sábado, 30 de diciembre de 2000

Hermosura (2000)


Clip de Hermosura, grabado en el Centro Cultural Recoleta, BsAs, un espectáculo donde manda la coreografía, se luce el despliegue corporal y se perciben destellos de inspiración. La trama de fondo juega con distintas opciones amorosas, desde el acercamiento inicial hasta la rutina irritante, pasando por diversas exaltaciones pero siempre con la pincelada del humor.



"HERMOSURA" juega irónicamente con la realidad, bucea en las fantasías amorosas del hombre abriendo distintos mundos donde buscar y perderse.

Es un show. Es una pelea de alcoba. Es una declaración de amor. Una mujer atada. Es un recital de canciones. "HERMOSURA", definitivamente, un musical cargado de energía erótica y salvaje.

Sobre El Descueve

El grupo El Descueve está integrado por cinco coreógrafos que, desde 1990, crean sus propias obras e investigan nuevas formas de expresión, renovando el lenguaje de la danza y el teatro. Utilizando el movimiento como principal instrumento, buscan transmitir emociones, relaciones y pensamientos del ser humano. La creación de sus obras es colectiva, aunque la dirección es asumida, cada vez, por uno o varios de sus miembros. La música es original para cada espectáculo.

Han presentado obras como "Criatura", "La fortuna", "Corazones maduros", "Todos contentos" y "Hermosura". En 1995 fueron invitados por el grupo De la Guarda a participar como intérpretes del proceso creativo de "Período Villa Villa".

Algunos escenarios donde se han presentado: "Festival Buenos Aires de Danza Contemporánea"; "The Turning Orld" (The Place Theater, Londres); Festival Internacional de Hannover (Alemania); International sommer Theater Festival (Hamburgo); "Columbia College Dance Center" (Chicago, USA); "Festival Alternativo" (Madrid); "Festival Teatro a Mil" (Chile); "Festival Internacional de Teatro de Londrina (Brasil); "Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires", "Muestra Internacional de Teatro de Montevideo"; giras internacionales: Estados Unidos (Daryl Roth Theatre, off Broadway, Nueva York), Brasil, Alemania, Holanda, Canadá, Inglaterra, Bélgica, Francia, Suiza y Yugoslavia, entre otras plazas y países. También, giras dentro de Argentina.

Ficha técnico artística
Autoría: Gabriela Barberio, Mayra Bonard, Carlos Casela, Daniel Cúparo, Ana Frenkel, Juan Minujín, María Ucedo
Actuan: Gabriela Barbeiro, Mayra Bonard, Carlos Casella, Daniel Cúparo, Ana Frenkel, Juan Minujín, María Ucedo
Dirección vocal: Diego Frenkel
Dirección: Carlos Casella, Ana Frenkel

Balance Teatral 2000

Por IRENE BIANCHI

Los Niños Primero: es justo destacar que las producciones locales infantiles son cada año más esmeradas y variadas, no limitándose a las tradicionales vacaciones de invierno sino ofreciéndose durante todo la temporada. De lo visto, lo mejor: El Mago de Oz, deslumbrante puesta de Leo Ringer con lujoso vestuario y muy cuidadas caracterizaciones. Una Cenicienta llamada Jazmín, ágil y colorida versión del clásico de Perrault, en formato de comedia musical, dirigida por Andrea Bonafini y Leonardo Almiento.

Misterio Azul, atrapante adaptación a cargo de Olga Anzolini de un cuento de Manuel Mujica Láinez, con excelente desempeño actoral. La Abejita Aventurera, divertida propuesta del joven autor y actor Juan Pablo Parodi, que recorre el mundo a vuelo de abeja. El Jarrón de Leche, lograda comedia musical infantil, escrita y dirigida por Gastón Marioni, que cuenta con la inspirada banda sonora de Marcela Monreal. El viaje a la isla del agua mágica, bella historia de fuerte impacto visual, basada en pinturas de Paul Klee y Henri Rousseau, plasmada por la Compañía de Teatro Crudo. El plato fuerte de la temporada: el IV Festival Internacional de Títeres, organizado por P&S Artistas Asociados (Teatros Pizzicatto y El Sombrero) y La Imaginaria, con 14 elencos y un enorme abanico de propuestas que convocaron entusiastas multitudes. La joyita del Festival: el peruano Hugo Suárez con sus Cuentos Pequeños, sencillamente sublime.

El Teatro Municipal Coliseo Podestá se lució con espectáculos ya probados y taquilleros como Confesiones de mujeres de 30, Art, Todo por que rías, El Cartero, Midachi, Porteños. También bailó al son de los parches de las murgas uruguayas "Falta y Resto" y "Araca la Cana" y del potente murgón local Los Farabutes del Adoquín, y se estremeció con el atávico canto a las raíces de la actriz mapuche Luisa Calcumil, en su Es bueno mirarse en la propia sombra. No faltó Shakespeare y sus Alegres Mujeres, de la mano de Claudio Hochmn, simpático divertimento que se anima a desacralizar al genial inglés.

Los espectáculos unipersonales fueron la "vedette" de la temporada. Elena Tasisto y su Isabel sin corona, inteligente pieza de Kado Kostzer, maravillosamente interpretada por la actriz; Rita Terranova en Diario de una camarera, dirigida por Manuel Iedvabni; la etérea y sutil Olga Knipper y su Querido Chéjov; la versátil María Inés Portillo, dirigida por Hebel Sacomani, en Cerrojos, un verdadero "tour de force"; el patagónico y "consonántico" Debrik Ankudovich, y su fulminante Veneno para hormigas; la audacia e ingenio de la polifacética Roberta Castro, autora, directora e intérprete de El verdugo maloliente; el retrato del anti-héroe de Humberto Constantini, Un señor alto, rubio, de bigotes, tiernamente encarnado por Ricardo Gil Soria; y como frutilla de la torta, el imponente Tato Pavlovsky dirigido por Daniel Veronese en La muerte de Marguerite Duras, un festín.

La flamante Sala Astor Piazzolla del Teatro Argentino ofreció un interesante y muy variado ciclo de teatro de cámara. El Amante, un Harold Pinter de pura cepa, interpretado por Lorenzo Quinteros y Alejandra Rubio, dirigidos por Raúl Serrano; La secreta obscenidad de cada día, duelo actoral de los venezolanos Fermín Reyna y Dimas González en la piel de los míticos Sigmund Freud y Karl Marx; Monogamia, aguda reflexión de Marco Antonio de la Parra sobre las delicias de la vida conyugal, dirigida por Carlos Ianni, con las muy logradas y contras con las muy logradas y contrastantes actuaciones de Guido D'Albo y Roberto Municoy; La mosca blanca, otro provocativo contrapunto, a cargo de Jorge Ochoa y José María López, en una pieza escrita y dirigida por Eduardo Rovner; La Reina de la Noche, descarnada obra de Thomas Bernhard, recreada por Roberto Villanueva, en una puesta rigurosa y ascética; El espino, la duda, de Diana Amiama (1er. Premio del Concurso de Obras de Cámara de Autores Bonaerenses), dirigida por Roberto Aguirre, con una destacable labor de la joven María Victoria Moreteau en el rol protagónico, y Jugando con el General, de César Genovesi (1ra. Mención de dicho Concurso), con dirección de Daniel Dalmaroni, y un muy homogéneo desempeño actoral.

El Grupo La Gotera ofreció en su Viejo Almacén El Obrero una impactante y muy original versión de Ricardo III, dirigida por Marcelo Demarchi, en la que nada quedó librado al azar: ambientación, iluminación, música, vestuario y, fundamentalmente, una interpretación impecable. De la producción local, sin duda lo más sobresaliente de la temporada.
La Sala Discépolo cambió su fisonomía habitual para albergar La isla de los esclavos, divertida reflexión sobre el poder y sus implicancias escrita por Marivaux en el Siglo XVIII, ágilmente dirigida por Daniel Suárez Marzal, con un memorable Jorge D'Elía en el múltiple rol de presentador-relator-árbitro moderador. De la mano del mismo director, subió a escena La Dama Duende, de Calderón de la Barca, sabrosa comedia de enredos en una puesta chispeante y dinámica. Luego, un clásico de Wedekind, Despertar de Primavera, doloroso llamado de atención del autor alemán acerca de las irreparables consecuencias de los prejuicios, hipocresía, pacatería y autoritarismo de los adultos sobre los adolescentes.
Hablando de adolescentes, La Nonna mostró otra óptica en AdoleSce, que no es poco, vertiginosa pieza de Domingo de Oliveira dirigida por Lía Jelín, excelente ocasión para acercar a los "teenagers" al teatro (que no muerde).

El viejo Galpón de la Comedia de la calle 49 volvió a la vida con Circo Sueños, hermoso espectáculo ideado y dirigido por el español David Fernández Troncoso que combina armoniosamente distintas disciplinas, tales como actuación, canto, danza, acrobacia, malabarismo, y demás rutinas circenses.
El mágico ámbito de La Hermandad del Princesa ofreció un variado abanico de propuestas. Entre ellas, Detrás de las palabras, inquietante muestra de lenguajes teatrales no convencionales, bajo la coordinación de Beatriz Catani. Los actores venezolanos de La secreta obscenidad... presentaron en una única función ¿Hay tigres en el Congo? (o el SIDA no es asunto mío), formidable y provocativa reflexión sobre un tema sobre el que no se habla lo suficiente. Nora Oneto recreó el sórdido universo de Michel de Ghelderode con su versión de Escorial, contando con la visceral actuación de Juan Bozzarelli y Julián Bertoldi.
El Teatro Rambla recordó los horrores de la tortura en Imágenes Paganas, sobrecogedora visión de la crueldad de que es capaz el ser humano.
El grupo El Sabbat estrenó en el joven e hiperactivo Espacio Teatral del Juglar una suerte de siniestro aquelarre que dio en llamar Fatum, atrapante historia que nos embarca en un viaje hacia una dimensión desconocida.

