La historia de La Quimera del tango comenzó cuando los músicos Rodrigo Guerra (Pequeña orquesta reincidentes), Santiago Fernández, (Me Darás Mil Hijos) y Gonzalo Santos (Satélite Kingston) fueron convocados por Palo Pandolfo para "armar un trío de guitarras porque él quería presentar tangos", recuerda Fernández. "En determinado momento Rodrigo empezó a componer varios tangos, nos juntamos a hacerlos y ahí nació La Quimera", agrega.
Conciso y preciso, el músico sintetiza el origen de esta agrupación, que en la actualidad sumó un integrante, Julio Sleiman, y que hoy a la medianoche mostrará todo su material en el escenario de Ciudad Vieja (17 y 71).
Desde mayo de 2003, la banda que se define como una "operación alquímica" debido al origen de sus integrantes, que provienen de diferentes proyectos musicales, adquirió el nombre La Quimera del Tango porque "al principio éramos tres y una quimera es una criatura tricéfala", le explicó a Diagonales Santiago Fernández.
–El grupo pretende abordar la temática del tango desde el humor, con letras con "doble sentido" y "juegos de palabras", pero sin perder la esencia del género. ¿Cuál consideran que es esa "esencia"?
–La esencia del género está en la poesía, en las historias que se cuentan y, después, en un lenguaje musical que nosotros no transgredimos de ninguna manera, un cierto lenguaje guitarrístico, esa manera de orquestar las guitarras propia del género, donde nos sentimos cómodos.
La Quimera también utiliza, en algunos de sus temas, "instrumentos poco convencionales" para el género, como el serrucho frotado con arco o el cavaquinho que según Fernández son "para darles tintes diferentes" a las canciones, aunque aclara que están "abocados primordialmente a las guitarras".
Encontrar el camino. La agrupación inició una búsqueda que consistió, según ellos mismos la definen, en "innovar en el género desde adentro del mismo". El camino que los llevó hacia donde están fue "una decisión de arreglar los temas buscando cierta originalidad sin que se ponga en discusión si los temas son o no tangos", dijo Fernández, además de recalcar que "lo mismo pasa con la poesía: nos interesa contar historias que tengan que ver con la esencia de los tangos clásicos, pero no queremos usar las palabras en lunfardo sino vocablos más actuales, al igual que las historias, pretendemos que reflejen nuestros presentes, con cierta esencia en la estética tanto del lenguaje como de la música".
La primera producción discográfica de la banda lleva el mismo nombre que los representa: La Quimera del tango y se grabó en el 2004. Al año siguiente se presentó en diferentes ciclos musicales de Capital Federal, en el Festival de tango joven de La Falda (Córdoba) y en el Festival Internacional de tango de Buenos Aires. En el 2008 llegó su segundo álbum: La muerte del tango, que incluye 14 composiciones propias que conservan en las letras los dobles sentidos y suman "algunas pizcas de humor negro".
Algunas diferencias entre esos comienzos de la banda y la actualidad son, por ejemplo, que "empezamos a tocar más seguido, tuvimos la suerte de viajar al Festival El mapa de todos, en Brasilia, donde también participó Babasónicos. Y eso fue muy interesante porque el encuentro era de rock de Latinoamérica y nosotros hacíamos una especie de folclore haciendo tango y la gente lo aceptó muy bien", fueron algunas de las cosas que enumeró Fernández, como también que La quimera "sumó un nuevo integrante, y ahora tenemos otro nivel en las guitarras, algo que en el primer disco estaba muy verde" y declaró que en el material debut de la agrupación "estábamos encontrando un camino y en el segundo disco lo desarrollamos. Sobre lo que teníamos, dijimos 'queremos esto pero queremos hacerlo mejor'".
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