martes, 8 de abril de 2003

ENCUENTRO: TERMINO EN MENDOZA LA FIESTA NACIONAL DEL TEATRO Cuando las tablas cuentan un país

El público colmó las salas. Los teatristas se expresaron arriba y abajo del escenario. Y hubo polémica: el decreto de autarquía del Instituto Nacional de Teatro no conformó a muchos de los involucrados.

Laura Gentile

El teatro de un país es el mejor o es todo el que se hace? Postales festivaleras desde Mendoza. Un elenco de desenfadados actores tucumanos de 18 años eligió un texto escrito por una mujer criada en los años 50 para hablar de la represión en la educación. El resultado: Mujercitas eran las de antes, un grito liberador frente a normas caducas. El sojuzgamiento femenino fue tema recurrente en las obras presentadas. Aunque, en ocasiones, de un modo que hace pensar que todo sucede en antiguos feudos del 1900. En los debates, la mayoría de los elencos confluyó en una queja: estar lejos de las vidrieras porteñas. Otra queja: que sus públicos condicionan su hacer: "¿Hablar de la Iglesia en Catamarca?; difícil".

La 18° edición de la Fiesta Nacional del Teatro que terminó el domingo en Mendoza mostró grandes contrastes entre trabajos interesantes con búsquedas personales y obras más propias de una estudiantina, del teatro de la calle Corrientes o de programas de humor en televisión. Entre los primeros ejemplos se puede nombrar el extrañísimo y bello La fritche, del grupo cordobés Fra Noi, Un mundo raro (con altibajos) del correntino Thierry Calderón de la Barca, Perras de los porteños Claudio Martínez Bel y Néstor Caniglia o Cachafaz, también de Capital Federal, dirigido por Miguel Pittier.

No abundó la mirada original, ni la huella de esa persona que creció frente a un lago entre montañas, que la diferencia de aquella otra habituada a ver el blanco de las salinas de su tierra. Si abundó un público ávido de teatro que llenó las salas en todas las presentaciones.

Los contrastes no se limitan a las obras en sí. Mientras en una provincia como Mendoza el teatro se dicta a nivel universitario, en Ushuaia, por ejemplo, no existe una escuela de teatro y su historia teatral se remonta apenas a 20 años atrás. En esa zona austral de una población de 50.000 habitantes, el público que se acerca a una sala suma apenas unas 1.000 personas. La temporada de una obra se limita a 15 funciones.

¿Cómo es hacer teatro lejos del centro cultural del país?, ¿cuáles son los principales obstáculos? Una actriz jujeña, Flavia Molina, una directora tucumana, Patricia García (creadoras de Jamuychis, el grito), un dramaturgo fueguino, Eduardo Bonafede (Banderita mía) y un autor de Corrientes, Thierry Calderón de la Barca (Un mundo raro) dan algunas respuestas.

¿Por qué creen que algunos elencos aún eligen obras porteñas?

Thierry Calderón de la Barca: En mi región hay mucha gente que hace teatro del colonialismo, todavía siguen haciendo Alejandro Casona o Las de Barranco. Corrientes es un feudo que preserva códigos de hace 400 años y hay miedo a cambiar esos códigos.

Eduardo Bonafede: En Tierra del Fuego no existió teatro hasta la década del 80, porque prácticamente ha sido una isla militar donde la gente estaba de paso. Recién ahora se está generando una búsqueda cultural de identidad. En los 80 comenzamos a trabajar con textos de Buenos Aires, pero después, con mi grupo, sentimos la necesidad de empezar a contar cosas que identificaran a la gente.

Patricia García: Creo que hay toda una tradición de repetir esquemas y formatos pero también hay gente que hace sus propias búsquedas, y eso pasa tanto en el interior como en Buenos Aires.

¿Ese miedo a romper estructuras se profundiza en las provincias?

Patricia: No en Tucumán, que tiene un perfil particular dentro del NOA. Quizás pasa eso en Catamarca, Jujuy o Santiago del Estero; pero hay intentos de romper.