La Fabriquera, sede de espectáculos de vanguardia, además de regalarnos la esperada visita de Pavlovsky, ofreció El Desmadre, pieza escrita y dirigida por Jorge Sánchez, que se sumerge en los misterios de la locura y la muerte.
En suma, una temporada rica, capaz de satisfacer los gustos más diversos.

Fuente: Diario El Día

viernes, 22 de diciembre de 2000

Entre brindis y campanas

TEATRO: EL TEATRO DEL PUEBLO CELEBRO SUS PRIMEROS SETENTA
Figuras del teatro y la cultura evocaron al fundador, Leónidas Barletta.

MABEL ITZCOVIC

Un homenaje a los maestros y un apoyo esperanzado a las nuevas generaciones teatrales fueron los sentimientos predominantes en el acto realizado el martes en el Teatro del Pueblo para conmemorar los setenta años de la institución y los diez de la Fundación Carlos Somigliana (SOMI).

Actores, dramaturgos, gente del teatro y de la cultura desbordaron sala y pasillos. Estaban presentes desde las actrices que constituyeron el primer elenco del Teatro del Pueblo —Celia y Rosa Eresky—, hasta las figuras señeras de Alejandra Boero o María Rosa Gallo, así como los nuevos actores que se incorporaron en los últimos años como Malena Figo, Sergio Surraco o Ana Yovino.

Para recordar el pasado se exhibieron vestuarios, bocetos, fotografías y elementos escenográficos de obras que se realizaron en la primera época, en una muestra organizada por Marta Degracia con la colaboración de Rina Gabé, y que trajo a la memoria personajes y documentos de esos tiempos.

Y para dar cuenta del espíritu que estuvo en los orígenes que abrió el camino para el teatro independiente habló Roberto Cossa, quien trazó un panorama de las vicisitudes políticas y militares que agitaban al país en 1930, mientras en una lechería de Corrientes y el bajo nacía el Teatro del Pueblo gracias a Leónidas Barletta, un hombre que —como dijo Roberto Cossa— "con obcecación y rebeldía creyó en el teatro como un lugar de lucha, por lo que el Teatro del Pueblo hizo a la historia de nuestra cultura".

Y para poner más cercana la evocación del fundador del Teatro del Pueblo, Cossa invitó al escenario a Alejadra Boero y a Onofre Lovero, a quienes definió como "nuestros referentes y maestros" y que subieron acompañados por una joven actriz que debutará el año próximo en el Teatro del Pueblo. María Laura Berch, leyó partes del libro El hombre de la campana, que Raúl Larra dedicó a Barletta.

Entre los presentes en la celebración estuvo el director del Complejo Teatral de Buenos Aires, Kive Staiff, afirmó: "Este fue un teatro que tuvo una respuesta de contenido sociocultural y político e instaló el interés por autores desconocidos en Buenos Aires. En lo personal, recuerdo haber asistido a funciones con el legendario elenco de Leónidas Barletta, con Josefa Goldar, con las hermanas Eresky, con Pascual Nacaratti. Por eso todo esto tiene también para mí un contenido ya que, tal vez, despertó mi pasión por el teatro". Para la actriz María Rosa Gallo, "El Teatro del Pueblo es como una linterna mágica. Ha tenido una vida tan hermosa que vale la pena festejar estos 70 años".

Alejandra Boero enfatizó la alegría que le provocaba pensar que esto es el resultado de tantos años de lucha y tanta fidelidad a una idea. "Y en un momento como éste, son las cosas que hay que festejar. Por algo nos tenemos que poner contentos alguna vez. ¿No les parece?".

Por su parte, el editor Daniel Divinsky evocó: "Yo empecé a ver teatro aquí; venía con mis viejos. Y ahora es un espacio autogestionado, donde se puede experimentar y hacer obras aunque la rentabilidad sea solo una esperanza.

Al concluir el acto, Tito Cossa se refirió también a los diez años que cumplió en la misma fecha la Fundación Somigliana. Y terminó convocando a los presentes a reunirse dentro de sesenta años para hacer un nuevo balance.

Finalmente, para terminar con un gesto simbólico, invitó las actrices Celia y Rosa Eresky a hacer tañer la mítica campana con la que el viejo teatro anunciaba sus funciones y que actualmente preside la entrada de la sala. "Y después —dijo— vamos a tomar vino, que para eso también estamos en este mundo".


Fuente: Clarín

miércoles, 20 de diciembre de 2000

Teatro y política

RICARDO GARCIA OLIVERI. De la Redacción de Clarín
No caben dudas de que Tato Pavlovsky es uno de nuestros hombres de teatro más personales y tenaces. Empezó a hacer teatro político en una época en que casi todos lo hacían. Pero él siguió en lo mismo.

En un sentido, toda obra es política; las suyas lo son. Y todas están embanderadas como las suyas, indudablemente, lo están. Lo que diferencia al teatro de Pavlovsky del que hacen quienes se proclaman apolíticos está bastante claro. Lo que lo diferencia del viejo teatro de barricada (hoy inexistente) o del de propaganda, que subsiste, es el valor estético y la universalidad del planteo.

Funda el grupo Yenesí en 1963. Con La cacería (1969) ya da que hablar al reunir a un burgués, un marxista y un cura guerrillero, amigos que se reencuentran. En La mueca, de 1971, propone un juicio a la alta burguesía y dos años más tarde consigue uno de los mayores impactos de toda su carrera: en el El señor Galíndez habla de la tortura (por primera vez en el país) y propone al torturador como un sujeto demasiado común y corriente.

En 1978, plena dictadura militar, estrena Telarañas, donde un muchacho se ahorca mientras el padre fascista gritaba "¡Aquí está la juven tud!"; la excusa era el fútbol, pero no pasó: fue puntualmente prohibida, colmó el vaso militar y Pavlovsky debió exiliarse. En 1983 estrena El señor Laforgue, donde describe un torturador científico, tipo Astiz. Seguirán a esa obra aciertos como Potestad, Rojos Globos Rojos y Poroto.

Convocado ocasionalmente por el cine, su laureado protagonista de La nube, el filme de Pino Solanas donde encarnó a un irreductible teatrista independiente, resultó un nuevo espejo para reflejar el mismo, necesario, rostro de siempre.


Fuente: Clarín

domingo, 3 de diciembre de 2000

LA PROGRAMACION DEL COMPLEJO TEATRAL DE BUENOS AIRES PARA EL 2001

El teatro oficial que se verá
La creación del Complejo Teatral no produjo, por el momento, incremento de la producción. Los sueldos de los actores se reducen a la mitad, dijo Kive Staiff. Las obras que se estrenan y sus puestistas.

Por Ivana Cost
La programación del Complejo Teatral de Buenos Aires para el 2001 fue presentada el viernes en el escenario del teatro De la Ribera. Kive Staiff, director general y artístico del complejo que abaraca los teatros San Martín, Alvear, Regio, Sarmiento y De la Ribera, enumeró los estrenos y reposiciones. Textos de Ibsen, Gorki, Brecht, George Bernard Shaw, Armando Discépolo y Florencio Sánchez figuran entre las novedades del año que viene.

Fue el secretario de Cultura, Jorge Telerman, quien tuvo a su cargo el discurso inicial. Telerman se mostró lleno de un optimismo que luego, llegado el momento de dar precisiones y cifras, no supo traducir para la concurrencia. Comenzó tranquilizando los ánimos: "No nos inquietemos", y reiteró su "profundo compromiso de cumplimiento de la ley" en relación con el presupuesto de Proteatro, institución que debe fomentar la actividad independiente. Luego afirmó que "no habrá recortes que afecten a la secretaría de Cultura". En cambio, ni él ni las autoridades del Complejo (estaba el director administrativo, Carlos Elía) pudieron asegurar lo mismo respecto de los teatros de la ciudad.

No se dieron cifras —el presupuesto aún no fue aprobado por la Legislatura porteña— pero, llegado el momento de responder preguntas de los cronistas, Staiff reconoció que "los sueldos de los actores se reducen a la mitad" y que "más allá de las afirmaciones del secretario de Cultura sobre el presupuesto del 2001, estamos obligados a arrancar con la programación que este presupuesto puede asimilar". También dijo Staiff que el San Martín destinará 200 mil pesos para veinte coproducciones (ayudas a proyectos independientes). El año pasado la cifra era de 250 mil.

Staiff también se refirió a la "enorme ingratitud" de miembros de El Periférico de Objetos, que en ocasiones omiten mencionar el apoyo que dio el San Martín para la realización de su último, exitoso, espectáculo Monteverdi Método Bélico (presentado en el San Martín). "En total, se le dieron $ 99.807,71", aclaró Staiff.

A la vista de lo que ofrece la programación —no está completa en materia de música y de teatro infantil—, la creación del Complejo Teatral no produjo incremento de la producción. Si durante el 2000 se estrenaron nueve obras en el San Martín (algunas, dirigidas por Jorge Lavelli y Lluís Pasqual) en el 2001 serán sólo siete. La cantidad de espectáculos de teatro para grandes y chicos y de títeres se mantiene, respecto de 2000, estable. La única visita internacional con la que contará este año el San Martín será la de Fanny Mickey, argentina radicada en Colombia. La actriz, directora del Festival Internacional de Teatro de Bogotá, interpretará aquí Yo amo a Shirley, dirigida por Mario Morgan.

