El talentoso Charly García ofreció anoche en el estadio Luna Park un show vibrante, crudo y por momentos visceral, en lo que fue la última de tres presentaciones en el Palacio de los Deportes porteño, ante un público devocional que iba de los 15 a los 60 años de edad.
Después de la ya mítica presentación en la lluviosa noche de Vélez Sarsfield del 23 de octubre último -el punto más alto de una gira latinoamericana en la que apareció el "nuevo" García post desintoxicación- el tecladista se propuso ofrecer estos tres shows en un lugar más reducido, y en el que se pudieron apreciar algunas creaciones visuales que no se pusieron en práctica en el estadio de Liniers por la tormenta.
A lo largo de casi 30 canciones, García ocupó el escenario durante más de dos horas y media y disfrutó e hizo disfrutar a su público de un repertorio en el que abundaron los temas fuertes, rítimicos, ejecutados a partir de un sonido intencionalmente grave, que en algunos casos no ayudó al lucimiento de su voz -Charly nunca fue un gran cantante pero actualmente está cantando mucho mejor que años atrás- pero que sí contribuyó a crear un clima vibrante, visceral.
Este sobreviviente de sus propios excesos que goza del bien ganado privilegio de ser el mejor cantautor de rock nacional de todos los tiempos puede ofrecer un show como el de anoche con no menos de 20 hits, mientras por lo menos un número similar queda afuera del repertorio.
Charly inició estos conciertos en el Luna con "Demoliendo hoteles", y los terminó -más allá de los "bises sobre los bises"- con "No toquen": un mensaje claro de ruptura, de búsqueda, mientras en el medio aparecieron algunas viejas canciones que no acostumbraba tocar en vivo como "Llorando en el espejo", en la que se lució como director de orquesta-.
En el mismo escenario en el que en septiembre de 1975 se celebró el concierto final de Sui Generis -el dúo con el que se incorporó al mundo de la música junto a Nito Mestre- el músico hizo desfilar anoche canciones de sus distintos discos solistas con muy pocos rescates de sus primeros años.
En ese rubro, se anotaron "Mister Jones o familia tipo americana", en la que intervino como invitado Juanse, "Canción para mi muerte" en el final, solo al piano y con todo el estadio cantando, "Llorando en el espejo" y "Eiti Leda".
Por el contrario, en el aspecto novedades se pudo escuchar la ultrapromocionada "Deberías saber por qué" y "La medicina", todo un símbolo de la nueva etapa en la vida de García, que admite su necesidad de recurrir "a la medicina del amor, o a la medicina del doctor".
El show contó también con la participación como invitada de Fabiana Cantilo, en la interpretación de "Inconsciente colectivo".
Como siempre, la performance de Charly, quien para esta ocasión se dedicó sólo al piano de cola y en ningún momento tocó guitarras o teclados electrónicos, contó con el apoyo sin fisuras de Hilda Lizarazu en voz y coros, Fabián Von Quintiero en teclados, Carlos García López en guitarra y el trío ya histórico que integran los chilenos Antonio Silva (batería), Kiuge Hayashida (guitarra) y Carlos González Vázquez (bajo).
Fuente: Hoy
Después de la ya mítica presentación en la lluviosa noche de Vélez Sarsfield del 23 de octubre último -el punto más alto de una gira latinoamericana en la que apareció el "nuevo" García post desintoxicación- el tecladista se propuso ofrecer estos tres shows en un lugar más reducido, y en el que se pudieron apreciar algunas creaciones visuales que no se pusieron en práctica en el estadio de Liniers por la tormenta.
A lo largo de casi 30 canciones, García ocupó el escenario durante más de dos horas y media y disfrutó e hizo disfrutar a su público de un repertorio en el que abundaron los temas fuertes, rítimicos, ejecutados a partir de un sonido intencionalmente grave, que en algunos casos no ayudó al lucimiento de su voz -Charly nunca fue un gran cantante pero actualmente está cantando mucho mejor que años atrás- pero que sí contribuyó a crear un clima vibrante, visceral.
Este sobreviviente de sus propios excesos que goza del bien ganado privilegio de ser el mejor cantautor de rock nacional de todos los tiempos puede ofrecer un show como el de anoche con no menos de 20 hits, mientras por lo menos un número similar queda afuera del repertorio.
Charly inició estos conciertos en el Luna con "Demoliendo hoteles", y los terminó -más allá de los "bises sobre los bises"- con "No toquen": un mensaje claro de ruptura, de búsqueda, mientras en el medio aparecieron algunas viejas canciones que no acostumbraba tocar en vivo como "Llorando en el espejo", en la que se lució como director de orquesta-.
En el mismo escenario en el que en septiembre de 1975 se celebró el concierto final de Sui Generis -el dúo con el que se incorporó al mundo de la música junto a Nito Mestre- el músico hizo desfilar anoche canciones de sus distintos discos solistas con muy pocos rescates de sus primeros años.
En ese rubro, se anotaron "Mister Jones o familia tipo americana", en la que intervino como invitado Juanse, "Canción para mi muerte" en el final, solo al piano y con todo el estadio cantando, "Llorando en el espejo" y "Eiti Leda".
Por el contrario, en el aspecto novedades se pudo escuchar la ultrapromocionada "Deberías saber por qué" y "La medicina", todo un símbolo de la nueva etapa en la vida de García, que admite su necesidad de recurrir "a la medicina del amor, o a la medicina del doctor".
El show contó también con la participación como invitada de Fabiana Cantilo, en la interpretación de "Inconsciente colectivo".
Como siempre, la performance de Charly, quien para esta ocasión se dedicó sólo al piano de cola y en ningún momento tocó guitarras o teclados electrónicos, contó con el apoyo sin fisuras de Hilda Lizarazu en voz y coros, Fabián Von Quintiero en teclados, Carlos García López en guitarra y el trío ya histórico que integran los chilenos Antonio Silva (batería), Kiuge Hayashida (guitarra) y Carlos González Vázquez (bajo).
Fuente: Hoy
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