domingo, 26 de noviembre de 2000

La obra histórica que se perdió en el tiempo

TEATRO CRITICA / Obra: Despertar de primavera
Autor: Franz Wedekind
Elenco: Bruno Martínez, Juan I.
Bianco, Sol Alba, Juan I.
Vivanco, Cruz Morena, Gonzalo
Oyarzábal, Franco Di Plácido,
María Goity, María Olaciregui,
Mariel Bignasco, Adriana
Parisse, Armando Di Cocco,
Carlos Juárez, Diego Aroza,
Jorge Demarco, María Alvides,
Andrea Cisneros, Bernado
Coloma, Jazmín García y
Alejandra Gatti

En la sala Armando Discépolo de la Comedia de la Provincia se estrenó una histórica obra de Franz Wedekind (1891) que no concreta en lo más mínimo las expectativas previas

Wedekind (1864-1918), junto con Strindberg y Büchner forman la trilogía de precursores del expresionismo. Crea un teatro que, desde la última década del siglo XIX, busca medios de expresión totalmente distintos. Esconde sus ansias torturadas bajo una sonrisa irónica y dirige sus ataques contra un mundo que, según él, se halla paralizado, intelectualmente degenerado y completamente inseguro en sus instintos, doblegados por conceptos morales carentes de una meta valiosa. Entre el naturalismo y el expresionismo, alza su voz para desenmascarar al hombre de una sociedad llena de hipocresía.

La pieza que le dio fama fue Despertar en primavera (1891), su obra dramática más poética, que es una amarga denuncia de la falsa educación sexual dada a la adolescencia y un reconocimiento de la vida de los instintos y de su verdad superior, cuya represión o deformación acarrean graves consecuencias. Wedekind acusó a “los mayores” que, por no revelar los secretos de la vida imbuidos como estaban de falsos pudores, impedían a los jóvenes la liberación de los instintos naturales y el desarrollo de los sentimientos.

El amor, en su esencia, debía tener una fuerza purificadora que en el mundo futuro actuaría como ennoblecedora. A más de un siglo de su concreción en obra, todos estos planteos han perdido fuerza y una problemática muy distinta enmarca las relaciones entre jóvenes y adultos. Por lo tanto, desempolvar un texto de este tipo supone una suerte de acercamiento a nuestros días o, por lo menos, una adaptación que aligere las cargas innecesarias y le otorgue ritmo.

Nada de esto ha realizado el director; y su criterio, discutible, no se sustenta con lo presentado en el espectáculo. Los jóvenes actores sobrellevan una marcación estatutaria que se aleja considerablemente de la estética expresionista de varias escenas de los adultos y estas dos visiones no se justifican desde el texto espectacular. Tampoco se comprende la lentitud de largos pasajes ni la soledad en la que han quedado librados los jóvenes en monólogos insostenibles. En medio de este panorama, la escenografía -compuesta por paneles metálicos que se desplazan creando diferentes ámbitos y los objetos simbólicos, se cargan de una modernidad tan absoluta que aumenta la distancia entre los distintos signos espectaculares.

Algunos actores se destacan en la composición, como Bignasco, Di Cocco, Juárez, Aroza y Cisneros, que sobresalen con solvencia profesional y presencia escénica.

Por Ana M. Tótoro

Fuente: Diario Hoy

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