domingo, 18 de abril de 2010

De la carpa y arena a las tablas y palcos

Historia de dos espectáculos populares

El primer circo que apareció en nuestro territorio le dio origen al drama, que luego se convertiría en el teatro. Historia de dos géneros hermanos, que nacieron como siameses. El recuerdo del circo criollo.Como un misterioso esqueleto de madera, un lienzo blanco bañado de luces tenues, un mapa por descubrir al andar, el escenario cobija el mayor de los misterios por desentrañar: la esencia humana. De eso se trata, fundamentalmente, el teatro. Y, si bien a mediados y fines del siglo XIX nuestra nación no era precisamente un escenario vacío, sí se definían los (cambiantes) roles de sus actores.

Es por eso que, desde los hermanos Podestá, los sainetes y las primeras obras, la identidad nacional (esa que tan en boga está de cara al Bicentenario) halló en las artes escénicas un espacio más para proyectarse, reflejarse y reflexionarse. Quizá, al hablar de teatro nacional, estemos presenciando una función más de nuestra comedia y tragedia nacional.

Aunque alimentada por manifestaciones que venían de las costumbres indígenas, sumadas a las traídas por lo españolas, más algunos ingredientes de ritos africanos, concretamente, el teatro en Argentina nació bajo el formato del circo criollo, hacia finales del siglo XIX.

La principal característica de este primer espectáculo sudamericano fue, sencillamente, que dejó de imitar lo que venía del viejo continente. Por eso, se dio origen a un género único, cuya primera parte era circo, con artistas que eran a la vez músicos, bailarines, cantantes y payasos; y la segunda era un drama actuado, es decir, teatro. Así, el primer drama criollo fue Juan Moreira, que cuenta la historia de un gaucho perseguido por la ley, al estilo Martín Fierro.

Aunque la fecha precisa está en discusión, se estima que el primer circo como tal, es decir, un espectáculo dentro de una carpa, llegó de la mano de Sebastián Suárez, nacido en 1840 en una embarcación brasileña, aunque anotado luego en Buenos Aires. Los datos del momento cuentan que, de chico, Sebastián visitó un famoso circo italiano, y desde allí le quedó el gusto. Con rudimentarios materiales, fue armando lo que sería su primera carpa, para montar allí un espectáculo. Se llamó Circo Flor de América, aunque luego sus descendientes le fueron cambiando el nombre.

El otro antecedente del teatro en nuestro país se remite a los hermanos Antonio y Jerónimo Podestá, que en 1886 presentaron Juan Moreira en Chivilcoy, Buenos Aires.
Y aquí se dio el primer choque, porque los defensores de Sebastián Suárez aseguraban que los Podestá hacían teatro, en lugar de circo. Lo cierto es que fueron estos últimos quienes le dieron enorme difusión a múltiples ritmos musicales, danzas típicas, e impusieron lo gauchesco como tema central.

A partir de ese momento, comenzaron a surgir en territorio nacional numerosos circos criollos, y se fueron delineando también los personajes que actuaban en cada tipo de espectáculo.
Más allá de lo diferentes que hoy puedan parecer el circo y el teatro, desde la puesta en escena hasta lo que cada uno muestra, se sabe que ambos nacieron juntos. Para retomar estas raíces, que marcaron la diferencia entre nuestras representaciones y las del resto del mundo, hoy son muchos los grupos de teatro independiente que preparan números en donde el drama narrado del teatro, y el grotesco del circo, vuelven a confluir en un mismo espacio.

Raíces griegas

La raíz más profunda del teatro de Occidente está en Atenas, entre los siglos VI y V A, cuando los atenienses celebraban los ritos en honor a Dionisio. Fueron estas primitivas ceremonias rituales las que luego irían evolucionando hacia el teatro. Lo cierto es que este nuevo arte estuvo tan estrechamente asociado a la civilización griega que cada una de las ciudades y colonias más importantes contó con un teatro, cuya calidad edilicia era una señal de la importancia del poblado.

El teatro griego (que más bien hace referencia a lo que hoy se conoce como tragedia) había tenido su origen en el ditirambo, una especie de danza que se realizaba en honor del dios Dionisos, deidad del vino y la fertilidad.

A fines del siglo VII a.C., las representaciones del ditirambo se habían difundido desde Sición, en las tierras dóricas del Peloponeso donde se habrían originado, hacia los alrededores de Corinto, donde ganaron en importancia literaria. Muy pronto, se fueron extendiendo hacia otras islas de esa región y, con el paso del tiempo, fueron tomando otras formas y características, conforme la costumbre iba pasando por distintos territorios.

El antecedente rioplatense

Imposible no remitirse a la familia Podestá -por quien lleva el nombre el Teatro Coliseo de nuestra ciudad- cuando de historia del teatro se trata.

En realidad, la mayor parte del clan nación en Montevideo, Uruguay, pero con los años su vida se repartió entre ambas márgenes del Río de la Plata.

José Juan Podestá nació en el vecino país el 6 de octubre de 1858. Sus padres, genoveses, se
llamaban Pedro Podestá y María Teresa Torterolo. A poco de haberse casado se establecieron en Buenos Aires, donde nacieron Luis y Jerónimo, aunque al tiempo volvieron a Montevideo, y tuvieron allí 9 hijos más.

Fue precisamente José quien, a los 15 años, comenzó a estudiar música en la Escuela de la Banda Municipal de Montevideo y, ya por esa época, en una cantera de la zona instaló con sus hermanos un circo, quizás sin imaginar la fructífera carrera que estaban iniciando.

A partir de entonces, comenzaron a dar giras circenses tanto en su país de origen como en el nuestro, ofreciendo creaciones, como el nacimiento del célebre payaso “Pepino el 88” bajo una carpa en el sur de la provincia de Buenos Aires en el año 1883.

Dos años después, el 7 de mayo, el ya famoso Don Pepe (José Juan Podestá) se casó con Baldomera Arias en la ciudad de Rosario. Sus hijos, con el transcurso del tiempo, también formaron parte de la compañía teatral, siempre bajo una carpa, incluso, cuando llegó a tener su teatro propio.

Su segunda y gran creación fue Juan Moreira, presentado por primera vez en 1886. La obra es considerada el primer drama hablado, y es considerado por todos los historiadores como la obra teatralizada que dio origen al nacimiento de nuestro “teatro nacional rioplatense”, o teatro criollo.

Fuente: Hoy

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