domingo, 21 de marzo de 2010

“No es un espectáculo para todo público, porque hay escenas fuertes, de violencia”

Entrevista a Marcelo Lombardero

El director artístico del Teatro Argentino ante el comienzo de una nueva temporada


"Es fuerte, no es un espectáculo apto para todo público, no es un espectáculo apto para niños menores de 14 años, porque hay escenas fuertes, escenas de violencia, no mucho más de lo que se ve en televisión", aclara Marcelo Lombardero responsable de la puesta en escena de Lady Macbeth de Mtsensk, la obra que inicia la actividad operística en el año del bicentenario y en el que se cumple el 120º aniversario del primer coliseo bonaerense.

Si a eso se le suma que un folleto explicativo reza: "porque en 1936, a pesar de su repercusión y luego de asistir a una representación en Moscú, Stalin la prohibió por su alto contenido sexual y por considerarla contraria a los intereses del público", la obra al menos despierta curiosidad.

Todos aquellos que deseen adentrarse en el mundo lírico pero a través de otra puerta, esta tarde, desde las 18.30, en la sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino (51 entre 9 y 10), tienen una oportunidad inmejorable con la puesta en escena de esta particular ópera.

Marcelo Lombardero, es además del responsable de la puesta en escena de Lady Macbeth de Mtsensk, el director artístico del máximo coliseo bonaerense. A horas del estreno en La Plata de la obra repasó con Diagonales las características de este espectáculo, la actualidad del Teatro Argentino e hizo hincapié en la necesidad de "amigar a esta institución con la sociedad que lo sustenta".

–¿Qué particularidades tiene esta puesta en escena?

–Esta es una producción que hice el año pasado en el Teatro Municipal de Santiago (Chile), que tuvo un éxito increíble, fuera de lo común. Primero por las características de la obra en sí, después porque la producción funcionó muy bien, recibió el premio de del Círculo de Críticos de arte de Chile y es una producción que se vendió para San Petesburgo, o sea que vamos a hacer una ópera rusa en Rusia, no está mal.

Yo necesitaba como director artístico del Teatro Argentino conocer el funcionamiento del teatro desde adentro, haciendo un trabajo. Yo nunca dirigí en este teatro, adapté, pero nunca tuve la suerte de dirigir.

Para mí como artista y como director artístico, estoy en este cargo, además de creer necesario que yo también tenga una mirada estética sobre la programación, necesitaba también entender como funcionaba el escenario, y que mejor que dirigir un espectáculo y también, tenía la necesidad de decir estéticamente lo que a mí me parece que tiene que ser un teatro lírico. Y esta obra tiene unas connotaciones especiales, decidí que era la mejor difusión y la mejor manera de abrir mi primera temporada en el teatro como programación.

–¿En qué se basó su trabajo con esta obra? ¿Qué diferencias encuentra con otras puesta en escena que se realizaron de Lady Macbeth?

–Nosotros hicimos una lectura más moderna con la obra, más allá que esta es una obra moderna. Está basada en una novela del siglo XIX y que cuenta las tribulaciones de una mujer a mediados de ese siglo en la Rusia zarista. Pensamos que para contar esta historia, para contextuarla queríamos sacarle toda la cosa exótica, folclórica, entonces la trajimos más acá, a la mitad del siglo XX, entre 1960 y 1980; en una zona rural que podría ser el este europeo o la provincia de Buenos Aires.

La obra está planteada como un espectáculo muy teatral, duro, pero creo que es algo novedoso para este teatro hacer un planteo de este tipo.

–¿Cómo articula el hecho de ser artista y al mismo tiempo desempeñarse como funcionario ocupando el cargo de Director artístico del Teatro Argentino, que depende del Instituto Cultural de la Provincia?

–A mí nunca me eligieron para dirigir un teatro, las veces que dirigí el Teatro Colón, la Cámara o cuando estuve en el Centro de Experimentación, o cuando fui director artístico por ser un funcionario. Era un artista y por eso me eligieron, porque tengo una mirada estética de la cuestión.

Muchos artistas son directores artísticos de muchos teatros, una cosa no invalida la otra. Son dos actividades distintas aunque a veces complementarias.

–En el Teatro Colón ocupó un lugar similar. ¿Qué diferencia encuentra entre los dos teatros?