En las salas que antes formaban la Organización Teatral Presidente Alvear (Alvear, Regio, Sarmiento y De la Ribera) está previsto estrenar seis espectáculos. El Complejo financiará el proyecto La escala humana, escrito y dirigido por Javier Daulte, Alejandro Tantanián y Rafael Spregelburd, en El Callejón de los Deseos.


Fuente: Clarín

jueves, 30 de noviembre de 2000

Lazos Sanguíneos, Laura Valencia


tuSi tuviéramos que mencionar una historia sería mas o menos asi: una familia, sólo marcas... marcas de sangre en las mujeres, marcas de carne en los varones... de generación en generación. Perros y hombres despedazando latidos. Hasta no oirlos.

Un monólogo a cinco voces. Un texto sin escenas. Dos manzanas, una mujer, tres hombres y un cadáver que no se encuentra. El niño canta con el último aliento de aire que le quedó al morir. El amor toma formas extrañas...

Obra producida y estrenada en La Fabriquera en septiembre de 1999. Participante del festival de teatro edicion 2000 del Centro Cultural Ricardo Rojas - UBA - Capital Federal
Ella, la prima:
Julieta Vallina

Relator-niño:

José "Pollo" Canevaro
El señor de negro, el tío:
Gustavo Senese
El Abuelo:
Marcelo Blanco
Dirección y puesta en escena:
Laura Valencia
Dramaturgia:
Patricia Rios
Musica original:
Diego Madoery
Iluminación:
Jose "Pollo" Canevaro

Laura Valencia
Fotografía:
Enzo Brutti

Asistencia de dirección:
Patricia Rios
Proyecto escenográfico:
Gabriel Perez Raventos
Dirección técnica:
Enzo Brutti

Jose "Pollo" Canevaro
Objetos escenoplásticos :
Diseño:
Laura Valencia

Jose "Pollo" Canevaro

Enzo Brutti
Realización:
Jose "Pollo" Canevaro

Enzo Brutti

Agradecimientos: Alejandra Ceriani, Daniel Veronese, Tita Di Bastiano, Cuca Valencia
Fotos: Gustavo Senese y Julieta Vallina - Fotografía: Enzo Brutti
Gustavo Senese y Pollo Canevaro- Fotografía: Enzo Brutti

GustFuente: La Fabriquera

martes, 28 de noviembre de 2000

POR LA REHABILITACION DE ALBERTO URE El cine, en solidaridad con el teatro

El lunes en el Lorange se estrenará Voyages, el filme de Emmanuel Finkiel premiado en Cannes. Las tres funciones del día serán a beneficio del director teatral, que ya ensaya su próxima puesta en escena.

IVANA COST

Hace tres años, Alberto Ure sufrió un accidente cerebrovascular. Desde entonces, no pudo actuar, dirigir ni enseñar a hacer teatro. La larga tarea de rehabilitación que inició poco después requiere mucho empeño —que a Ure le sobra— y mucho más dinero —que nunca alcanza—. Sus colegas, discípulos y amigos abrieron una cuenta en el banco Río, organizaron funciones a beneficio, donaron obras. El próximo estreno en la Argentina del filme Voyages, premiado como mejor ópera prima en el último festival de Cannes, ofrece otra ocasión para la solidaridad.

El encuentro de Ure con Emmanuel Finkiel, director de la muy valiosa Voyages (literalmente: viajes, pero traducida no en vano como Memoria), dio pie a una charla extensa y disfrutable. Allí se acordaron aspectos organizativos, se escucharon agradecimientos y se hizo pública una gran noticia: Ure vuelve a dirigir.

- ¿Vio la película Voyages?

- Sí, es una película triste. Me gustó.

- Un eje del filme es la búsqueda de una identidad perdida o fragmentada. ¿Siente que debe recuperar su identidad?

- No, ¿por qué?

- Porque supongo que la identidad es, en buena parte, el oficio, lo que uno hace todos los días. Y estar forzosamente alejado de ese oficio puede llevar a una crisis.

- Es cierto, sí. Bueno, si la perdí ya la encontraré de nuevo a la identidad. Pero me parece que ya apareció.

- ¿Cómo es eso?

- Que estoy ensayando. Un texto mío, La familia argentina. Antonio Grimau será un psicoanalista que se casa con Cristina Banegas, una arquitecta. Banegas tiene una hija, Belén Blanco. Y el tipo se calienta y se acuesta con la adolescente. Me gusta ese argumento. Me pregunto cuál es el efecto de la seducción de una chica de 20 sobre un tipo de mi edad. Ensayamos dos veces por semana en El Excéntrico. Hay otro proyecto que me trajo Humberto Tortonese: hacer El sirviente, con él en el papel que hizo Dick Bogarde en cine y Urdapilleta en el de James Fox. Mi papel es doble: Joseph Losey y Harold Pinter.

- ¿Tiene pensado mostrar La familia argentina al público?

- Claro, queremos estrenarla en marzo.

- ¿Por qué es la familia "argentina"? ¿Qué define su argentinidad?

- Que se arma en contra de todo.

- En una nota reciente, Banegas contaba que cuando lo vio trabajar a Tadeusz Kantor se dio cuenta de que hacía lo mismo que usted al dirigir: les hablaba a los actores al oído. ¿Cambió ahora su método?

- Bueno, tengo dificultad para moverme, pero hablo mucho con los actores... La historia me mandó ésta (echa una mirada a la silla de ruedas) y aprenderé a dirigir así.

- Una de sus batallas con el medio teatral empezó cuando mezcló actores de TV, algunos sin formación dramática, con grandes obras del teatro considerado culto. ¿Se mantiene fiel a esa idea?

- Sí, me sigue gustando mucho la mezcla de textos clásicos con los actores comerciales, porque creo que ellos producen una comunicación muy directa con el público. La imagen del actor es la mitad de lo que actúa. Uno que me interesa es Rodolfo Ranni: una muy buena mezcla de actor popular con el llamado culto.

- Desde el punto de vista de la actuación, más allá de la relación con el público, ¿qué es lo que le gusta de los actores de TV?

- Me gusta ver cómo rompen la tradición que arrastran. Y no sólo los de la TV. Los actores del método Stanislavsky también tienen una tradición. Me gusta ver el efecto que produce el texto en esas personas.

- ¿Cómo son sus ensayos ahora? ¿Sigue privilegiando las improvisaciones?

- Sí, improvisaciones muy disparatadas, porque la risa tiene un potencial de energía impresionante. Es una de las cosas que más disfrutábamos los actores y yo. Hay una buena anécdota al respecto. Habíamos hecho un recreo durante un ensayo de Los invertidos y Pablo Novak, que en ese momento era muy joven, le pregunta a Jorge Mayor: Decime, che ¿Ure nunca ensaya en serio?

- ¿Va al teatro?

- No, muy poco. Lo que vi fue Edipo por el Teatro Nacional de Grecia.

- ¿Qué le pareció?

- Nada. Aburrido. ¿No pudieron sacar ni una sola idea de Edipo? Sé que Villanueva estrenó algo de Thomas Bernhard ¿qué tal? Muy para intelectuales, ¿no?

- Me parece que la dificultad no es la oscuridad de Bernhard sino encontrar la manera de que los actores vuelvan ese texto creíble.

- Cuando un actor le decía a Elia Kazan que no sabía cómo hacer su papel, él contestaba: Usted lo va a hacer bien. ¿Por qué? Por la cantidad de plata que le están pagando, idiota. Y es cierto: la de actor es la profesión mejor paga del mundo. No vi lo nuevo de Tato Pavlovsky, ¿qué tal es?

- Hay un pequeño cuadro con el tema de La familia argentina. Pavlovsky también se pregunta ahí por el efecto de la seducción adolescente sobre un hombre de su edad.

- Entonces debe ser divertida la obra.

- ¿Le gusta volver a ver sus espectáculos una vez estrenados?

- Sí, me gusta ver los cambios que hicieron los actores. A veces son hallazgos. Después de estrenar El padre, de Strindberg —con un elenco de mujeres— fui a ver un ensayo y me dije: el que dirigió esto está loco. Pero me resultaba divertido ver a una mujer sexy haciendo de hombre.

- ¿Nunca sintió que no tenía ganas ni necesidad de decir nada en teatro?

- Sí, muchas veces. Pero para eso están los textos. Es imposible no tener nada que decir sobre un texto de Strindberg.

- Por lo que cuenta de sus proyectos, sus obsesiones siguen siendo las mismas...
- De Sófocles a esta parte han sido siempre las mismas.

Fuente: Clarín

domingo, 26 de noviembre de 2000

La obra histórica que se perdió en el tiempo

TEATRO CRITICA / Obra: Despertar de primavera
Autor: Franz Wedekind
Elenco: Bruno Martínez, Juan I.
Bianco, Sol Alba, Juan I.
Vivanco, Cruz Morena, Gonzalo
Oyarzábal, Franco Di Plácido,
María Goity, María Olaciregui,
Mariel Bignasco, Adriana
Parisse, Armando Di Cocco,
Carlos Juárez, Diego Aroza,
Jorge Demarco, María Alvides,
Andrea Cisneros, Bernado
Coloma, Jazmín García y
Alejandra Gatti

En la sala Armando Discépolo de la Comedia de la Provincia se estrenó una histórica obra de Franz Wedekind (1891) que no concreta en lo más mínimo las expectativas previas

Wedekind (1864-1918), junto con Strindberg y Büchner forman la trilogía de precursores del expresionismo. Crea un teatro que, desde la última década del siglo XIX, busca medios de expresión totalmente distintos. Esconde sus ansias torturadas bajo una sonrisa irónica y dirige sus ataques contra un mundo que, según él, se halla paralizado, intelectualmente degenerado y completamente inseguro en sus instintos, doblegados por conceptos morales carentes de una meta valiosa. Entre el naturalismo y el expresionismo, alza su voz para desenmascarar al hombre de una sociedad llena de hipocresía.

