lunes, 12 de abril de 2010

Leonardo Favio, sin miedo al fracaso

OJO CLINICO.

El autor de este artículo recupera una vez más y desde España la trayectoria valiente del director de Nazareno Cruz y el Lobo, una de las películas más vistas en la historia del cine argentino.

Por: Fran Gayo (Barcelona) *

Planteamiento. En 1968 Leonardo Favio, nacido Fuad Jorge Jury en Mendoza (Argentina), empezaba a cimentar con seguridad y genio su prestigio como director. Su ópera prima Crónica de un niño solo (1965) y de manera especial la antológica (y atención al título) Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más...(1967) habían llamado la atención crítica sobre este cineasta al que los especialistas decodificaban citando a Bresson o Truffaut.

Y aquí el requiebre: 1968; por un encadenado de casualidades y una innegable buena estrella, Favio firma un contrato con la multinacional CBS para publicar el sencillo Fuiste mía un verano,baladón trasnochado y arrebatador que de manera inmediata lo transforma en ídolo de adolescentes a la par que renovador del cancionero joven argentino (será un pionero en la utilización de giros lingüísticos propios y términos comunes como che, piba, pucha o vos en la música pop de la Argentina).

De la noche a la mañana el joven mendocino que había tonteado con el lumpen porteño, el provinciano ambicioso que apenas juntaba la P con la A ("filmando no se notan las faltas de ortografía", Favio dixit), alcanzaba un estrellato desde el que parecía improbable retomar una propuesta cinematográfica de semejantes vuelos.

Sin embargo, para un alma inquieta como quien nos ocupa no sería obstáculo lograr que el crooner melifluo y el cineasta visionario fuesen turnándose en una carrera inconformista y sin par, plena en contradicciones y grandes hallazgos. Nudo Hay dos etapas diferenciadas en el cine de Favio, un momento inicial que corresponde a sus filmes en blanco y negro, formal y narrativamente impecables, académicos casi, generadores de un consenso absoluto entre la crítica; y un segundo momento que llega en 1973 con la épica gauchesca de Juan Moreira.

A partir de ese instante el color se hace presente y con él se revela el Favio que nos resulta irresistible, el del paroxismo romántico, el visionario crispado que pierde ese consenso crítico y (como suele suceder) gana en poder de fascinación, aún desde el delirio. Nazareno Cruzyel Lobo (3.400.000 espectadores, aún hoy el filme más taquillero en la historia del cine argentino) o Soñar, soñar... son obras plenas de magia y bravura que descubren una suerte de link entre el arrojo y la vehemencia de sus personajes y esa mezcla de candidez y furor casi homicida que a veces asoma en sus canciones.

Versos del tipo "Quiero recorrer tus entrañas en busca del hijo que no ha de venir; quiero partir con mi canto tu cuerpo de niña y hundirme a vivir" bien podrían estar en boca del licántropo enamorado Nazareno Cruz, del gaucho pendenciero Juan Moreira o de los personajes de la controvertida Soñar, soñar. La película, que inicialmente se iba a llamar (y atención otra vez) La gente, un payasito y todas esas cosas que nos hacen poner tan triste el corazón es una buddie movie dislocada y caprichosa, casi una relectura extravagante de Midnight cowboy protagonizada por una pareja tan improbable como el baladista napolitano Gian Franco Pagliaro y el púgil Carlos Monzón (paradigma del macho latino al que un irreverente Favio traviste de maruja con bata y rulos ad hoc).

Desenlace. Durante el rodaje del filme estalla la dictadura. Conocida la devoción peronista de Favio, la llegada de la triple A (Alianza Anticomunista Argentina) deja al realizador en un dique seco profesional acentuado por el fracaso estrepitoso del filme. El exilio supondrá un doloroso intermedio para el artista, que durante varios años se limita a dar giras por diversos países de Latinoamérica volviendo una y otra vez sobre sus viejas canciones.

El vía crucis se extenderá todavía 17 años, un distanciamiento excesivo (como todo en el universo del realizador) pero ideal para disponer un regreso por todo lo alto en 1993 con Gatica, el mono,barroquísimo biopic del boxeador José María Gatica, que supone con toda seguridad la obra definitiva de Favio, resumen y conclusión de una filmografía poblada de loosers autodestructivos. Gatica recibiría una preselección para los Oscar, así como el Goya a la Mejor Película de Habla Hispana en 1994.

Las intentonas posteriores a Gatica tienen un algo de anticlimático que remata a la perfección cinco décadas de carrera. Tanto el mastodóntico documental de 1999 Perón, sinfonía de un sentimiento,(340 minutos de hagiografía, ¿quién dijo miedo?) como su regreso en el 2007 con el musical Aniceto son posiblemente proyectos no logrados pero de coherencia absoluta con una filmografía en la que el fracaso y la gloria de derrumbarse aparecen glosados con admiración e insistencia.

Fuente: La Vanguardia y Clarín

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estabilidad Continuidad , no figuran en catalogo ( Gobiernos Argentinos)

Por Jaker2

Cuando uno recorre la historia política en Argentina , casi todos sus gobiernos , por no decir “Todos” les falto dos palabras que nunca figuraron en sus catálogos , estabilidad y continuidad , será por eso que el ciudadano aprendió a vivir siendo felices de a ratitos , disfrutando su vida a como puede .
Esto lo convierte en un tipo muy raro frente a la mirada de los demás y no es para menos , varias generaciones viviendo a los saltos , padeciendo una y otra vez y con cada gobierno economías en crisis , aislamientos , deudas sin pagar , peleas políticas interminables y agotadoras , lo dejan al pobre ciudadano desamparado y con lo que le queda o le dejan decide en soledad a armar su propio mundillo , de esta forma lo hace egoísta , busca algunas ventajas y trata de pasarla lo mejor que puede, el sabe muy bien que mañana con este pais , nunca se sabe .
Y es fácil de comprender que este cambio de conducta , se debe a la inestabilidad con la que tuvo que convivir por varias generaciones y hay cosas que se heredan por necesidad como la agresividad , inestabilidad emocional , la euforia , la alegría , bronca y tristeza todo le puede suceder en el mismo día .
Cansado hasta el hartazgo de una política sin patria ni bandera , deja de creer en las instituciones y fabrica su propio gobierno domestico , dedica su tiempo a obtener su propio bienestar conciente de las limitaciones de un estado ausente y entretenido en sus contiendas políticas e ideológicas .
Así vive hoy el argentino que todavía trabaja , como si fuese poco , tuvo que hacer un curso acelerado de seguridad e integridad física , azotado cada minuto por una delincuencia salvaje como jamás se vio , hoy lucha por su vida .
El pobre ciudadano jamás estuvo tan solo y desamparado , solo espera que algún día la historia juzgue a los políticos corruptos que supieron manejar los destinos de Argentina en los últimos 30 años...
Mis editoriales como siempre , se las piden a Google ( Con solo colocar jaker2)