sábado, 26 de abril de 2003

Una mirada diferente al eterno mito del Don Juan

BUENOS AIRES
En la pieza teatral “Donde más duele”, el director Ricardo Bartís desplaza del centro de la escena al mítico amante, convertido en un fantasma decadente acechado por la intensidad de tres mujeres.

Por Cecilia Hopkins

Al escribir El burlador de Sevilla en 1627, Tirso de Molina introdujo por primera vez en la literatura dramática un mito que tuvo su origen en romances y leyendas medievales. La figura de Don Juan, dueño de una inagotable energía seductora, fue retomada años después por Molière quien, tras volver ateo y blasfemo al protagonista, compuso su Don Juan o el convidado de piedra, una obra que, como la anterior, concluye con el castigo del pecador que debe acatar su condena a muerte sin derecho a réplica. Abrevando en la larga descendencia literaria que confirma el mito (ver recuadro), pero sólo como un punto de partida para el trabajo de los actores, el director Ricardo Bartís estructuró el prólogo, las seis escenas y el epílogo de Donde más duele, comedia –según especifica el programa de mano– que acaba de estrenar en el Sportivo Teatral, la sala-taller que el director construyó en una antigua casa chorizo de Palermo Viejo.

Cuesta imaginar que la misma puesta se verá este año en el Hebbel Theater, de Berlín y en el Théâtre National de Chaillot, de París, además de ofrecerse en el marco del Holland Festival y el Festival de Avignon, todas estas instituciones que han intervenido en la producción del espectáculo. Porque el espacio de actuación se prolonga hacia el fondo del escenario integrando el mismo patio por donde ingresa el público, detalle que aporta un halo de cotidianidad a la extravagante habitación que comparten tres hermanas. De edades dispares, las mujeres articulan el peculiar universo desde el cual se examina el mito de marras. La mayor, Haydée (María Onetto), Nenucha (Analía Couceyro), la hermana del medio, y la inexperta Bettina (Gabriela Ditisheim), las tres entablan con la figura del Don Juan (que aquí se llama Reynaldo, interpretado por Fernando Llosa), una relación que difiere en color y temperatura. Si este hombre fue antaño el mismo exaltado amador de la leyenda que no respetó ni doncella ni viuda, hoy deambula por la casa como un fantasma prostático y decadente, condenado a regar las plantas y a soportar las mismas recriminaciones de siempre. Nadie tuvo en cuenta su deseo de eludir la decrepitud y morir joven: son ellas las que procuran alargarle la vida con la sola idea de prever los detalles de su último instante. Bartís desplaza del centro de la escena al personaje masculino para ubicar en un primer plano a las tres actrices que apelan a referencias diversas que traban una relación oblicua con el tema en cuestión.
Las tres hermanas comparten una herencia de pelucas platinadas y maquillaje. Pasan parte de su tiempo entregadas a la tarea de extraer de la acelga un elixir reconstituyente. Una linfa vegetal que permanece asociada al obsesivo registro –literario, fotográfico, radiofónico– que Haydée conserva de las andanzas del seductor a los efectos de recrear una y otra vez la escena fatal de la caída en desgracia. En realidad, ella repite lo que le enseñaron: así también actuó su abuela cuando decidió romper el ciclo nefasto y atemperar sus deseos carnales.

Atiborrado de objetos y muebles desvencijados, el aspecto que asume el Sportivo resulta asfixiante. Pero esta idea de sobreabundancia de objetos forma parte esencial de unos personajes que sólo parecen capaces de revelar, ocultando. Como salidas de un comic bizarro, las hermanas se disfrazan y singularizan sus roles en función de objetos y vestuarios previstos para la ocasión. Llamativamente ajeno a la locura femenina y amansado por los años, Reynaldo boya por la casa y acepta cavar su propia fosa. Aun cuando sepa que, devaluado o no, el mito retorna siempre.

Fuente: Página 12

martes, 8 de abril de 2003

ENCUENTRO: TERMINO EN MENDOZA LA FIESTA NACIONAL DEL TEATRO Cuando las tablas cuentan un país

El público colmó las salas. Los teatristas se expresaron arriba y abajo del escenario. Y hubo polémica: el decreto de autarquía del Instituto Nacional de Teatro no conformó a muchos de los involucrados.

