sábado, 29 de junio de 2002

"El Culebrón": ¡¡¡La vieja ve los colores!!!

"El Culebrón", de Fabián Andicoechea, sobre textos de Roberto Fontanarrosa, por el Grupo de Teatro La Gotera.
Elenco: Marcelo Demarchi, Liliana Iglesias, Marcelo Arena, Edgardo Desimone, Sergio Peretti, Claudio Cogo. Vestuario: Julieta Sargentoni. Puesta de luces: Paco Suárez, Claudio Cogo. Escenografía: Paco Suárez. Dirección: Fabián Andicoechea. Centro Cultural Viejo Almacén El Obrero, 13 y 71. Sábados 21 hs.

Esteban (Desimone) mantiene una relación edípica con su anciana madre (Arena), por quien daría la vida sin mosquear. La susodicha está perdiendo la vista (pero no las mañas), y deberá ser sometida a una costosísima operación en la Tierra del Sol Naciente. El joven tiene que conseguir la friolera de dos millones de dólares de donde sea y como sea.
Por su parte, Amapola (Iglesias) se convierte intempestivamente en una apetecible viudita millonaria, al accidentarse su marido, Itsvan (Demarchi), a quien dan por muerto. Amapola carga con otra cruz: su hermana menor, la caprichosa Irene (Arena), adolescente bulímica con tendencias suicidas, que le hace la vida imposible.
Esteban decide arrastrarle el ala a Amapola, al solo efecto de agenciarse el dinero para la operación de su mamá, única dueña de su amor incondicional. Pero no le será tan fácil: Irene lo desenmascara como un casafortunas, y el misterioso y polifacético Hombre del Traje Marrón (Cogo) se encargará de embarrarle la cancha.
Tal el planteo de "El Culebrón", divertida adaptación teatral de "La gansada" de Roberto Fontanarrosa, que se mofa de un género popular por antonomasia: la telenovela, con algunas referencias al radioteatro y a la fotonovela, sus legítimos precursores. No falta ningún ingrediente; situaciones forzadas, personajes absurdos, desenlace inverosímil que complace a todos por igual, y un final feliz, como corresponde.
Un destacable acierto de la puesta de Andicoechea es la selección de los antológicos temas musicales que ilustran las distintas escenas.
Los personajes -a cual más disparatado- son graciosas caricaturas, que por momentos parecen dibujitos animados. El sastre-oftalmólogo y la Irene de Arena: desopilantes.
El vestuario aporta su indispensable toque kitsch a la caracterización.

Fuente: El Día

martes, 25 de junio de 2002

"Solsticio de Trigales": la lógica de los sueños

Por IRENE BIANCHI
"Solsticio de Trigales" de Cabe Mallo. Intérpretes: Ileana Acosta, Laura Albornoz y Leonardo Losardo. Música original: Gustavo Caccavo, Sergio Loudet. Coreografía: Fernanda Tapatá. Diseño de maquillaje: José Herrera. Fotografía: Fernando Massobrio. Arte y asistencia de dirección: Gabriel Hamamé, Fabio Oliveto. Dramaturgia y Dirección: Cabe Mallo. Espacio Teatral del Juglar, 59 entre 12 y 13. Domingos 20.30.

