Pablo Lugones repone Alaska en Espacio Callejón
Pablo Lugones, platense, de 27 años, bailarín "contemporáneo", hijo de un contador aficionado al folklore, hermano de tres varones inquietos (entre ellos, su mellizo, bailarín de tango, que salió diez minutos antes que él del útero materno). Fue y vino, fue y vino, fue y vino, sin quejarse, todos los días durante, por lo menos cinco años, de la Ciudad de las Diagonales a la ciudad de la furia. "Una vez que te acostumbrás, no cuesta nada", dice ahora, instalado en Buenos Aires. En ese lapso, gracias a dos becas, pudo costearse las clases de danza con los docentes que mejor le sentaban y solucionar, así, su reiterado y fallido intento por encontrar en instituciones oficiales la formación que le interesaba.
Entonces, aquí está ahora. ¿Instalado? El inoportuno Murphy ha nacido entre los creyentes para hacer valer el peso de su ley: así que, este año, varios proyectos lo tendrán otra vez yendo y viniendo, yendo y viniendo, yendo y viniendo de su nueva casa de Villa Crespo hasta el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino (Tacec). Es como una provocación que le hacen sus pagos. "Me gusta; me gusta volver; me siento de ahí."
Pablo Lugones es de ahí, pero por lo menos desde que la coreógrafa Diana Szeinblum estrenó Alaska , en 2007, y lo puso sentado impávido en el centro de la escena, con un cartel colgado del cuello que anunciaba "Estoy desesperado", por lo menos desde entonces, es también del circuito porteño. Trazó un interesante camino, creciendo y destacándose. En Montecarlo , de Carlos Casella; en su debut como coreógrafo y director, Amanecer moscovita , primero en el Rojas y más tarde en Ciudanza 2009, y, sin duda, en Mi vida después , de Lola Arias, como uno de los seis actores nacidos durante la última dictadura que subieron a escena su historia real. ¿Cuál de ellos era él? El pariente de Leopoldo Lugones, el hijo del empleado bancario, el flaco del arrollador solo de malambo. "La obra tiene el toque de armado poético y escénico de Lola, pero no se tergiversa nada de nuestras historias", advierte sobre este trabajo que por primera vez lo puso a relacionarse con la palabra, con la voz, y que tras una nueva gira europea, se reestrenará en junio en el Tacec. "Por ejemplo, durante el proceso creativo encontré un árbol genealógico que había hecho mi abuelo, cuando no había Internet y era mucho más difícil armar y buscar y leer estos datos. Esto aparece en la obra, así como un video en súper 8 que filmó mi viejo."
-¿Qué queda de tu relación con el folklore: sólo las botas de tu abuelo, que usás en esa obra?
-Esas botas de mi abuelo paterno después fueron de mi abuelo materno y después fueron? ¡Pasaron por mucha gente y, en ese momento, las tenía puestas yo! Esas botas tienen historia. Hoy estoy un poco más alejado del folklore, que es con lo que empecé y lo que bailé durante muchos años; gané Cosquín en Malambo, en 2000. Digamos que no estoy en actividad, pero lo tengo en el cuerpo.
-¿Qué te interesa explorar ahora?
-El contemporáneo es un lenguaje demasiado amplio que encierra algunas premisas muy claras y a la vez se abre a muchas propuestas. Me gusta el trabajo físico y también investigar cosas más teatrales. Me gusta el trabajo en escena; no sé qué nombre tendrá.
-¿Y después de Amanecer moscovita vas a seguir dirigiendo, creando?
-Esa propuesta fue un disparador, la posibilidad de ponerme a prueba, sintiéndome muy cómodo; estar de afuera, mirar. Y a partir de ese puntapié está creciendo una veta de crear cosas. Me gusta ese lugar, sin perder el de estar en escena, el del bailarín. No lo pienso abandonar.
Constanza Bertolini
Formación . Empezó la carrera de danza contemporánea en La Plata y la de composición en el IUNA. Luego estudió con Diana Szeinblum, Carlos Casella, Gustavo Lesgart, Rodolfo Prantte, Marina Giancaspro y Ana Frenkel, entre otros.
En escena . Integró el elenco de Y te encontró ahí, de Roxana Grinstein. La única vez que trabajó con su hermano mellizo hizo Argentina dreaming (2006), espectáculo de folklore y tango, en el Faena. Participó de la creación coreográfica y como intérprete en Alaska (2007), con dirección de Szeinblum. Fue intérprete en Montecarlo (2007), de Casella, y de Mi vida después (2009), de Lola Arias, con la que salió de gira por Europa. El año pasado estrenó su primer trabajo de dirección y coreografía, Amanecer moscovita.
Odisea 2020 . Actualmente, en cartel con Alaska , repuesta en el Espacio Callejón (sábados, a las 23, Humahuaca 3759). En julio, en el Tacec, finalmente se estrenará Random, de Carlos Casella, donde también actúa. Ahí mismo, un mes después, se repondrá Mi vida después (tras algunas funciones en España y Francia).
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