sábado, 30 de julio de 2005

Sábado 30 de julio de 2005: Agenda Teatro La Plata

Justificar a ambos ladosLatido Animal - Ernesto Meza e Irene Satas

CIRCO EFIMERO Hoy a las 20 en el Anfiteatro Martín Fierro (Paseo del Bosque). Coproducción francoargentina. GRATIS.

LAS MUJERES DE COCTEAU Hoy a las 20.30 en el Teatro de Cámara de City Bell (Diag. Urquiza e/ Rivadavia y Alvear). Tres obras breves: El hermoso indiferente, El fantasma de Marsella y La escuela de las viudas.

UNIDAD BASICA Hoy a las 22 en el teatro Rambla (2 e/48 y 49).

ESPECTADOR O JURADO, JUICIO AL FUTBOL Hoy a las 21 en El Altillo del Sur (1 nº 1693 esq. 67).

TE DIGO MAS Hoy a las 20 en el Teatro La Lechuza (10 y 58). Entrada libre.

TITERES PARA ADULTOS Hoy a las 21 en El Teatrino (11 e/61 y 62). La Compañía Payasíteres (Chile) presenta: Des-concierto para títeres y marionetas. $5.

SIGNOS DE HUMANIDAD Hoy a las 21 en la sala A del Pasaje Dardo
Rocha (50 e/6 y 7). Dramaturgia y dirección Jazmín García Sathicq. Estreno.

LATIDO ANIMAL Hoy a las 21 en la sala B del Pasaje Dardo Rocha (50 e/6 y 7). Con María Rodríguez, Ernesto Meza e Irene Satas.

LA MODESTIA Hoy a las 20.30 en el Centro Cultural El Núcleo (6 nº 420). Grupos Que Son y Barataria. Dirección Omar Musa.

EL HORNO Hoy a las 23 en el Centro Cultural El Núcleo (6 nº 420). Dirección Nina Rapp.

EL CONVENTILLO DE LA PALOMA Hoy a las 20 en el Teatro de la UNLP (10 e/54 y 55).

A LOS MUCHACHOS Hoy a las 22.30 en el teatro de la UNLP (10 e/54 y 55).

ANTIGONE Hoy a las 21 en el Viejo Almacén El Obrero (13 y 71).

HERMANITAS ANTAÑO Hoy a las 23 en Abuela Zeta (Cantilo e/7 y 8).

ULTIMAS COSAS Hoy a las 22 enLa Fabriquera (2 e/41 y 42).

Fuente: Hoy

martes, 12 de julio de 2005

"La estrategia del quirquincho": el burlador burlado

Por IRENE BIANCHI

"La estrategia del quirquincho", por el grupo Stupendo, integrado por Melisa Correa, Roberto Bergamo y Leandro Romero. Sonidista: Natalia Di Marco. Iluminación: Sebastián Naveyra. Vestuario: Leandro Romero. Escenografía, música y puesta en escena: Grupo Stupendo. Centro Cultural Viejo Almacén El Obrero, 13 y 71.

"Don Juan" (Romero) es un zorro ladino, vago y malentretenido, que intenta abusarse de la aparente ingenuidad de "Pichi, el quirquincho" (Bergamo), quien anda desesperado, buscando trabajo para ganarse el sustento y mantener a su familia. El terrateniente Don Juan le propone al armadillo que trabaje una parcela, siempre y cuando el rinde de la cosecha de la superficie hacia abajo le quede al patrón. Pichi, que será manso pero no zonzo, siembra papa, burlando así al malintencionado zorro. Este entonces cambia de estrategia y le arrienda nuevamente el lote, asegurándose primero que todo lo subterráneo le pertenezca. Así es como el acorazado animalito decide plantar trigo, dejando una vez más al malicioso zorro con las manos vacías. Pensando que la tercera es la vencida, Don Juan firma otro contrato con Pichi, reclamando la parte superior e inferior de lo cosechado, cediéndole la parte media al labrador. El astuto quirquincho siembra maíz, lo cual lo hace acreedor a cientos de lozanos choclos, ante la desazón del confundido latifundista.

Entretanto, "Bárbara Castro" (Correa), conductora de un programa televisivo llamado "Planeta Animal", da cátedra sobre la Región Pampeana, y se aventura "in situ", arriesgando el propio pellejo y el de su cameraman. A pesar de su discurso ecológico, Bárbara fantasea con un tapado de zorro y un charango marca Pichi, contradicción que los animalitos le harán pagar caro.

