domingo, 14 de marzo de 2010

Una jornada histórica del rock solidario

Un León acústico y también heavy. Siempre dispuesto a sumarse a eventos así.

Más de 100 mil personas fueron al festival “argentina abraza a chile” con bolsas de donaciones

Durante cuatro horas, pasaron por el escenario Ricardo Darín, Gustavo Santaolalla, Gustavo Cerati, Andrés Calamaro, Pedro Aznar, León Gieco, Raúl Porchetto y Los Fabulosos Cadillacs. Un público multitudinario cantó, saltó, disfrutó y llevó su aporte.

Marcelo Fernández Bitar

No fue una maratón interminable ni un desfile incesante de artistas, sino más bien un festival tan concreto y enfocado como su objetivo: ayudar a la gente afectada por los terremotos en Chile.

No fue un Live Aid ni tampoco Solidaridad 82, sino un encuentro único en la historia del rock argentino, por su consigna de recaudar fondos para otro país de manera multitudinaria, convocando a más de 100 mil personas con “apenas” un puñado de artistas. Desde un comienzo, se anunció a Los Fabulosos Cadillacs, León Gieco y Gustavo Cerati, quienes a su vez fueron sumando invitados dentro de sus recitales de casi una hora cada uno, por ejemplo Andrés Calamaro (con Cerati) y Raúl Porchetto (junto a Gieco). Además, hubo minisets de dos canciones cada uno, a cargo de Pedro Aznar y Santaolalla. Y la otra gran figura que subió al inmenso escenario (más grande que el de Cerati en el mismo predio en 2007) fue Ricardo Darín, que hizo las veces de presentador y vocero de Red Solidaria, junto a su director Juan Carr.

Y si bien la convocatoria fue extraordinaria, era realmente previsible teniendo en cuenta la popularidad de los nombres en juego. Por eso resulta extraño que muchos medios, o incluso políticos como Daniel Filmus, manifestaron su sorpresa por la cantidad de gente que se reunió a lo largo de la tarde.

La primera canción fue “Pensar en nada”, a cargo de Santaolalla y Gieco, a solas con sus guitarras, que luego hicieron sonar un tema “bien fogonero”, como anunció León: “Mañanas campestres”, aquel clásico de Arco Iris. “¡Qué bueno poder ayudar, celebremos que podemos ayudar!”, exclamó Gustavo Santaolalla con visible entusiasmo, antes de finalizar su participación y poner rumbo a Ezeiza porque tenía un viaje previsto hacía tiempo.

Antes, la apertura del escenario había estado a cargo de Ricardo Darín. Entre bambalinas, confesó que su idea inicial era leer un poema de su padre, dedicado a la bandera de Chile, pero su mujer le hizo desistir “porque era un poco largo”. Entonces simplemente explicó que el evento iba a ser “un verdadero abrazo sentido y profundo” y ejemplificó que las donaciones de cada 10 mil personas iban a servir para asistir a tantas familias como un barrio imaginario de 20 manzanas. Y antes de dar paso a la música leyó la lista de espónsores y servicios que ayudaron a hacer posible el festival. Más adelante, entre un artista y otro, volvió a subir para dar datos, como una donación puntual de un empresario que dio 100 mil pesos en ropa.

Poco antes de las 17, arrancaron Gustavo Cerati y su banda, con “No te creo”, un tema de su álbum solista Siempre es hoy que le dio pie para saludar y decir: “¡Somos parte, muchas gracias por venir y gracias por colaborar. Tengo una relación especial con Chile: muchos amigos y mis hijos nacieron ahí. Es buenísimo que hagamos esto. Aquí tenemos nuestros terremotos de otro tipo. Es un placer estar acá”.

Enganchó con “Avenida Alcorta”, cuya letra mencionaba a la mismísima Av. Figueroa Alcorta, que estaba metros del escenario, y también al barrio chileno de Providencia, en Santiago. El entusiasmo del público creció cuando hizo el actual hit radial “Rapto” y unas antológicas versiones de “Crimen” y “Trátame suavemente” a dúo con Andrés Calamaro, a quien presentó como “Un amigo de años y un grande”. También consiguió fuertes aplausos cuando dijo: “Recuerden que esto lo hacemos por los pobres, que son los que más sufren en estas cosas. Y no por los gobiernos”.

