jueves, 25 de mayo de 2006

Melancólicas vacas, Omar Sánchez


EN EL CENTRO DE LA POLEMICA
Una extraña sensación queda flotando en la sala luego de observar la obra “Melancólicas vacas” de Omar Sánchez y Fernando Cipolla, con dirección de Omar Sánchez.
La sensación de que lo que se vio allí en ese espacio - poblado de máquinas inverosímiles construidas con el reciclaje de los más variados elementos de la vida cotidiana- es el continuo dolor de un país que nunca termina de encontrar la tan mentada identidad. Un país, que encuentra su síntesis, en una enorme res de vaca hecha con deshechos de una industria que ya no existe.
Un extraño personaje, que por momentos atemoriza y en otros produce ternura, combina bellos y eruditos textos (Hamlet de Shakesperare, pensamientos de Deleuze, un breve poema de Aníbal Troilo y pasajes de la mitología -el país, a manera de Cronos, comiendo a sus hijos-), con acciones que lindan lo grosero. En este personaje se entremezclan la victima con el más odiado y repugnante victimario, el poderoso y el indefenso, lo angelical y lo siniestro; como si él mismo fuera una persona hecha de distintos reciclajes que no puede reconocerse a si misma. Es difícil que el espectador nos se sienta identificado, en algún punto, con este personaje.

El actor Fernando Cipolla, realiza una labor excelente, combina la técnica con lo sanguíneo. Hecha mano, con singular maestría, a diferentes estilos de actuación, y a su vez entrega, en lo físico, un espectacular despliegue. Desde el principio de la obra toma la atención del espectador y no la suelta hasta el final. Se permite jugar con tiempos muertos que rápidamente los transforman en una tormenta de movimientos y textos.

Otro punto muy alto son las esculturas que se utilizan a modo de escenografia realizadas por el escultor Julio Ricchiardi. Las mismas, como dijimos antes, están realizadas con el reciclaje de elementos de uso cotidiano como televisores, máquinas de video, aspiradoras, filmadoras y carros; con estos elementos creó esculturas que se asemejan a robots cuyos rostros son una pantalla en la que se ve en forma continua un dibujo animado del Pato Donald. Merece una mención aparte la imponente res de metal.
En un momento el protagonista dice:-“Vengo a colocarme en el centro de la polémica”, esa podría ser la síntesis de esta obra realizada con riguroso trabajo y talento.

GABRIEL PERALTA