Thierry: Cuando hago el planteo estético no me olvido del público. Nosotros tenemos un camino en Corrientes, comenzado hace diez años. No podés, en la primera puesta, exacerbar la estética porque a vos te gusta; hay tiempos para cada cosa. Si yo los apuro quiebro el proceso.

¿Resulta más difícil hacer teatro para gente que no ve mucho teatro?

Thierry: Creo que se condujo el gusto de la gente para ciertos objetivos. Vos la querés llevar al teatro donde le vas a movilizar las emociones en serio y a la gente le produce miedo. Pelear contra eso es dificilísimo.

Eduardo: El teatro que escribo es prácticamente tragedia y he tenido inconvenientes con el público. Generalmente la gente quiere ver otra cosa, quiere divertirse, le molesta ver algo que profundice otro tipo de problemática. Pero creo que uno tiene que ser fiel a sí mismo.

¿Cuáles serían los principales obstáculos que enfrentan para realizar sus obras?

Eduardo: En este momento no hay salas teatrales, no tenemos dónde trabajar. El único lugar que existía, la Sala de la Cultura de la Municipalidad, está cerrado por problemas técnicos. Los gobiernos de turno le ponen énfasis a arreglar un polideportivo y el teatro queda para lo último.

Thierry: Un gran problema es la escasa o nula respuesta de los organismos oficiales. Cuando fui a la Subsecretaría de Cultura a pedir ayuda para los pasajes para venir, no me recibieron. Cómo nos van a atender en la Legislatura si están peleando por sus dietas.

Patricia: Todo el interior padece el clientelismo, pero creo que uno tiene que superar esas historias. En Tucumán la gente cambió la cabeza, ya no esperan nada. Con o sin la Secretaría, vamos a seguir haciendo teatro. Y lo que veo es cada vez somos más, a pesar de los problemas.

Thierry: Si estamos organizados, sí podemos hacer un frente. Nos van a respetar cuando seamos un poder, porque el poder sólo respeta al poder.

¿El objetivo final es mostrar en Buenos Aires?

Patricia: Nosotros estamos en un momento en el que necesitamos que nos vean. Nunca hablamos de ir a Buenos Aires; no nos interesa. Tampoco sé si nosotros le interesaremos a Buenos Aires. Más bien pensamos en las regiones, tener un ida y vuelta. Lo que más me gustó del encuentro de Mendoza es que hay un verdadero encuentro. Si uno sale sólo para mostrar no se produce el encuentro y uno sigue hermético, no hay un ida y vuelta y no te sirve de nada.

En las charlas, muchos elencos se quejaron del aislamiento con respecto a Buenos Aires y a los festivales internacionales

Patricia: Es cierto que faltan redes de comunicación que permitan el acceso a la información. Es difícil que las personas que toman decisiones te conozcan y les puedas llevar tu material. Y que, al menos, te digan: "¿Sabés qué?, lo que pasa es que a vos te faltan años luz".¨Porque está bien que te lo digan.

Flavia Molina: Un artista joven necesita continua formación y a veces debe tirar solo, porque determinados grupos que han tenido acceso a información o contactos, no lo comparten y no lo van a compartir. Hay mucho egoísmo y eso nos aísla.

Otra queja recurrente es que los grupos que participan en festivales internaciones son siempre los mismos ¿Cómo se vive eso?

Patricia: Como una gran injusticia, lógicamente. Pero hay cosas que te superan, son macroestructuras. Si todos los días tenés hambre podés disimular, decís bueno canto una canción pero a la noche, cuando te vas a dormir, siempre te acordás que tenés hambre. Yo creo que también uno se acuerda que esto no está funcionando como tiene que funcionar pero no hay que lamentarse nada más. Creo que nosotros también deberíamos tocar las puertas y decir: Señores, están funcionando mal.

¿Y eso se hace?

Patricia: No, y es una falla nuestra.

Fuente: Clarín

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