miércoles, 30 de mayo de 2007

Norma.Banda de La Plata.Argentina

Recital en el Pasaje Dardo Rocha.mayo 2007.


La Plata: El Pasaje Dardo Rocha ya es “Palacio Municipal de Cultura”

El Pasaje Dardo Rocha un símbolo de la cultura local

A través de un proyecto de ordenanza aprobado por el cuerpo deliberativo en la sesión de este miércoles, se modificó la nomenclatura del histórico edificio, que en la actualidad es destinado a las más diversas expresiones artísticas. El concejal Oscar Vaudagna, autor de la iniciativa, argumentó: “Es un símbolo de la cultura y la identidad platense".

LA PLATA – BUENOS AIRES, Mayo 30 (Agencia NOVA) En la sesión de este miércoles, el Concejo Deliberante local aprobó un proyecto de ordenanza del concejal (FPV-PJ) y candidato a intendente, Oscar Vaudagna, por el cual se modificó el artículo 1º de la Ordenanza 8.264, y se denominó al Pasaje Dardo Rocha con el nombre de “Palacio Municipal de Cultura Pasaje Dardo Rocha”.

El histórico edificio ubicado entre las calles 6, 7, 49 y 50, en pleno centro comercial de la ciudad de La Plata, fue sede de la primera estación ferroviaria de la ciudad. En 1923 modificó su estilo con modificaciones estéticas del renacimiento francés. Desde esa fecha, allí funcionó una galería comercial que se llamó Pasaje Monteverde, en homenaje al gobernador bonaerense que le diera su nueva función.

En la actualidad es sede de innumerables expresiones artísticas como muestras fotográficas, exposiciones plásticas, cine y teatro.

“Nosotros solicitamos el cambio del nombre a raíz de que el aspecto es el de un sobrio palacio francés, por lo que se debe llamar Palacio Municipal de Cultura Pasaje Dardo Rocha, además de producir confusión en visitantes y turistas que vienen a la ciudad buscando un pequeño paso público entre dos calles como existe en Capital Federal.”, argumentó su iniciativa el legislador Oscar Vaudagna

"Después de haber estado ocupado por el Correo durante muchos años, albergó la Convención Constituyente, en 1994, y posteriormente ingresó al patrimonio municipal. La recuperación y restauración en 1999 se realizó con un refuerzo en su estructura, se le instaló un moderno sistema de iluminación, se ejecutaron trabajos de limpieza y reacondicionamiento externo y de la plaza de acceso, convirtiendo al Pasaje en un verdadero símbolo de la cultura y la identidad platense", concluyó. (Agencia NOVA)


Fuente: agencianova

viernes, 18 de mayo de 2007

lunes, 14 de mayo de 2007

Cien años de La muerte del cisne

Pávlova es un ave. Plisétskaya es un cisne.

La miniatura coreográfica “La muerte del cisne”, símbolo del ballet clásico, nos llega de la mano del “Lago” de Chaikovski-Petipa-Ivanov. Sin éste –sin Chaikovski, el primero que pensó en el asunto–, a Mijail Fokine no se le hubiese ocurrido, inspirado por Anna Pávlova, hacer un ballet de tres minutos, sobre la música del Cisne en el Carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns.

Por Isis Wirth (Munich)

La miniatura coreográfica “La muerte del cisne”, símbolo del ballet clásico, nos llega de la mano del “Lago” de Chaikovski-Petipa-Ivanov. Sin éste –sin Chaikovski, el primero que pensó en el asunto–, a Mijail Fokine no se le hubiese ocurrido, inspirado por Anna Pávlova, hacer un ballet de tres minutos, sobre la música del Cisne en el Carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns.

Lo novedoso entonces (1907) fue no sólo la brevedad, sino que la “trama” habitual se redujera a los últimos instantes de la vida: el Cisne entra en escena para morir. Pávlova hizo el resto. Fue ella quien le pidió a Fokine que le coreografiara un solo para una gala de beneficiencia que tendría lugar en el Teatro del Círculo de la Nobleza de San Petersburgo. Casualmente, Fokine estudiaba por entonces la partitura de Saint-Saëns. Pávlova le presenta una serie de movimientos propios; quiere modificar los port de bras que le propone el coreógrafo. Fokine piensa que el pas de bourré es lo más indicado para indicar cómo el cisne se desliza; los brazos son asunto de la Pávlova: deben expresar resignación, pero también los postreros aleteos de un ser que ha conocido la libertad absoluta. Esta posibilidad de escoger los port de bras diferenciará luego a las sucesivas intérpretes.

