Por: Eduardo Giorello
Catalina Ismailova es una mujer lumpen, analfabeta y aburrida. También es una hipócrita. Tiene un amante con el que duerme en la misma cama que ocupa con su esposo, pero se aburre y padece de insomnio. Acosada por su suegro, lo envenena con hongos. Más tarde, junto con su amante, asesina al esposo ahogándolo en la pileta de la cocina. Finalmente mata a una rival y se ahogan juntas en un lago en Siberia. Catalina se asimila a una Lady Macbeth de cuño shakespeariano en sus deseos y ambiciones pero sobre todo por su impulso asesino, frío y sangriento.
Dmitri Shóstakovich aseguró que el argumento de «Lady Macbeth del distrito de Mtsensk», su segunda ópera después de «La nariz», es una historia de amor. Su intención al contarla se liga con su admiración por algunas mujeres rusas que luchan por lo que desean. Como correlato, la ópera configura una ácida crítica a las instituciones de la Rusia zarista, en los años previos a la Revolución socialista.
Si «Lady Macbeth» fuera sólo una obra dramática no se sostendría. Diálogos y situaciones caen más de una vez en lo pueril. Lo que sí es trascendente es la música, como en muchas otras creaciones líricas. Electrizante en todo su desarrollo (cuatro actos, aquí fundidos en dos), de 170 minutos de duración, el lenguaje utilizado por Shóstakovich en esta ópera se asimila a su enorme creación sinfónica de 15 sinfonías.
La música es de una riqueza de orquestación y colorido timbrico realmente apabullante y el canto surge en todo su esplendor con lirismo, sobre todo en los relatos de Catalina, y una entonación sin diálogos ni recitativos. Sólo canto en expansión, casi en el modo wagneriano.
Como consecuencia, la interpretación vocal y orquestal es fundamental en su realización escénica ya que esta última adquiere total relieve con el sustento sonoro escrito por Shóstakovich para sus acciones sarcásticas y sus personajes vulnerables en su moral. Alejo Pérez dirigió una suntuosa Orquesta Estable del Teatro Argentino platenses, en uno de sus más logrados trabajos de los últimos tiempos. Ninguna de las secciones resultó con flaquezas. El todo se oyó compacto y con las sutilezas compositivas que llevan a la sonoridad de los instrumentos hacia el impresionismo pictórico, a la música imitativa, a la brutalidad sinfónica. Los interludios se escucharon magníficos en una labor ejemplar del director de orquesta, aun recordando que el país tuvo a Rostropovich como anterior director de esta ópera.
Estupenda la protagonista, la letona Natalia Kreslina, de amplitud de registro sonoro y potente. Su personificación ingenua y brutal también fue la adecuada. Enrique Folger fue el amante complaciente e inmoral. Cantó con buenos recursos y actuó algo inhibido. Excelente Hernán Iturralde, Pedro Espinoza, Gustavo Gibert y Ariel Cazes en medio de un extenso reparto en el que todos brillaron a su manera.
El Coro Estable dirigido por Miguel Martínez tuvo un desempeño acorde con el resto del elenco y un gran momento en la escena final. La puesta de Marcelo Lombardero fue espectacular y de dinámica cinematográfica, en los empalmes de las distintas escenas. Sacarla de su época (la prerrevolución soviética) debilita el mensaje de Shóstakovich, aunque la intención del régisseur haya sido la crítica mordaz a instituciones locales (véase la policía con su corrupción que comienza desde la pizza y la cerveza). Estupenda la escenografía de Diego Siliano. Bueno el vestuario de Luciana Gutman y con halo patético las luces de José Luis Fiorruccio. La escena de la prisión siberiana que cierra la ópera se convirtió en un campo de concentración como el de cualquier totalitarismo, sin tiempo ni espacio. Otro acierto.
«Lady Macbeth de Mtsensk». Opera en cuatro actos. Lib: A. Preys y D. Shóstakovich. Mús.: D. Shóstakovich. Dir. Mus.: A. Pérez. Régie: M. Lombardero. Esc.: D. Siliano. Vest.: L. Gutman. Ilum: J..L. Fiorruccio. (Teatro Argentino de La Plata).
Nueva función Martes 30/3
Entrada única de 5 pesos, sin ubicación y por orden de llegada.
Lamentablemente la estupenda protagonista Natalia Kreslina será reemplazada.
