En 2007, un accidente que la puso al borde de la muerte paradójicamente le cambió la vida. Y encaró nuevos desafíos.
Con Antichrist se consagró como mejor actriz en el último Festival de Cannes. Y con IRM -un disco inusual, escrito y producido por Beck- exorcizó sus miedos.
Fuerte y corajuda. Esa era la imagen que Charlotte Gainsbourg tenía de sí. Una imagen que cambió para siempre cuando supo que por suerte estaba viva. Un recuerdo; sólo eso era el accidente que había sufrido en el verano de 2007 mientras practicaba esquí acuático. Era sólo un recuerdo hasta que, seis meses después, tuvo una "jaqueca de siete días". Una resonancia magnética dio luz sobre una masa de sangre acumulada en el cerebro. El médico estaba shockeado y le dijo que debía haber quedado paralizada o muerta. "Me sorprendió saber que era tan frágil, tan débil. No tenía idea de cuánto me horrorizaba morir."
Después de que le "taladraron un orificio en el cráneo" -en esos términos describió al dominical inglés The Observer la cirugía de urgencia que le practicaron-, la angustia se apoderó de su ser. "Me sentía vulnerable. Pensaba que me podía morir en cualquier minuto." Por un tiempo Charlotte, nacida en Londres y criada en París, encontró refugio junto a su familia, pero la recuperación final, "el consuelo" -como dice- llegó con IRM (la sigla en francés de imagen de resonancia magnética). IRM es el disco que, con ayuda de Beck (productor, compositor, cantante norteamericano), exorcizó todos su temores. Un exorcismo que se extendió con Antichrist , la película de Lars von Trier cuya actuación, "entrega casi impúdica, en la exasperación del dolor y en las liberaciones de pulsiones demoníacas", según las críticas, le valió el premio a mejor actriz en el último Festival de Cannes. "Fue tan excitante, tan intenso, con tanto sufrimiento... Era muy masoquista, y hacer cosas dolorosas era excitante. El llanto, los gritos, me excitaban. Las sensaciones estaban mezcladas. Nunca me habían pedido ir tan lejos", aseguró la artista, que heredó tanto de su padre, el fallecido cantante, actor y director francés Serge Gainsbourg, como de su madre, la actriz y cantante inglesa Jane Birkin, el espíritu de la provocación.
Serge fue uno de los antihéroes más queridos de Francia (murió de un ataque al corazón en 1991) y Birkin, su musa. Juntos grabaron la "orgásmica" Je t´aime, moi non plus (1969). De aquella confesión -Yo te amo, yo tampoco- nació Charlotte, y la provocación sería sello en su vida. A los 12 años, metida junto a papá en una gran cama de sábanas negras, puso en jaque a Europa con Lemon Incest, la canción en la que padre e hija proclamaban "Te amo/Te amo/ Te amo más que a nadie/ Este es el amor que nunca haremos".
Perversa y tierna, por un tiempo huyó de la música ("el genio de mi padre me pesa demasiado") e inclinó la balanza hacia la actuación. Su primera aparición en el cine fue a los 13 años, como la hija de Catherine Deneuve, en Paroles et musiques, de Elie Chouraqui. A los 15 años ganó un César como actriz revelación por su actuación en L´effrontée , de Claude Miller. Pero fue con The Cement Garden (1993), la película dirigida por su tío Andrew Birkin, que llamó la atención en el mundo como la muchacha que comete incesto con su hermano. "Es muy difícil admitir que soy una actriz -asegura-. Empecé haciendo esto durante las vacaciones escolares y nunca estudié actuación. Con cada film es como si siempre estuviera empezando de cero. Me cuestiono siempre; me gusta sentirme insegura. No soy fácil de satisfacer." Cuando se le pregunta con qué papeles le gustaría ser asociada, no duda: Antichrist . Y las dos que filmó con su marido, Yvan Attal (ver recuadro).
"Me voy a tomar un tiempo antes de ir bajo suelo", susurra en Dandelion , una de las catorce canciones de IRM (Warner Music), el disco en el que explora las sensaciones de estar viva después de una posible muerte. La búsqueda por exponer los recuerdos de esta "muerte" coloca a la Gainsbourg en el lugar de cantante, y más personal, a pesar de que se trata de su tercer álbum. Era apenas una adolescente cuando papá Serge dio a conocer Charlotte for ever, el disco con el que debutó. El tiempo debió pasar para que Charlotte enfrentara nuevamente el micrófono. Lo hizo en 2006 con 5:5, producido por Nigel Godrich (genial cabeza de Radiohead) y con canciones escritas especialmente para ella por músicos como Air y Jarvis Cocker (Pulp).
Pero IRM es diferente. "Me sacó de mis pequeños sufrimientos." Dispuesta a que la consolaran, Charlotte llevó en su valija al estudio de Beck una grabación del sonido de una resonancia magnética. "Era el sonido del delirio. El sonido más íntimo y revelador que jamás hubiese imaginado." ¿El resultado? Un disco cuya mezcla ecléctica de estilos propone un profundo viaje emocional por los más diversos estados de ánimo de Charlotte. Es que ella bien sabe que el cielo puede esperar.
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