jueves, 30 de noviembre de 2000

Lazos Sanguíneos, Laura Valencia


tuSi tuviéramos que mencionar una historia sería mas o menos asi: una familia, sólo marcas... marcas de sangre en las mujeres, marcas de carne en los varones... de generación en generación. Perros y hombres despedazando latidos. Hasta no oirlos.

Un monólogo a cinco voces. Un texto sin escenas. Dos manzanas, una mujer, tres hombres y un cadáver que no se encuentra. El niño canta con el último aliento de aire que le quedó al morir. El amor toma formas extrañas...

Obra producida y estrenada en La Fabriquera en septiembre de 1999. Participante del festival de teatro edicion 2000 del Centro Cultural Ricardo Rojas - UBA - Capital Federal
Ella, la prima:
Julieta Vallina

Relator-niño:

José "Pollo" Canevaro
El señor de negro, el tío:
Gustavo Senese
El Abuelo:
Marcelo Blanco
Dirección y puesta en escena:
Laura Valencia
Dramaturgia:
Patricia Rios
Musica original:
Diego Madoery
Iluminación:
Jose "Pollo" Canevaro

Laura Valencia
Fotografía:
Enzo Brutti

Asistencia de dirección:
Patricia Rios
Proyecto escenográfico:
Gabriel Perez Raventos
Dirección técnica:
Enzo Brutti

Jose "Pollo" Canevaro
Objetos escenoplásticos :
Diseño:
Laura Valencia

Jose "Pollo" Canevaro

Enzo Brutti
Realización:
Jose "Pollo" Canevaro

Enzo Brutti

Agradecimientos: Alejandra Ceriani, Daniel Veronese, Tita Di Bastiano, Cuca Valencia
Fotos: Gustavo Senese y Julieta Vallina - Fotografía: Enzo Brutti
Gustavo Senese y Pollo Canevaro- Fotografía: Enzo Brutti

GustFuente: La Fabriquera

martes, 28 de noviembre de 2000

POR LA REHABILITACION DE ALBERTO URE El cine, en solidaridad con el teatro

El lunes en el Lorange se estrenará Voyages, el filme de Emmanuel Finkiel premiado en Cannes. Las tres funciones del día serán a beneficio del director teatral, que ya ensaya su próxima puesta en escena.

IVANA COST

Hace tres años, Alberto Ure sufrió un accidente cerebrovascular. Desde entonces, no pudo actuar, dirigir ni enseñar a hacer teatro. La larga tarea de rehabilitación que inició poco después requiere mucho empeño —que a Ure le sobra— y mucho más dinero —que nunca alcanza—. Sus colegas, discípulos y amigos abrieron una cuenta en el banco Río, organizaron funciones a beneficio, donaron obras. El próximo estreno en la Argentina del filme Voyages, premiado como mejor ópera prima en el último festival de Cannes, ofrece otra ocasión para la solidaridad.

El encuentro de Ure con Emmanuel Finkiel, director de la muy valiosa Voyages (literalmente: viajes, pero traducida no en vano como Memoria), dio pie a una charla extensa y disfrutable. Allí se acordaron aspectos organizativos, se escucharon agradecimientos y se hizo pública una gran noticia: Ure vuelve a dirigir.

- ¿Vio la película Voyages?

- Sí, es una película triste. Me gustó.

- Un eje del filme es la búsqueda de una identidad perdida o fragmentada. ¿Siente que debe recuperar su identidad?

- No, ¿por qué?

- Porque supongo que la identidad es, en buena parte, el oficio, lo que uno hace todos los días. Y estar forzosamente alejado de ese oficio puede llevar a una crisis.

- Es cierto, sí. Bueno, si la perdí ya la encontraré de nuevo a la identidad. Pero me parece que ya apareció.

- ¿Cómo es eso?

- Que estoy ensayando. Un texto mío, La familia argentina. Antonio Grimau será un psicoanalista que se casa con Cristina Banegas, una arquitecta. Banegas tiene una hija, Belén Blanco. Y el tipo se calienta y se acuesta con la adolescente. Me gusta ese argumento. Me pregunto cuál es el efecto de la seducción de una chica de 20 sobre un tipo de mi edad. Ensayamos dos veces por semana en El Excéntrico. Hay otro proyecto que me trajo Humberto Tortonese: hacer El sirviente, con él en el papel que hizo Dick Bogarde en cine y Urdapilleta en el de James Fox. Mi papel es doble: Joseph Losey y Harold Pinter.