La pieza que le dio fama fue Despertar en primavera (1891), su obra dramática más poética, que es una amarga denuncia de la falsa educación sexual dada a la adolescencia y un reconocimiento de la vida de los instintos y de su verdad superior, cuya represión o deformación acarrean graves consecuencias. Wedekind acusó a “los mayores” que, por no revelar los secretos de la vida imbuidos como estaban de falsos pudores, impedían a los jóvenes la liberación de los instintos naturales y el desarrollo de los sentimientos.

El amor, en su esencia, debía tener una fuerza purificadora que en el mundo futuro actuaría como ennoblecedora. A más de un siglo de su concreción en obra, todos estos planteos han perdido fuerza y una problemática muy distinta enmarca las relaciones entre jóvenes y adultos. Por lo tanto, desempolvar un texto de este tipo supone una suerte de acercamiento a nuestros días o, por lo menos, una adaptación que aligere las cargas innecesarias y le otorgue ritmo.

Nada de esto ha realizado el director; y su criterio, discutible, no se sustenta con lo presentado en el espectáculo. Los jóvenes actores sobrellevan una marcación estatutaria que se aleja considerablemente de la estética expresionista de varias escenas de los adultos y estas dos visiones no se justifican desde el texto espectacular. Tampoco se comprende la lentitud de largos pasajes ni la soledad en la que han quedado librados los jóvenes en monólogos insostenibles. En medio de este panorama, la escenografía -compuesta por paneles metálicos que se desplazan creando diferentes ámbitos y los objetos simbólicos, se cargan de una modernidad tan absoluta que aumenta la distancia entre los distintos signos espectaculares.

Algunos actores se destacan en la composición, como Bignasco, Di Cocco, Juárez, Aroza y Cisneros, que sobresalen con solvencia profesional y presencia escénica.

Por Ana M. Tótoro

Fuente: Diario Hoy

miércoles, 22 de noviembre de 2000

Dos mujeres se debaten con su diluvio interior

Laura Palmieri

TEATRO CRITICA / HASTA QUE EL AGUA ME LLEVE
Dos jóvenes actrices platenses llevan adelante una puesta prometedora y comprometida, que puede ser el punto de partida de un trabajo de experimentación

Jazmín García Sathicq, joven actriz platense, presenta su primer trabajo como autora y directora en el cual desarrolla una dramaturgia no convencional que requiere, por lo tanto, de una actuación especial y de un tratamiento espacial también especial. Pretende crear un texto cercano al actor y casi verdadero para el público, sin que por eso deje de ser teatro, y trabaja con una estructura no tradicional. Pone énfasis en la concreción de una imagen plástica en la que las formas, los colores utilizados y los desplazamientos de las actrices crean belleza.

La escenografía es fundamental en este espectáculo ya que el tratamiento del espacio da valor y significado al texto. El piso blanco y de lona tiene forma rectangular y semeja un azulejo gigante. El público se ubica alrededor en proximidad física con las actrices. En el medio del espacio, dos inodoros blancos miran en direcciones opuestas. En el techo, tres entradas de agua sorprenden al espectador con lluvias inesperadas.

Dos mujeres, Soledad y Dolores, comparten el espacio vestidas con colores contrastantes (negro y rojo). La primera es víctima de la soledad y la frustración y roba personalidades ajenas para tapar el vacío de su existencia. Dolores es una piromaníaca que paga culpas propias y heredadas y soporta el castigo de la lluvia que la persigue. Dulcinea, la mujer que aparece sobre el final, llega demasiado tarde como para convertirse en el cable a tierra que libere a las otras del estado caótico de la existencia. Y si bien en el desenlace (que el espectador pueda resignificar) recupera su lugar, también ella se encuentra sola y sin posibilidad de escapatoria.

Las actuaciones son comprometidas e intentan mostrar las cargas internas de las mujeres desde una acercamiento a la realidad. El juego con el agua posibilita a Palmieri un trabajo actoral que consigue bellas imágenes. En síntesis: una propuesta teatral que resulta prometedora como punto de partida de un trabajo de búsqueda y experimentación.

Ficha técnica

Obra: Hasta que el agua me lleve
Autor: Jazmín García Sathicq.
Intérpretes: Valquiria Kumar, Laura Palmieri y Soledad Aparicio.
Escenografía e iluminación: Claudio Suárez.
Directora: Jazmín García Sathicq.
Lugar: Centro Cultural Viejo Almacén El Obrero (17 y 71).
Fecha: Sábados 22.30.

Por Ana M.Tótoro
Fuente: Hoy

sábado, 11 de noviembre de 2000

Logradas historias de adolescentes

"Despertar de primavera" de Frank Wedekind. Intérpretes: Bruno Martínez, Juan Ignacio Bianco, Sol Alba, Armando Di Coco, Carlos Juárez, Diego Aroza, Jorge Demarco y elenco. Escenografía y vestuario: Claudia Billourou. Iluminación: Nicolás Trovato. Asistente de dirección: Nelly Otero. Dirección: Horacio Pigozzi. En la sala Discépolo de La Plata. Nuestra opinión: bueno.

Escrita en 1890 y estrenada en 1906, "Despertar de primavera" sigue siendo una de las piezas más emblemáticas del teatro mundial que habla del universo de los adolescentes, y en algunos aspectos, aún tiene vigencia. Wedekind, reconocido actor y escritor, ligado al Kabaret de Munich, inició su labor como dramaturgo abordando problemáticas relacionadas con el mundo juvenil a las que enfrentó con la acendrada moral burguesa de su tiempo. Hoy, tanto "El mundo joven" (también de 1890) como "Despertar..." deberían resultar textos envejecidos, pero la mayoría de los adolescentes contemporáneos continúan enfrentándose con padres que no se animan a hablar con claridad de temas como el sexo, o siguen angustiándose cuando sienten que son castigados por enfrentarse con rebeldía a ciertos esquemas de una sociedad que no los contiene.

Protagonismo juvenil

La puesta que Horacio Pigozzi creó para la Comedia de la Provincia de Buenos Aires tiene como protagonistas a muchachos de entre 15 y 17 años, seleccionados en un casting del que participaron actores de distintos municipios. Así, comparten el escenario adolescentes de La Plata, Trenque Lauquen y 25 de Mayo, con actores profesionales, en su mayoría platenses. El director optó por representar el texto original, algo que no es cuestionable, pero el material habría necesitado una dramaturgia que posibilitara sintetizar algunas situaciones y así acortar la duración del espectáculo.

Pero Pigozzi prefiere actualizar el naturalismo del original, proponiendo desenfado en algunas actuaciones (el rector del colegio, los profesores), jugando con la iluminación diseñada por Nicolás Trovato, o integrando objetos a la puesta (una muñeca mecánica o un títere).

El elenco es muy homogéneo. Melchor (Bruno Martínez), Mauricio (Juan Ignacio Bianco) y Wendla (Sol Alba) exponen la realidad de su condición con naturalidad y frescura. Para destacar son las composiciones de Carlos Juárez (el rector), Diego Aroza (el doctor) y Armando Di Cocco (el desconocido). Claudia Billourou sintetiza con creatividad los ambientes en los que se desarrolla la acción. Las paredes metálicas que diseña, que se desplazan para dar forma a diversos espacios, adquieren gran fuerza expresiva.

Carlos Pacheco
Fuente: La Nación

sábado, 28 de octubre de 2000

LA ESCENA INTERNACIONAL, EN EL FESTIVAL DEL MERCOSUR Córdoba, la capital del teatro

El encuentro reúne obras de los lugares más distantes del planeta. Paraguay y Corea, Egipto y Chile, España y Costa de Marfil, entre otros países, intercambian identidades y estilos expresivos.

IVANA COSTA. Córdoba. Enviada especial

Mañana termina en Córdoba el primer Festival de Teatro del Mercosur, que desde hace nueve días conecta al público con expresiones propias y ajenas de calidad dispar. Más de 15.000 personas acudieron ya a las funciones; el Festival es un gran acontecimiento cultural en esta ciudad.

La muestra abarca 23 espectáculos de 15 países de Latinoamérica, Europa, Asia y Africa. En este marco, el teatro argentino está representado por dos elencos: la tradicional Comedia Cordobesa —que puso en escena Sacco y Vanzetti y hoy estrena Venecia— y el grupo Sísifo, de Buenos Aires, que presentó un Macbeth en la misma clave de exploración física y acrobacia de riesgo que la compañía viene trabajando desde 1997 (Ver El mundo en...).

El criterio de la selección nacional no resulta demasiado claro: sí se entiende, más allá de sus valores artísticos, la presencia de la Comedia Cordobesa en calidad de anfitriona. Pero la elección de Sísifo por Buenos Aires (o por el resto del país) no aparece tan evidente ni por representatividad ni por excelencia. Tal vez aquí se haya privilegiado, como en el resto de la muestra internacional, la posibilidad de mostrar una forma exótica de hacer teatro. De hecho, entre los espectáculos que aquí concentraron mayor expectativa figuran los de Corea, Costa de Marfil y Egipto, que fusionan elementos contemporáneos con una fuerte tradición de raíces religiosas.

