martes, 13 de abril de 2010

Tres cineastas analizaron el rol que debería tener el Estado para apoyar al cine nacional

12º buenos aires festival internacional de cine independiente

Rafael Filippelli, Juan Villegas y Mariano Llinás criticaron el actual sistema del INCAA

Los realizadores Juan Villegas y Mariano Llinás debatieron sobre el rol del estado en el cine argentino en una mesa moderada por otro realizador, Rafael Filippelli, en el marco del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), que culmina el domingo.

“No necesariamente el Estado tiene que intervenir en la cinematografía apoyándola con dinero. Pero en la Argentina, muchas películas no podrían existir sin esa ayuda”, dijo para iniciar el tema Rafael Filipelli (que con su film Secuestro y muerte abrió esta edición del Bafici).

“Hay un cine de gran éxito de público que podría existir sin el apoyo del Estado y que, sin embargo, es el que más beneficios obtiene. Y es que al cine argentino lo acechan dos problemas serios: las películas comerciales que se llevan casi todos los beneficios del INCAA y el complicado mundo de los negocios que tiene que enfrentar”, planteó para abrir el debate a sus colegas.

Juan Villegas esbozó dos formas de solventar la actividad cinematográfica: “tendría que haber un sistema universal, al que acceden todas las películas, con ciertos requisitos técnicos pero no estéticos ni artísticos, y/o un sistema selectivo, en el que se premia a un puñado de proyectos entre la gran cantidad que se presentan”.

“El sistema debería ser universal o muy selectivo o, mejor, una combinación de las dos cosas. Pero el INCAA no funciona así”, aseveró el director de Los suicidas (2005) y Sábado (2001). Y remarcó que esto “va más allá de las decisiones de un presidente del INCAA”, ya que “tiene que ver con las limitaciones de la ley de Cine, que tendría que modificarse”.

Pero Villegas también rescató que “hay muchas formas de acceder al dinero del Estado sin pasar por el INCAA y un ejemplo de ello es el Bafici, organizado por el Estado (N. de la R.: al Bafici lo organiza el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) y con premios que paga el Estado”.
Mariano Llinás coincidió en lo que plantearon sus compañeros de mesa y aclaró que piensa que “el Estado debe apoyar financieramente al cine”.

El realizador de Historias extraordinarias (2008) dijo que existen dos tipos de cine: “el industrial, para llegar al gran público y ganar dinero, y el llamado cine de autor, al que ahora le decimos cine independiente”. Pero remarcó que “el INCAA parece no opinar eso, ya que tiene los mismos requisitos para todas las películas”.

“El INCAA se volvió cada vez más represor de cierto cine”, opinó Llinás. “Si hay dos tipos de cine, la siguiente pregunta es a dónde debería ir el dinero público” destinado al séptimo arte: “a un cine industrial, que genera más puestos de trabajo y más dinero de taquilla, o a un cine cultural, que no podría subsistir sin ayuda”.

“El problema clave es no reconocer la existencia de un cine que no tiene salida comercial. Cuando se lo reconozca, habrá que pensar un sistema calificatorio de subsidios de acuerdo a sus características propias. Y las industrias deberían sostenerse a sí mismas. Si se subsidia a una industria debería ser para que, de a poco, esa industria se sostenga por sí sola y no para que dependa cada vez más del Estado. Y ahora hay cada vez más demanda del Estado”, apuntó.

Cuota de pantalla. Sobre cuál sería el rol del Estado en la distribución y la exhibición, los tres realizadores coincidieron en que no debería haber intervención en esa etapa del camino del film.
“El Estado debería promocionar la producción, después no sé”, dijo la respecto Juan Villegas.
“Yo estoy en contra”, dijo Rafael Filippelli. “Así como creo que el Estado es fundamental en la producción, también creo que no se debe obligar a nadie a ver cine argentino, cada uno tiene que ver lo que quiere”, agregó el moderador de la mesa.

Y Mariano Llinás se mostró descreído de la cuota de pantalla. “Esa cuota de pantalla no favorece a las pequeñas películas sino a las industriales. En realidad, se termina achicando la oferta en general. Los cines tienen que cumplir con poner películas argentinas, el espacio que les queda lo usan para grandes títulos como Avatar y quedan afuera pequeños filmes argentinos, asiáticos, europeos y estadounidenses”.

Fuente. Diagonales

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