Enigmática pieza la de Cabe Mallo, de la que sólo podemos aventurar algunas arriesgadas interpretaciones.
Dos mujeres y un hombre matan el tiempo jugando a las cartas. "Dolores" (la dueña de casa); una joven profesora de inglés, y el apático "Román", tal vez un huésped ocasional. Hay un cuarto personaje, "Aurorita Echagüe", cuya urna cineraria preside la mesa, contundente presencia invisible alrededor de la cual gira la acción.
Aurorita, hija de Dolores, promisoria artista plástica, muere prematuramente, episodio que trastorna a su madre, hasta hacerle perder la razón. Como mecanismo de supervivencia, "Dolly" se inventa una ficción: su hijita se ha ido lejos a perfeccionarse. Sus pinturas son muy bien recibidas en las exposiciones y "vernisages"; está de novia con el joven curador de una galería de arte (también llamado Román), desde donde le envía asiduas cartas a su orgullosa madre (cartas que -demás está decirlo- Dolores escribe de su propio puño y letra).
Hasta ahí, la historia entra dentro de un marco racional y previsible. Pero, de ahí en más, los acontecimientos empiezan a desarrollarse en un plano de características oníricas, en una dimensión desconocida.
La profesora de inglés, muy cultivada y articulada ella, expone ante una audiencia imaginaria la aniquiladora reacción en cadena que provocaría la explosión de una bomba atómica. Román, por su parte, se queda dormido durante un viaje en tren, y al despertar descubre que está absolutamente solo: todos se han ido, hasta el mismísimo conductor. Román baja y atraviesa un campo sin toparse con nadie. Los vecinos de Dolly también han desaparecido. Casas y calles vacías; ciudad desierta. ¿Dónde se han ido todos? ¿Serán ellos acaso los únicos habitantes de la Tierra? ¿Los únicos sobrevivientes de vaya a saber qué catástrofe?
Por si hay que reinventar y refundar la civilización, Dolly se dedica a tejer los símbolos patrios, empezando por la bandera. La profesora se embarca en la escritura de una novela en inglés ("Wheatfields Solstice"), mientras que Román -tras embarazar a la profesora- se larga a los caminos a explorar el mundo, para luego reaparecer en una suerte de reencarnación de la difunta Aurorita.
Soledad, dolor, pérdidas infinitas, amores torturados, locura, muerte, cuestionamiento del lenguaje como eficaz medio de comunicación, ceguera (en sentido literal y figurado), percepción nihilista de la realidad, el inexorable paso del tiempo, la relativización de los sentidos, todo esto está presente en la obra de Cabe Mallo, que parece suscribir a los lineamientos y temática del teatro del absurdo (Ionesco, Pinter, Beckett). Seres solitarios, desamparados, que no se conectan entre sí, que no logran hallar su lugar en el mundo.
Los personajes compuestos por Ileana Acosta, Laura Albornoz y Leonardo Losardo son por momentos patéticos y dignos de lástima, y a la vez desopilantes. Tragicómicos, sería el término que mejor los describe. La escena del baile romántico en el que la profesora deja de lado su compostura y flema inglesa y Román sale de su apatía, es una perlita. Por su parte, la locura creciente de Dolly, genera espanto y risa. Su vieja decrépita del final es todo un hallazgo, como lo es la "niñita" que dibuja monigotes a lo Picasso.
"Solsticio de Trigales": la extraña lógica de los sueños.

Fuente: El Día

La cultura en clave solidaria

ESTAN EDIFICANDO EL CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACION
“Nosotros planteamos una socialización del hecho artístico”, dice Juanjo Villafañe, coordinador del megaproyecto que se levanta en la avenida Corrientes, cuyo funcionamiento será autogestionario.

Por Oscar Ranzani

El Centro Cultural de la Cooperación (CCC), un proyecto nacido bajo la órbita del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos que preside Floreal Gorini –autor intelectual del proyecto– comenzará a funcionar en octubre, tras cuatro años de etapa prefundacional. La nueva sede del CCC está en proceso de construcción, en Corrientes al 1500, frente a otro gigante de la cultura porteña: el Teatro San Martín.

El edificio, una obra arquitectónica de 12 pisos, reunirá alrededor de 650 personas, entre artistas y empleados estables. El presupuesto para la realización del proyecto asciende a los 4 millones de dólares, producto de la inversión realizada por el Instituto, que nuclea a 60 cooperativas de créditos, servicios y trabajo. La mecánica de funcionamiento del CCC estará regida por la autogestión y el cooperativismo, principios a partir de los cuales los organizadores buscarán fomentar la investigación, experimentación y difusión de las artes, las letras y las ciencias sociales. “Ante la privatización brutal del hecho artístico de hoy en día, nosotros planteamos una socialización del hecho artístico. Pero socializamos todo. Desde lo más exquisito de Pessoa y Borges hasta los tangos de Discépolo”, señala el coordinador artístico Juanjo Villafañe en diálogo con Página/12.

