En un edificio impactante, abre un megaespacio de muestras y experimentación
Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia
ROMA.- En el hall de entrada hay un esqueleto gigantesco -de 24 metros de largo-, con nariz tipo Pinocho. Es Calamita cosmica ( Imán cósmico ), de Gino de Dominicis (1947-1998), artista estrella de la esperadísima inauguración del Museo Nacional de las Artes del Siglo XXI (Maxxi), que abrirá sus puertas al público pasado mañana. Y que este fin de semana, en medio de fiestas, eventos varios y glamour, será visitado por VIP y personajes del mundo de la cultura, la política y el espectáculo.
Con este megamuseo de 10.000 metros cuadrados de superficie expositiva, el primero nacional dedicado a la creatividad contemporánea, pensado como un lugar pluridisciplinario destinado a la experimentación y a la innovación en el campo de las artes y de la arquitectura, la ciudad eterna pretende cumplir con una asignatura pendiente.
Si a Roma, que recibe a diario miles de turistas ávidos de conocer sus ruinas, iglesias, monumentos y antiguos tesoros, le faltaba algo era justamente un espacio dedicado al presente, para regresar con todo al circuito internacional de arte contemporáneo.
Para muchos parecido a una "boa plateada", el sinuoso, amplio y futurista edificio que hospeda al Maxii, un enredo de amplias y laberínticas escaleras que traen cierta reminiscencia del Guggenheim de Nueva York, es, ya de por sí, algo que vale la pena recorrer.
Realizado en el barrio del Flaminio, donde se levantaba el cuartel militar de Montello y donde existía una fábrica de camionetas militares -cuya vieja fachada aún está en pie-, se trata de un espacio espectacular, que lleva la firma de la famosísima arquitecta angloiraní Zaha Hadid. Fue ella quien, en 1999, con su elogiadísimo proyecto ganó el concurso internacional para construir este museo, que 11 años más tarde pudo hacerse realidad con una obra arquitectónica moderna, innovadora, sobria y elegante.
El museo, enorme y luminoso, se levanta en tres niveles que se trenzan y entrecruzan con gran fluidez, gracias a sinuosas escaleras desde las que pueden apreciarse diversos espacios. Vidrio, acero y cemento son los materiales predominantes del Maxxi -obra que tuvo un costo de 150 millones de euros-, marcado por áreas expositivas móviles y de aspecto neutro.
Espacios ideales para obras de arte e instalaciones contemporáneas como las que podían admirarse ayer en la exhibición inaugural que hubo para centenares de periodistas nacionales e internacionales acreditados, entre ellos LA NACION.
En ésta, podían admirarse instalaciones realizadas por los nombres más famosos del arte contemporáneo, como la cárcel con barrotes del chileno Alfredo Jaer, Wall Tatoo , un taladro robotizado que va agujereando una inmensa pared; los asteroides de "nuestro" Lucio Fontana; carpas en la Antártida de Lucy y el argentino Jorge Orta; así como obras del videoartista norteamericano Bill Viola, y creaciones de Andy Warhol, Tony Oursler y Alighiero Boetti.
"Durante siglos y siglos el arte y la arquitectura producidos en Italia han constituido la vanguardia y el modelo de la creatividad del mundo occidental, con grandes monumentos de la romanidad clásica, el medioevo de Cimabue y Giotto, el Renacimiento de Masaccio y Brunelleschi, y después con Rafael y Miguel Angel, hasta el barroco de Bernini y Borromini. El Maxxi sigue la huella de la gran tradición artística italiana y apunta a ser un centro de excelencia, en el que convergen y se mezclan las más diversas formas de expresividad, productividad y creación", explicó Pio Baldi, presidente de la Fundación Maxxi.
En una atestada conferencia de prensa, si la más aplaudida fue la arquitecta Hadid, que llegó escoltada como una estrella de Hollywood, quien fue abucheado fue el ministro de Cultura, Sandro Bondi. Los silbidos estallaron cuando éste dijo que "el mérito del cumplimiento de Maxxi" era de Berlusconi. Entonces, el ministro se corrigió y agregó su reconocimiento "al rol esencial que tuvieron los gobiernos anteriores", frase que desencadenó aplausos. A lo que Bondi replicó: "Si me hubieran dejado hablar nos ahorrábamos el papelón".
Más allá de este momento de tensión, la inauguración fue una verdadera fiesta. "Si vuelvo a pensar en la primera vez que, de niña, vine a Roma, en los años 60, me hubiera esperado todo menos esto", dijo emocionada Hadid, vestida de negro. "Todavía tengo una foto mía, a los diez años, posando junto a la Fontana de Trevi", agregó.
Entre los VIP presentes, todos coincidieron en que su creación es maravillosa. Tanto es así que el excéntrico crítico de arte y ex ministro Vittorio Sgarbi se animó a decir que "el Maxxi no es un museo de arte contemporáneo, sino en todo caso es más bien una escultura contemporánea... En definitiva, es el mausoleo de Zaha Hadid y como tal es extraordinario".
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