El Grupo Stupendo escenifica esta tradicional fábula y aprovecha para "desasnar" a la platea, brindando información acerca de la flora y fauna autóctonas, ilustrando asimismo el proceso de siembra y cosecha, la necesidad de rotar los diferentes cultivos, etc. Melisa Correa, Roberto Bergamo y Leandro Romero dan vida a estos tres simpáticos personajes y logran complicidad con los chicos. Los telones, vestuario y elementos que manejan son ingeniosos y coloridos.

Sin hacer de "Maestros Ciruela", los Stupendo transmiten la aleccionadora moraleja de que no siempre los "vivos" le ganan la pulseada a los "giles", y que -a la corta o a la larga- el trabajo honesto y esmerado rinde más que la especulación o la vagancia.

El Zorro sabrá por zorro, pero esta vez el quirquincho le puso - si no la tapa- al menos su caparazón.

Fuente: Diario El Día

viernes, 8 de julio de 2005

Esmeralda Mitre

"Cuando una persona lo tiene todo, crecer es más difícil"

Es la hija de Blanca Isabel Alvarez de Toledo y Bartolomé Mitre, dueño del diario La Nación. Es actriz, habitué de las fiestas y eventos de la noche porteña y ahora -como presidenta de la comisión joven de la Fundación Academia del Sur-, quiere ser también una emisaria de la cultura. Espontánea y auténtica, chica bien por naturaleza y rebelde e inquieta por opción, Esmeralda habló con Para Ti de su mundo privado y de su nuevo desafío.

Cuando era más chica me pesaba llevar un apellido tan tradicional y quise rebelarme. Cuando decidí dedicarme a la actuación entré a un mundo diferente del que yo venía y estuve todavía más peleada con eso. Temía que los demás tuvieran prejuicios conmigo. Con el tiempo, empecé a amigarme con lo que soy. Me di cuenta de que no podía estar tan pendiente del qué dirán. Las sesiones con el analista me ayudaron a darme cuenta de que las presiones no surgen por dónde uno viene, son siempre de uno mismo. Y lo importante es superarlas. Entendí que esta es mi familia. Mis padres son gente de bien, de estudio, de trabajo. Y yo soy fruto de todo eso. Ahora disfruto de ser Esmeralda Mitre."

A los 24 años, la hija de Blanca Isabel Alvarez de Toledo -ex modelo y diseñadora de moda y licenciada en Filosofía- y Bartolomé Mitre -empresario periodístico dueño del diario La Nación y descendiente directo de un ex presidente de la Argentina- declara haberse reconciliado con su pasado y tener más claro su futuro. Así el alma "rebelde" de la familia que llegó a trabajar de moza ahora dedica gran parte de sus días a su flamante rol como presidenta de la comisión joven de la Fundación Academia del Sur. "Yo quiero que la Academia crezca y deje de ser tan elitista, que abra sus puertas y sea más accesible para la gente. Creo que es algo necesario para el país".

-¿Cómo fue que decidiste dedicarte a la difusión cultural?

-Hacía tiempo que mamá me pedía que me sumara a su trabajo en la Academia, pero yo estaba concentrada en mis cosas y nunca encontraba el momento justo. Desde muy chica crecí en un ambiente relacionado con el arte y las letras, por eso ahora me animé con este desafío. Soy actriz y todo lo que esté vinculado con el arte me interesa. En la Academia hay muchísimos cursos dictados por grandes maestros, pensadores y filósofos, pero poca gente los conoce. Por eso Nicolás Joost Newbery, presidente de la Comisión de Amigos de la Fundación, me propuso sumarme. Si bien es algo que recién empieza esperamos lograr que la gente sienta que aquí tiene un espacio. Queremos generar proyectos nuevos, más cursos y el apoyo a diferentes artistas y nuevos talentos.

-Es un desafío difícil pensar en nuevos espacios de cultura y educación cuando todo está impregnado de realidades más urgentes, como desocupación y pobreza.

-Sé que en un momento tan difícil del país el arte nunca es prioridad. Los jóvenes necesitan comer, trabajar, esforzarse para crecer y salir adelante y no pueden pensar en la cultura. Por eso lo que vamos a intentar es que todos aquellos que no tienen tiempo o no pueden estudiar porque están trabajando, porque necesitan ganar plata, porque están a mil por hora, puedan acceder a cursos cortos y gratuitos, sin necesidad de dedicar tres años a una carrera más larga.

-¿Con esta nueva tarea la actuación quedará en segundo plano?

