Como nunca antes, las salas de Mendoza parecen caer una a una. Ante la crisis, los espacios independientes que “sobreviven” se defienden con imaginación y tenacidad.
Hace una semana, el Día Mundial del Teatro nos encontró sin motivos para festejar. Es que el homenajeado -el teatro mendocino y, aún hilando más fino, sus salas independientes- se encuentra en un momento crítico (acaso, en uno de los peores de los últimos años) que se traduce en un entramado teatral debilitado y factible de extinción.
Este panorama no es más que el resultado de un largo peregrinaje por la cuerda floja; por esa delgada línea que separa la vida floreciente, de la desaparición.
Sin embargo, aunque hoy se encuentra cubierto por una densa nube negra, el teatro mendocino presenta batalla. Resiste en silencio, pese al cierre consecutivo de sus espacios (en febrero, el Centro Cultural Trinidad Guevara y, recientemente, la sala Viceversa); los embates de la crisis; los insuficientes espectadores y la ausencia de políticas culturales que lo fortalezcan.
Cada fin de semana sale a escena encarnado en los muchos, muchísimos artistas que revitalizan un axioma milenario: “La función debe seguir”.
El noble ritual se cumple en las salas independientes que hoy sobreviven en Mendoza: La Casa del Aire, Lita Tancredi, Cajamarca, Ana Frank, Argonautas y la Enkosala Gladys Ravalle.
Próximamente, también en El Taller que, tras finalizar su construcción, tramita su habilitación municipal.
El teatro aún asoma del otro lado de la nube negra y he aquí sus bastiones.
Después de dos años de permanecer cerrada, La Casa del Aire reabrió sus puertas en San Rafael en diciembre del año pasado. Hoy, paréntesis mediante, la sala ubicada en Moreno 840 transita sus diez años gracias a la tenacidad del elenco Ditirambo y sus colaboradores. Cada viernes y sábado, a las 22, allí se recrea un “Varieté de teatro” para el público local.
En la zona centro, encontramos el Centro Cultural Lita Tancredi (Montecaseros 1177). En esta sala, una de las más antiguas, se dictan talleres y seminarios de teatro, danza y comedia musical y se ofrecen, durante todo el año, funciones de teatro para adultos y niños.
También, desde hace siete años es el nodo del festival “Creando en libertad”, en el que participan escuelas e institutos de educación especial. Actualmente en remodelación, el espacio correrá su telón en mayo, con una muestra de artes plásticas y el estreno de un infantil.
En Ciudad, otro refugio escénico es Cajamarca (España 1767). Sobre sus tablas no sólo se recrean las propuestas del elenco que dirige Víctor Arrojo sino también las de diversos grupos independientes.
Éste es el caso de Movimiento Ataque Teatral, que presentará “Sobre cómo remontar el mar” el próximo viernes a las 22; y de Ven que te tiente teatro, que desembarcará el domingo a las 21 con “Querer a las hermanas”. En mayo, en tanto, Cajamarca celebrará un doble estreno con el montaje de “No mover” y “La tiniebla” (ambas con dirección de David Maya).
El tercer búnker escénico capitalino es el Centro Cultural Ana Frank (Maipú 230). Como los anteriores, este rincón de la Cuarta Sección ofrece cursos y talleres de danza y formación teatral y espectáculos que van desde lo literario-musical a otros de neto corte murguero.
En unas cuadras de allí, en Guaymallén, Argonautas (en la esquina de Gutiérrez y Matienzo) se debate entre el cierre y la permanencia sostenida por la voluntad de La Rueda de los Deseos.
Por ahora, la sala resiste esta pulseada disminuyendo el flujo de actividades (suspendió, por ejemplo, el ciclo de danza “Varieté en ocho tiempos”) y convidando, cada sábado a las 21, la recién estrenada “Javiera”. Además, de cara a su noveno aniversario, planea para mayo un ciclo con las últimas tres producciones del elenco.