Uliana Lopatkina "The Dying Swan", Kirov Ballet © Kirov Ballet

Este pasaje metafísico casi imperceptible, esta línea que divide la vida de la muerte, es lo que previó el genio de Fokine. Y Pávlova fue esta blanca agonía, que diría Mallarmé. Pero el “cuello” (lo fundamental en el ballet, como reza un lugar común) fue Maya Plisétskaya. “Tout son col secouera cette blanche agonie”.


Pávlova es un ave. Plisétskaya es un cisne

Las puntas tiemblan, la tristeza vibra. La fluida cabeza se aquieta sobre un hombro que apenas se eleva. ¿Podrá soportar el peso? Devendrá la imagen del crucifijo, pero también la del cisne de Lohengrin. Abatido, muere por exceso de belleza. Las filmaciones que restan de Pávlova no son muy precisas por dos razones. Una, el envejecimiento natural del medio cinematográfico. La segunda, el envejecimiento natural del arte del ballet. No obstante, la Pávlova astral permanece. Cómo se detiene en arabesque; cómo cae finalmente, una pierna extendida, la otra plegada. El último gesto desesperado al que se abandona. Pávlova es la idea, pero atormentada.

Plisétskaya, en cambio, lucha. Es una reina majestuosa. El rol la acompañó desde el principio de su carrera. Cuando ingresó en el Ballet Bolshoi, en 1943, se presentaba con La muerte del cisne en disímiles teatros y clubes de Moscú para redondear su magro salario. Otras veces, al aire libre, o sobre camiones… En Cuba, su Cisne murió tres veces, obligado por los aplausos del público.
Uliana Lopatkina "The Dying Swan", Kirov Ballet © Kirov Ballet

Pese a que le debemos el Cisne a la Pávlova, con Plisétskaya éste es apenas una reminiscencia. Tal vez la excepcional plasticidad de Maya (su cuello, pero no menos esos brazos míticos que dominaron el ballet del siglo XX, su perfil de pájaro; la proporción entre la cabeza, el torso y las piernas) facilitó una interpretación más plena. Es la abstracción de las formas: ondulantes, sufridas, figuraciones de alas, amplias o estrechas, son todas irreales. El sistema de líneas que la artista compone es tan complejo que se aleja del cisne en cuestión para convertirse en algo más cercano al símbolo.

Natalia Makárova, proveniente del Ballet Kírov de San Petersburgo, pertenece a otra estirpe. Los sentimientos son más sometidos; el dolor, aquietado. La impresión visual es más neta porque es más “académica”. Makárova insistirá en que aun si el “braceo” es importante, lo decisivo es la espalda: el espectador debe ver cómo “respira”. Fokine le daría la razón. Maya conjugará el valor de la espalda con los brazos.

Un ballet tan simple –tan peligroso–, y con tales credenciales legendarias, ha atraído a muchas bailarinas. Pero en casi todos estos “cisnes” vemos cómo, parafraseando al poeta, su plumaje se encharca en el horror de la tierra.

Por Isis Wirth (Munich)

Fotos Seleccionadas Danza Ballet
Fuente: danzaballet

viernes, 11 de mayo de 2007

Marilyn en estado puro

Madrid (España) - Manuel Vicent 11/05/2007.- Uno de los iconos del siglo XX sigue sorprendiendo 45 años después de muerta. En su último posado muestra una cicatriz que, lejos de romper el mito, humaniza su figura.

Realmente nunca supo qué le pasaba a su cuerpo, por qué de repente un día se le había llenado de tantas curvas mortales. A los 12 años, cuando era sólo una adolescente de Los Ángeles y aún se llamaba Norma Jean Baker, se sorprendía de que los hombres volvieran bruscamente la cabeza a su paso con el peligro de romperse la nuca.

A una edad en que cualquier niña apenas reconoce su propia sexualidad, ya se vio cercada por miradas de deseo que trepaban por su cuerpo como babosas: ésos fueron los primeros homenajes y también las primeras heridas que recibió, un hecho misterioso que al mismo tiempo la halagaba y la llenaba de pánico. Entre estos dos embates de admiración y lascivia comenzó Marilyn Monroe a ser zarandeada por la vida hasta la madrugada del 5 de agosto de 1962, en que la criada Eunice Murray la descubrió muerta -boca abajo, con medio cuerpo fuera de la cama, el teléfono descolgado y un tubo vacío de Nembutal en la mesilla- en su casa de Brentwood.