La estructura orgánica del CCC estará compuesta por doce departamentos: Artístico, Historia, Economía Internacional, Economía Política, Cooperativismo, Ciudad del Tango, Ideas Visuales, Ciencias Sociales, Comunicación, Derechos Humanos, Unidad de Informaciones (biblioteca virtual y física), Estudios Políticos, Educación y Literatura. Para Villafañe, los objetivos de los departamentos serán “difundir y producir todo lo que sea el pensamiento crítico, la búsqueda de propuestas alternativas en un campo democrático de discusión abierta. A nosotros nos interesa relacionar las artes, las ciencias sociales y las letras con la sociedad, abrir los discursos desde un criterio crítico y alternativo con la propia experiencia del movimiento cooperativo, que tiene banderas como la solidaridad y la participación.

Entonces son lineamientos muy generales, donde cada departamento buscará investigar, experimentar y difundir”. A su vez, cada departamento comprenderá diversas áreas y contará con una comisión asesora de personalidades vinculadas con el mundo intelectual y artístico. “También existirá un espacio de extensión cultural”, indica Villafañe. “Partimos de una obligación: cada departamento tendrá que hacer cuatro debates públicos por mes en función de sus investigaciones, de sus problemáticas o de algún tema de coyuntura del mes”, destaca el coordinador artístico quien, además, es poeta, ensayista y periodista.

Las áreas que abarcará el departamento artístico serán: artes escénicas (teoría, comunicación y crítica), teatro, títeres y espectáculos infantiles, varieté, música, artes audiovisuales y danza. Entre las personalidades que formarán su comisión asesora figuran Alejandra Boero, Tato Pavlovsky, Ricardo Bartís, Lorenzo Quinteros, Héctor Malamud, Tito Cossa, Norman Briski, Cristina Banegas, Ricardo Talento, Raúl Serrano, Hugo Midón, Sara Bianchi, Cora Roca, Nora Lía Sormani, Liliana Herrero, Juan Falú, Adrián Abonizio, Pino Solanas, Miguel Pérez, David Blaustein, Carlos Alonso, Felipe Noé, Horacio González y David Viñas.

El espacio del CCC estará conformado por cuatro salas: una con capacidad para 300 espectadores, dos para 100 y otra de 60, que serán utilizadas para los espectáculos de teatro, varieté y trabajos experimentales. También se instalará un estudio de radio desde donde se transmitirá al aire, junto a una sala de grabación y una isla de edición. El CCC también contará con un videoclub, una librería con ediciones de ciencias sociales, artes y letras, un centro de música de sellos alternativos, una videoteca, una galería de arte y una editorial que publicará el material de investigación y producción de lo que se realice. Pero la actividad del CCC no se verá reducida al espacio que ocupe. “También vamos a salir a los barrios, a trabajar con la gente. La idea es vincular los barrios, launiversidad, los centros de estudio, la actividad popular con el CCC”, afirma el coordinador artístico.

–Cuesta imaginarse en la Argentina actual la puesta en marcha de un megaemprendimiento de estas características. ¿Es posible sostenerlo en el marco de esta crisis?

–Yo diría más aún. Creo que este proyecto surge en el mejor momento. La gran crisis del capitalismo, la concentración del capitalismo que se ha generado en este país, la entrega del patrimonio, la privatización de la vida cultural, toda la vida pública se privatiza o desaparece. Esta idea de reconstruir el espacio cultural en forma solidaria y con la participación de los protagonistas es el único camino que nos queda. El desafío que tiene el CCC es que ante la gran crisis que se produce en la sociedad se pueden conseguir las grandes aperturas, las grandes posibilidades. Creo que el desafío que ha lanzado el movimiento cooperativo es replantearse la posibilidad de que en el trabajo común, en la solidaridad, en la participación y en el protagonismo colectivo están las soluciones.