"Es la primera vez que se presentan grupos de estos países en la Argentina" —dice la directora Cheté Cavagliatto, asesora del Festival y figura reconocida del teatro local—. "Y es así, definitivamente, como estamos recuperando el camino de los festivales internacionales."

Córdoba tiene una sólida tradición teatral que de 1984 a 1994 contó con una fiesta propia. Aquel Festival Latinoamericano no sólo reunía algunos de los trabajos más interesantes del teatro mundial sino que proyectaba internacionalmente a actores y directores de Córdoba. Por eso su suspensión (durante el gobierno de Ramón Mestre) se vivió aquí como verdadero duelo.

Desde esa perspectiva, entonces, el mayor logro de este primer Festival del Mercosur es recuperar ese espacio de confrontación que se creía perdido. "Esto es un brote para el teatro cordobés, y espero que vaya creciendo con los años", se entusiasma Bati Diebel, miembro de La Cochera y directora de Los Delincuentes, dos de los grupos independientes más legendarios y afortunadamente más vivos de Córdoba.

Los grupos independientes tienen muchas expectativas con este encuentro: para ellos el Festival es también una vidriera. Además de diez grupos seleccionados por un jurado nacional, 25 trabajos alternativos son centro de atención para productores y programadores de festivales de Francia, Alemania, Chile, Cuba, Colombia y España, invitados especialmente.

Elena Castro Díaz, que dirige en Cuba el área de teatro del Consejo de las Artes Escénicas y responsable del próximo Festival Internacional de La Habana, la chilena Hilda Arévalo, directora del Teatro Municipal de Valparaíso, y Juan Pagés, asesor del Festival de Nuevas Tendencias de Caracas, coincidían en rescatar, de los ya estrenados, los espectáculos Primero las damas, dirigido por Giovanni Quiroga y Guernica, de Marcelo Massa.

Entre el humor burlón del primero y la reflexión amarga y lúcida del segundo se abre un espectro amplio y muy interesante. Es una lástima que la atomizada realidad teatral argentina vuelva tan difícil la trascendencia, a nivel nacional, de trabajos como Hermanos de leche, del Teatro de la Luna (una síntesis de teatro físico y búsqueda antropológica), Por piernas y boca, reelaboración de La casa de Bernarda Alba a cargo de Los Delincuentes, o la muy curiosa "biopsia de Shakespeare" que llevan a cabo los actores de La Cochera dirigidos por Paco Giménez en Everyman.

Como es habitual, los programadores extranjeros, sobre todo los de países como Alemania y Francia, que subsidian la actividad teatral, se sorprenden de la distancia que existe aquí entre las mínimas condiciones para producir y las enormes capacidades manifiestas. Esto, si bien puede resultar un halago, abre un interrogante sobre la proyección futura de esta "metodología de supervivencia".

"Uno finalmente rescata algo agradable —dice Paco Giménez—; la tradición teatral independiente sigue en manos de otra gente a pesar de los obstáculos con los que se trabaja. Pero esto también provoca cierta conciencia sobre todo lo que nos falta."

A esa misma falta se refirió María Escudero. La directora del legendario Libre Teatro Libre hoy radicada en Ecuador, toda una visitante ilustre para los teatristas locales, comentaba con cierta melancolía: "Al teatro cordobés que veo actualmente le falta brillo, porque acepta al teatro tal como es. Y eso es lo que le impide crecer".

De los espectáculos internacionales ya estrenados, los más interesantes fueron la versión de Elektra de los españoles de Atalaya (que se vio recientemente en Buenos Aires) y La Negra Ester, del Gran Circo Teatro de Chile. El director chileno Andrés Pérez Araya, que el año pasado mostró una exquisita Madame de Sade en el Festival Internacional de Buenos Aires, trajo aquí el trabajo que hizo famosa a su compañía en todo el mundo. La Negra Ester es una explosión de ritmos, melodías y ricas historias de vida, de tres horas de duración, compuesta a partir de un poema de Roberto Parra que cuenta sus amoríos con una divina prostituta. De Chile también llegó el célebre Teatro de la Memoria, con Patas de perro. Pero la metáfora cruel que propone el director Alfredo Castro con el niño nacido mitad humano mitad perro no alcanzó la misma adhesión.

Graciela Ayame, directora general del Festival, ya consideraba cumplidos sus principales objetivos: "Las salas están en su mayoría llenas; las propuestas atraen a un público joven y todas las actividades realizadas en el interior de la provincia tuvieron una adhesión muy grande". Pero el objetivo implícito es, quizá, recuperar la mística de los festivales pasados.

"Yo no creo que se recuperen las cosas —dice Paco Giménez—. Como dice la canción, es mejor el verso aquel que no podemos recordar. Los festivales de antes son historia y los que vengan traerán lo nuevo."

Tal vez esta noche, cerca del final, con la presencia de expresiones diversas como La leyenda del Kaïdara, del grupo Ymako Téatri de Costa de Marfil, y del espectáculo de danza, música y teatro Donde las cosas suceden, del Teatro Joven de Egipto, el Festival del Mercosur abra la puerta a una nueva forma de ser Festival


Fuente: Clarín

domingo, 22 de octubre de 2000

EMPEZO EL FESTIVAL DEL MERCOSUR El teatro es una fiesta en Córdoba

Murgas y batucadas, actores disfrazados, ganaron la calle. En el debut, sobresalió una obra chilena.

MARTA PLATTIA. Córdoba. Corresponsal

Viernes a la noche. La temperatura se disparó hasta los treinta y pico y no hubo quien la bajara. Ligera de ropas, la ciudad era un enorme, bullicioso hormiguero multicolor. Un hormiguero expectante. En esa tórrida noche nació por fin el Festival del Mercosur: una mega reunión de 22 elencos de cinco continentes que —hasta el próximo domingo— tratará de reavivar la llama de aquellos otros, los legendarios festivales internacionales de teatro. Esos que alumbraron los octubres de Córdoba desde 1984 hasta 1994.

Miles de personas se agolparon en la Plaza España (un espacio a puro cemento a pocos pasos del microcentro) y estiraron sus cuellos para alcanzar las cimas de las 32 columnas grises que le nacen como ramas de piedra. Allí arriba, se desplegaron ramilletes de actores representando pequeñas escenas o, simplemente, haciendo ondular trajes y bandas de telas coloridas.

Breve discurso de un sudoroso gobernador José Manuel de la Sota, que llegó con retraso y fue silbado; y adelante: música, murgas, lanzallamas, un espectáculo de luces, coros y colores sobre la plaza y el clímax, siempre efectivo, de los fuegos artificiales estallando sobre las cabezas.

Mientras muchos se integraban a las columnas, murgas y batucadas que después invadieron el microcentro, otros corrieron a los teatros. A las 22 empezaban las primeras obras. Córdoba, la anfitriona, salió al ruedo con Sacco y Vanzetti, a cargo de La Comedia Cordobesa. Italia asomó algo más que la nariz con R come recital, de los Mateo Belli; y en un club de básquet, el Hindú, se vio la llamada "perla del festival": allí, el Gran Circo Teatro, de Chile, presentó La negra Ester, basada en las décimas autobiográficas escritas por Roberto Parra, hermano menor de Violeta.

Con los chilenos llegó la primera alegría: la de una puesta tan refrescante como entrañable. Imaginen. Los personajes de un burdel de mala muerte en un puerto paupérrimo, el de San Antonio. Allí, la bella, sensual Negra Ester florece y se consume de amor por Roberto, un cantor popular de bolsillos vacíos que arde por ella pero no sabe muy bien cómo asir la flama. Cómo ser feliz en un mundo que no parece haber sido hecho para eso y se desbarranca en la miseria y la guerra de los 40.

"Sin embargo —dice el director Andrés Pérez Araya, quien adaptó los versos y le pone el cuerpo a un tierno travesti— en la obra puedes ver cómo era el Chile de nuestros mayores. Ese en el que convivían posturas contrarias que se rechazaban, pero no se anulaban ni asesinaban. El Chile que mató la dictadura."

Y allí están, entonces, la regenta Doña Berta, mintiendo 50 años; la corte de los milagros de los clientes; la picaresca del circo criollo y ambulante, las lágrimas de prostitutas hinchadas de dignidad. Y la banda. La omnipresente banda de tres músicos todo terreno que, durante las tres horas —sí tres horas— que dura la obra, avanzan como topadoras sobre boleros, baladas, cuecas y una mixtura musical latinoamericana apabullante. Eso sin descuidar los efectos de sonido de un mar embravecido, o del viento.

El resultado es una gran fiesta. Una a la que todos los espectadores están invitados. Incluso en el receso, cuando los actores convidan a las casi 600 personas "a pasar a los camarines, detrás del decorado", para ver a los actores, todos sumergidos, como están, en los espejos de los tocadores de madera donde se pegotean estampitas de vírgenes, de santos y aparecidos, estrellas rojas y fotos del Che.


Fuente: Clarín

sábado, 21 de octubre de 2000

El Minestrón

Esta noche a partir de las 22 en el Teatro del Fondo, en la calle 21 Nº 1878, se ofrecerá el espectáculo "El minestrón", a lo largo del cual se presentarán números musicales, de danzas, recitales de poesía y teatro.
La parte musical estará a cargo de Hernán del César (guitarra) y Diego Graciosi (teclados); danza contemporánea por Silvia Guantay, Nidia Martínez Barbieri y Julieta Ranno; Poesía a cargo de Ratón Losada y Felipe Chorén, flamenco con Carolina Russell "Carito", Maine García, Carmen Paroli, Felipe Chorén (percusión), teatro a cargo de José Pollo Canevaro y arte digital por el Mono Cieza.

