a lo largo de la Ruta 22. Pero, ya hacia el final, existió un acuerdo general en la evaluación.

Distribuidos en función del lugar donde iban a actuar, a los elencos les fue difícil encontrar oportunidades para reunirse (la confrontación, el intercambio de experiencias, es uno de los atractivos principales de la fiesta), los espectadores tuvieron dificultades para asistir a las obras de su preferencia sin verse en la obligación de salir a la ruta y a la prensa le fue imposible ver el trabajo de todas las provincias.

Si ya resulta difícil abarcar la totalidad de la programación cuando la fiesta toma lugar en una sola sede, como había sucedido hasta ahora, los problemas se multiplicaron. También debieron multiplicarse algunos actos, innecesariamente. Así, por ejemplo, hubo tres actos de apertura y otras tantas fiestas de cierre. Es cierto que cada una de las ciudades anfitrionas puso todo su esfuerzo para que la organización fuese un éxito. Lo que no se tuvo en cuenta fueron las dificultades que imponen los traslados, más allá de la buena voluntad de los coordinadores.

Un grupo de artistas locales abrió la fiesta en Cipolletti, la actriz mapuche Luisa Calcumil actuó en la sesión inaugural de General Roca y dos grupos chaqueños hicieron lo propio en Villa Regina. En ninguno de los actos se hizo presente (por “razones de agenda”, según trascendió) el gobernador de la provincia, el radical Miguel Saiz. Al menos, el secretario de Cultura del gobierno nacional, José Nun, envió una nota justificando su ausencia, la cual fue leída por Raúl Brambilla, director ejecutivo del INT. Fue durante el homenaje ofrecido a Tito Cossa, por su trayectoria en el teatro independiente, y al ex diputado formoseño Francisco Giménez, artífice de la Ley del Teatro.

Durante las primeras jornadas, las obras más comentadas fueron Y no se olviden de Toto, del grupo mendocino Hantavirus Itinerante, un musical callejero que integró rock, música folklórica, rap y salsa; Medea, por el grupo santafesino Punto Cero, dirigido por Gustavo Guirardo; y todas las producciones que llegaron de la ciudad de Buenos Aires: La Madonnita, de Mauricio Kartun; Criaturas de aire, de Lucía Laragione; y Shangay, de José María Muscari, que debió agregar una función. Ya terminando la fiesta, se destacó la obra representante de Jujuy, Menumorfosis, por el grupo Danza Libre, con dirección de María Verónica Romero, basada en rítmicas secuencias de movimiento en torno de las adicciones, tomando la comida como eje central. A pesar de su buen nivel actoral y de su anticonvencional propuesta espacial, el grupo De las Artes, bajo la dirección de Edgardo Dib, presentó una versión de Tío Vania, de Chejov, (La casa de campo) que evidenció una gran falta de síntesis. Aunque adscriptos a una estética totalmente diferente, lo mismo sucedió con otros dos grupos. Uno de ellos, el mendocino Cuatro Dedos, aportó con Hermanitos una cuota de humor absurdo en el racconto afectivo de 4 hermanos ciegos. También excedidos en tiempo, aunque con aciertos, los entrerrianos de Desesperados Albaneses, que dirige Gabriel Cosoy, presentaron en Cuando los cerdos arrasan la historia de dos actores que, en extrañas circunstancias, se reúnen para volver a formar el grupo de teatro del pueblo.

Fuente: Página 12

viernes, 1 de abril de 2005

El príncipe blue

Dramaturgia: Mariela Anastasio

Dirección:Víctor Hugo Fernández

Actuaciones: Federico Aimetta, Guillermina Andrade, Diego Cremonesi, Laura Palmieri y Mariela Anastasio

Escenografía y vestuario: Victor Hugo Fernández

Esta obra participa en la Temporada Vacaciones de invierno 2004, y es seleccionada finalista por la Comedia Municipal en el Concurso Municipal 2004. En agosto de ese mismo año recibe la 1º Mención en el Festival Regional de Teatro Infantil 2004, organizado por la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, y realiza funciones para la misma. En el año 2005 es seleccionada Suplente por la Comedia Municipal en el Concurso Municipal 2005.

Fuente: La coctelera