Mientras el alma de esta chica luchaba con mucha dificultad por abrirse paso hacia el exterior a través de un cuerpo explosivo, todos los hombres que se acercaban a ella a su vez detenían siempre en la superficie su viaje porque unas formas detonantes les impedía ir más allá. Probablemente al interior de Marilyn sólo llegó Joe Di Maggio, y esa hazaña fue debida a la sensibilidad que este campeón de béisbol escondía bajo la aparente rudeza. Por otra parte, Marilyn no guardaba dentro ningún tesoro especial, sino los traumas de una infancia muy breada, siempre de acá para allá entre padrastros y orfelinatos. Hija de un padre desconocido y de una madre esquizofrénica, que tuvo que ser recluida en un psiquiátrico, Marilyn temía que la locura la visitara también a ella un día en medio de la gloria.

En la última sesión de fotos, que en 1962 Bert Stern realizó de la estrella en una suite del hotel Bel-Air de Los Ángeles, el cuerpo más adorado de Norteamérica fue inmolado ante la cámara del fotógrafo dejando a la intemperie su alma lacerada. Atrás quedó una larga historia en que Marilyn había sido sacrificada en el circo a sucesivos leones mucho más carnívoros que los del coliseo romano en tiempos de Nerón.

Aparte de que algún pariente rompiera a la niña mediante violación y que luego ella se dejara devorar por algún tipo de su camada en la oscuridad de un callejón, el cuerpo de Marilyn comenzó a ser oficialmente majado, batido y molturado a los 16 años por un vecino, soldado de la Marina, Jim Dougherty, que sería su primer marido, del que se divorciaría en Reno al año siguiente.

Después fue ofrecida al consumo de camioneros con su desnudo de calendario y declarada "conejita del mes" por la revista Playboy. Por su piel pasaron, sin dejar huella todavía, actores y directores de cine: Elia Kazan, el inevitable Sinatra, el galán Yves Montand..., hasta terminar como una muñeca rubia a punto de romperse de un Kennedy a otro.

Realmente sólo se la vio enamorada del intelectual Arthur Miller, quien la exhibió en Nueva York como un trofeo de caza mayor. Él le impartía desde las alturas de la inteligencia una sonrisa complaciente y conmiserativa. Ella le correspondía desde abajo con una mirada bizca de admiración. Cuando este dramaturgo escribió para la actriz una historia de caballos salvajes, que se llamó Vidas rebeldes, los tres protagonistas de la película ya estaban a punto de estallar. A Clark Gable, el galán de la sonrisa de bigotillo y las orejas desabrochadas, fue el primero al que se le reventó el corazón. A continuación, el neurótico Montgomery Clift, que ya no era nadie después de haberse partido la cara en un accidente de coche, atiborrado de drogas hasta las cejas, bajó definitivamente los brazos y se fue hacia las tinieblas de la eternidad. Durante el rodaje, Marilyn aparecía muy macerada. Tenía una mirada desvalida y parecía dispuesta a entregarse también a un destino aciago. Había pasado el tiempo de esplendor en que el lunar situado en su mejilla izquierda, a una distancia perfecta de la comisura de los labios, era el punto sobre el que giraba todo el universo de la fascinación. No obstante, quebradiza dentro de aquel jersey de punto gordo, estaba más seductora que nunca.

Cuando al final del camino el cuerpo de Marilyn ya no impedía llegar a su alma, el fotógrafo Bert Stern y la revista Vogue trataron de convencer a la estrella para que se sometiera a una sesión. Su manager les llamó con la noticia de que la estrella aceptaba. Sin salir todavía de su asombro, Bert Stern apostó muy fuerte. Le propuso fotografiarla en estado puro, desnuda, sin maquillaje, sólo con un toque de rojo en los labios.

-Entiendo. Se trata de un trabajo creativo, ¿no es eso? -exclamó Marilyn con ironía.

-Eso es -contestó el fotógrafo.

-Acabo de operarme de la vesícula hace poco más de un mes. Espero que no se me verá la cicatriz.

-Descuida. La vamos a ocultar.

Fue el más humano de sus caprichos. El fotógrafo Bert Stern comenzó a sacrificar su cuerpo con 2.571 disparos de Hasselblad y a abrasarlo con fogonazos de magnesio hasta extraer todo el desamparo que llevaba dentro, con la espléndida belleza madura a punto de ajarse. En la misma sesión, Marilyn también posó vestida de negro. Fue el único trabajo que Vogue se atrevió a publicar. El número de la revista salió a los quioscos días después de la muerte de Marilyn. El auricular del teléfono descolgado se balanceaba al pie de la cama con el pitido de una llamada sin respuesta.

