Desde hoy, Alejandra Flechner, Raúl Rizzo y Juan Palomino se meten en la vida de la brava Juana Azurduy.
Por Verónica Pagés
De la Redacción de LA NACION
"Estoy tratando de alejarme de la estampita, de darle humanidad sin tener el dedito levantado", dice Alejandra Flechner sobre Juana Azurduy, el personaje que, desde esta noche, encarnará en Santa Juana de América , la obra de Andrés Lizarraga, que sube a escena en el Regio, sala que depende del Complejo Teatral de Buenos Aires.
Así, lejos de cualquier intento aleccionador, el numeroso elenco que encabeza Flechner junto a Raúl Rizzo y Juan Palomino se meterá -de la mano del director Hugo Alvarez- en el riquísimo mundo de una mujer que dedicó su vida a la lucha contra la pobreza, la injusticia y el imperio español.
"No vamos a enseñar nada. Vamos a dejar el hígado en el escenario y la gente se llevará una idea de la vida de Juana Azurduy", resume la actriz de un modo gráfico y contundente. Es que no puede ser de otra manera si se quiere contar la historia de una mujer brava que, a comienzos del siglo XIX, se animó a desafiar todos los mandatos destinados al género femenino -casarse o hacerse monja- y se convirtió en la cabeza de una lucha que era mucho más que independentista.
Junto a Flechner están Juan Palomino, quien interpreta a Manuel Ascensio Padilla, su marido y quien la involucra en la lucha. El antagonista es Avelardo Acuña -interpretado por Raúl Rizzo-, un terrateniente poderoso que estuvo con el imperio español hasta que se dio cuenta de que la derrota era inevitable. "Viene a ser el padre de la Sociedad Rural actual; no es un personaje simpático, pero sí muy atractivo. Al ver que sus intereses con la corona española están perdidos, se acerca a Juana, a quien ve con posibilidades de acceder al poder", explica Rizzo. Y pone en marcha una conversación entre los tres actores protagonistas en la que se destacan el parecido de las situaciones históricas que interpretan con la realidad actual. "No puedo más que sentir orgullo de participar en esta obra en este momento que se está viviendo -dice Flechner-. Me parece bueno poder mostrar a una mujer luchando por sus ideas contra todo, y eso poder espejarlo con otras mujeres que en la actualidad lo siguen haciendo, desde la Presidenta, pasando por Milagro Sala. La obra tiene esa virtud, la de traerse completamente a la realidad por el conflicto que cuenta, por cosas que se siguen peleando hasta el día de hoy."
Los tres están de acuerdo en que ahora, como entonces, no es tiempo de neutralidad. "Este es un momento de tomar posición, de decir de qué lado se está, más allá de que eso no invalide el discurso del otro si tiene algún asidero", se suma Rizzo.
Para Palomino -quien junto a Rizzo viene de hacer una larga temporada con La tentación , pieza situada en los mismos años que Santa Juana de América y que rescata la figura de Manuel Dorrego-, la obra está armada a partir de cosas que hoy se están debatiendo: "O hacemos de este país un lugar para todos o se alzan con él unos pocos. Es exactamente lo mismo que refleja la obra, y con ella la vida de Juana y de su marido, Manuel, que muere joven porque es traicionado. Es que las traiciones vienen de hace tiepo, no aparecieron este año ni el que pasó".
La misma euforia que tienen para hablar y el mismo compromiso con el que se involucran en la realidad política actual son los que ponen en juego -en conjunto- al participar de esta obra que se constituye -según sus propias palabras- en un gran espectáculo, con un dispositivo escénico muy atractivo.
Eso es lo que el público va a poder ver desde esta noche, ya que más allá de la referencia espejada con lo que se vive hoy en el país la vida de esta mujer, además de ser de una riqueza apabullante, está narrada con todas las licencias que se toma la ficción, que se traduce en un cuento atrapante, entretenido, conmocionante.
"Para mí lo novedoso era que nunca me había tocado hacer un personaje preexistente, y en cierto sentido tuve que superar algún prejuicio. ¿Cómo hace uno para encarnar a alguien que de verdad vivió? ¿Parecerse, imitar, o llegar a un corazón, a un lugar más profundo? Eso solo ya era un gran desafío", explica Flechner, quien interpreta a Azurduy desde sus 17 años hasta su muerte, a los 83.
"Me duele todo el cuerpo, este trabajo me enfrenta a una cosa preciosa -en el sentido de piedra preciosa-, ya que es muy valioso para un actor poder trabajar todo ese proceso, hay algo que atravesar y el cuerpo es la clave, ya que aquella era gente dispuesta a luchar cuerpo a cuerpo por cosas que pensaba", explica Flechner, y hace entender aún más eso de "dejar el hígado" en el escenario.
"Sólo queremos que a la gente le pase lo mismo que a nosotros cuando leímos la obra o cuando empezamos a trabajarla. No hay ninguna bajada de línea, es simplemente contar una historia muy nuestra a partir de la vida de un ser con un espíritu indómito y de una fuerza arrolladora. Es esencial poder rescatar del olvido a esta mujer que, como otras, ha sido protagonista, pero que ha quedado oscurecida por quienes narraron la historia oficial. No es casual que casi no se sepa nada de ella y que en las escuelas no se la nombre", concluye Palomino.
Algo de razón tiene, ya que una de las únicas cosas que la propia Flechner conocía del personaje, antes de meterse en su mundo era la canción que compusieron Ariel Ramírez y Félix Luna, a la que le supo dar voz la inolvidable Mercedes Sosa: "Juana Azurduy/ flor del Alto Perú/ no hay otro capitán/ más valiente que tú".
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