- ¿Tiene pensado mostrar La familia argentina al público?

- Claro, queremos estrenarla en marzo.

- ¿Por qué es la familia "argentina"? ¿Qué define su argentinidad?

- Que se arma en contra de todo.

- En una nota reciente, Banegas contaba que cuando lo vio trabajar a Tadeusz Kantor se dio cuenta de que hacía lo mismo que usted al dirigir: les hablaba a los actores al oído. ¿Cambió ahora su método?

- Bueno, tengo dificultad para moverme, pero hablo mucho con los actores... La historia me mandó ésta (echa una mirada a la silla de ruedas) y aprenderé a dirigir así.

- Una de sus batallas con el medio teatral empezó cuando mezcló actores de TV, algunos sin formación dramática, con grandes obras del teatro considerado culto. ¿Se mantiene fiel a esa idea?

- Sí, me sigue gustando mucho la mezcla de textos clásicos con los actores comerciales, porque creo que ellos producen una comunicación muy directa con el público. La imagen del actor es la mitad de lo que actúa. Uno que me interesa es Rodolfo Ranni: una muy buena mezcla de actor popular con el llamado culto.

- Desde el punto de vista de la actuación, más allá de la relación con el público, ¿qué es lo que le gusta de los actores de TV?

- Me gusta ver cómo rompen la tradición que arrastran. Y no sólo los de la TV. Los actores del método Stanislavsky también tienen una tradición. Me gusta ver el efecto que produce el texto en esas personas.

- ¿Cómo son sus ensayos ahora? ¿Sigue privilegiando las improvisaciones?

- Sí, improvisaciones muy disparatadas, porque la risa tiene un potencial de energía impresionante. Es una de las cosas que más disfrutábamos los actores y yo. Hay una buena anécdota al respecto. Habíamos hecho un recreo durante un ensayo de Los invertidos y Pablo Novak, que en ese momento era muy joven, le pregunta a Jorge Mayor: Decime, che ¿Ure nunca ensaya en serio?

- ¿Va al teatro?

- No, muy poco. Lo que vi fue Edipo por el Teatro Nacional de Grecia.

- ¿Qué le pareció?

- Nada. Aburrido. ¿No pudieron sacar ni una sola idea de Edipo? Sé que Villanueva estrenó algo de Thomas Bernhard ¿qué tal? Muy para intelectuales, ¿no?

- Me parece que la dificultad no es la oscuridad de Bernhard sino encontrar la manera de que los actores vuelvan ese texto creíble.

- Cuando un actor le decía a Elia Kazan que no sabía cómo hacer su papel, él contestaba: Usted lo va a hacer bien. ¿Por qué? Por la cantidad de plata que le están pagando, idiota. Y es cierto: la de actor es la profesión mejor paga del mundo. No vi lo nuevo de Tato Pavlovsky, ¿qué tal es?

- Hay un pequeño cuadro con el tema de La familia argentina. Pavlovsky también se pregunta ahí por el efecto de la seducción adolescente sobre un hombre de su edad.

- Entonces debe ser divertida la obra.

- ¿Le gusta volver a ver sus espectáculos una vez estrenados?

- Sí, me gusta ver los cambios que hicieron los actores. A veces son hallazgos. Después de estrenar El padre, de Strindberg —con un elenco de mujeres— fui a ver un ensayo y me dije: el que dirigió esto está loco. Pero me resultaba divertido ver a una mujer sexy haciendo de hombre.

- ¿Nunca sintió que no tenía ganas ni necesidad de decir nada en teatro?

- Sí, muchas veces. Pero para eso están los textos. Es imposible no tener nada que decir sobre un texto de Strindberg.

- Por lo que cuenta de sus proyectos, sus obsesiones siguen siendo las mismas...
- De Sófocles a esta parte han sido siempre las mismas.