Fuente: Ambito
Catalina Ismailova es una mujer lumpen, analfabeta y aburrida. También es una hipócrita. Tiene un amante con el que duerme en la misma cama que ocupa con su esposo, pero se aburre y padece de insomnio. Acosada por su suegro, lo envenena con hongos. Más tarde, junto con su amante, asesina al esposo ahogándolo en la pileta de la cocina. Finalmente mata a una rival y se ahogan juntas en un lago en Siberia. Catalina se asimila a una Lady Macbeth de cuño shakespeariano en sus deseos y ambiciones pero sobre todo por su impulso asesino, frío y sangriento.
Dmitri Shóstakovich aseguró que el argumento de «Lady Macbeth del distrito de Mtsensk», su segunda ópera después de «La nariz», es una historia de amor. Su intención al contarla se liga con su admiración por algunas mujeres rusas que luchan por lo que desean. Como correlato, la ópera configura una ácida crítica a las instituciones de la Rusia zarista, en los años previos a la Revolución socialista.
Si «Lady Macbeth» fuera sólo una obra dramática no se sostendría. Diálogos y situaciones caen más de una vez en lo pueril. Lo que sí es trascendente es la música, como en muchas otras creaciones líricas. Electrizante en todo su desarrollo (cuatro actos, aquí fundidos en dos), de 170 minutos de duración, el lenguaje utilizado por Shóstakovich en esta ópera se asimila a su enorme creación sinfónica de 15 sinfonías.
La música es de una riqueza de orquestación y colorido timbrico realmente apabullante y el canto surge en todo su esplendor con lirismo, sobre todo en los relatos de Catalina, y una entonación sin diálogos ni recitativos. Sólo canto en expansión, casi en el modo wagneriano.
Como consecuencia, la interpretación vocal y orquestal es fundamental en su realización escénica ya que esta última adquiere total relieve con el sustento sonoro escrito por Shóstakovich para sus acciones sarcásticas y sus personajes vulnerables en su moral. Alejo Pérez dirigió una suntuosa Orquesta Estable del Teatro Argentino platenses, en uno de sus más logrados trabajos de los últimos tiempos. Ninguna de las secciones resultó con flaquezas. El todo se oyó compacto y con las sutilezas compositivas que llevan a la sonoridad de los instrumentos hacia el impresionismo pictórico, a la música imitativa, a la brutalidad sinfónica. Los interludios se escucharon magníficos en una labor ejemplar del director de orquesta, aun recordando que el país tuvo a Rostropovich como anterior director de esta ópera.
Estupenda la protagonista, la letona Natalia Kreslina, de amplitud de registro sonoro y potente. Su personificación ingenua y brutal también fue la adecuada. Enrique Folger fue el amante complaciente e inmoral. Cantó con buenos recursos y actuó algo inhibido. Excelente Hernán Iturralde, Pedro Espinoza, Gustavo Gibert y Ariel Cazes en medio de un extenso reparto en el que todos brillaron a su manera.
El Coro Estable dirigido por Miguel Martínez tuvo un desempeño acorde con el resto del elenco y un gran momento en la escena final. La puesta de Marcelo Lombardero fue espectacular y de dinámica cinematográfica, en los empalmes de las distintas escenas. Sacarla de su época (la prerrevolución soviética) debilita el mensaje de Shóstakovich, aunque la intención del régisseur haya sido la crítica mordaz a instituciones locales (véase la policía con su corrupción que comienza desde la pizza y la cerveza). Estupenda la escenografía de Diego Siliano. Bueno el vestuario de Luciana Gutman y con halo patético las luces de José Luis Fiorruccio. La escena de la prisión siberiana que cierra la ópera se convirtió en un campo de concentración como el de cualquier totalitarismo, sin tiempo ni espacio. Otro acierto.
«Lady Macbeth de Mtsensk». Opera en cuatro actos. Lib: A. Preys y D. Shóstakovich. Mús.: D. Shóstakovich. Dir. Mus.: A. Pérez. Régie: M. Lombardero. Esc.: D. Siliano. Vest.: L. Gutman. Ilum: J..L. Fiorruccio. (Teatro Argentino de La Plata).
Nueva función Martes 30/3
Entrada única de 5 pesos, sin ubicación y por orden de llegada.
Lamentablemente la estupenda protagonista Natalia Kreslina será reemplazada.
Fuente: Ambito
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