Fiel a su estilo, Cerati aprovechaba entre tema y tema para decir algunas palabras que incluyeran el título de la canción que terminaba de cantar o que estaba por empezar, por ejemplo “Lo que hacemos acá es un ‘Puente’”. Bajó a las 17.45, ovacionado por el excelente show que dio junto a Samalea, Coleman, Fresco, Álvarez de Toledo, Córdoba y Nalé.

INTERVALO. Con sólo dos canciones, Pedro Aznar se dio el gusto de rendir su tributo “como muestra de su riqueza” a compositores chilenos como Violeta Parra y Víctor Jara. A solas, cantó “Qué he ganado con quererte” y “Manifiesto”. Dijo también palabras como “con Chile me unen un montón de cosas, admiración por su cultura, amigos y músicos. Esta es una manera de retribuir y estar junto a ellos”.

Apenas terminó, casi al instante, empezó León Gieco con una versión acústica de “La memoria”. Siguió con “Cinco siglos igual” a capella con Andrés Giménez (dedicado “a uno de los grandes presidentes que tenemos en Latinoamérica, Evo Morales”) y anunció “un poco de rock and roll” antes de sumar al grupo D-Mente para hacer versiones heavy de hits como “El fantasma de Canterville”, “En el país de la libertad”, “La mamá de Jimmy” (con Raúl Porchetto, compañero de la versión original de Porsuigieco en 1976) y nuevamente “Pensar en nada”, terminando un gran set pocos minutos después de las 19 horas.

La última banda fue Los Fabulosos Cadillacs, que sonó contundente y precisa, tocando ya con las luces encendidas y abriendo con “Manuel Santillán el León”. Vicentico dijo: “Agradezcámonos, todos nosotros, por poder estar juntos. Somos hermanos de los chilenos y hermanos somos todos en mundo. También son amigos, y cuando un amigo se lastima o sufre, se le pregunta ‘qué necesitás, acá estoy’. Es un honor y un placer mirarnos a la cara de esta manera”.

Como es habitual en sus shows, en “El genio del dub” hizo arrodillar al público, y en la versión del “Guns of Brixton”, de The Clash, subieron su hijo Florián y el hijo de Flavio, Ástor, a quienes despidió como “niños endemoniados por el rock”. También se dio el gusto de pedir a la gente que grite la palabra “amigo” antes de tocar “Mal bicho”. Y a las 20.10, antes de cerrar su set con “Matador”, subieron invitados como León Gieco (con un gran tambor) e Hilda Lizarazu.

“Un abrazo grande para Chile –pidió Vicentico– que sigue esperando el abrazo y que sigan donando. Esto es un honor total y nos pertenece absolutamente. Hagámoslo seguido, ¡y gracias totales!”.

La despedida, como no podía ser de otra manera, fue con “Sólo le pido a Dios”, ya con más invitados, como los músicos chilenos de la banda de Charly García (Kiuge Hayashida, Tonio Silva Peña y Carlos González), Alina Gandini, Javier Calamaro y Mariana Baraj.

Fueron apenas cuatro horas, pero el balance fue positivo, admirable y emocionante desde cualquier punto de vista. Sensibilizados por un desastre natural de un país vecino, casi por las suyas, se reunió un grupo de músicos que en reiteradas ocasiones ha demostrado su interés por la solidaridad. Junto a Juan Carr y la gente de Red Solidaria, hicieron un enorme aporte moral, artístico y económico para la gente de Chile, un país que tiene enorme importancia en sus carreras y afectos.

Se donaron 60 toneladas de comida y 30 toneladas de ropa

Toda la gente que se fue acercando al festival primero hacía escala en los puestos de la Red Solidaria, donde dejaba bolsas con botellas de agua mineral, leche en polvo, ropa de abrigo y cajas de medicamentos. A las 16, su director, Juan Carr dijo que esperaban llenar en total tres camiones, y ya iban por dos. Al cierre, comentó a los medios el impresionante total de 60 toneladas de comida y 30 toneladas de ropa, que ocuparon siete camiones. Así, 12 mil chilenos van a tener abrigo durante un año y un colegio con 185 chicos va a poder comer durante tres años.

Fuente: Crítica

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