La cicatriz en forma de queloides que divide el vientre de Marilyn, lejos de romper el mito, es todo un homenaje a la humanidad. Entre ese costurón y el lunar por encima del labio está la historia de la mujer más deseada del mundo. Fotografiar a Marilyn era como fotografiar la luz. Joyas, champaña, soledad. En este álbum de fotos, al desnudo de Marilyn se le ha evaporado el Chanel nº 5, que era el único pijama con que dormía. Ahora aquel perfume sólo es su alma derrotada, bellísima.

El libro 'Marilyn, la última sesión', del fotógrafo Bert Stern, publicado en España por la editorial Electa, sale a la venta el próximo viernes 25 de mayo de 2007.

Fuente: El País

lunes, 7 de mayo de 2007

"El teatro debe ser libre"

TEATRO : ENTREVISTA A EDUARDO "TATO" PAVLOVSKY
A los 73 años, protagoniza la obra "Variaciones Meyerhold", dirigido por su hijo Martín, en el Centro Cultural de la Cooperación, Hay, además, otros dos textos de su autoría en cartel en Buenos Aires y otra obra en Madrid, Y se están por estrenar dos más. Aquí, se defiende de quienes lo acusan de hacer teatro político.

Laura Gentile

Un día la segunda esposa de Eduardo "Tato" Pavlovsky, la escritora Susana Torres Molina, le dio un consejo a la actual, Susana Evans: "Nunca permitas que deje de hacer teatro". Y al parecer viene cumpliendo el consejo al pie de la letra.

"Yo creo que, si no te miento desde el año 1961, es difícil que yo haya dejado un año de hacer teatro", asegura el propio Pavlovsky, sentado en un sillón de su amplia, luminosa y austera casa del barrio de Belgrano.

A los 73 años, edad en la que muchos se jubilan, Pavlovsky continúa atendiendo pacientes en sus grupos de psicodrama, protagoniza la obra Variaciones Meyerhold en el Centro Cultural de la Cooperación, tiene en cartel dos obras de su autoría en Buenos Aires y otra en Madrid y está por estrenar dos más.

Todo impulsado por una pasión irreductible. Y también por una considerable autoexigencia: "Si yo no leo dos horas por día —dice— siento que soy un vago, aunque atienda dos grupos de 14 personas cada uno".

Alguna vez dijiste que en tu familia ser exitoso era una obligación...

Es cierto. Es una familia de médicos muy prestigiosa con una ideología que se ha extendido no solamente a los Pavlovsky, sino también a los que son "de Pavlovsky". La idea es que el tipo normal fracasó. Debo decir que yo he tenido una gran madre que me estimuló como loca para que yo fuera bueno en algo.

¿Y cómo te estimulaba?

De todas maneras. Primero, con el estudio de medicina. Papá, en cambio, me estimulaba en lo deportivo, me tomaba el tiempo en natación con un cronómetro, para que fuera campeón. Cuando empecé con el psicoanálisis se desorientaron. Pero después se dieron cuenta de que progresaba también en la profesión, entonces ¡látigo! En el teatro al principio les parecía medio chanta, un médico-actor. Después, cuando mi nombre empezó a aparecer con cierto nivel de prestigio, empezaron los dos a ponerse contentos. Pero yo pienso que muchas figuras de mi familia que no pudieron triunfar y fueron tipos normales se sienten, me parece, fracasados.

Pero eso es feo.

¡Espantoso!, lo que pasa es que conmigo funcionó. Yo también soy feliz con mi realización, con poder haber escrito tantos libros, tener una profesión de la que todavía vivo.

También dijiste en algún momento que lamentablemente esa ideología la tenés incorporada.

Sí, también la tengo, y me río. Por ejemplo yo le digo la misma frase a mi hijo menor, Federico, que es un muy buen psiquiatra, y a Martín, que es buen músico: "¡No seas cagón, vos sos Pavlovsky!"

Justamente es Martín, músico y actor, quien lo dirige en la obra Variaciones Meyerhold, que Tato protagoniza cada viernes en el Centro Cultural de la Cooperación, junto a su mujer Susana Evans.