Fuente: Página 12

miércoles, 19 de junio de 2002

Una vida consagrada al teatro

Ernesto Bianco: mañana se cumplen ochenta años de su nacimiento
Hoy, a las 18, habrá un homenaje en el Salón Dorado del Cervantes

Fue actor y director; su último y recordado trabajo fue “Cyrano de Bergerac”

En el tributo participarán, entre otros, Jorge Rivera López, Luis Brandoni y Osvaldo Bonet

Detallista, intuitivo, dúctil, talentoso. Estos son los calificativos que definieron al actor Ernesto Bianco, que mañana cumpliría 80 años.

“Soy minucioso –dijo en una oportunidad–, elaboro racionalmente los personajes y nunca termino de componerlos. Pienso todo el tiempo en mi papel porque el trabajo no termina el día del estreno, sino que más bien comienza allí.”

Con esta premisa transitó la cuerda cómica y dramática. Y no tuvo miedo de encarar ningún género. Cuando incursionó en un programa cómico de televisión “El botón” vivió la experiencia de verse criticado por haberse involucrado en un producto de menor calidad.

“El trabajo en TV –afirmaba–, además de solucionar el aspecto económico (los actores también tienen hijos que educar, por ejemplo), permite elegir la obra interesante y estar vigente, presente en la memoria de los productores y directores. Soy serio y hago seriamente los números cómicos y los acepté porque pienso que tengo ductilidad suficiente, que puedo hacerlos bien, y, además, que son auténticos.”

Pero, además, la carrera de Bianco tuvo destellos de talento, en esos arrebatos intuitivos que le permitían revelar la profunda esencia de los personajes más diversos, experiencias que se registraban sobre todo en su labor teatral. Prueba de esto es el premio Argentores que le fue adjudicado en 1960 por su actuación en “Hombre y superhombre”, de Shaw.

Inteligente y sensible, salió airoso de los compromisos más difíciles. Su entrega al gran teatro no le impidió el lucimiento en otros géneros como la comedia y el vodevil, pruebas indiscutibles de su ductilidad, a la que enriquecía con su simpatía personal.

Ernesto Bianco (Oscar Ernesto Pelicori), porteño nacido el 20 de junio de 1922, había estudiado en el entonces Conservatorio Nacional de Arte Dramático, que dirigía el gran maestro de actores Antonio Cunill Cabanellas. Fue por sugerencia de éste que el actor adoptó el apellido materno Bianco para realizar su debut, en 1946, en “La rosa azul”, de Eduardo Borrás, que ofrecía la compañía de Luisa Vehil en el teatro Empire.

A partir de ahí inició una largo periplo que lo llevó a protagonizar diferentes obras de la dramaturgia universal. En un repertorio ecléctico, Bianco encontró una fuente de nutrición para su oficio.

“Sería absurdo decir que me he trazado un camino, pues éste se ha presentado por sí solo –expresó en una entrevista–. Creo que un actor debe prestarse a todo tipo de papeles, sin predilección por ninguno, aunque por supuesto me gustan los clásicos, como Molière, Shakespeare, Anouilh, por ejemplo. Pero no porque reflejen a un tipo de personaje sino todo lo contrario, porque reflejan la diversidad.”

Con estos principios interpretó al caballero Hans en “Ondina”, de Giraudoux; a John Tanner en “Hombre y superhombre”, de Bernard Shaw,una de las interpretaciones más aplaudidas de su carrera; al propio Shaw en “Mi querido mentiroso”, de Jerome Kilty; a Carlos de Moor en “Los bandidos”, de Schiller; al atormentado protagonista de “Después de la caída”, de Arthur Miller, o al hidalgo “Cyrano de Bergerac”, de Rostand, que fue su último trabajo.

Títulos como “Can-Can”, de Cole Porter; “La dama de Maxim’s”, de George Feydeau; “El hombre de la Mancha”, de Dale Wasserman, le permitieron demostrar su histrionismo para la comedia brillante y llegar a un publico mayor.