-No. A mí siempre me gustó hacer muchas cosas. Mi mayor atención sigue estando puesta en la actuación, que es mi verdadera vocación. Este año voy a participar en un unitario que produce Jorge Rodríguez, que empieza a grabarse en agosto. Seré la hija de Luis Luque, que es el protagonista. Estoy muy contenta porque es una oportunidad. Además, estoy generando proyectos propios para cine, y también escribo sobre arte y cine en la revista Cuisine & Vins.

-¿Nunca se te ocurrió escribir en el diario de tu familia?

-Estoy escribiendo ahí porque me lo propusieron y me pareció una buena idea. Pero tampoco creas que es tan fácil llegar a escribir en La Nación. No es que mi papá va a decir "OK nena, entrás". Mi familia no es así. Si quiero trabajar en el diario me lo voy a tener que merecer. A lo mejor más adelante lo hago. Yo me crié dentro del diario, lo adoro y por supuesto que me gustaría escribir algún día ahí. Pero recién hace dos años que estudio Letras en la Universidad del Salvador y quiero hacer las cosas de a poco.

En busca de la Esmeralda real

Esmeralda Mitre es espontánea y comparte su mundo privado sin vergüenza ni filtros. Cuenta que hace menos de un mes dejó el caserón que su madre tiene en Barrio Parque y se mudó sola a un departamento de Palermo. Que no cocina y se la pasa comiendo fideos con aceite de oliva y llamando al delivery de comida china. Que su ídola máxima en la actuación es Bette Davis y que está conforme con la imagen que le devuelve el espejo. Comenta que le pusieron Esmeralda porque a su mamá, que se llama Blanca, le gustan los colores. Confiesa que a pesar de la tradición periodística de la familia no lee nunca el diario, salvo el suplemento de espectáculos.

-Sos joven, trabajás de lo que te gusta y sin preocupaciones por llegar a fin de mes… Es una vida casi ideal, ¿o tenés conflictos?

-Yo no soy consciente de que tengo una vida fácil. Por supuesto que tengo facilidades en la vida, pero mi necesidad de crecer me hace sentir que no las tengo. Además, no soy de esas que dicen: "Papi, mañana me quiero ir a Europa" y va. Me siento luchadora. A veces, cuando una persona tiene todo, superarse y crecer es más difícil. Sufre mucho porque tiene más compromisos y responsabilidades, y la batalla por superarse es más grande que la del que tiene que trabajar para comer. Porque el que no tiene nada que perder tiene que crecer, sí o sí. En cambio el que ya tiene todo está perdido, no sabe para dónde ir, qué hacer. A mí me pasó eso.

-Pero tener un respaldo económico para crecer y probar es una ventaja…

-Por supuesto. A mí me ayuda mi familia pero yo me manejo con mi plata cuando trabajo. Por supuesto que quiero ser independiente, pero igual no me molesta que me ayuden. Todavía soy chica y tengo la suerte de que me puedan ayudar a estudiar, a poder elegir los trabajos que quiero hacer y no tener que hacer cualquier cosa.

-¿En qué gastás el dinero?

-Me encanta comprar ropa, discos, libros… A veces me mido en los gastos, y a veces no. Pero cuando gasto demasiado siento mucha culpa. No somos una familia educada en el derroche. Siempre vivimos bien, pero nos educaron para aprender a valorar las cosas.

-¿Te da culpa sentir que vivís en una situación más acomodada que otros?

-Me da culpa todo en la vida -cosas familiares, la gente que sufre, mis amigos que no están bien-, aunque trato de ir superándolo porque la culpa no te lleva a ningún lado. En realidad sufro un montón por un montón de cosas. Pero ante todo me siento afortunada, soy una agradecida de la vida. No puedo ser tan malcriada de decir "¡Qué horror!, mirá como estoy".

-¿Vivís con miedo a la inseguridad, a los secuestros…?

-Trato de no pensar en eso. No me manejo con custodios, porque si me hago cargo de que me pueden raptar, se me acaba la vida. Mi familia es de muy bajo perfil, ahora yo por mi profesión estoy más expuesta, pero trato de no perseguirme.

-¿Sentís que todavía seguís siendo la rebelde de la familia?

-No soy una rebelde sin causa, aunque tampoco me considero una persona convencional. Soy una persona libre, siempre termino haciendo lo que quiero, pero tardo en decidirme. Las mujeres de mi familia fueron educadas para estudiar, casarse, tener hijos y ya. Y yo no soy sólo eso. Quiero hacer un camino diferente y a veces me cuesta. Pero, a pesar de ser más abierta, tengo mi lado conservador: me gustaría casarme de blanco, adoro el campo, los caballos, sueño con una casa con chimenea. Me gusta la vida sana, aunque soy cero monja. También me gusta ir a las fiestas y eventos. Tengo un lado súper frívolo. Soy joven y me gusta salir.

