Antes de partir. La pequeña gran actriz y cantante, antes de volver a dejar Buenos Aires para cosechar aplausos en el exterior.
Elena Roger, desde España
A punto de estrenar en Madrid, la exitosa actriz de obras musicales anticipa detalles de sus próximos pasos y reflexiona sobre su pasado.
En Madrid, cuando Elena Roger aparece por última vez en escena, vestida de negro y presentada como “la única, la mejor: Piaf”, el público ya no sabe si está en el madrileño teatro Nuevo Alcalá o en el Olympia de París. Sencillamente arranca a aplaudir como si realmente estuviese presenciando un concierto de la Môme, una ovación que se extiende durante varios minutos tras caer el telón, con toda la sala en pie.
“Entre el público y nosotros hay una gran conexión. La energía es tremenda”, apuntaba horas antes la actriz argentina ganadora del premio Olivier, el Oscar británico de los musicales. En ropa de deporte y zapatillas, la menuda intérprete, apenas unos centímetros más alta que su personaje en la vida real, asegura que con la cantante francesa comparte la profesión y su pasión por el escenario.
Elena Roger acaba de preestrenar en la capital española el musical sobre la vida de Edith Piaf, dirigido por Jamie Lloyd, tras pasar por Londres y su Buenos Aires natal, y asegura la reacción del público es “casi igual” en las tres ciudades.
Las casi dos horas de espectáculo, salpicadas de temas como “Je ne regrette rien” o “L’Hymne a l’amour”, recorren la azarosa vida de la gran dama de la “chanson” francesa, con sus luces y sus muchas sombras. Y en cada una de esas etapas, Roger se trasforma, como si también ella envejeciese y se demacrase a medida que avanza la función. Viéndola, no es extraño que termine agotada después de cada función y que casi no conceda entrevistas, para cuidarse al máximo la voz.
Antes que Piaf, a sus manos llegó el papel de Eva Perón, que volverá a interpretar, en esta ocasión en Broadway y acompañada por el cantante Ricky Martin, que dará vida a un personaje que lleva el mismo apodo que el “Che” Guevara.
“Los dos personajes son muy distintos y las obras también, es el musical visto desde dos lugares completamente distintos”, comenta cuando se le pregunta si se siente más cómoda en la piel de “madame” Piaf o en la de su compatriota. “El personaje de Evita fue más fácil”, admite. “Todo lo que me puedan decir o leer ya está como en mi sangre, hay una información genética”.
Para Piaf, sin embargo, tuvo que documentarse más, a fin de conseguir trasmitir “todos los colores” que pueblan la carrera y la vida de una mujer que desde la calle llegó a lo más alto y vivió intensamente, marcada por el amor, el dolor, el alcohol y los accidentes.
“En cada periodo que transcurre (el personaje de Piaf) tiene una postura, tanto por algo físico como por estado de ánimo”, afirma. “Al principio de la obra es una rea, una vulgar y pensé en como sería una persona de la calle”, dice Roger, que para encarar esa etapa se fijó en los personajes de Victor Hugo.
Tras representarla durante dos años, Elena Roger ha ido “incorporando sutilezas y matices”. “Una vez que se estrena la obra y que los nervios no están más, una va recordado algo que leyó y piensa: este momento debería contener este pensamiento”, dice mientras echa la vista atrás, al momento en que le ofrecieron un papel en el que alterna canciones en un francés roto con diálogos con un marcado acento porteño.
“Cuando llegó Edith Piaf, había puesto unas fichas en varias cosas y cuando empecé a relajarme y a creer que la vida podía darme muchas satisfacciones, fue uno de los primeros proyectos que salió”, recuerda.
Su carrera había arrancado años antes, en los teatros bonaerenses, con musicales como Nine, La bella y la bestia o Los Miserables, y su primer éxito le llegó con Mina, che cosa sei, en el que encarnaba a la cantante italiana Anna Maria Mazzini.
Ahora, en lo más alto, admite que “siempre da vértigo”, pero asegura estar “bien sostenida”. “Creo que la vida me sonríe y que soy una persona muy afortunada”, afirma sonriente.
En el futuro no apuesta por ningún papel en particular: “creo que puede haber muchísimos y que cada uno me va a llegar en el momento correcto de la vida”. En cuanto al cine, asegura que está “aprendiendo a estar en el plató”, tras rodar junto a Sabrina Fargi un cortometraje sobre el bicenternario de la independencia argentina y con dos proyectos más en el bolsillo.
Su estreno más inmediato, Passion, la llevará de vuelta al West End londinense, para dar vida a Fosca en el montaje con el que se pretende conmemorar el 80 cumpleaños del compositor Stephen Sondheim. “Es un personaje muy duro, fuerte y trágico también. Es una responsabilidad”, dice la actriz.
Pero hasta entonces, cada noche desde el 26 de abril al 18 de julio, la pequeña Elena Roger se colocará su sencillo vestido negro para convertir un pedazo de Madrid en un escenario parisino y trasformarse ante su público en “la única, la mejor: Piaf”.
Fuente: Crítica
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