Fuente: Diario El Día

miércoles, 18 de octubre de 2000

"Pepino de Oro" para Roberto Conte

Los premios a la labor desarrollada por los teatros independientes platenses "Pepino 88", que otorga la comisión del Club Gente de Teatro fueron entregados en una ceremonia que se realizó en la noche lunes en el Coliseo Podestá. La única incógnita de la velada fue el Pepino de Oro que finalmente se lo llevó el actor, director y autor de teatro Roberto Conte.
Los premiados fueron: Irene Bianchi, Pablo Espinosa, Fabián Guimil,Gustavo Senese, Ana Larronde, Nora Oneto, César Palumbo, el elenco de la obra "Venecia", Noelia Mobilio, Juan Carlos de Barry, el elenco de la obra "Imágenes paganas", Nina Errecalde (premio a la trayectoria teatral), el elenco del la obra "Misterio azul", Juan Pablo Parodi, Enrique Cáceres, Luis Manfra y Chichi Labat, Mariana Woudwyk, Pollo Canevaro y Roma Mathieu.

Fuente: Diario El Día

Cosecharás tu siembra

SEMINARIO PARA INVESTIGAR LA VIGENCIA DE LOS PERSONAJES CLASICOS DEL TEATRO ARGENTINO
En el Teatro del Pueblo, el ciclo convocó a figuras como Jorge Luz, Lydia Lamaison, María Rosa Fugazot, Gogó Andreu o Guillermo Rico para que transmitan su herencia a las jóvenes generaciones.

OLGA COSENTIN
El actor es, tal vez, el mejor preparado de los mortales para comunicar sin solemnidad la sabiduría que le llega con los años. Es lo que vienen mostrando los veteranos que participan del seminario organizado en el Teatro del Pueblo para transmitir la vigencia de los personajes clásicos del teatro argentino.

Figuras gloriosas de la escena como Osvaldo Miranda, Marcos Zucker, Elena Lucena o Pepe Soriano se alternan sábado a sábado, desde hace dos meses, para contar sus experiencias, intercambiar bromas, evocar anécdotas, sorprender con jugosas imitaciones, improvisar situaciones dramáticas o compartir la lectura de textos clásicos de sus repertorios.

Organizado por la Fundación Carlos Somigliana para el Autor Teatral, con auspicio del Instituto Nacional de Teatro, el ciclo fue una iniciativa del director y teórico Salvador Amore, quien consiguió sumar al proyecto al dramaturgo Roberto Cossa, al crítico Rómulo Berruti y al actor Luis Brandoni. La consigna es que el público, integrado por jóvenes actores y estudiantes de teatro, roben de los maestros sus rutinas y recursos del arte de interpretar.

EL CONVENTILLO. La sesión del último sábado empezó con la lectura de un pasaje de El conventillo de la Paloma, el sainete de Vaccarezza que le permitió a María Rosa Fugazot exhibir su dominio para recrear el habla de los inmigrantes. De su boca, una gallega, una turca y una porteña de los suburbios se enredaron en desopilante discusión, afanadas por ponerle límites a Paloma, la nueva inquilina del conventillo que, sospechaban con fundamento, tenía mareados a sus maridos.

"El sainete tiene la métrica y el colorido de los inmigrantes que mezclaban sus cocoliches y sus conflictos en las casas de inquilinato", describió Fugazot después de la breve introducción en la que el crítico Rómulo Berruti aludió a la sensibilidad y capacidad de observación que ejercía Vaccarezza: "Acostumbraba pasearse por los barrios más modestos de la ciudad para ver y escuchar personajes y situaciones que después trasladaba a sus textos".

A DESENTERRAR LAS RAICES. "Nosotros venimos de ahí, son nuestras raíces y es natural que nos reconozcamos en ellos", remarcó Fugazot. Aludiendo a su propia infancia, la hija de la legendaria actriz de teatro, revista y cine María Esther Gamas y del músico Antonio Fugazot recordó: "De chica, mamá vivió en un conventillo; decía que era como la casa grande de una gran familia. Había un matrimonio siciliano y otro napolitano cuyas mujeres vivían peleando. El marido de una era motorman de tranvía y el de la otra, portuario. ¡Ah, Santa Madonna!, que al marido di questa los strafuque il tranvia e que non quede niente di niente!, exclamaba la napolitana revolviendo su negra melena. E, que il tuo marito se caiga al aqua e se ahogue, contestaba la siciliana. Sin embargo, cuando llegaba un momento difícil, cuando un hijo se enfermaba o alguno se accidentaba todos se unían para proteger al que lo necesitaba."

Algunos de los participantes completaron el improvisado elenco. Mezclando oficio y diversión, Toni Lestingi disfrutó diciendo la parte del tano y Pelusa Suero arrancó carcajadas con su caricatura del gallego. Cada uno aportó su propio oficio a la clase magistral de la actriz y alguno desnudó su emoción, como la joven Cecilia Ocampo, a la que le temblaba la voz después de leer su papel de Paloma: "Yo soy una pichi en esto y me parece maravillosa esta oportunidad de hacer un personaje junto a una actriz como Fugazot".

Luis Brandoni, como uno de los impulsores de la experiencia, consideró que hay que ayudar a los más jóvenes a que descubran lo que forma parte de sus genes. "Hoy, no sólo es difícil para los nuevos actores abordar a Vaccarezza y el sainete; es difícil hasta hacer Cossa o Gorostiza. Creo que antes nos formaban como actores para acercarnos al personaje. Ahora, pareciera que el personaje es el que tiene que acercarse al actor. Por eso todos los trabajos se parecen", diagnosticó.

¿Hoy da vergüenza la identidad?, fue una de las preguntas que llegaron desde la platea. "Lo que pasa —respondió Brandoni— es que hoy se asocia la identidad con el ranking de los países, y no pertenecer al Primer Mundo se vive como una identidad menor. Es un error; nadie puede asumir una identidad que no sea la propia."

EL SUEÑO DEL PIBE. Para el mencionado Salvador Amore, la concreción de este encuentro es "el sueño del pibe", y cuenta por qué: "Yo conocí el escenario a los 4 años, cuando me subió mi padre, Antonio Amore, que era actor de teatro criollo en una compañía itinerante. Pero mi viejo se me murió cuando yo tenía 12 años. Recién a los 19 me volví a conectar con el teatro. Me fui a estudiar a la Universidad de las Artes de Rumania, donde me doctoré, trabajé con Peter Brook, actué, dirigí hasta que volví en los 80. Aquí trabajé haciendo docencia en el interior y pude hacer la síntesis entre mi formación europea y mis raíces. Por eso ahora, en todos estos maestros veo a mi padre. Creo en la herencia y quiero estimular a las nuevas generaciones para que se apuren a robar, a apropiarse de esta herencia de nuestros mayores".

Algo que vienen cumpliendo con puntual asistencia muchos participantes que exhiben con orgullo lo que les dejó cada sesión: "Bonet es un gran desacralizador, nos ayudó a recuperar el juego que conlleva el oficio del actor", valoró uno de los asistentes, el actor Nicolás de la Rosa, entusiasmado con la gracia de un relato del maestro: ¿Saben por qué los cohetes de Cabo Cañaveral tienen todos el mismo ancho? Porque tienen que entrar en los vagones del tren que los transporta. A la vez, el ancho de los vagones depende del de la trocha y el de la trocha reproduce la separación de las ruedas del carro. ¿Y por qué esa separación? Porque es el ancho de dos grupas de caballo. Todo tiene su explicación en el culo del caballo.

EL BOTIN. El clima festivo que caracteriza cualquier rito teatral alcanzó su cima cuando, al final, se incorporaron a la charla invitados de lujo como Jorge Luz, Gogó Andreu, Osvaldo Bonet, Lydia Lamaison, Guillermo Rico y Oscar Núñez. Cada uno en su estilo respondió preguntas del público e inició un contrapunto con sus pares que pasó con agilidad de la sabia opinión al chiste intencionado (ver Palabras mayores) en un despliegue acrobático de ingenio. El que consiguió robarles algo se alzó con un verdadero botín.


Fuente: Clarín

domingo, 1 de octubre de 2000

RICARDO III

La corrupción en tiempos de Shakespeare

El grupo La Gotera estrenó el clásico del célebre dramaturgo inglés, haciendo una revisión de lo que es y significa la estructura del poder.

Con el tema de la corrupción en el tapete, políticos rindiendo cuentas y millones de argentinos afectados por una crisis producto de un sistema perverso, tomar como tema central de un espectáculo el poder parece oportunista, sobre todo cuando se sabe que desde la ficción de un escenario, todo está permitido.

Aunque así fuera, el Ricardo III que estrenó La Gotera no es producto de la coyuntura sino de cinco años de trabajo de investigación. Los actores del elenco andaban con ganas de llevar a escena un clásico, alguien propuso que fuera el de Shakespeare y empezaron a leer.

Interrupciones, otros estrenos - varios- de por medio, el clásico cobró forma después de haber sido adaptado.

"En su versión original 'Ricardo III' dura tres o cuatro horas. Esa fue la primera adaptación. Y después, la de los personajes: hay un Ricardo central y otros cuatro que van apareciendo según la situación que se presente para mostrar todos los vínculos: el afectivo, el social, el político. Lo que nos interesaba era desarrollar el personaje en todas sus fascetas, porque todos los poderosos se manejan en distintas situaciones", adelantó el director Marcelo Demarchi.