Laura Gentile

El teatro de un país es el mejor o es todo el que se hace? Postales festivaleras desde Mendoza. Un elenco de desenfadados actores tucumanos de 18 años eligió un texto escrito por una mujer criada en los años 50 para hablar de la represión en la educación. El resultado: Mujercitas eran las de antes, un grito liberador frente a normas caducas. El sojuzgamiento femenino fue tema recurrente en las obras presentadas. Aunque, en ocasiones, de un modo que hace pensar que todo sucede en antiguos feudos del 1900. En los debates, la mayoría de los elencos confluyó en una queja: estar lejos de las vidrieras porteñas. Otra queja: que sus públicos condicionan su hacer: "¿Hablar de la Iglesia en Catamarca?; difícil".

La 18° edición de la Fiesta Nacional del Teatro que terminó el domingo en Mendoza mostró grandes contrastes entre trabajos interesantes con búsquedas personales y obras más propias de una estudiantina, del teatro de la calle Corrientes o de programas de humor en televisión. Entre los primeros ejemplos se puede nombrar el extrañísimo y bello La fritche, del grupo cordobés Fra Noi, Un mundo raro (con altibajos) del correntino Thierry Calderón de la Barca, Perras de los porteños Claudio Martínez Bel y Néstor Caniglia o Cachafaz, también de Capital Federal, dirigido por Miguel Pittier.

No abundó la mirada original, ni la huella de esa persona que creció frente a un lago entre montañas, que la diferencia de aquella otra habituada a ver el blanco de las salinas de su tierra. Si abundó un público ávido de teatro que llenó las salas en todas las presentaciones.

Los contrastes no se limitan a las obras en sí. Mientras en una provincia como Mendoza el teatro se dicta a nivel universitario, en Ushuaia, por ejemplo, no existe una escuela de teatro y su historia teatral se remonta apenas a 20 años atrás. En esa zona austral de una población de 50.000 habitantes, el público que se acerca a una sala suma apenas unas 1.000 personas. La temporada de una obra se limita a 15 funciones.

¿Cómo es hacer teatro lejos del centro cultural del país?, ¿cuáles son los principales obstáculos? Una actriz jujeña, Flavia Molina, una directora tucumana, Patricia García (creadoras de Jamuychis, el grito), un dramaturgo fueguino, Eduardo Bonafede (Banderita mía) y un autor de Corrientes, Thierry Calderón de la Barca (Un mundo raro) dan algunas respuestas.

¿Por qué creen que algunos elencos aún eligen obras porteñas?

Thierry Calderón de la Barca: En mi región hay mucha gente que hace teatro del colonialismo, todavía siguen haciendo Alejandro Casona o Las de Barranco. Corrientes es un feudo que preserva códigos de hace 400 años y hay miedo a cambiar esos códigos.

Eduardo Bonafede: En Tierra del Fuego no existió teatro hasta la década del 80, porque prácticamente ha sido una isla militar donde la gente estaba de paso. Recién ahora se está generando una búsqueda cultural de identidad. En los 80 comenzamos a trabajar con textos de Buenos Aires, pero después, con mi grupo, sentimos la necesidad de empezar a contar cosas que identificaran a la gente.

Patricia García: Creo que hay toda una tradición de repetir esquemas y formatos pero también hay gente que hace sus propias búsquedas, y eso pasa tanto en el interior como en Buenos Aires.

¿Ese miedo a romper estructuras se profundiza en las provincias?

Patricia: No en Tucumán, que tiene un perfil particular dentro del NOA. Quizás pasa eso en Catamarca, Jujuy o Santiago del Estero; pero hay intentos de romper.

Thierry: Cuando hago el planteo estético no me olvido del público. Nosotros tenemos un camino en Corrientes, comenzado hace diez años. No podés, en la primera puesta, exacerbar la estética porque a vos te gusta; hay tiempos para cada cosa. Si yo los apuro quiebro el proceso.

¿Resulta más difícil hacer teatro para gente que no ve mucho teatro?

Thierry: Creo que se condujo el gusto de la gente para ciertos objetivos. Vos la querés llevar al teatro donde le vas a movilizar las emociones en serio y a la gente le produce miedo. Pelear contra eso es dificilísimo.

Eduardo: El teatro que escribo es prácticamente tragedia y he tenido inconvenientes con el público. Generalmente la gente quiere ver otra cosa, quiere divertirse, le molesta ver algo que profundice otro tipo de problemática. Pero creo que uno tiene que ser fiel a sí mismo.

¿Cuáles serían los principales obstáculos que enfrentan para realizar sus obras?