Fuente: Clarín

domingo, 26 de noviembre de 2000

La obra histórica que se perdió en el tiempo

TEATRO CRITICA / Obra: Despertar de primavera
Autor: Franz Wedekind
Elenco: Bruno Martínez, Juan I.
Bianco, Sol Alba, Juan I.
Vivanco, Cruz Morena, Gonzalo
Oyarzábal, Franco Di Plácido,
María Goity, María Olaciregui,
Mariel Bignasco, Adriana
Parisse, Armando Di Cocco,
Carlos Juárez, Diego Aroza,
Jorge Demarco, María Alvides,
Andrea Cisneros, Bernado
Coloma, Jazmín García y
Alejandra Gatti

En la sala Armando Discépolo de la Comedia de la Provincia se estrenó una histórica obra de Franz Wedekind (1891) que no concreta en lo más mínimo las expectativas previas

Wedekind (1864-1918), junto con Strindberg y Büchner forman la trilogía de precursores del expresionismo. Crea un teatro que, desde la última década del siglo XIX, busca medios de expresión totalmente distintos. Esconde sus ansias torturadas bajo una sonrisa irónica y dirige sus ataques contra un mundo que, según él, se halla paralizado, intelectualmente degenerado y completamente inseguro en sus instintos, doblegados por conceptos morales carentes de una meta valiosa. Entre el naturalismo y el expresionismo, alza su voz para desenmascarar al hombre de una sociedad llena de hipocresía.

La pieza que le dio fama fue Despertar en primavera (1891), su obra dramática más poética, que es una amarga denuncia de la falsa educación sexual dada a la adolescencia y un reconocimiento de la vida de los instintos y de su verdad superior, cuya represión o deformación acarrean graves consecuencias. Wedekind acusó a “los mayores” que, por no revelar los secretos de la vida imbuidos como estaban de falsos pudores, impedían a los jóvenes la liberación de los instintos naturales y el desarrollo de los sentimientos.

El amor, en su esencia, debía tener una fuerza purificadora que en el mundo futuro actuaría como ennoblecedora. A más de un siglo de su concreción en obra, todos estos planteos han perdido fuerza y una problemática muy distinta enmarca las relaciones entre jóvenes y adultos. Por lo tanto, desempolvar un texto de este tipo supone una suerte de acercamiento a nuestros días o, por lo menos, una adaptación que aligere las cargas innecesarias y le otorgue ritmo.

Nada de esto ha realizado el director; y su criterio, discutible, no se sustenta con lo presentado en el espectáculo. Los jóvenes actores sobrellevan una marcación estatutaria que se aleja considerablemente de la estética expresionista de varias escenas de los adultos y estas dos visiones no se justifican desde el texto espectacular. Tampoco se comprende la lentitud de largos pasajes ni la soledad en la que han quedado librados los jóvenes en monólogos insostenibles. En medio de este panorama, la escenografía -compuesta por paneles metálicos que se desplazan creando diferentes ámbitos y los objetos simbólicos, se cargan de una modernidad tan absoluta que aumenta la distancia entre los distintos signos espectaculares.

Algunos actores se destacan en la composición, como Bignasco, Di Cocco, Juárez, Aroza y Cisneros, que sobresalen con solvencia profesional y presencia escénica.

Por Ana M. Tótoro

Fuente: Diario Hoy

miércoles, 22 de noviembre de 2000

Dos mujeres se debaten con su diluvio interior

Laura Palmieri

TEATRO CRITICA / HASTA QUE EL AGUA ME LLEVE
Dos jóvenes actrices platenses llevan adelante una puesta prometedora y comprometida, que puede ser el punto de partida de un trabajo de experimentación

Jazmín García Sathicq, joven actriz platense, presenta su primer trabajo como autora y directora en el cual desarrolla una dramaturgia no convencional que requiere, por lo tanto, de una actuación especial y de un tratamiento espacial también especial. Pretende crear un texto cercano al actor y casi verdadero para el público, sin que por eso deje de ser teatro, y trabaja con una estructura no tradicional. Pone énfasis en la concreción de una imagen plástica en la que las formas, los colores utilizados y los desplazamientos de las actrices crean belleza.

La escenografía es fundamental en este espectáculo ya que el tratamiento del espacio da valor y significado al texto. El piso blanco y de lona tiene forma rectangular y semeja un azulejo gigante. El público se ubica alrededor en proximidad física con las actrices. En el medio del espacio, dos inodoros blancos miran en direcciones opuestas. En el techo, tres entradas de agua sorprenden al espectador con lluvias inesperadas.

