domingo, 11 de abril de 2010

¡Chicos hacen cine!

Gran cinecito. Lo que crea Animationbox.

La experiencia animationbox

Un dispositivo ingenioso, pequeños cineastas y películas del futuro, todo como jugando.

Cuando hablamos con Sergio Wolf antes del Festival, uno de sus mayores entusiasmos estaba centrado en Animationbox, una experiencia que se realiza por primera vez en el Bafici y que resulta extraordinaria. La idea es que chicos muy chicos produzcan sus propios films animados, películas cortitas de uno a tres minutos, digamos, realizados con un dispositivo llamado, justamente “animationbox”. El invento es del animador, productor televisivo, generador de ideas y docente -todo al mismo tiempo, como se verá- Erling Ericsson, nacido en Suecia.

El método es tan sencillo que resulta genial: alguien le cuenta a un grupo de chicos un cuento. Luego, se los invita a dibujar a los personajes y recortarlos en papel. Después, van al dispositivo, una especie de televisor sin pantalla donde se disponen las figuritas y los fondos dibujados y se los fotografía una vez dispuestos. Clic, una imagen, que se ve inmediatamente en un monitor. Los chicos cambian la disposición de sus papeles y, clic, otra imagen; el procedimiento sigue hasta que terminan de contar el cuento a su manera y con sus propios diseños.

Es decir, no sólo aprenden en pocos segundos qué es el cine y cómo se hace, sino también a colaborar, discutir ideas, trabajar una puesta en escena, comprender el cuento y traducirlo en imágenes. Se vuelven cineastas, probando que cualquiera puede hacer cine.

La experiencia en el Bafici colmó las expectativas y quedaron chicos afuera. El taller de animación termina hoy y los films resultantes se verán en una función especial -no se la pierdan, promete ser de lo mejor del Festival- el próximo martes 13 de abril a las 16.30 en el Abasto. Se promete toda clase de emociones, sala llena y el recuerdo, para los adultos, del motivo por el cual amamos el cine: el ansia de maravilla y la posibilidad -remota- de que esos sueños se vuelvan propios.

Fuente: Crítica

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