El poder y el vínculo. Un Ricardo que se planta en escena y otro que aparece como su alter ego. El "Ricardo III" de La Gotera hace eje en el poder. El poder como estructura, cómo se mueven todos los personajes dentro de esa estructura y cómo se acomodan o eligen un lugar dentro de ella. Un modo de adaptarse -o sobrevivir- que siempre existió, que Shakespeare plasmó en su obra y que se mantiene vigente.

"El tema de la estructura es fundamental porque, dentro de una estructura corrupta, un ser humano se corrompe. Por eso no hay buenos ni malos", agregó la asistente de dirección Claudia López Lombardi.

Vigencia, universalidad, igual: clásico. Desde la palabra, desde la situación, "Ricardo III" la respeta. No así desde la imagen y la espacialidad, el vestuario y la escenografía, lugares donde ex profeso se buscó romper con la idea que el público tiene de un clásico.

En eso trabajaron Julieta Sargentoni (diseño de vestuario, diseño escenográfico y lumínico), Claudio Cogo, Marcelo Dermarchi y C. López (diseño escenográfico y lumínico), Matías Coleff (diseño de maquillaje) y Daniel Reinoso (música original).

Los actores, cuyo entrenamiento corporal estuvo a cargo de Liliana Iglesias, son Siro Colli, Alejandra Bignasco, Edgardo Desimone, Juan Pablo Pereira, Claudio Cogo, María Ibarlín, Fabián Andicoechea, Diego Aroza y Adriana Sosa. Todos ellos confoman el grupo La Gotera y todos ellos harán las veces de Ricardo y su entorno.

Fuente: El Día

viernes, 22 de septiembre de 2000

TEATRO: MANUEL IEDVABNI, DIRECTOR Del teatro de Brecht a la música de Schumann

Reconocido especialista en el autor alemán, ahora presenta una propuesta totalmente diferente: Canciones Maliciosas, del estadounidense Jon Marans.

Se estrena en el teatro Regina, Canciones maliciosas, una obra de Jon Marans con la que Bob Hoskins obtuvo un suceso que todo el mundo considera excepcional en el Gielgud Theatre de Londres. Aquí se la verá interpretada por Héctor Bidonde y Juan Manuel Gil Navarro. El director Manuel Iedvabni, un hombre asociado a la trayectoria del teatro independiente y reconocido como uno de los mayores cultores del teatro de Bertolt Brecht, define la dificultosa propuesta.

- ¿Qué es Canciones maliciosas?
- Un espectáculo que exige al espectador mucha concentración. Hay que descubrir qué es lo que vincula a un pianista prodigio con su viejo profesor, pues allí queda expresada la relación entre la vida cotidiana, la política y el arte.

- ¿Por qué transcurre en Viena durante 1986?
- Porque en ese año en Austria es elegido presidente Kurt Waldheim, un anticipo del rebrote nazista que se prolonga hasta nuestros días.

- ¿Es la primera obra musical que hacés?
- Por lo menos es la primera en que la música adquiere tanta relevancia. Pero sólo hay música y canto, no baile.

- ¿Cómo resultó la experiencia?
- Grata, sin problemas. Conté con la colaboración de Patricia Averbuj en lo musical. Pero en la obra la relevancia es compartida entre la música de Robert Schumann y la poesía de Heinrich Heine.

- ¿Qué pasa con el idioma?
- Muchos poemas están cantados en alemán, pero a través los personajes inducen a la comprensión del contenido.

- ¿Los actores sabían alemán?
- No; pero, casualmente, Héctor Bidonde estuvo un tiempo en Alemania, por lo que tiene idea de la fonética, y Juan Manuel Gil Navarro estudió en una escuela alemana. Algún concepto tienen.

- Fue un desafío bastante particular.
- La música es, para mí, una vieja conocida y, repito, lo esencial del conflicto es la relación entre alumno y maestro. Además, tampoco es un concierto, es una obra de teatro con todas las letras.

- ¿Te la propusieron o la elegiste?
- Me la propusieron. Es la única obra de Marsans, que es músico. Es un ejemplo perfecto de la habilidad que tienen los norteamericanos para concertar un conflicto y su desarrollo.

- ¿Es un punto de inflexión en tu carrera?
- El gran regista Peter Brook dijo que cada cinco años convenía cambiar de tema. Canciones maliciosas podría ser eso, aunque mi cambio, en estos últimos años. ha sido concentrarme en el trabajo con el actor, que es por donde pasa el teatro. Lo que propone el dramaturgo me interesa como estructura, pero a partir de ahí el espectáculo tiene su autonomía.

- ¿Brecht es la influencia mayor en tu carrera?
- Sin ninguna duda. Ya es un clásico y sobrevive a todas las cuestiones coyunturales. Su obra sigue dando respuestas a temas muy diversos, ya sea el de la ciencia o el nazismo.

- ¿Cuánto hace que empezaste?
- Cincuenta años, como alumnito del teatro IFT. Y he dirigido entre cincuenta o sesenta obras.

- ¿Has podido vivir de eso?
- En los primeros cuarenta años, no.

Fuente: Clarín

domingo, 17 de septiembre de 2000

Rubén Szuchmacher DIRIGE, ACTUA, DA CLASES Y ES RESPONSABLE DEL FESTIVAL DEL C.C. RICARDO ROJAS Hombre mirando al teatro

Experto en festivales de vanguardia, es la cabeza visible del exitoso festival porteño. Entre sus puestas se recuerda la de Galileo Galilei. Y dice que su sueño sería hacer un espectáculo que dure siete horas.

MABEL ITZCOVIC

Rubén Szuchmacher es director del festival teatral que se está realizando actualmente en el Centro Cultural Ricardo Rojas, da clases de dirección, actuación y puesta en escena en varios talleres, dirige y a veces sube al escenario como intérprete e imparte una maestría en la Universidad de San Martín y, sin agotar la lista de sus ocupaciones cotidianas, es también asesor del teatro San Martín.

- ¿Cómo hacés para dividirte?
- Tengo una suerte de orden mental que me permite saltar de una cosa a la otra. Y la fortuna de que todo tiene que ver con lo mismo. Cuando no tengo proyectos o tareas, me resulta inquietante.

- ¿Te alcanzan las veinticuatro horas?
- También tengo clases de inglés, voy al gimnasio y a mis dos sesiones de análisis.

Se inició con la música cuando tenía seis años. Después actuaba, estudiaba piano, danza y en 1970, a los 19 años, trabajó en el equipo de La vuelta manzana, de Hugo Midón. Lo curioso es que no tuvo ninguna formación como actor con los maestros de su generación. ¿Y cuándo sintió que ahí estaba su elección?

"Teatralmente el momento más fuerte y decisivo fue en el 75, a los 24 años, cuando hice Porca miseria con Lorenzo Quinteros, Tina Serrano y la coreografía era de Marilú Marini. Ahí, para mí fue claro: quería eso", dice.

Szuchmacher considera que los momentos más importantes en su carrera fueron cuando hizo Calígula, en 1992: "Tuve la sensación clara de que era director y que no tenía que hacer esfuerzos para asumir ese rol. Y creo que me pasó algo equivalente cuando el año pasado participé en Tenebrae, en el centro experimental del Colón, el darme cuenta de que era actor".

- ¿Y si tuvieras que elegir?
- Tienen sus pros y sus contras. Sé que me gusta actuar, pero eso requiere una energía impresionante. Es como el trabajo de un deportista: hay que cuidarse en la comida, no acostarse tarde, mientras como director puedo hacer lo que quiera porque es otro tipo de exigencia.

- Una vida menos saludable.
- Son placeres diferentes. En uno estoy oculto, en otro mostrándome. Soy una persona curiosa. Soy voraz en el saber.

- ¿Qué te gustaría hacer?
- Un espectáculo muy extenso, de seis o siete horas...

- ¿Por qué creés que es importante la duración de un espectáculo?
- Es como la diferencia entre un cuento y una novela larga.

- ¿No será que querés tener a los espectadores bajo tus alas hasta el respiro final?
- Si uno lograra eso y el espectador cayera seducido, no estaría mal. Ya tuve la prueba con la dirección de Galileo Galilei en el San Martín, que con los intervalos duraba tres horas diez. Hay espectáculos de veinte minutos que a los diez quisiera que terminen y otros larguísimos que no terminaran nunca.

- Sos experto en festivales de vanguardia y algunas obras que se dieron en el Rojas tuvieron una recepción muy buena en festivales europeos. ¿A qué lo atribuis?
- Básicamente a la sorpresa que producen nuestros medios de producción. Llama la atención que exista un teatro de formato pequeño, de producción independiente, absolutamente impensable afuera.

- En cualquier otro lugar del mundo que no sean los países periféricos.
- Pero ni siquiera hay una situación así en otros países latinoamericanos. En esta ciudad existe una gran inteligencia teatral. Aquí nos encontramos con teatros de ínfima producción y gran potencialidad expresiva. En los países desarrollados les resulta casi imposible creer que esto se hizo entre gallos y medianoche y con muy poca plata.

- ¿Como cuáles?
- Cachetazo de campo o Dens in dente, que costaron mil pesos. Y que haya, al mismo tiempo, un concepto plástico y actoral y una cierta temática que resulta contemporánea. Cualquier escritura teatral en Alemania se concibe para un escenario grande, a gran escala. Y hasta por ahí se quejan de que les falta plata y tienen un millón y medio de dólares.