Dos mujeres, Soledad y Dolores, comparten el espacio vestidas con colores contrastantes (negro y rojo). La primera es víctima de la soledad y la frustración y roba personalidades ajenas para tapar el vacío de su existencia. Dolores es una piromaníaca que paga culpas propias y heredadas y soporta el castigo de la lluvia que la persigue. Dulcinea, la mujer que aparece sobre el final, llega demasiado tarde como para convertirse en el cable a tierra que libere a las otras del estado caótico de la existencia. Y si bien en el desenlace (que el espectador pueda resignificar) recupera su lugar, también ella se encuentra sola y sin posibilidad de escapatoria.

Las actuaciones son comprometidas e intentan mostrar las cargas internas de las mujeres desde una acercamiento a la realidad. El juego con el agua posibilita a Palmieri un trabajo actoral que consigue bellas imágenes. En síntesis: una propuesta teatral que resulta prometedora como punto de partida de un trabajo de búsqueda y experimentación.

Ficha técnica

Obra: Hasta que el agua me lleve
Autor: Jazmín García Sathicq.
Intérpretes: Valquiria Kumar, Laura Palmieri y Soledad Aparicio.
Escenografía e iluminación: Claudio Suárez.
Directora: Jazmín García Sathicq.
Lugar: Centro Cultural Viejo Almacén El Obrero (17 y 71).
Fecha: Sábados 22.30.

Por Ana M.Tótoro
Fuente: Hoy

sábado, 11 de noviembre de 2000

Logradas historias de adolescentes

"Despertar de primavera" de Frank Wedekind. Intérpretes: Bruno Martínez, Juan Ignacio Bianco, Sol Alba, Armando Di Coco, Carlos Juárez, Diego Aroza, Jorge Demarco y elenco. Escenografía y vestuario: Claudia Billourou. Iluminación: Nicolás Trovato. Asistente de dirección: Nelly Otero. Dirección: Horacio Pigozzi. En la sala Discépolo de La Plata. Nuestra opinión: bueno.

Escrita en 1890 y estrenada en 1906, "Despertar de primavera" sigue siendo una de las piezas más emblemáticas del teatro mundial que habla del universo de los adolescentes, y en algunos aspectos, aún tiene vigencia. Wedekind, reconocido actor y escritor, ligado al Kabaret de Munich, inició su labor como dramaturgo abordando problemáticas relacionadas con el mundo juvenil a las que enfrentó con la acendrada moral burguesa de su tiempo. Hoy, tanto "El mundo joven" (también de 1890) como "Despertar..." deberían resultar textos envejecidos, pero la mayoría de los adolescentes contemporáneos continúan enfrentándose con padres que no se animan a hablar con claridad de temas como el sexo, o siguen angustiándose cuando sienten que son castigados por enfrentarse con rebeldía a ciertos esquemas de una sociedad que no los contiene.

Protagonismo juvenil

La puesta que Horacio Pigozzi creó para la Comedia de la Provincia de Buenos Aires tiene como protagonistas a muchachos de entre 15 y 17 años, seleccionados en un casting del que participaron actores de distintos municipios. Así, comparten el escenario adolescentes de La Plata, Trenque Lauquen y 25 de Mayo, con actores profesionales, en su mayoría platenses. El director optó por representar el texto original, algo que no es cuestionable, pero el material habría necesitado una dramaturgia que posibilitara sintetizar algunas situaciones y así acortar la duración del espectáculo.

Pero Pigozzi prefiere actualizar el naturalismo del original, proponiendo desenfado en algunas actuaciones (el rector del colegio, los profesores), jugando con la iluminación diseñada por Nicolás Trovato, o integrando objetos a la puesta (una muñeca mecánica o un títere).

El elenco es muy homogéneo. Melchor (Bruno Martínez), Mauricio (Juan Ignacio Bianco) y Wendla (Sol Alba) exponen la realidad de su condición con naturalidad y frescura. Para destacar son las composiciones de Carlos Juárez (el rector), Diego Aroza (el doctor) y Armando Di Cocco (el desconocido). Claudia Billourou sintetiza con creatividad los ambientes en los que se desarrolla la acción. Las paredes metálicas que diseña, que se desplazan para dar forma a diversos espacios, adquieren gran fuerza expresiva.

Carlos Pacheco
Fuente: La Nación