martes, 6 de abril de 2010

Se estrena la versión teatral de "El anatomista"

Elenco. Junto a Alejandro Awada actuarán: Walter Quiróz, Antonio Grimau, Sofía Castiglione, Romina Ricci y Alejandra Rubio.

BAJO DIRECCIÓN DE JOSÉ MARÍA MUSCARI

El protagonista, Alejandro Awada, y el autor, Federico Andahazi, hablan sobre la obra basada en el texto que en su momento escandalizó a Amalita.

Por Natalia Laube

En el teatro Regina, a una cuadra de la iglesia de San Nicolás de Bari, cuando el almanaque indica que es Jueves Santo y los pronósticos meteorológicos aún no han dado señales de otoño, Federico Andahazi y Alejandro Awada ubican tres sillas de la antesala en ronda para atender una entrevista con Crítica de la Argentina. El motivo que los convoca es el estreno (mañana) de una versión teatral dirigida por José María Muscari de El Anatomista, novela que catapultó a un hasta entonces desconocido Andahazi por su éxito editorial y –aunque él todavía lamente aquella polémica– por el rechazo de Amalita Fortabat a entregarle el premio literario que organizaba su fundación cuyo jurado había decidido otorgarle. “El Anatomista no contribuye a exaltar los valores más elevados del espíritu humano”, había justificado la señora por aquel entonces. Para Andahazi, que hoy, 13 años más tarde, escucha cómo las campanadas de la tradicional iglesia de Barrio Norte se entremezclan con su conversación, la explicación del episodio proviene de otro costal: “La Inquisición que persiguió a Mateo Colón sigue viva. ¿Oís? Ahí suena”.

Awada festeja la respuesta de su compañero de entrevista y, en la misma línea, se entusiasma por “el granito de arena que pueda aportar esta obra a la discusión sobre ciertas instituciones vetustas”. Y sigue: “Cuando Ginés (González García) quiso repartir los preservativos, no sé qué señor de la Iglesia no tuvo mejor idea que sugerir tirarlo al río con una piedra al cuello. Algo nos sigue pasando como sociedad si esas opiniones siguen teniendo un lugar de peso”.

En la novela, la historia gira en torno de Mateo Colón, un anatomista del Renacimiento que, enamorado de una prostituta veneciana llamada Mona Sofía, busca algún tipo de pócima que lo ayude a conquistarla y mantenerla enamorada. Así comienza a explorar el cuerpo femenino y descubre la existencia del clítoris, órgano hasta entonces desconocido por los médicos de Occidente; el hallazgo, en épocas de Inquisición naciente, no le sale barato. En la versión escénica, Awada hará a Mateo Colón, Mona Sofía va a estar a cargo de Sofía Gala, Antonio Grimau será la contrafigura de Colón (monseñor Alessandro) y Romina Ricci se pondrá el traje de la noble Inés de Torremolinos. Completan el elenco Walter Quiroz y Alejandra Rubio.

–Federico, ¿qué te llevó a aceptar una adaptación de una novela al teatro?

Andahazi: –Desde que se publicó el libro hasta la fecha, he tenido una cantidad enorme de propuestas para llevar la historia al cine y al teatro. De hecho, los derechos para cine ya están comprados aunque todavía no se haya hecho el film. Con respecto a las propuestas teatrales, ninguna me convencía, hasta que un día me llamó Luciano Cazaux (que antes había adaptado Eva y Victoria y El día que Nietzsche lloró). Y por primera vez Guillermo Schavelzon, mi agente literario, me dijo: ‘Sentate a tomar un café con él y escuchalo’. Cerramos trato y en 15e días Luciano apareció con la adaptación. Todavía estoy azorado por lo rápido y lo bien que trabajó: en su adaptación está la esencia de la novela.

–La novela tiene un tono algo solemne y Muscari es un director que trabaja un registro opuesto. ¿Tuviste miedo cuando supiste que él iba a dirigirla?

Andahazi: –Si hubiera habido un afán de reproducir el libro en escena, creo que el resultado habría sido una parodia. Por suerte, Muscari destrozó la novela, y la adaptación y eso es lo más inteligente que podría haber hecho. Yo siempre trato de desacralizar la literatura, porque si no no queda más remedio que arrodillarse y rendir pleitesía; para poder producir hay que tener espíritu destructivo. Y eso es lo que hizo Muscari, aportando una nueva mirada sobre el texto, que transcurre en el siglo VI, pero también transcurre hoy en día, porque tiene varias capas de lectura.

Awada: –Está bueno eso que decís: tu novela, de por sí, es novedosa mil por mil, pero la novedad desde el punto de vista teatral es este tipo de convergencia de distintas maneras de ofrecer teatro en un mismo espectáculo. En El Anatomista convergen tres o cuatro formas de ver un espectáculo, porque vamos a hacer teatro bien clásico y, por otro lado, la gente que quiera ver a Muscari también lo va a ver. Y eso pasó porque él no te pidió permiso: se adueñó de tu novela.

Andahazi: –¡Y yo me resigné a eso! Porque descubrí que no le puedo hacer ningún señalamiento: después es usado en mi contra (risas). Si le pongo un mail diciendo: “Para mí, acá habría que hacer otra cosa”, él después va y lo denuncia en escena.

Una herejía a metros de la iglesia

–La elección de la sala resulta valiente: alejada de Corrientes y en pleno Barrio Norte.

Awada: –Por eso mismo puede ser el mejor lugar.

Andahazi: –Te resultará paradójico, pero cuando esta novela tuvo el estigma del escándalo Fortabat, sus defensoras más acérrimas fueron las señoras de Barrio Norte que, por diferentes razones, estaban en desacuerdo esencial con la fundación. Y a mis primeras charlas venían muchísimas señoras de Barrio Norte a agradecer que habían podido leer a sus 60 y tantos años un libro que venía a poner en cuestión muchas de sus supuestas verdades que ellas consideraban universales. Y yo creo que es interesante que esta historia se reflote acá, a metros de la Iglesia.

Fuente: Crítica

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