“Por Walter y por todos”Hace 19 años, Walter Bulacio, un chico de sólo 17 años que vivía en Aldo Bonzi, fue detenido en una razzia policial, antes de entrar a un recital de los Redonditos de Ricota. Fue trasladado a la comisaría 35ª y allí golpeado por su comisario, Miguel Angel Espósito, lo que le causó la muerte una semana después de su ilegal detención. Hoy, a las 17, habrá una movilización en el Obelisco.
Bulacio se encontraba entre la concurrencia del recital que la banda de rock Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota ofrecía el 19 de abril de 1991, en el Estadio Obras Sanitarias.
Una razzia del personal de la Seccional 35ª, a la sazón a cargo del comisario Miguel Angel Espósito, lo detuvo a efectos de averiguación de antecedentes. Aunque la Ley de Patronato de Menores prohíbe la detención de los mismos sin intervención del juez competente.
Bulacio fue retenido en la comisaría; saldría de allí a la mañana siguiente, rumbo al Hospital Pirovanoo. Le fue diagnosticado traumatismo craneano, y dijo al médico que lo atendió haber sido golpeado por la policía. Murió cinco días más tarde, tras haber sido trasladado a otro nosocomio; la autopsia encontró huellas inequívocas de golpe con objetos contundentes en miembros, torso y cabeza.
Con la movilización y la lucha se logró, frente a la falta de respuestas del poder judicial, llevar la causa ala Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esta Corte condenó al estado argentino en 2003 por el accionar de la policía federal y el poder judicial. Pero esta condena quedó sólo como un pronunciamiento. Los jóvenes de nuestro país siguen padeciendo las facultades que tiene la policía para detener arbitrariamente, sin siquiera que los jueces de menores ni sus familias sean informados.
La muerte Rubén Carballo, a fines del año pasado, da cuenta de que Walter no fue víctima de un hecho aislado. Ellos dos, como los más de 2.900 pibes muertos por el aparato represivo del estado desde 1983, son ejemplo de cómo la policía actuó y sigue actuando con total impunidad cuando se trata de reprimir al pueblo.
Fuente: Diagonales
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