–¿De qué manera construye la agenda del programa y cómo se organizan esas ideas al aire?
–Charlando, tirando temas, ideas, discutiendo. A mí lo que más me importa de la preproducción es la parte creativa. No me gusta hacer un programa lineal de notas, a mí me gustar vestirlas, que tengan un sentido y un valor artístico. Yo pienso el programa desde una concepción artística de la vida. Me entretengo mucho con eso, me apasiona. Todo lo que ahora escuche o hable con alguien me dispara una idea, y durante la tarde voy hablando con los productores. Y a la mañana definimos qué haremos en el programa, con lo que charlamos el día anterior, más lo que transcurra desde ese momento, las noticias del día, y hacemos una evaluación sobre cómo darle un podio al programa. Además tengo que luchar con un programa extraordinariamente informativo como el de Magdalena, del cual tengo que despegarme un rato para luego volver con la actualidad. El deseo es que no parezca el mismo programa.
–¿Cómo cree que impactó su pronunciamiento a favor de la ley de medios en los oyentes? El programa ¿perdió, sumó o cambió audiencia?
–Hoy, por ejemplo, tratamos temas como para que llamara la gente de derecha, y de hecho llamaron muchísimo, o sea, no se han ido. Pero es indudable que aparecen muchas más voces, personas con una visión no favorable al Gobierno pero sí más equidistante, que es el oyente que yo amaría en este momento: el que puede ver las dos cosas. Del Gobierno no podés ver una sola cosa, la positiva o la negativa, porque ninguna de las dos se ajustan. Si estás en contra del Gobierno te tenés que tragar sapos de las cosas que hace bien, si estás decididamente a favor te tenés que tragar sapos por no poder hablar de la corrupción, de Jaime, etc., porque parece ser que de esa forma estás deteriorando al Gobierno; pero bueno, si el Gobierno se deteriora por ese lado, que se embrome. Lo que yo quisiera es encontrar lo que encuentro en mí en ese sentido: yo miro al Gobierno y no le tengo ni bronca ni absoluta simpatía. Lo que sí se ha modificado en mí es la apreciación de que hay un establishment periodístico –el 90 por ciento de la carga periodística que el país sobrelleva– que está muy en contra y muy enojado con el Gobierno. Una cosa que ocurre en este momento es que la oposición está muy mal vista también. Y los que la hicieron ver mal son los periodistas que le dan ínfulas. Es como mandar a los jugadores a la cancha y que jueguen mal. Tienen lo impotencia del hincha de River: mandan a los jugadores a que hagan algo que después no les satisface, entonces se enojan con sus propios jugadores.
Fuente: Sur
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