En otra punta, la Enkosala Gladys Ravalle abre sus flamantes puertas en Godoy Cruz (Almirante Brown 755) para albergar elencos y desarrollar actividades pedagógicas, bajo la coordinación de Juan Comotti. En ese escenario, el fin de semana próximo se verán “Disidencia en la piedra” (el sábado, a las 22) y “El manjar del desierto” (domingo, a las 21.30). Mariela Encina Lanús - Especial para Estilo
Fuente: Los Andes
Este panorama no es más que el resultado de un largo peregrinaje por la cuerda floja; por esa delgada línea que separa la vida floreciente, de la desaparición.
Sin embargo, aunque hoy se encuentra cubierto por una densa nube negra, el teatro mendocino presenta batalla. Resiste en silencio, pese al cierre consecutivo de sus espacios (en febrero, el Centro Cultural Trinidad Guevara y, recientemente, la sala Viceversa); los embates de la crisis; los insuficientes espectadores y la ausencia de políticas culturales que lo fortalezcan.
Cada fin de semana sale a escena encarnado en los muchos, muchísimos artistas que revitalizan un axioma milenario: “La función debe seguir”.
El noble ritual se cumple en las salas independientes que hoy sobreviven en Mendoza: La Casa del Aire, Lita Tancredi, Cajamarca, Ana Frank, Argonautas y la Enkosala Gladys Ravalle.
Próximamente, también en El Taller que, tras finalizar su construcción, tramita su habilitación municipal.
El teatro aún asoma del otro lado de la nube negra y he aquí sus bastiones.
Después de dos años de permanecer cerrada, La Casa del Aire reabrió sus puertas en San Rafael en diciembre del año pasado. Hoy, paréntesis mediante, la sala ubicada en Moreno 840 transita sus diez años gracias a la tenacidad del elenco Ditirambo y sus colaboradores. Cada viernes y sábado, a las 22, allí se recrea un “Varieté de teatro” para el público local.
En la zona centro, encontramos el Centro Cultural Lita Tancredi (Montecaseros 1177). En esta sala, una de las más antiguas, se dictan talleres y seminarios de teatro, danza y comedia musical y se ofrecen, durante todo el año, funciones de teatro para adultos y niños.
También, desde hace siete años es el nodo del festival “Creando en libertad”, en el que participan escuelas e institutos de educación especial. Actualmente en remodelación, el espacio correrá su telón en mayo, con una muestra de artes plásticas y el estreno de un infantil.
En Ciudad, otro refugio escénico es Cajamarca (España 1767). Sobre sus tablas no sólo se recrean las propuestas del elenco que dirige Víctor Arrojo sino también las de diversos grupos independientes.
Éste es el caso de Movimiento Ataque Teatral, que presentará “Sobre cómo remontar el mar” el próximo viernes a las 22; y de Ven que te tiente teatro, que desembarcará el domingo a las 21 con “Querer a las hermanas”. En mayo, en tanto, Cajamarca celebrará un doble estreno con el montaje de “No mover” y “La tiniebla” (ambas con dirección de David Maya).
El tercer búnker escénico capitalino es el Centro Cultural Ana Frank (Maipú 230). Como los anteriores, este rincón de la Cuarta Sección ofrece cursos y talleres de danza y formación teatral y espectáculos que van desde lo literario-musical a otros de neto corte murguero.
En unas cuadras de allí, en Guaymallén, Argonautas (en la esquina de Gutiérrez y Matienzo) se debate entre el cierre y la permanencia sostenida por la voluntad de La Rueda de los Deseos.
Por ahora, la sala resiste esta pulseada disminuyendo el flujo de actividades (suspendió, por ejemplo, el ciclo de danza “Varieté en ocho tiempos”) y convidando, cada sábado a las 21, la recién estrenada “Javiera”. Además, de cara a su noveno aniversario, planea para mayo un ciclo con las últimas tres producciones del elenco.
En otra punta, la Enkosala Gladys Ravalle abre sus flamantes puertas en Godoy Cruz (Almirante Brown 755) para albergar elencos y desarrollar actividades pedagógicas, bajo la coordinación de Juan Comotti. En ese escenario, el fin de semana próximo se verán “Disidencia en la piedra” (el sábado, a las 22) y “El manjar del desierto” (domingo, a las 21.30). Mariela Encina Lanús - Especial para Estilo
Fuente: Los Andes
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