–Son infinitas las diferencias, no son diferencias de calidad, sino que son diferencias históricas, culturales. Dirigir el Teatro Argentino de La Plata implica un desafío distinto a los que implicaba dirigir el Teatro Colón, y lo que yo estoy empeñado en realizar es en amigar esta institución con la sociedad que lo sustenta. La provincia de Buenos Aires hace unos esfuerzos enormes en sostener este teatro y por eso este le tiene que devolver a estos ciudadanos que aportan todos los meses con sus impuestos a su mantenimiento, tiene que devolverle en calidad artística, prestigio; y en accesibilidad.

El desafío que yo me he impuesto es justamente, en principio, tratar de incorporar nuevo público, estamos haciendo un trabajo enorme al respecto; y tratar de incorporar no solamente la ciudad sino a todo el sector social que lo sustenta. En ese sentido no es fácil, porque cuando se quemó el Teatro Argentino histórico, estuvo deambulando un poco ignorado y subsistió con el esfuerzo de la gente de adentro, pero eso también lo escindió un poco de la sociedad. Y cuando abrió esta nueva sede, los avatares y las idas y vueltas, han hecho que el ciudadano común ni siquiera se anime a entrar o ni sepa lo que pasa.

Ese trabajo hay que hacerlo y hay que tratar de amigarlo. Ningún teatro puede funcionar sin un entorno social, el teatro es un espejo de la sociedad. Forma parte, si no forma parte del hecho cultural y social de la ciudad no tiene sentido, ninguna razón de ser. Entonces acá hay una institución preparada para eso, pero que nunca terminó de cuajar por diversas razones: políticas, económicas. El desafío es ese, que es grande, y esperemos poder llevarlo adelante, es un camino largo, es un trabajo largo; y que tiene varias implicancias hacia afuera y hacia adentro.

–¿Qué importancia tiene la programación? ¿Qué contempla a la hora de armarla?

–Creo que la programación es una parte de la dirección artística, una parte importante pero no la única. Históricamente este teatro, sobre todo en los últimos años, tenía una mirada muy parcial de lo que era la historia de la música. Sobre todo en la ópera y el ballet.

En los conciertos sinfónicos ha habido una apertura más importante, interesante, con un espíritu más renovador.

Pero en cuanto a la ópera y el ballet, la programación estaba circunscripta a 50 o 60 años de la historia de la música, y de un sector geográfico solo. Ópera italiana o francesa de 1830 a 1890.

Nosotros pensamos que un teatro moderno tiene que abrir su espectro, por eso abrimos con una obra del siglo XX y por eso hay un título barroco en la temporada, hay siglo XXI con el TA.CEC. Tenemos que cuidar a nuestro público melómano habitué, pero tenemos en principio que plantearnos cosas para acercar a otra gente.

Y justamente, Macbeth Mtsensk es una obra especialmente pensada para un público distinto. Anda dando vueltas un panfleto que plantea: ¿Por qué ver Lady Macbeth de Mtsensk? ¿Por qué además ese título raro, casi impronunciable, de un compositor que no se entiende, en ruso (aunque va subtitulada la historia)? Pero la obra en sí y como está narrada es más cercano a un espectáculo teatral muy intenso que a lo que normalmente se entiende por lo que es una ópera. El público en general, y el público joven en particular no deberían perderse el espectáculo porque le da la oportunidad de entrar a un mundo, que después es muy difícil de salir.

Estoy muy confiado y es algo muy distinto a lo que se había hecho hasta ahora. Es fuerte, no es un espectáculo apto para todo público, no es un espectáculo apto para niños menores de 14 años, porque hay escenas fuertes, escenas de violencia, no mucho más de lo que se ve en televisión. Pero es la oportunidad de acercarse a un tipo de espectáculo, a un tipo de arte, que es muy difícil de ver y bueno que la provincia de Buenos Aires lo pueda ofrecer en gran nivel y gran calidad, es una lástima perdérselo. Porque no en todas las ciudades del mundo hay instituciones como esta.

Por un lado es un espectáculo único, no éste en sí, sino lo que se hace acá adentro; y por otro lado, es una institución a la que hay que cuidar desde adentro y desde afuera.

–¿Qué le despertó recibir el premio Konex?

-Estoy muy agradecido a todas las nominaciones, los premios son buenos pero el mejor premio para el artista es el aplauso del público.

Es halagador ser reconocido, pero uno puede tener muchos premios pero si al público no le gusta lo que uno hace no sirve.

Fuente: Diagonales

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