Lo señaló el Incucai en una encuesta realizada el último año sobre los motivos que tenían los ciudadanos para no ser donantes de órganos
Según cifras del Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), en 2009 hubo 500 donantes reales, lo que permitió que se realizaran 1.192 trasplantes de órganos, cifra que representa la segunda marca más alta en la historia del país.
Pero qué pasa con todas aquellas personas que aún no son donantes. ¿Miedo, ignorancia, creencias religiosas?, ¿cuál es el motivo que las lleva a no ser donantes?
Para el Incucai, la principal razón es la falta de información y las falsas creencias que circulan en torno a la cuestión.
Un informe elaborado por el organismo, al que tuvo acceso este medio, hace referencia a los temores y fantasías al momento de elegir no ser donantes.
El informe realizado en 2009 arrojó que sobre un total de 800 encuestados, un 13,6% aseguró tener miedos y mitos sobre el tema.
Entre las principales respuestas estaban el miedo a ser asesinados para que se utilicen los órganos (26,5%), el tráfico de órganos (20,9 %), la manipulación del cuerpo luego de la muerte (6,3%), desconfianza en general (5,8%) y miedo a la muerte (5,2%).
Consultado por Hoy, Daniel Flores, director médico del Centro Unico de Ablación y Trasplante de la provincia de Buenos Aires (Cucaiba), explicó que a partir de 2006 con la ley de Donación de Organos se cambió el paradigma de la donación. “Antes era una decisión que tomaban los familiares de la persona fallecida y ahora se trata de una opción tomada en vida, en la que se respeta el derecho personalísimo de las personas a querer donar sus órganos”, afirmó.
Agregó que las negativas aparecen cuando se trata de menores de edad o insanos, debido a que en esas circunstancias son los familiares los que deciden. “Muchas veces existe la negativa en sí, en otros hay miedos a la mutilación”, afirmó.
Añadió que en esos casos se explica que el proceso de donación sigue los pasos de una cirugía habitual y que se cuida la integridad estética del cuerpo.
Respecto de las creencias religiosas, aseguró que esas razones son minoría. “No es algo muy frecuente en el país, porque la mayoría de las religiones han sido muy categóricas y tanto el cristianismo, el judaísmo como el islam aceptan la donación”.
Otra razón para le negativa es el miedo por el tráfico de órganos. “Decir que no existe es erróneo, pero se da en países donde no tienen una legislación que lo prohíba”.
En ese sentido, agregó que Argentina es uno de los países pioneros en América Latina que regula la actividad y que además pone énfasis en la transparencia de la actividad y en su penalización.
No obstante los mitos, año tras año el país supera el número de donantes y donaciones realizadas. De acuerdo al Incucai, hasta ayer hubo un total de 206 trasplantes y 84 donantes reales de órganos. En lista de espera había 117 personas. En tanto, para manifestar la voluntad afirmativa o negativa respecto de donar, se debe firmar un acta de expresión en cualquier sede del organismo, o bien asentarlo en el Registro Civil. Para quienes desean tener más información, el Incucai tiene a disposición la línea gratuita 0800-222-0101.
Cuando la necesidad tiene cara de hereje en la web
“Soy una mujer de 45 años, sana, sin vicios, sangre factor b+, por problemas económicos vendo un riñón”, reza un aviso anónimo en la red. Esa clase de ofertas son habituales en internet, una tendencia que apareció con la necesidad y la miseria; incentivada además por las posibilidades de anonimato que ofrece lo digital.
Al respecto, Daniel Flores sostuvo que “se trata de casos que por desesperación e ignorancia se cometen actos que para la legislación argentina son un ilícito”.
Agregó que “si del Cucaiba tenemos la posibilidad de contactarnos con esa persona, les explicamos de qué se trata la donación de órganos. Además tenemos un equipo de asistentes sociales que trabajan en la contención de personas en crisis”.
Cabe recordar que en la Argentina, la ley 26.066 de Trasplante de Organos y Tejidos prohíbe “toda contraprestación u otro beneficio por la dación de órganos o tejidos, en vida o después de la muerte”. También establece penas de hasta seis años de prisión para médicos, enfermeros e intermediarios que intenten lucrar con estas situaciones.
Por último, Flores añadió que “en un trasplante intervienen más de 100 profesionales y que además el órgano debe ser compatible, por lo tanto, ese órgano que se ofrece es muy probable que sea médicamente incompatible”.
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