-¿Que te gustaría tener que no tenés?

-Me encantaría formar una familia propia, súper linda. No la tengo pero creo que la voy a tener. Me gustaría tener más calma, saber mucho más de lo que sé. Tener en claro quién soy, para dónde voy, qué quiero hacer. Me gustaría ser una persona abierta, inteligente. Pretendo continuar siendo una eterna buscadora, hasta llegar a encontrar mi camino.

Fuente: Para Tí

domingo, 3 de julio de 2005

La balsa de la Medusa

“Ustedes son el mejor público que tuvimos esta noche”, rezaba la frase repetida una y otra vez en el entreacto del Hamlet escrito por Luis Cano. Quien fuera su director, Emilio García Wehbi, ha elegido desarrollar esa pequeña idea en este espectáculo, proyecto de graduación del I.U.N.A. Un grupo de actores recibe al público con la más exagerada amabilidad. Pero la sonrisa petrificada y el gesto exacerbado resultan sospechosos. Poco a poco, el grupo de condescendientes actores se transforma en un conjunto de enlutados clowns que comienzan a propinarle a la platea todo tipo de rebuscados insultos, porque, tal como sucedía con la gorgona griega de peinado aberrante, para destruir al monstruo hay que mostrarle su propia imagen en el espejo.

El espectáculo propone una atractiva reflexión metateatral acerca del lugar de los actores y los espectadores en una representación. La misma se basa en nueve actores que hacen todo aquello que no deben hacer en relación al público. Comienzan adulándolo de manera invasiva para terminar insultándolo con total impunidad, parapetados en un espacio escénico inviolable. La sala se transforma en un combate unilateral en el que unos ejercen el poder de la palabra mientras otros los escuchan, dejándolos hacer.

El respeto de la convención teatral y la conservación de la denegación como posibilitadora del espectáculo no están cuestionados, constituyendo la plataforma en la que se ubican los insultadores e insultados para mantener su rol. De hecho, ninguno se pasa de bando. En primer lugar, porque el pacto es aceptado por todos. En segundo lugar, porque la estructura del espectáculo no lo permite (en la función a la que se ha asistido, una espectadora insinuó una tímida respuesta que no fue tomada desde la escena). De esta manera, el público nunca llega a sentirse amenazado por un comportamiento que se salga de los cauces, en parte porque el insulto nunca es singularizado (quizá porque eso desembocaría en otro tipo de propuesta, que no es la elegida por el director).

Con estas salvedades, la idea resulta interesante y se desarrolla mediante cierta cadencia rítmica que comienza con el surgimiento de una individualidad del coro, que inicia una parrafada de insultos intertextuales (que incluyen aportes de Artaud, Dante, Groucho Marx y Peter Handke, entre otras tantas luminarias), hasta compenetrarse de manera tal en su actividad, que se desata la emoción violenta. Esto se reitera con cada uno de los actores. Los mismos están correctos en sus roles, más allá de los “vicios” presentes en las residencias, que hacen que los actores muestren todo aquello que son capaces de hacer con los recursos expresivos que han afinado a lo largo de sus estudios, como cierta tendencia al llanto o una fuerte inclinación al grito. En este sentido, la propuesta más interesante, porque tematiza esta práctica, es el tratamiento del desnudo, dado que al tiempo que se lo practica de manera parcial, se le recrimina al espectador su voyeurismo.

Por otro lado, es acertada la elección del vestuario y escenografía dado que contribuyen a la construcción del negro que domina el espectáculo. También son negras las narices de payaso cuya utilización provoca un interesante juego entre sinceridad e impostura.

La Balsa de la Medusa es una propuesta que apela a un distanciamiento del espectador respecto a los insultos recibidos. Este distanciamiento lo lleva a pensar en lo que ve, más que a sentirse agredido. Es como si las injurias pasaran por encima de su cabeza y rebotaran contra la pared del fondo. El público es insultado de forma general, de manera tal que nadie puede sentirse inseguro en su rol de espectador. Este rol no es cuestionado mediante lo sensible, sino interpelado mediante lo racional. Pero acaso, ¿hay posibilidades de irritar a un público preparado para resistirlo (casi) todo?

Finalmente, como en cualquier representación, el espectáculo termina y todo vuelve a la normalidad. Los actores saludan de lo más educados y el público se retira de la sala, no sin antes abrigarse para protegerse de auténticas agresiones: las del inclemente clima nocturno.

Por Karina Mauro
Fuente: alternativateatral