Vsevolod Meyerhold fue uno de los grandes innovadores del teatro ruso del siglo XX. Defensor de la imaginación creadora en oposición al teatro lineal marcado por el realismo social de la Revolución (a la que él, por otra parte, adhería), Meyerhold fue perseguido por Stalin, apresado, torturado y asesinado en 1940.

En la obra Pavlovsky encarna al ruso y celebra la imaginación creadora como motor revolucionario. Y aunque intenta trazar un paralelismo entre aquella represión y la ocurrida en la última dictadura argentina, cabría preguntarse ¿cuáles son hoy, en plena democracia, los métodos de control de la imaginación creadora?

"Me parece que la imaginación creadora está dada para un sector de la población —responde Pavlovsky—, las necesidades básicas en general son tan acuciantes que desgraciadamente un sector de niños que no tiene educación, salud, ya está neurológicamente destruido".

¿Lograr que toda una generación se muestre escéptica con lo político es otra forma de control?

Hay una nueva generación de autores, que es muy buena, que si hablás de política parece que les hablaras no sé de qué. A mí me han dicho "eso lo leo en el diario", como respuesta a lo que hago. Yo creo que el teatro debe ser libre. Pero ¿qué pasa?, tomemos a tres autores "viejos", por así decirlo: Roberto Cossa, el recordado Chacho Dragún y yo. Hemos sido atravesados por una serie de dictaduras que evidentemente nos marcaron. Es difícil que todo lo que te ha pasado por el cuerpo no se trasmita. Cuando encuentro autores jóvenes a los que no les interesa nada lo político, yo entiendo que es otra vida existencial.

¿Si ustedes estuvieron atravesados por lo político, los dramaturgos jóvenes estarían atravesados por la nada?

Por ejemplo, Beckett escribía sobre la nada, el vacío. Pero eso en el teatro. El militó políticamente contra los alemanes. Vos decís lo de la nada y es cierto, pero para mí el hecho de escribir ya es importante. El acto de escribir es un acto de expresarse. Y eso es importante. ¿Por qué? Porque convoca gente, porque el teatro en sí es un fenómeno que te permite salir del autismo, creás en grupo. El fenómeno creativo grupal tiene muchos cimientos de cambio.

¿Por qué?

A mí el teatro me cambió. Me dio elementos de una creatividad impresionante para mi profesión de médico psicoanalista. Me capacitó y me dio los fundamentos de la imaginación como capacidad terapéutica. De golpe descubrí en grupos de psicodrama de chicos, que los que eran capaces de desarrollar más la imaginación lograban mayores efectos terapéuticos. Y eso me lo dio las clases de teatro que tomé con Pedro Asquini y Alejandra Boero, en los 60.

Médico psicoanalista, hace décadas que Pavlovsky atiende pacientes en grupos de psicodrama. Allí trabajan contra la propia autocensura.

¿En tus grupos notás que la gente tiene miedo a ser lo que es?

Sí. De acuerdo a determinadas estructuras familiares quizás el super yo es un dictador en la vida de uno, es un crítico que no te permite hacer nada y quedás bloqueado. Lo que uno trata es de desbloquear esas cosas a través de dramatizaciones. La gente no sabe que tiene una capacidad creativa bastante mayor de que la imagina. Nosotros tratamos de buscar que tengan conciencia de ese potencial. El problema es que hay miedo a la creatividad.

¿Miedo?

Así como tenés miedo a la locura, hay miedo a la creatividad desbordante, a esa musa, esa fuerza, esa pasión que da la creatividad.

¿Por qué?

Porque te descoloca de tu yo neurótico y te vas a otros territorios. Es un miedo al cambio. El tipo creativo se va a otro territorio. El tipo inhibido juega con su familia, papá, mamá, el nene y ahí está. Pero cuando crea y se hace cargo de su potencial cambia incluso los vínculos, se une a otra gente creativa que le da deseos. Y eso a veces da miedo.


Fuente: Clarín

martes, 1 de mayo de 2007

Una marcha por Francisco Lissa

El crimen de Francisco Lissa sigue causando gran conmoción en nuestra ciudad. Ayer a la tarde, desafiando el mal tiempo, cerca de 500 personas, la mayoría estudiantes y docentes de la facultad de Bellas Artes, participaron de una movilización para pedir justicia. Al finalizar el recorrido, frente al edificio de las fiscalías, una amiga de la víctima leyó una carta enviada por la madre del joven, donde agradecía el apoyo brindado en este momento de tanto dolor

“Por más que llueva vamos a salir, vamos hacer la marcha para pedir justicia por Francisco”, gritó por un megáfono un joven universitario de barba rala. Después levantó la bandera en la que exigía Justicia y empezó a caminar. Atrás, lo siguieron cerca de 500 estudiantes y docentes que, conmocionados por el crimen de un compañero y unidos por la misma sensación de dolor e impotencia, avanzaron por las calles de nuestra ciudad bajo una llovizna persistente.

