La cita de honor para los cinéfilos comenzará con sus proyecciones el 8 de abril; las entradas comenzarán a venderse a partir de mañana
La oferta descomunal, inabarcable de la 12» edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), que alcanza a 422 títulos entre cortos y largometrajes, impone algún tipo de guía, especialmente cuando el público se enfrenta a unos cuantos nombres desconocidos y a propuestas de los más diversos géneros, estéticas, orígenes y temas. Como siempre, habrá mucho cine joven y experimental, pero también rescates de clásicos y films "malditos", documentales políticos o films sobre la movida musical.
Si bien las proyecciones recién comenzarán el jueves 8 de abril, la venta anticipada de entradas arrancará mañana, tanto en Internet ( www.bafici.gov.ar ) como de forma personal en el Hoyts de Abasto o en la Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575), con un precio de 10 pesos y de 8 para jubilados y estudiantes.
La Competencia Internacional presenta este año un interesante programa de 19 títulos (tres de ellos argentinos), entre los que se destaca, por ejemplo, Mary & Max , bella, lírica y conmovedora película de animación artesanal stop motion con muñecos de plastilina dirigida por Adam Elliot, que describe la relación epistolar entre una niña australiana de 8 años (la voz de Toni Colette) y un judío neoyorquino de 44 (Philip Seymour Hoffman) que luego se extiende durante buena parte de las décadas de los 70 y los 80.
También con un fuerte impacto sociopolítico llega Ajami , película de los israelíes Scandar Copti y Yaron Shani, que narra -a la manera de la italiana Gomorra - la degradación cotidiana en una zona en la que al odio religioso entre musulmanes, cristianos y judíos, se le suman policías descontrolados, vendedores de droga y niños a la deriva. Fue una de las cuatro películas derrotadas por El secreto de sus ojos en la lucha por el Oscar extranjero (el Bafici también exhibirá La cinta blanca , de Michael Haneke, otra de las nominadas y ganadora de la última Palma de Oro en Cannes).
Para quienes quieran arriesgarse todavía más, hay también en la competencia principal pequeñas películas que merecen la atención: La boca del luppo , opera prima del italiano Pietro Marcello premiada en Torino que describe una historia de amor en la decadente Génova; y Alamar , film de Pedro González-Rubio que viene de triunfar en Rotterdam sobre la relación entre un joven mexicano y su hijo de cinco años durante el viaje a una paridisíaca isla antes de que el niño se vaya a vivir con su madre italiana, ya divorciada del padre.
En la sección Trayectorias se podrán ver los más recientes films de grandes autores, como el francés Jacques Rivette (la melancólica 36 vues du Pic Saint Loup , sobre la conexión que se establece entre un misterioso hombre italiano y los integrantes de la troupe de una compañía de circo clásico que ofrece su última gira, tras la muerte del fundador), el coreano Hong Sang-soo ( Like You Know It All , una comedia de enredos por momentos desopilante y en otros bastante cruel sobre un director de cine cuarentón invitado a participar como jurado de un festival de un pequeño pueblo costero); el italiano Marco Bellocchio ( Vincere , poderosa épica casi operística sobre la desgraciada vida de Ida Dalser, el gran amor de juventud de Benito Mussolini y con quien tuvo un hijo que nunca fue reconocido); o el japonés Nobuhiro Suwa (la sensible Yuki y Nina , sobre la crisis y separación de un matrimonio entre un francés y una nipona narrado desde la perspectiva y de las sensaciones íntimas de la única hija, de 9 años, que tiene la pareja).
Uno de los focos más interesantes de este año será el dedicado al matrimonio entre la italiana Tizza Covi y el austríaco Rainer Frimmel, célebres documentalistas que el año pasado debutaron en la ficción con la notable La Pivellina , sobre unos artistas de circo que crian a una niña de dos años abandonada en una plaza, rodada con actores no profesionales, con cámara 16 mm. en mano, y con una combinación entre rigor artesanal y humanismo sin subrayados.
Un recorrido por lo mejor de la programación no debería obviar a un desgarrador melodrama como Morrer como um homem , del portugués João Pedro Rodrigues, sobre las crudas experiencias de un viejo travesti; a dos provocativos estudios sobre la religión ( Lourdes , de la austríaca Jessica Hausner; y Hadewijch , del francés Bruno Dumont), y a documentales como El General , de Natalia Almada, en el que la directora reconstruye la historia política y familar de su bisabuelo Plutarco Elías Calles, referente de la Revolución Mexicana y presidente de ese país entre 1924 y 1928; y Sweetgrass , de Ilisa Barbash y Lucien Castaing-Taylor, que durante más de tres horas registra el último paso de dos carismáticos cowboys por unos montes en Montana, donde pastan sus rebaños de ovejas durante el verano.
Como todos los años habrá acercamientos a grandes artistas y grupos como The Kinks ( Do It Again , de Robert Patton-Spruill), Charlie Haden ( Rambling Boy , de Reto Caduff), Frank Zappa ( A Pioneer of the Future of Music , de Frank Scheffer), Phil Spector ( The Agony and the Ecstasy of Phil Spector , de Vikram Jayanti), o The Magnetic Fields ( Strange Powers , de Kerthy Fix y Gail O´Hara) y recuperación de clásicos tan disímiles como Antonio das Mortes: O Dragão da Maldade contra o Santo Guerreiro , de Glauber Rocha; Cazadores de almas , de Joseph von Sternberg; y Escala en la ciudad , de Alberto de Zavalía. Es decir, una oferta amplia, inteligente y audaz para satisfacer las más diversas exigencias de los cinéfilos porteños.
Como todos los años habrá acercamientos a grandes artistas y grupos como The Kinks (Do It Again, de Robert Patton-Spruill), Charlie Haden (Rambling Boy, de Reto Caduff), Frank Zappa (A Pioneer of the Future of Music, de Frank Scheffer), Phil Spector (The Agony and the Ecstasy of Phil Spector, de Vikram Jayanti), o The Magnetic Fields (Strange Powers, de Kerthy Fix y Gail O´Hara) y recuperación de clásicos tan disímiles como Antonio das Mortes: O Dragão da Maldade contra o Santo Guerreiro, de Glauber Rocha; Cazadores de almas, de Joseph von Sternberg; y Escala en la ciudad, de Alberto de Zavalía. Es decir, una oferta amplia, inteligente y audaz para satisfacer las más diversas exigencias de los cinéfilos porteños.
Diego Batlle
Fuente: La Nación
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