viernes, 27 de agosto de 1999

Falta de mantenimiento de las salas teatrales del Pasaje Rocha

María Ibarlín, Marcelo Arena y Ana Sabate en nombre de los integrantes de los grupos teatrales que actúan en el Pasaje Dardo Rocha de nuestra ciudad, que ponen en escena las obras "Una de murgueros y villanos", "Jugando con las noticias", "Relatos casi disparatados" y "Ostinato", del grupo La Gotera; "H-Palabras puras", Cía. de Teatro Cínico, "Dos Mujeres", de la Compañía de Teatro Cínico y "La Perversa Teatre", expresan: "Es importante que la ciudadanía esté al tanto de los inconvenientes (históricos) por los que pasamos quienes trabajamos en las Salas A y B del Pasaje Dardo Rocha y también quienes asisten como público.

"¿Cuál será el motivo? ¿Cuál el desinterés? Las preguntas surgen desde la entrada misma de 50 y 6. La falta de limpieza en las escaleras, el ascensor que no anda. El hall, al igual que los camarines, alfombrados pero abandonados.

"Las preguntas se definen: si la subsecretaría de Cultura y Educación pudo ofrecerle a los grupos de teatro contratos para brindar funciones con entrada libre y gratuita. ¿por qué la decisión no abarcó el acondicionamiento del lugar?, ¿por qué sólo dos personas para realizar tareas de mantenimiento, acomodadores, operadores, y todo lo necesario para el buen funcionamiento de las salas? Dicho sea de paso, dos trabajadores municipales que desempeñaron excelentemente su labor aún debiéndoseles horas extras.

"Este mismo planteo fue elevado a la licenciada Graciela Scipioni quien tiene a su cargo la Subsecretaría antes mencionada, donde también le expresamos nuestras esperanzas en que las soluciones no siempre están relacionadas a un mayor presupuesto, o sí.
"Cada vez que se brinden espacios estaremos dispuestos a ocuparlos sin por eso pasar por alto nuestras necesidades.

"Y si alguna vez, en ese mismo lugar, los constituyentes transformaron un ámbito teatral sin reparar en gastos, pues por que no recuperar invirtiendo no sólo dinero, sino capacidad.

"Tal vez, estas decisiones trasciendan coyunturas y se sumen al esfuerzo que significa convocar al público a los espectáculos de autogestión, tal como los hechos lo demostraron".

Fuente: El Día

sábado, 7 de agosto de 1999

Olivier Py, un poeta de la escena

Dos festivales internacionales que dejaron mucho que pensar

Considerado un niño maldito del teatro francés, el director acaparó la atención de Aviñón

AVIÑON, Francia.- Todo festival internacional tiene a su niño predilecto. En ese aspecto, Aviñón no fue la excepción. Durante el encuentro escénico, que culminó el sábado último, el actor, dramaturgo y director Olivier Py ofreció tres espectáculos: "Théâtres", "Requiem pour Srebrenica" y un unipersonal de teatro cabaret.

"No me considero el niño mimado de Aviñón. En realidad, soy yo el que mima a Aviñón", sostuvo en diálogo con La Nacion en medio del trajín festivalero. Para los medios locales, este "animal del teatro" de 34 años de edad es todo un transgresor, un burlón del teatro, un irónico que se mete con todos los temas: la política, el sexo, la sociedad. En definitiva, un poeta maldito de la escena francesa.

"Se dicen todas esas cosas, sin embargo, yo no me considero un renovador porque busco recuperar el lazo más antiguo: la relación con la palabra. Busco que el lugar del poeta esté en el centro de la creación teatral. Las generaciones anteriores desarrollaron un teatro marcadamente psicológico, situaron al director en el eje del proceso creativo. Yo prefiero encontrar las buenas palabras. Evidentemente, en la camada de mis padres hubo gente con la cual pude generar fuertes vínculos, gente que me permitió llevar esa voz. Mi generación aportó una poesía teatral que antes no se daba", sostiene el creador, instalado en uno de los tantos paisajes paradisíacos de esta villa francesa.

En medio de ese clima, Py se concentra en sus propias palabras. Pero, más allá de su labor como dramaturgo, a este teatrista también le gusta subirse a las tablas: "Pero no soy un buen actor. Hacer ambas cosas es una especie de tragedia (se ríe)".