Eduardo: En este momento no hay salas teatrales, no tenemos dónde trabajar. El único lugar que existía, la Sala de la Cultura de la Municipalidad, está cerrado por problemas técnicos. Los gobiernos de turno le ponen énfasis a arreglar un polideportivo y el teatro queda para lo último.

Thierry: Un gran problema es la escasa o nula respuesta de los organismos oficiales. Cuando fui a la Subsecretaría de Cultura a pedir ayuda para los pasajes para venir, no me recibieron. Cómo nos van a atender en la Legislatura si están peleando por sus dietas.

Patricia: Todo el interior padece el clientelismo, pero creo que uno tiene que superar esas historias. En Tucumán la gente cambió la cabeza, ya no esperan nada. Con o sin la Secretaría, vamos a seguir haciendo teatro. Y lo que veo es cada vez somos más, a pesar de los problemas.

Thierry: Si estamos organizados, sí podemos hacer un frente. Nos van a respetar cuando seamos un poder, porque el poder sólo respeta al poder.

¿El objetivo final es mostrar en Buenos Aires?

Patricia: Nosotros estamos en un momento en el que necesitamos que nos vean. Nunca hablamos de ir a Buenos Aires; no nos interesa. Tampoco sé si nosotros le interesaremos a Buenos Aires. Más bien pensamos en las regiones, tener un ida y vuelta. Lo que más me gustó del encuentro de Mendoza es que hay un verdadero encuentro. Si uno sale sólo para mostrar no se produce el encuentro y uno sigue hermético, no hay un ida y vuelta y no te sirve de nada.

En las charlas, muchos elencos se quejaron del aislamiento con respecto a Buenos Aires y a los festivales internacionales

Patricia: Es cierto que faltan redes de comunicación que permitan el acceso a la información. Es difícil que las personas que toman decisiones te conozcan y les puedas llevar tu material. Y que, al menos, te digan: "¿Sabés qué?, lo que pasa es que a vos te faltan años luz".¨Porque está bien que te lo digan.

Flavia Molina: Un artista joven necesita continua formación y a veces debe tirar solo, porque determinados grupos que han tenido acceso a información o contactos, no lo comparten y no lo van a compartir. Hay mucho egoísmo y eso nos aísla.

Otra queja recurrente es que los grupos que participan en festivales internaciones son siempre los mismos ¿Cómo se vive eso?

Patricia: Como una gran injusticia, lógicamente. Pero hay cosas que te superan, son macroestructuras. Si todos los días tenés hambre podés disimular, decís bueno canto una canción pero a la noche, cuando te vas a dormir, siempre te acordás que tenés hambre. Yo creo que también uno se acuerda que esto no está funcionando como tiene que funcionar pero no hay que lamentarse nada más. Creo que nosotros también deberíamos tocar las puertas y decir: Señores, están funcionando mal.

¿Y eso se hace?

Patricia: No, y es una falla nuestra.

Fuente: Clarín

“La alternativa que tenemos es protestar y seguir produciendo”

BUENOS AIRES
El actor y director Ricardo Bartís explica las implicancias sociales y políticas de “Donde más duele”, una obra que argentiniza los contenidos del mito del Don Juan, un tema caro a la dramaturgia.

Por Hilda Cabrera

¿Qué nos dice un mito? En principio nos comunica con las culturas en las que sobrevive y con una zona intermedia entre la ficción y la realidad, entre la vida y la muerte. El actor y director Ricardo Bartís, fundador del Sportivo Teatral (grupo, taller y teatro), estrena el viernes una obra que tiene como punto de partida la sustancia mítica del Don Juan teatral. Se titula Donde más duele, y ya tiene acordadas varias giras por el exterior. En una primera etapa se presentará en el Sportivo, de Thames 1426, los viernes y sábados a las 22, y domingos a las 20. Se trata de una coproducción con festivales y teatros europeos, cuyos programadores vieron parte del trabajo de Bartís, a quien pertenecen la dramaturgia y la dirección. Fue invitada al Festival de Avignon, Hebbel Theater, Holland Festival, Théâtre National de Chaillot y la Banlieieue Scéne. Como en El pecado..., se ha limitado el número de espectadores: no más de 60 por función. “En Europa se resistían. Les parecía demasiado poco. Finalmente allá será de 80”, cuenta Bartís en la entrevista con Página/12.
La obra comenzó a gestarse en el trabajo conjunto con las actrices, “extraordinarias”, como puntualiza el director refiriéndose a María Onetto, Gabriela Ditisheim y Analía Couceyro. A ellas se sumó luego Fernando Llosa. “Este es un trabajo de dirección: de organizar materiales, improvisar y elaborar situaciones de modo que se sostengan por sí mismas y convivan de manera poco solemne –precisa–. Utilizamos dos frases textuales tomadas del Don Juan, de Molière, y otra de Rey Lear, de Shakespeare.” Del equipo participan Jorge Pastorino, en el diseño de luces, y Carmen Baliero, aportando una partitura original. “Le debo gratitud al escritor Ricardo Piglia, quien nos estimuló en nuestro trabajo. Fue muy generoso y entusiasta”, refiere Bartís. En cuanto al título elegido, señala que éste implica una interrogación. “¿Qué es lo que más duele? ¿La sexualidad, el desencuentro, el pasado vivido o este presente de atrocidades y vaciado de mitos?”, se pregunta.