- Es otro sistema.
- Aquí hay por temporada cinco o seis espectáculos que valen la pena. Buenos Aires es una ciudad con una diversidad enorme y eso es también sorprendente para los europeos. Hay obras de mayor densidad, son más conceptuales. Yo creo que está dada por esa filosofía de no tener nada por lo cual el artista levanta los hombros y se dice: "Ma sí, lo hago igual". El famoso no tengo nada que perder se transforma en algo creativo.

Fuente. Clarín

lunes, 11 de septiembre de 2000

Maratón Teatral por la integración

A beneficio de la Asociación para la Integración del Sordo en el Arte (APISA) se realizará a partir de hoy la Maratón Teatral Actuando por la Integración en la Asociación Argentina de Actores, 4 entre 59 y 60, a cargo de grupos de teatro independientes platenses.

La maratón arrancará a las 19 con la obra "Hambres de luna" del grupo La Gotera con las actuaciones de Cynthia Aguirre, Luciano Guglielmino, Juan Pablo Pereyra y dirección de Claudio Cogo. Mañana a las 21 el grupo Stacatto pondrá en escena "Matando horas" con Betina Giorno y María Laura Belmonte y dirección de Cynthia Pierce.

El miércoles se pondrán ver dos obras: a las 19.30 "Cumbia, morena, cumbia" del grupo La Gotera y las actuaciones de Marcelo Demarchi y Diego Aroza y dirección de Daniel Dalmaroni; y a las 21.30, también del grupo La Gotera, "La gran Murga" con Fabián Andicochea, Diego Aroza, Alejandra Bignasco, Claudio Cogo, Siro Colli, Edgardo Desimone, María Ibarlín, Claudia López Lombardi, Juan Pablo Pereyra y Adriana Sosa, y la dirección de Marcelo Demarchi.

Cerrará la maratón el grupo Barataria, que el jueves a las 21 presenta la obra "Delmira, el alma incontenible" con Analía Aristegui y Ruth Attaguile y dirección de Nina Rapp.

APISA es una asociación sin fines de lucro creada con el objetivo de promover la integración de personas sordas en las áreas artísticas cuya expresión se concretó en la puesta en escena de las obras "Bodas de sangre" (1996 a 1999) y "Sueño de una noche de verano" (1999-2000) que dirige Mónica Laxague.
Cabe aclarar que la entrada a estos espectáculos cuesta dos pesos.

Fuente: El Día

sábado, 2 de septiembre de 2000

Under porteño en La Plata

La obra protagonizada y gestada por Laura López Moyano y Santiago Traverso, "Choque con Eco" se estrena hoy a las 21 en La Fabriquera, 2 entre 41 y 42, y según los responsables de la puesta "en este trabajo se expone los instantes más contradictorios de la vida de Julián Sibilino, un artista que, enceguecido con sus egoístas prácticas, comete los peores actos de 'lesa humanidad'. Carla Ritovato, una joven secretaria de la academia donde ellos se encuentran, será el fusible que revelará los relieves oscurecidos por la inercia de una realidad implacable y cruel".

Cabe destacar que este grupo de teatro fue seleccionado para el festival del Centro Cultural Ricardo Rojas con la obra "Pure de manto" que se presentará el 20 y 21 de setiembre.

Tanto Santiago Traverso como Laura López Moyano -que en nuestra ciudad formaron parte del elenco de "Eterna", la obra de Laura Valencia basada en el libro "La ciudad ausente" de Ricardo Piglia- se formaron actoralmente a las órdenes de Pompeyo Audivert, Daniel Veronese y Mariana Briski, entre otros docentes teatrales capitalinos y Moyano, por su parte, realizó trabajos con dirección de Rafael Spregelburd.

Ambos actores se desempeñan en un espacio denominado "El garaje", ubicado en el barrio de Palermo Viejo que funciona como una pequeña sala de 30 localidades, donde se han estrenado varias obras de teatro independiente porteño.También el grupo coordina un ciclo denominado VARAS (variaciones artísticas) en donde se combinan distintos trabajos de teatro, danza, música y plástica. Una propuesta con entrada libre y gratuita, con un escenario abierto a toda propuesta que no exceda los diez minutos y que le dio la posibilidad a que decenas de jóvenes artistas provenientes de diferentes lenguajes relacionados con el arte, se fusionen, pienses y practiquen sus ideas.

Fuente: El Día


viernes, 25 de agosto de 2000

El teatro independiente

El fenómeno de las obras que pasan de una sala oficial a una privada tiene su caso testigo en el "teatro independiente", especie precursora de lo que hoy se denomina off.

En 1949 el autor Carlos Gorostiza estrenó su obra El puente, en la sala del mítico teatro La Máscara. El calificativo de "mítico" es necesario, en este caso, porque entre todos los "teatros independientes" que funcionaban en esa época, La Máscara fue una sólida usina generadora de grandes intérpretes, autores y directores.

En esa ocasión, la repercusión obtenida por El puente (el apoyo de la crítica y del público) propició su representación, simultánea, en ese pequeño teatro y en una sala comercial. Pero la historia le depararía nuevos "éxitos" a la obra y a su autor.

En 1998, bajo la dirección de Daniel Marcove, El puente se reestrenó en el teatro Cervantes (sala que integra el staff de teatros oficiales), en conmemoración a los cincuenta años de su debut. A un costado la oportunidad del festejo, el conflicto de clases que el texto situaba en los años 40 emergía, medio siglo después, como una lectura anticipatoria de los abismos sociales que atraviesan a la sociedad globalizada. Carlos Gorostiza tenía veintinueve años cuando sorprendió a sus compañeros de La Máscara con esta pieza en la que supo recoger situaciones y lenguajes de un barrio porteño.

Parafraseando a Jorge Luis Borges, se podría conjeturar que el teatro no comercial (de prosa, oficial o independiente, sobre Corrientes o en el off) es aquel cuyas obras resisten el paso del tiempo. Textos y representaciones que proporcionan al espectador alguna forma de confort emocional o estético. O las dos cosas al mismo tiempo.


Fuente: Clarín

miércoles, 9 de agosto de 2000

Alerta en la Casa del Teatro

TEATRO: EL REGINA PODRIA CERRAR SUS PUERTAS
La explotación de la sala ayuda a la subsistencia de más de 40 pensionados. El actual inquilino, Ricardo Darín, y el presidente de la institución, Roberto Dairiens, en busca de una solución.

MARIA IRIBARRE

Durante las últimas semanas, el Teatro Regina fue noticia y no porque tuviera lugar allí ningún estreno rutilante. En cambio, su continuidad estaría en riesgo. Ocurre que el actor Ricardo Darín —que alquila la sala desde hace dos años y la remodeló a nuevo— estaría a punto de interrumpir la relación contractual, dejando a la Casa del Teatro —que de ella depende— sin ese respaldo económico. "A mí me shockeó la novedad y por eso lo llamé a Darín", le explicó a Clarín Roberto Dairiens, presidente de la Casa del Teatro. "Estamos en conversaciones con Ricardo para llegar a un acuerdo que bien podría ser una baja del alquiler. Dado que no explota el teatro en este momento, pagar el total representa una suma muy alta."

La Casa del Teatro es una institución única en su género. La idea de crear una "Casa del Artista" —tal como se la llamó en un principio— fue concebida en 1927 por la cantante Regina Pacini (quien abandonó su carrera para casarse con Marcelo Torcuato de Alvear). Se trata de un pensionado gratuito, con habitaciones individuales, comida y servicio de enfermería (durante las 24 horas) para los actores mayores de edad o retirados de la actividad. El edificio emplazado en la avenida Santa Fe y Libertad, se inauguró el 4 de enero de 1938. En la actualidad, su capacidad está al tope: se hospedan allí más de cuarenta huéspedes. La entidad se sostiene con el alquiler de dos locales que dan a la calle, dos pisos y la sala del Regina (cuyo nombre celebra a la mecenas fundadora).

Según Dairiens, "Darín siempre cumplió muy bien y es una excelente persona. Recicló las instalaciones a nuevo y dejó la sala que es una maravilla. Alfombró, cambió butacas... El dinero que invirtió no lo pudo recuperar".

En cifras, el alquiler del Regina equivale a 5.000 pesos, más 1.200 en carácter de expensas, mensuales. "El costo de las expensas contempla la calefacción, la limpieza de algunas áreas, el pago de impuestos y servicios", especificó el titular de la entidad, y agregó: "Mi conclusión es que Darín no quiere dejar el teatro. Están viendo cómo sobrellevar estos cincos meses hasta marzo porque es probable que, en esa fecha, repongan Art en el Regina. Tuvimos una reunión la semana pasada que fue bastante extensa. No veo la intención por parte de ellos de dejar la sala. Yo pregunté: Si ustedes no encuentran la solución que esperan, ¿qué pasa?. Ricardo me contestó que, en ese caso, nos sentamos de nuevo a conversar. Honestamente, preferiríamos bajar los costos y tenerlo a él que es un señor".

Por su parte, Ricardo Darín le dijo a este diario que "el tema no es la Casa del Teatro. Lo que yo dije es que los costos son muy elevados para mí y estamos estudiando juntos la posibilidad de mantener nuestro contrato con el teatro. Yo no me quiero ir y ellos tampoco quieren que nos vayamos. ¡Esto no significa que los pensionados se van a quedar en la calle!" Afligido y molesto, el actor insistió: "Me llama la atención que sea más importante un teatro que se cierra que un teatro que se abre. En su momento, a la hora de poner un poco de énfasis y ayuda, la verdad es que no pasó nada en ningún lado. Ahora, de golpe, todo el mundo se espanta. No es cierto que la continuidad del teatro esté en peligro. El que peligra soy yo".

Fuente: Clarín