Por Natalia Blanc
De la Redacción de LA NACION
"Me quedo en el país...", dice la diva Concha del Río al comienzo de su show y la platea estalla en aplausos. El personaje creado por la actriz rosarina Noralih Gago nació como uno más de un unipersonal humorístico y luego fue la presentadora de los varietés El 3340, con humos de cabaret y Anfitrión Cabaret . Gracias al boca en boca y al carisma de la intérprete, creció hasta convertirse en un fenómeno del under . Este mes se mudó de espacio: pasó de una pequeña sala de Boedo al teatro El Cubo, en el Abasto, y ahora su nombre le da título al espectáculo, Concha del Río Cabaret .
Glamorosa y decadente, Concha del Río usa un vestido blanco largo hasta al suelo, un turbante con brillos y una pluma, collar de perlas, pestañas, uñas larguísimas y una infaltable boquilla. Habla con un acento impostado difícil de identificar y no puede evitar seducir a los hombres. En el show , antes de cantar una versión personalísima de "Fumando espero", muerde una rosa roja y lanza los pétalos al público con la boca. Una escena similar, pero de la vida real, inspiró a Gago para crear a su estrella. "Vi por televisión una gala española en homenaje a Lola Flores, donde aparecía Rocío Jurado con una flor en la boca. Me impactó esa pose de diva. Por momentos, esa escena me conmovía, y otras veces, me causaba gracia. Me dieron ganas de representar eso en un escenario, pero pensé que si lo hacía en serio, iba a parecer una ridícula -cuenta Gago a adn cultura-. En esos días vi en el programa de Mirtha Legrand a una actriz argentina olvidada, que prefiero no nombrar, que estaba arreglada muy pobremente, con las raíces sin teñir. Cuando Mirtha le preguntó qué había estado haciendo, ella dijo que venía de hacer un gran éxito en Madrid. Se me ocurrió, entonces, combinar estas dos cosas: lo mentiroso y lo glamoroso que tienen algunas figuras. Concha es de las que se autoproclaman divas y se lo hacen creer a la gente, pero muestran la hilacha."
El personaje apareció por primera vez en el unipersonal Solita para todo , que Gago presentó en el teatro Anfitrión en 2001 y 2002, con dirección de Juan Parodi. Era una participación de apenas cinco minutos, en la que interpretaba una canción y un breve monólogo. En noviembre de 2004, a Gago se le ocurrió aprovechar el espacio que le cedía Berta Goldenberg (su maestra de teatro y productora asociada en el grupo Anfitrión) y armar un cabaret con números de humor para estrenar en la temporada de verano. "No teníamos plata, sólo creatividad y una sala de teatro. Convocamos a un grupo de actores del circuito independiente con los que queríamos trabajar (Damián Dreizik, Eugenia Gherty, Jorgelina Aruzzi, Mónica Cabrera) y pensamos que Concha del Río podía ser la maestra de ceremonias. La pusimos para salvar baches entre las escenas, pero fue creciendo con el correr de las funciones." En ese espectáculo comenzaron a presentar a un equipo rotativo de humoristas, que continúa en la actualidad bajo el nombre de elenco "inestable". La idea es que el público vea siempre algo nuevo. Algunas noches también hay invitados especiales.
-¿Por qué cree que el personaje cautivó tanto al público?
-La aceptación que tiene me sorprende en cada función. Cuando entra a la sala, los espectadores la aplauden como si fuera Madonna. Creo que la gente no toma distancia; trata a la diva como si fuera real. Me han llegado a decir: "Quiero ser como vos". Y Concha les contesta: "Claro, si mi vida es maravillosa". Pero mientras tanto pienso: ser como esta ridícula, qué poco vuelo. Así como yo me pongo a jugar a ser esa diva, creo que la gente juega a que está al lado de una estrella. Algunos le piden autógrafos, se sacan fotos con ella y después las suben a Facebook.
Gago abrió una página en esa red social a nombre de su personaje. En poco tiempo, llegó al máximo de cinco mil amigos. Por eso, tuvo que crear otra, en la sección de celebridades, que no tiene límites para la cantidad de contactos. "La gente se enganchó y le seguía la historia de su gira por el mundo. Le inventé un romance con Javier Bardem y puse fotos de ellos en la playa. Concha aparece en topless , con el turbante y las plumas."
La noche del estreno en el teatro El Cubo (donde tiene funciones los miércoles y jueves a las 21), Concha del Río llegó en una limusina blanca, acompañada por el conductor Marley, con quien viajó por el mundo como invitada en un programa de televisión. Los espectadores, entre los que estaban Cecilia Roth, Daniel Fanego y Arturo Bonín, se ubicaron al costado de la alfombra roja por donde caminó la diva.
-¿Cuál es su historia oficial?
-Tiene muchísimos años, pero ella dice que no tiene edad. Fue amante de Pedro Infante, amiga de María Félix, trabajó con Libertad Leblanc y con las hermanas Rojo. Cuando va a México, sale de ronda con Chavela Vargas; en Nueva York se encuentra con Liza Minnelli todas las noches. Ella dice que es ciudadana del mundo. Pero es una trucha argentina. Se autoinventó, se la creyó. La forma de hablar es mezcla de santiagueño, mexicano, peruano, colombiano: debía tener un acento que sonara extraño porque las divas no hablan naturalmente.
-¿Usted siempre quiso dedicarse al humor?
-Pasé por todo. Empecé a estudiar teatro en Rosario, a los 16 años, después de ver un show de Nacha Guevara. Al tiempo, Edda Díaz convocó a una audición y me presenté. En Buenos Aires hice obras de Shakespeare, Brecht, Beckett, Miller. Pero me tira más el humor. Es lo primero que me surge cuando quiero crear algo nuevo. Seguramente fue una elección, pero no me di cuenta. Los chistes que más me gustan son los que no hacen reír. Sería hipócrita si dijera que no busco las carcajadas, pero estoy convencida de que la risa viene cuando el personaje está vivo y le sucede algo en ese instante. Tiene más que ver con la situación que con el chiste.
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