Objetos. Intérpretes: Mar Codazzi, Emiliano Formia, Ramiro Soñez, Victoria Viberti. Músicos: Carto Brandán, Omar Grandoso, Marco Sanguinetti. Vestuario: Lucía Galdos. Iluminación: Adrián Cintioli. Música: Marco Sanguinetti. Asistencia de dirección: Victoria Viberti. Coreografía: Mar Codazzi, Emiliano Formia, Ramiro Soñez, Victoria Viberti. Dirección general: Inés Armas, Fagner Pavan. En El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034). Funciones: viernes, a las 21. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: Muy bueno.
Esta nueva creación de la Compañía Móvil propone una interesante búsqueda en la que los bailarines, a partir de relacionarse con ciertos objetos, construirán unos segmentos que mostrarán cómo ellos han modificado su campo corporal, mientras sus sensibilidades han sido afectadas, también, de manera directa.
Un trapo, un trípode, una percha, una raqueta, una brocha de maquillaje, entre otros, han dejado fuertes huellas en esos cuerpos, y los creadores, cada uno a su tiempo, irán exponiendo esos registros en solos o en dúos, a la vez que cierta teatralidad reforzará sus trabajos.
Ramiro Soñez y Emiliano Formia se muestran en solos que exponen ?el primero a través de severos gestos dramáticos y el segundo apelando al ritmo y al humor? unas muy creativas asociaciones con un trapo de piso (Soñez) y un trípode (Formia). Una imagen devastadora, intensa, que devela un interior convulsionado, deformante, alimenta la labor de Soñez; en tanto que Formia se anima a una relación directa con un trípode y desde sus actitudes, sus gestos, sus movimientos y hasta con palabras se conectará de manera muy directa y fuerte hasta otorgarle al objeto cierta humanidad.
Mar Codazzi y Victoria Viberti expondrán sus creaciones desde lugares más íntimos. Sus interioridades darán cuenta de unos mundos también inquietantes que aflorarán proyectándose desde un espacio más corporal, pero no menos movilizador para quien observa.
Entre los cuatro completarán un proceso grupal con variables expresivas muy diferentes, pero que irán engarzándose a lo largo del espectáculo con mucha fluidez.
La música, interpretada en vivo, resulta un potente aporte al proyecto. Más allá de su muy buena factura, acompaña, intensifica y fortalece la tarea de los bailarines, transformándose además en un riguroso objeto artístico.
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