No se privó del gusto de dirigir “El hombre, la bestia y la virtud”, de Pirandello, en la que también actuaba. “Prefiero actuar –dijo en una entrevista–. Me dan ganas de dirigir cuando veo que el director (incluso “grandes” directores) no entiende la cosa. Yo estoy pendiente de todo. El teatro es eso, ritmo, escenografía, luces, todo.”

Entre el cine y la pantalla chica

Pero, sin lugar a duda, fue la televisión (“El botón”, “Mi cuñado”, “Mamá tenía alas”) la que le dio popularidad. “No son espectáculos pretenciosos y de mala calidad –afirmaba con unas palabras que aún hoy tienen vigencia–, como muchas telenovelas, o espectáculos populacheros perniciosos o denigrantes para el público, sino que tienden buenamente a hacer reír, cosa nada fácil, por otra parte. Desearía poder hacer en televisión programas de alta calidad, como “Cosa juzgada” (dirigida por David Stivel), pero imponer uno de esos programas frente al desgraciado fantasma del rating tampoco es fácil.”

En cambio, el cine no le ofreció su gran oportunidad a pesar de contar con una filmografía de más de 20 títulos. Debutó en “La cuna vacía”, de Carlos Rinaldi (biografía del doctor Ricardo Gutiérrez), y continuó con, entre los más destacados,“Bajo un mismo rostro”, de Daniel Tinayre; “El conde de Montecristo”, de León Klimovsky; “La dama del mar”, de Mario Soffici; “La película”, de José María Paolantonio, y en un párrafo aparte, “Psique y sexo”, de la que Bianco fue guionista y director.

Integrante, junto a Orestes Caviglia e Inda Ledesma, del grupo Gente de Teatro Asociados, Bianco alternaba su actividad interpretativa con otras tareas. Una de ellas fue su compromiso gremial, que lo llevó a ocupar la secretaría general de la Asociación Argentina de Actores. La otra, la pintura, una vocación no postergada, llegando a realizar la exposición “El actor”.

Pero, indiscutiblemente, su gran amor era el teatro, del cual Ernesto Bianco opinaba que era una liberación curativa. “Tan curativo es que, a veces, he entrado al teatro enfermo, con fiebre, y he salido perfectamente sano y feliz. Será porque soy muy niño y todo esto es un juego.”

Cuando estaba representando “Cyrano de Bergerac”, Bianco subió al escenario con síntomas de un trastorno cardíaco. En esta oportunidad el teatro no pudo aliviar su lesión y el 2 de octubre de 1977 (se cumplirán este año 25 años de su desaparición) su corazón decidió bajar el telón.

Susana Freire

Fuente: La Nación

domingo, 9 de junio de 2002

En busca de la historia perdida de La Plata

Histórica. La foto de la casona fue recuperada tras una ardua tarea

UNA EXCAVACION EN LO QUE FUERA LA ESTANCIA DE LA FAMILIA IRAOLA

Antes de la fundación de la ciudad, ya estaba afincada mucha gente. Entre otros los integrantes de la familia Iraola, que vivían en el actual Bosque

Asombroso
Antes de que La Plata fuera La Plata, ya había gente viviendo en estas tierras. En rigor, había muchas estancias en la región. “Había mucho más movimiento de lo que la historia en general puede suponer”, subrayó la coordinadora del equipo “Arqueología Histórica en el Bosque”, Ana Igareta. De hecho, en el trabajo arqueológico realizado donde estaba la casona de la familia Iraola- “estamos encontrando materiales de construcción, vajilla, cosas relacionadas con caballos, botellas, elementos en que se puede leer el paso del tiempo en esta estancia desde mediados de siglo XIX”, dijo.

