Falsa escuadra es algo así como un lindo cortometraje teatral, con acrobacia, poesía, malabares y mucha sensibilidad
Falsa Escuadra. Autores: Martín Joab, Iván Larroque y Fernando Rosen. Intérpretes: Iván Larroque y Fernando Rosen. Música: Luis Rodrigo Díaz Muñiz. Escenografía: Ernesto Sotera. Vestuario:Laura Molina. Dirección: Martín Joab. Club de Trapecistas Estrellas del Centenario, Ferrari 252, sábados a las 20 y domingos a las 18. Entrada: $ 25.
Nuestra opinión: buena
Dos hombres y un armario. Con reminiscencias del cortometraje de ese nombre filmado en 1958 por Roman Polanski, Falsa Escuadra parte de una situación absurda, de corte chaplinesco. Pero a diferencia de la película, volcada a explorar el cruce del trío humano-mobiliario con el mundo exterior, la obra circense se despliega en una y mil variaciones sobre las relaciones entre los dos personajes y el armario en cuestión. Son ellos tres (sí, el armario también funciona como personaje) y nada más.
Cierta poesía puesta en el armario, el insólito uso de una bicicleta, malabares que llevan a ritmos musicales y equilibrios siempre al borde del desequilibrio, la obra dirigida por Martín Joab junto a sus intérpretes, Iván Larroque y Fernando Rosen, discurre sobre asimetrías que movilizan el humor: Un hombre alto y uno bajo, dos personas contra un armario -o el armario contra ellos-, el constante desafío cuasi imposible a las fuerzas de la gravedad y un planteo básico contrario a la lógica y el sentido común.
Un objeto y dos personajes
Todo ello genera una dinámica de constante movimiento, crea un clima cercano al surrealismo vuelto cómica normalidad, aun cuando por momentos cabría esperar alguna vuelta de tuerca más espectacular y, a la vez, mayor soltura en algunas rutinas circenses, para ganar ese efecto de sorpresa maravillada ante la aparente facilidad con que se desarrollan las destrezas.
Especie de cortometraje teatral -por la sencillez de recursos y el acento puesto en el tratamiento ingenioso sobre un mismo tema, pero también por su duración acotada-, es un espectáculo grato para público de edades muy diversas que pueden compartir el divertimento sin palabras, si llegan temprano, desde los cómodos sofás que se intercalan entre butacas y tarimas en el ámbito circense del Club de Trapecistas Estrella del Centenario.
El movimiento en torno al armario termina cuando se invierten los roles. El mueble deja de ser el objeto transportado por sus dos coprotagonistas para transformarse en su cobijo, ellos se introducen en su vientre, cierran la puerta desde dentro, final.
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