La obra, que ganó varios premios Tony en Inglaterra, llega de la mano de Cris Morena
Cris Morena lleva al teatro un trabajo que está lejos de las producciones como Chiquititas o Casi ángeles, a las que tiene acostumbrado al público infantil y adolescente. Ahora, se jugó como productora por Despertar de primavera, un musical basado en la obra Spring Awakening, de Frank Wedekind, con música de Duncan Sheik y libro de Steven Sater, que tradujo y adaptó ella misma para llevar al escenario del teatro Astral de Buenos Aires.
Los protagonistas, Florencia Otero, Fernando Dente (el ganador del certamen televisivo de High School Musical) y Federico Salles, se lucen junto a un elenco compuesto por jóvenes –a excepción de los adultos Irene Almus y Tony Lestingi, ambos impecables en los múltiples roles que les toca encarnar– que no desentona en su despliegue escénico.
Despertar de primavera lejos está de ser una obra superficial, como suele pasar en la mayoría de las obras que tocan la temática adolescente, sino por el contrario, cuenta una historia fuerte, que impacta y emociona por su realismo y dramatismo.
El espectáculo describe la vida adolescente de un grupo de jóvenes durante 1891, en Alemania, en una etapa de sus vidas donde surgen el despertar sexual, la rebeldía y el cuestionamiento del mundo en que viven, un universo de imposiciones y de rigurosas reglas, sin libertades.
En un lugar en el que los adultos son quienes controlan todo, la hermosa Wendla (Otero) explora los misterios de su cuerpo, y se pregunta en voz alta de dónde provienen los bebés, hasta que su madre le ordena callarse y ponerse un vestido decente. En otro lugar, el brillante e intrépido Melchior (Dente) interrumpe una entumecedora clase de Latín para defender a su amigo Moritz (Salles) –un muchacho tan traumado por la pubertad que no puede concentrarse en otra cosa–. Pero el director los golpea a ambos y los manda a volver a sus estudios.
Una tarde, en un lugar privado en el bosque, Melchior y Wendla se encuentran por casualidad y pronto descubren un deseo incomparable a cualquier otro que hayan sentido...
Así empieza a desarrollarse la historia, en principio aparentemente ingenua, que irá tomando ribetes cada vez más dramáticos. Despertar de primavera no es de esas típicas obras con final feliz, ni siquiera tiene uno predecible, pero sí tiene uno cargado de un mensaje que lleva a reflexionar sobre el equilibrio entre rebeldía y libertad, límites e imposiciones. Emotiva y fuerte a la vez, es una obra ideal para que vean los adolescentes pero también los padres.
Fuente: Diagonales
Cris Morena lleva al teatro un trabajo que está lejos de las producciones como Chiquititas o Casi ángeles, a las que tiene acostumbrado al público infantil y adolescente. Ahora, se jugó como productora por Despertar de primavera, un musical basado en la obra Spring Awakening, de Frank Wedekind, con música de Duncan Sheik y libro de Steven Sater, que tradujo y adaptó ella misma para llevar al escenario del teatro Astral de Buenos Aires.
Los protagonistas, Florencia Otero, Fernando Dente (el ganador del certamen televisivo de High School Musical) y Federico Salles, se lucen junto a un elenco compuesto por jóvenes –a excepción de los adultos Irene Almus y Tony Lestingi, ambos impecables en los múltiples roles que les toca encarnar– que no desentona en su despliegue escénico.
Despertar de primavera lejos está de ser una obra superficial, como suele pasar en la mayoría de las obras que tocan la temática adolescente, sino por el contrario, cuenta una historia fuerte, que impacta y emociona por su realismo y dramatismo.
El espectáculo describe la vida adolescente de un grupo de jóvenes durante 1891, en Alemania, en una etapa de sus vidas donde surgen el despertar sexual, la rebeldía y el cuestionamiento del mundo en que viven, un universo de imposiciones y de rigurosas reglas, sin libertades.
En un lugar en el que los adultos son quienes controlan todo, la hermosa Wendla (Otero) explora los misterios de su cuerpo, y se pregunta en voz alta de dónde provienen los bebés, hasta que su madre le ordena callarse y ponerse un vestido decente. En otro lugar, el brillante e intrépido Melchior (Dente) interrumpe una entumecedora clase de Latín para defender a su amigo Moritz (Salles) –un muchacho tan traumado por la pubertad que no puede concentrarse en otra cosa–. Pero el director los golpea a ambos y los manda a volver a sus estudios.
Una tarde, en un lugar privado en el bosque, Melchior y Wendla se encuentran por casualidad y pronto descubren un deseo incomparable a cualquier otro que hayan sentido...
Así empieza a desarrollarse la historia, en principio aparentemente ingenua, que irá tomando ribetes cada vez más dramáticos. Despertar de primavera no es de esas típicas obras con final feliz, ni siquiera tiene uno predecible, pero sí tiene uno cargado de un mensaje que lleva a reflexionar sobre el equilibrio entre rebeldía y libertad, límites e imposiciones. Emotiva y fuerte a la vez, es una obra ideal para que vean los adolescentes pero también los padres.
Fuente: Diagonales
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