Toda ciudad tiene su historia. Y La Plata, lógicamente, no es la excepción. Pero sucede que en la ciudad de las diagonales aún quedan sucesos del pasado sin esclarecer del todo. Uno de ellos gira en torno de la estancia de la familia Iraola, que estaba emplazada en lo que actualmente es el Paseo del Bosque. Poco y nada se sabe de este lugar. A tal punto, que ni siquiera se conoce la fecha exacta en la que fue demolido el inmueble que supo ocupar una de las familias más emblemáticas de la región. Para desempolvar el pasado, un grupo de profesionales de la Universidad Nacional de La Plata (que conforman el Proyecto “Arqueología Histórica en el Bosque” coordinado por la Licenciada en Antropología, Ana Igareta) realizó un trabajo de excavación en el predio del Observatorio Astronómico. Los resultados fueron asombrosos: encontraron cientos de piezas que permitirán armar parte del rompecabezas de esa pequeña -pero importante- página de la historia platense.

Todo lo obtenido ahora es expuesto en la muestra “Acá cerca y hace tiempo: arqueología en la estancia Iraola”, que puede visitarse de lunes a viernes en el Observatorio. Igareta dialogó con Hoy. Habló sobre la historia del predio en el que está el actual Paseo del Bosque, el trabajo que realizaron y la necesidad de recuperar la historia.

-¿Cómo era el Bosque de La Plata antes de la fundación?

-La idea generalizada de los platenses es que era un área verde y natural. Pero cuando empezamos a estudiarlo nos dimos cuenta de que es un bosque plantado y anterior a la fundación de La Plata. Además, toda la historia de este lugar tenía que ver con la historia de una familia -los Iraola- y con la estancia que ellos habían tenido en este sitio. Encontramos muy pocas imágenes de la casa. Era un edificio impresionante de dos pisos con galería, balcón y azotea que era mirador. Tenía
una cantidad considerable de dependencias y nos llamó la atención que de todo eso no queda casi ningún registro: no hay en la superficie del Bosque nada que indique la presencia de esa estancia y quisimos saber su historia desde la construcción hasta su demolición.

-¿Cuándo fue demolida?

-La fecha es incierta, pero está cercana a 1917. Se transformó, pero es un misterio el motivo exacto de esta demolición; no existen casi registros de la existencia de este sitio. La historia de La Plata y la memoria popular no registran ese edificio, siendo que si preguntás a cualquier platense sobre el Arco del Bosque, algo recuerdan que le contaron, a pesar de que duró menos tiempo y no podía competir visualmente con la estancia. Es algo extraño, nos interesa saber qué pasó con el edificio; no se registra históricamente en qué momento se derribó y nadie lo recuerda. En eso se centra nuestro trabajo y la otra parte es ver cómo se puede reconstruir la vida de esta gente, que vivía en un lugar en que la historia dice que no había nada antes de La Plata. La historia de La Plata dice que ésta fue construida sobre la nada, pero vemos que había mucho más de lo que se dice, y de dimensiones considerables. Había caminos: el trazado de las actuales Avenidas Centenario e Iraola -que eran el ingreso a la estancia Iraola y el camino hacia el río, donde estaba el ganadoes previo a la fundación.

-Es decir, que antes de la fundación vivía gente en lo que hoy es La Plata...

-Claro que sí.

-¿Qué elementos encontraron en las excavaciones que realizaron?

Hay halladas alrededor de 2 mil piezas, muy pocos fragmentos enteros, algunos son únicos. Lo que caracteriza al sitio como sitio arqueológico es la variabilidad de objetos. Hay unos 800 fragmentos de loza y por lo menos hay 80 variedades diferentes dentro de ellas, sólo considerando las históricas. Y uno se pregunta qué pasó en la vida de esta gente, la familia, la servidumbre. Hay objetos que usó la gente de servicio, como por ejemplo restos encontrados de cerámica criolla, cerámica mestiza, pertenecientes a clases sociales más humildes, y hay también cerámica importada de Inglaterra, España, etc. Nos interesa contarle a la gente qué se está haciendo, porque tiene que ver con la memoria del lugar y en esto coincidimos todo el equipo: no hacer una arqueología que quede dentro del Museo sino que sea útil para nuestra memoria.

Fuente: Diario Hoy