Alejandra Pizarnik - Silvina Ocampo
Noemí Frenkel y Marta Bianchi se meten en la piel de estas escritoras, con la dirección de Lía Jelín
A fines de 2009, la obra Un mismo árbol verde las encontraba de gira por el Sur cuando surgió la posibilidad de hacer Mujeres terribles para encarnar a Silvina Ocampo y a Alejandra Pizarnik, con la dirección de Lía Jelín.
A punto de estrenarse (hoy, a las 20) en la Sala Enrique Muiño del Centro Cultural San Martín, Marta Bianchi y Noemí Frenkel anticipan algunas facetas reveladoras de esta obra cuya acción se desarrolla entre 1967 y 1972, período en que ambas escritoras se frecuentaron, luego de ser presentadas en la casa de la fotógrafa Sara Facio, a pocos días de haber aparecido una elogiosa crítica de un libro de Silvina, firmada por Pizarnik en la revista Sur .
"El gran encuentro fue la literatura, la necesidad de expresarse a través de las palabras. Ellas se tenían mutua admiración, se tenían respeto. Y tuvieron una relación que fue un poco más allá, de la que se habló muy poco y fue negada muchas veces, pero que se entrevé a partir de la obra", desliza Bianchi, feliz frente al estreno de esta pieza con dramaturgia de Marisé Monteiro y Virginia Uriarte, donde los personajes hablan a partir de sus propios textos, extraídos de la bibliografía de ambas escritoras, como sus cuentos, poemas, diálogos, cartas, entrevistas y diarios íntimos.
-¿Qué fue lo que más las sedujo de esos personajes?
Marta Bianchi : -Silvina Ocampo tuvo una vida muy intensa, extrema, extraordinaria por su educación y su pertenencia a una familia de una clase social minoritaria. Fue una mujer con un talento enorme, con una imaginación muy grande, absolutamente libre y transgresora que, a la vez, también tenía muchas contradicciones e inseguridades. Su vulnerabilidad era enorme a raíz de su sensibilidad; ella no se sentía linda aunque era un ser muy atractivo.
Noemí Frenkel : -A mí Alejandra me sedujo como totalidad, algo que tiene que ver con su espíritu, con su alma. Era un ser muy complejo, que transitó intensamente el arte, el amor, la locura y la muerte, los cuatro pilares de su existencia. Reconozco y me abruma esa intensidad; la manera que ella tuvo de transitar por esos aspectos de la existencia.
-La soledad, la infancia, las palabras, la muerte... ¿De qué manera se complementa ese universo poético entre ellas?
N.F. : -A través de sus textos. Ambas van mucho más allá de lo aparente, se conectan con lo que traspasa lo establecido, lo convencional. Son muy originales, pero lo viven de manera distinta. Y en la obra eso se retrata en la obra que escribieron y pensaron Marisé y Virginia.
M.B.: -Silvina decía todo el tiempo que buscaba lo mágico, lo muy superior a lo humano; ella se conectaba con otra dimensión. Tenía premoniciones, videncias inclusive. Y entonces a sus recuerdos, a sus traumas infantiles, les reinventaba cosas mágicas. Ella misma decía que la imaginación la carcomía.
N.F.: -A pesar de que pertenecían a clases sociales y generaciones distintas, cada una era muy potente en sí misma y se reconocía como alguien muy especial. En ese sentido, había como una paridad. Pero había desigualdad en cuanto a la pasión, un juego donde Alejandra amaba más, indudablemente. A lo largo de su vida, ella se ubicaba sistemáticamente en ese lugar del amor no correspondido, de sometimiento a los caprichos o las ganas del otro.
¿Y la relación con la muerte?
N.F. : -Estos meses me dediqué a leer los diarios de Alejandra, sus cartas, y comprobé que ella coqueteó siempre con la muerte. La mencionaba permanentemente, la invocaba todo el tiempo. Ella quería morir. Y por otro lado, tomaba anfetaminas. Comenzó a los 16 años, porque se sentía gorda, y esa relación con las drogas hizo que la pulsión de muerte le terminara ganando. Era una sufridora.
M.B. : -A Silvina las cosas le impresionaban mucho, y la muerte siempre andaba rondando por alrededor suyo, pero al contrario de Alejandra, trataba de escaparse de eso, prevalecía la vida.
Mujeres terribles está inscripta en el ciclo Mujeres en la Literatura, que además de teatro, comprende una muestra fotográfica curada por Sara Facio sobre los principales nombres de la narrativa y la poesía argentina del siglo XX, y un conversatorio coordinado por la periodista Susana Reinoso que se llevará a cabo al final de cada función, donde las escritoras Solange Camahuer y Elsa Osorio reflexionarán sobre la mirada y la voz de la mujer en la literatura contemporánea y la singularidad de los mundos literarios de Silvina Ocampo y Alejandra Pizarnik.
PARA AGENDAR
Mujeres terribles, con Marta Bianchi y Noemí Frenkel.
Sala Enrique Muiño del C. C. San Martín, Sarmiento 1551 4° piso. Miércoles, a las 20. $ 30..
Fuente: La Nación
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