domingo, 11 de abril de 2010

"La magia es convencer de la verdad de su mentira"

RENE LAVAND

El legendario mago argentino de 81 años sigue asombrando al público en todo el mundo

No es un mago común y corriente. Con 81 años y manco de la mano derecha, el ilusionista René Lavand, considerado el mejor mago del mundo, dice que "la magia no pretende engañar, sino convencer de la verdad de su mentira".

Famoso en el mundo por su habilidad con los naipes, René practica la cartomagia desde los siete años, cuando un amigo de su padre le "impresionó y sorprendió con un simple e inocente juego de manos", dijo.

Desde entonces, los naipes crecieron junto a él y, poco a poco, se convirtieron en "su gran pasión". Tras perder su mano derecha con nueve años, en un accidente de coche, este artista argentino se vio obligado a crear sus propia técnica de magia hasta conseguir un estilo propio, "la lentidigitación".

Estilo que consiste en "ejecutar la ilusión de los naipes de manera muy lenta y suave, con el fin de llevar lo imposible a su máxima expresión y acompañarla siempre con música, cuentos o poesía".

EN TODO EL MUNDO

El éxito de esta técnica, que se impuso a la moda de los rápidos movimientos de otros magos, le llevó a dejar su "trabajo en un banco" y a "recorrer los cinco continentes" con el único instrumento que sabe tocar, "los naipes".

En Estados Unidos adquirió gran popularidad y se convirtió en una estrella de la televisión en programas tan famosos como "Ed Sullivan Show" o "The Tonight Show" con Johnny Carson".

Antes de retirarse, René quiere concienciar a la gente de que viva la magia como una ilusión, no como un desafío que le invite a descubrir cuál es el truco. "La magia no pretende engañar, sino convencer de la verdad de su mentira".

COMO LA MUSICA

Considera que los naipes son "un instrumento" como el violín, la guitarra o el piano para lograr una "comunicación artística", a la que algunos "le añaden comicidad".

René, que guarda miles de anécdotas a lo largo de sus 50 años de profesión, recuerda el día que desde "el escenario vio llorar de emoción a una mujer en la platea de un teatro".

"Eso no se logra únicamente con la asombrosa técnica de la magia, sino añadiendo, por ejemplo, el romanticismo de una poesía. Lo importante no es lo que se hace, sino el cómo. La magia es ilusión y el mago tiene que fascinar al público para no decepcionarle", dice.

Fuente: El Día

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