-¿El valor que le da a la palabra se emparienta a la significación que le otorgaron otros teatristas como el alemán Heiner Müller o el francés Bernard-Marié Koltés?

-Sí y no. No creo estar muy cerca de ellos, sobre todo de Koltés. De todos modos, el punto en común es que ambos fueron poetas, pusieron su poética en el centro del teatro. Yo soy más jefe de compañía que director. Son los actores los que me hicieron conocer cuál era mi estética más que yo imponiéndoselas a ellos. Eso genera sus diferencias.

Sobre el puente

Durante los días del Festival, Olivier Py primero presentó un unipersonal en el cual aparecía travestido al mejor estilo Copi. El segundo trabajo fue "Requiem...", un espectáculo que dirigió y cuyo texto armó con la clara intención de contar las distintas atrocidades cometidas en Yugoslavia. La tercera puesta fue "Théâtres", una pieza casi de carácter autorreferencial que cuenta con dirección de Michel Raskine.

Para Py, los dos últimos espectáculos tienen en común "la herencia de la culpabilidad, la mala conciencia occidental y su relación con la palabra, y algo que podría llamar como gramática escénica. En ambos trabajos vemos cómo se hace el teatro. En fin, un teatro que habla del teatro", destaca sin prisa alguna.

-En "Requiem..." usted toma una actitud de denuncia. ¿Cuál es su necesidad de expresarse ideológicamente?

-Exponer mi visión política del mundo me hace pertenecer al mundo.

-En un momento del fin de siglo donde poco se habla de ideologías, donde la palabra aparece desplazada usted la transforma en el eje de su producción. ¿Es una posición política-estética?

-Si. Me gustan los caballos, pero los caballos no hablan. Está bien que haya teatro con caballos, pero yo necesito de las palabras. Es más, sobreviví gracias a las "buenas" palabras. El momento más grato de mi vida fue cuando, entre muchos, defendimos y escuchamos las mismas palabras. La única manera de vivir es vivir poéticamente.

-Cuando habla de "buenas palabras", ¿a qué se refiere?

-A la definición misma de la palabra que se opone al discurso. La palabra es buena porque es buena siempre. No es forzosamente una palabra religiosa, pero es siempre altamente espiritual. Es el sentido. Y ese sentido consiste en el hecho de tener la palabra en sí misma. Es decir, que lo que diga la palabra capte la alegría de tener la palabra. Y eso es un milagro (se ríe). El milagro (repite con voz cada vez más grandilocuente).

-¿Y cómo resuelve "el milagro de la palabra" cuando lo tiene que trasladar a escena, cuando decide dirigir a esa palabra?

-Esa es una buena pregunta... (se queda pensando). Diría que es el actor el que lo hace, no yo. Es el intérprete el que muestra el milagro de la palabra en un estado de conciencia superior. Y lo hace en medio de un acto simple: el de hablar. Si tenés la palabra, tenés todo.

-No puedo creer demasiado en eso. En "Requiem...", sumado a las tres estupendas actrices, hay evidentemente un fuerte y personal trabajo suyo como director.

-Es que hablamos mucho sobre lo que queríamos decir, sobre el sentido de esas palabras. Cuando monto mis textos hago siempre eso: intentar dirigir al actor para que encuentre el sentido de esas palabras. Lo que me interesa es formar un coro del cual yo soy uno más. Una especie de servidor.

Olivier Py sigue su camino por la ciudad que mima: Aviñón, la ciudad del puente. Este poeta del teatro francés circula por sus calles con la misma facilidad que por los escenarios. En definitiva, en estos días, Aviñón es un gran espacio escénico y él, Olivier Py, todo un animal del teatro.

Por Alejandro Cruz
Enviado especial

De "Théâtres"

"A veces tomo un café y estoy bien, es todo. A veces, debería decir a menudo, entro en un café, me acomodo y miro a mi alrededor. Todos los otros, cada uno con sus lágrimas y sus esperanzas. Bebo el café, allí, anónimo y estoy bien. Es una pausa en el corazón del trabajo y del deber."

* * *

"Es el fin, estoy muerto, apuñalado un día en una ciudad desconocida porque había provocado a un matoncito con mi mirada torcida. Y es así como, sangrando sobre la vereda, le grité a mis padres antes de que un mensajero viniera a decirme que mi dolor era imaginario."

(Textos de "Théâtres", de Py)

Fuente: La Nación ( 7 de agosto de 1999)