Fue ayer a las seis y media de la tarde en la primera marcha que organizaron los estudiantes de la facultad de Bellas Artes de la universidad local para pedir esclarecimiento del crimen de Francisco Arturo Lissa (23), el joven estudiante de la carrera de Cine que el jueves de la semana pasada fue hallado ahorcado, maniatado y vendado en un zanjón de la avenida 66, en Berisso. Por este caso, la Policía busca intensamente a un chico de 20 años sospechado de haber tenido participación en el asesinato.

La movilización arrancó frente a la sede de la facultad de Bellas Artes, ubicada en diagonal 78 entre plaza Rocha y calle 8, donde horas antes se habían realizado clases públicas en contra de la impunidad. Y terminó frente al edificio de las Fiscalías, en 7 entre 56 y 57, donde se leyó una carta enviada por la psicóloga Raquel Berthi, madre de Francisco.

“Conmocionada por las expresiones de afecto de sus amigos, de quienes compartieron sus inquietudes y fueron sus compañeros de la Universidad, a la que ustedes pertenecen, confiada en la acción de la Justicia, les agradezco profundamente su gesto, en nombre de Francisco y el mío propio”, escribió Raquel.

La carta fue leída por Rocío, amiga de la facultad del joven asesinado, quien explicó que la madre de Francisco no había participado de la marcha “simplemente porque todavía está conmovida por todo lo que pasó”.

LA MOVILIZACION

Todo empezó cuando los manifestantes, acompañados por una murga que los siguió durante todo el recorrido con bombos y platillos, desplegaron una bandera en la que podía leerse “Justicia por Francisco. Basta de impunidad”, frente a la facultad en la que el joven asesinado cursaba el segundo año de la carrera de Cine.

La columna de estudiantes, en la que se mezclaron padres con sus pequeños hijos, avanzó por diagonal 78, bordeó plaza Rocha y continuó su recorrido por calle 7, hasta el cruce con 54. “Olé olé, olé olá, para Francisco Justicia y se termine con toda esta impunidad” y “Ahora, ahora, resulta indispensable, Justicia por Francisco y castigo a los culpables”, gritaron una y otra vez los manifestantes.

Entre la gente que participó de la marcha también estaban Rosa Schonfeld, madre de Miguel Brú; Nilda Eloy, dirigente de la asociación de ex detenidos desaparecidos de La Plata; y padres de víctimas de otros casos que conmocionaron a la Ciudad.

“Vine a apoyar el pedido de los chicos para que este crimen no quede impune. Estamos todos horrorizados. No podemos creer lo que pasó”, contó a este diario una vecina que se sumó a la marcha cuando los estudiantes bordearon la plaza San Martín y pasaron frente a la Gobernación, para luego retomar calle 7 en dirección al edificio de las Fiscalías Penales.

“Vamos compañeros que nos escuchen todos. Que el pedido de Justicia llegue a los oídos de todo el mundo”, gritó alguien desde atrás de la columna que ocupó prácticamente una cuadra.

Más de media hora después del inicio de la marcha, los estudiantes llegaron al edificio de las Fiscalías. “Estamos acá porque acá está la causa que investiga lo que le pasó a Francisco”, dijo una de las chicas. Y agregó: “Sabemos que lo que le pasó a él sólo es posible en el marco de la impunidad que se vive hoy en día. Y donde los jóvenes somos los primeros amenazados”.

Fue Rocío, una de la amigas de Francisco, la encargada de leer la carta que la madre del joven asesinado envió a los estudiantes que participaron de la marcha. Todos la escucharon con atención, algunos con los ojos humedecidos, las palabras de la chica. Y un aplauso dio por finalizada la marcha.

“Vamos a estar unidos en la calle las veces que sea necesario para que se esclarezca el crimen de Francisco. Y esperamos que lo que pasó no quede en la nada como tantos otros casos. Quisimos hacer esta marcha como primera medida y todo lo que hagamos de acá en adelante lo vamos a hacer con el aval de la familia de Fran”, concluyó la amiga del joven asesinado y los estudiantes empezaron entonces a desconcentrarse

Fuente: El Día, ujs la plata