–¿Es que no existen mitos contemporáneos verosímiles?

–Lo que existen son fetiches, sustitutos degradados de mitos.

–¿Como se manifiesta Don Juan en un mundo sin mitos?

–Parecería ingenuo plantear en esta época el tema de la sanción sobre la conducta de Don Juan, pero no la sanción en sí. La sexualidad es uno de los pocos misterios no totalmente develados del ser humano. Un territorio que por un lado nos acerca a lo animal, y, por otro, la conciencia que tenemos de esta zona nuestra nos separa y proyecta a otros ámbitos. En Donde más duele, trabajamos sobre el mito del varón que seduce, promete y no cumple.

–¿En qué sentido esta obra es una reflexión sobre el teatro? ¿El teatro es también un mito?

–Nosotros vamos a la búsqueda de un lenguaje que pueda enfrentar a esta época. El teatro que acumula ciegamente tradiciones castra lo que podría convertirse en elemento de movilización. Ese que tiende a representar y es pedagógico y académico no es más que un mito vencido y moribundo. Expresa una visión conservadora, como la que insiste en presentar a un Don Juan casi operístico. Nosotros decidimos partir de un Don Juan viejo y enfermo. Tampoco es el centro en la obra. Ese lugar lo ocupan tres hermanas que tienen una relación con él. Son las visiones de estas mujeres sobre ese vínculo las que determinan cada situación. El tema es Don Juan, pero no nos quedamos en eso. Es cierto que hay obligaciones que soportar, como algunas reglas escénicas, pero intentamos escapar creando instantes que fracturen el orden del relato, que sean volátiles, poéticos y revolucionarios.

–¿Por qué dice soportar?

–Para los que creen que el teatro es mera representación o ilustración de lo dado, no hay nada que soportar. Pero la visión del teatro que a mí me interesa es la que no parte de algo previo, a no ser ciertas reglas de escena, como las espaciales, por ejemplo.
–Pero se supone que existe alguna idea previa...
–Sí, pero como excusa para desarrollar temperaturas, velocidades y elementos externos a ella. En los ensayos, hubo momentos en que teníamos miles de textos de toda índole, improvisaciones y cosas relacionadas con aspectos de la mitología de los argentinos. Tampoco podía ser de otra manera. Donde más duele sucede en el patio de una casa de Buenos Aires. Los espectadores van a ser ubicados en el patio del Sportivo.

–¿Cómo sería un Don Juan argentino?

–Un hombre arruinado que sufre el desencuentro de sus sueños con la realidad y lo único que le queda es la repetición de una conducta. En la obra está presente la mentalidad del castigo, que requiere de un ritual de muerte. Lo que se debe sacrificar es el cuerpo, en este caso los actores. A través de ellos y de la ficción poética, el teatro enuncia otra realidad. Por eso el teatro es político, y la política, como la religión, utiliza elementos teatrales poniéndolos a su servicio. Las lecturas ingenuas del funcionamiento de lo social no capturan esa cualidad singular y erótica de la ficción ni la naturaleza mentirosa de la política. De lo contrario no nos asombraríamos de que personajes como Menem tengan posibilidades de llegar al ballotage.

–¿Es necesaria la muerte como castigo?

–Los poderosos necesitan sancionar para sostener sus andamiajes. En Donde más duele, lo que cada una de las mujeres piensa de ese hombre es utilizado para ritualizar el castigo y desarrollar un enamoramiento de lo propio, de lo femenino puesto en el otro.

–¿No hay nada romántico en este Don Juan que aquí se llama Reynaldo?

