Por María Moreno
Imagen: Adriana Lestido, 1982.
“No es una exhibición de heroínas. Se trata de demostrar cómo, cuando se suponía que la mujer ocupaba sólo el ámbito doméstico, supuestamente femenino, también estaba inmersa en la vida pública y política. Esos mundos están cruzados, sólo faltaba contar la historia desde esta perspectiva.” Eso explica Liliana Piñeiro, directora de la Casa del Bicentenario, sentada en el cine-patio, fumando el último cigarrillo antes de acompañarnos a visitar la esperada muestra, Mujeres 1810-2010, curada por Valeria González, asesorada por Dora Barrancos, Mirta Lobato y Laura Malosetti Costa.
El lugar que abrió sus puertas hace casi dos semanas quedó buenísimo: una casona con alto valor arquitectónico, ubicada cerca de la Facultad de Ciencias Económicas (Riobamba 985), reciclada al estilo del Centro de la Cooperación, pero con ambientes más amplios.
Es sábado a la tarde, los pasillos se llenan. Piñeiro cierra fuerte los puños, y los sacude. Luego nos entrega un catálogo interactivo donde se lee una intención firmada por las mencionadas asesoras: “Mujeres de todas las condiciones sociales y étnicas, de las distintas religiones e ideologías políticas se manifestaron en todo el territorio nacional. Participaron en la construcción de la Nación. Actuaron en las lides sociales y políticas, trabajaron en una miríada de ocupaciones en campos, montañas y ciudades, fueron fundamentales en la educación, y sus huellas, vivas y profundas, están en todas las formas de nuestra cultura. Desde el primer Código Civil en 1869 que sancionaba su inferioridad hasta los días que corren, no hay duda de que han ganado derechos civiles, políticos y sociales. Pero todavía no sólo no gozan de completa igualdad, sino que se mantienen muchas inequidades.”
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