–Ni puede haberlo si lo trasladamos a una sociedad como la nuestra, que repite situaciones a sabiendas de que no existe posibilidad real de cambio. Salvo la percepción de un posible estallido, porque esta experiencia democrática nuestra no es sino el orden que imponen los poderosos. Las brutales represiones del 19 y 20 de diciembre de 2001 demuestran que podemos protestar, pero que eso tiene un límite. A diferencia de los siniestros personajes que componen nuestra dirigencia, muchos otros argentinos guardan nociones de progreso social que chocan con la codicia de poder de esa dirigencia. Vemos que esos modelos de vida fundacionales que a algunos nos inculcaron desde que éramos chicos han estallado. La alternativa es protestar, y seguir produciendo, porque la Argentina se sostiene por la gente que trata de hacer lo que cree que debe, y no por esa otra nefasta a la que no hay que perdonar. En esto, uno tiene un gran desencuentro entre las vivencias internas y la realidad.

–¿Cree que hay conciencia de ese desencuentro?

–Quienes sostienen un pensamiento tradicional progresista no leen correctamente la realidad cuando se angustian ante la posibilidad de acceso al poder de personajes detestables. Pero se acabaron las dudas. Sabemos que no es privativo de Menem la exhibición de su propia corrupción. Los capos del mundo lo hacen sin problema, y no les va mal. Causa horror el sufrimiento y la muerte de las víctimas de la guerra en Irak y las del atentado a las Torres Gemelas, pero también la imagen de Bush abrazado a los bomberos sobre un terreno sembrado de escombros y muertos debajo, prometiendo revancha, alardeando seguridad y sonriendo.

Fuente: Página 12

miércoles, 2 de abril de 2003

Una fiesta del teatro por la Paz

Por Eduardo Giorello

Mendoza (enviado especial).- Desde donde se observe el horizonte en la capital mendocina, la mirada se encuentra invariablemente con la belleza de la Cordillera de los Andes, imponente y majestuosa. Tal persistencia se suma, por estos días, a otra: la de la comunidad teatral argentina, que reunida en esta ciudad, noche tras noche se manifiesta por la Paz y en contra de la guerra en Irak. Esta consigna que privilegia la creatividad por sobre la destrucción y la muerte configura de alguna manera la marca y el emblema de la 18º Fiesta Nacional del Teatro, que en medio de las convulsiones del 2003, tiene como sede aireada a la tranquila y poblada de verdes y ocres Mendoza. El teatro de todo el país se ha dado cita aquí.

Grupos de la misma Mendoza (presenta "Rápido nocturno", de Mauricio Kartún, con entusiasmo y carencias), Corrientes (trajo un unipersonal bastante interesante, "Un mundo raro", de Thierry Calderón de la Barca) y de Buenos Aires (la cáustica "Perras", de Claudio Martínez Bel, Néstor Caniglia, Enrique Federman y Mauricio Kartún, inauguraron el miércoles 26 de marzo la Fiesta que habrá de prolongarse hasta el 6 de abril con distintas actividades que incluyen, además de las funciones teatrales, en diversas salas de la capital y en San Rafael, talleres, conferencias y actividades complementarias.
El "staff" de esta Fiesta contempla la realización de 34 espectáculos, entre obras de autor, creaciones colectivas, proyectos de investigación a partir de textos extrateatrales.


Además de las provincias participantes ya nombradas, se suman a este festejo del teatro, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Río Negro, Chubut, Neuquén, Santa Cruz, Tierra del Fuego, La Pampa, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, Salta, Misiones, Chaco, Formosa, San Juan, La Rioja y San Luis. Serán 12 los días intensísimos para el teatro nacional. Dejamos intencionalmente para el párrafo final la participación de un grupo platense, que lamentablemente no podremos aprecias, pues nuestra estadía en Mendoza acaba el domingo 30 y el Grupo de Teatro "La Gotera" -de él se trata- se presenta el 3 de abril. La Plata acerca a Mendoza "El claudicante", de Febe Chaves, que ya ha sido representada entre nosotros y que, a no dudarlo, aportará con su estética y propuesta ideológica un brillo más a los múltiples resplandores del teatro de todo nuestro territorio nacional, esta vez más que nunca haciendo votos para una Paz que se ha vuelto reticente en la zona de conflictos. Nuevamente el compromiso del arte y los teatristas eleva su voz en defensa de la condición humana.

Fuente: El Día