domingo, 21 de marzo de 2010

Lady Macbeth, desde Mtsensk hasta La Plata

Enrique Folger y Natalia Krieslina

La ópera de Shostakovich cuenta con régie de Marcelo Lombardero, dirección musical de Alejo Pérez y la actuación de Natalia Krieslina

No se puede hablar de Lady Macbeth de Mtsensk sin tener que referirse, casi de modo perentorio, a la persecución que se abatió sobre Dmitri Shostakovich por parte del comisariado soviético, precisamente, por esta ópera. Es un lugar común y, al mismo tiempo, casi inevitable. Sin embargo, ahora que la Guerra Fría ha quedado atrás -y, aparentemente, bien lejos- parece mucho más atinado hablar de las maravillas de este drama musical, tantas y tan admirables que han transformado a Lady Macbeth... en una de las óperas más logradas del siglo XX. Aunque cueste creerlo, sobre todo si se sigue mirando a la música del siglo pasado y del presente desde los preconceptos y los recelos, en los últimos dos años, Lady Macbeth... ha sido repuesta en catorce nuevas producciones en distintas ciudades del mundo. Una de ellas, fue elaborada por Marcelo Lombardero para el Teatro Municipal de Santiago de Chile, la misma que, a partir de esta tarde, a las 18.30, llega al Argentino de La Plata.

La Lady Macbeth shakesperiana es un personaje poco querible que, con insistencia y persistencia, estimula a su marido para avanzar hacia el poder, con acciones indignas que no pueden sino generar encono y animadversión. Katerina Ismailova, la Lady rusa, es una asesina que, en una situación de desvergüenzas generalizadas y en el medio de una caterva de abusadores, alcahuetes, violadores, corruptos, aprovechadores y violencias de género, termina por ser un personaje a quien entender y comprender aún cuando sus acciones están muy lejos de constituirse en algo siquiera cercano a un manual del buen comportamiento. Katerina podría haber sido tomada por algún guionista experto para llevarla como trágica heroína en algún capítulo de la televisiva serie Mujeres asesinas . Katerina mata a su suegro y colabora en el asesinato de su marido. Con todo, y lejos de lo que cualquier estrado judicial contemplaría, podría entenderse que los responsables han sido ellos mismos y su amante Sergei, el verdadero Mister Macbeth, un trepador desagradable de ética inexistente que, movido por sus ambiciones ilimitadas, la rescata de la indiferencia y el desdén para insuflarle algo de vida.

Fue la historia, tomada de un cuento de Nikolai Leskov, y no la música la causante de la impresión negativa que Stalin se llevó cuando la vio en 1936. La resultante fue ese huracán que se abatió sobre el pobre Dmitri. Para colmo de males, no sólo se presentaba al pueblo ruso a través de una verdadera colección de miserias humanas sino que, además, el guión venía rodeado de lascivia, sexo y traiciones. Definitivamente, una ópera brutal, un hueso imposible de roer.

Escozores

Sin embargo, no es el argumento de una ópera el que causa escozores y despierta sensibilidades en los corazones, aún en los de un dictador, sino la música que, si está bien escrita, le da a la ópera una dimensión única y diferente. Y Shostakovich aplicó, uno a uno, los mejores métodos para potenciar un texto en el que reina el desamor y construir una ópera sólida, potente y muy atractiva. Sin casi puntos de contacto con las estéticas y discursos en boga en París o en Viena en los años 30, Shostakovich elaboró una ópera de formatos tradicionales, con un idioma musical que no plantea desafíos de decodificación y que sólo ofrece altísimos niveles de realización. Tan bien escrita está que no se puede sino odiar a Boris, el suegro; a Sergei, el amante repulsivo; a Zinovi, su esposo, tan rico como anodino; a Sonietka, perversa y ambiciosa, a los trabajadores que consuman una violación colectiva y a los policías corruptos. Entre todos estos despreciables sólo hay indulgencia hacia Katerina. Hay arias, números corales, tensiones dramáticas crecientes, pasajes orquestales maravillosos y un final que deja al público consternado y feliz, un extraño oxímoron de sensaciones que no son sino la consecuencia lógica de una ópera que es una verdadera obra de arte.

Pablo Kohan

DETALLES NADA MENORES

  • Luego de la función de esta tarde, a las 18.30, la ópera de Shostakovich se volverá a presentar el jueves, a las 20.30, y el domingo próximo, otra vez a las 18.30. Además de la puesta en escena de Marcelo Lombardero, la propuesta cuenta con la dirección musical de Alejo Pérez, la escenografía le corresponde a Diego Siliano, el vestuario a Luciana Gutman y la iluminación a José Luis Fiorruccio. Y los principales roles serán asumidos por la soprano letona Natalia Kreslina (Katerina), Hernán Iturralde (Boris), Enrique Folger y Marcelo Puente (Serguei), entre otros. Las entradas tienen un valor que arranca en los 15 pesos. Informes, 0800-666-5151.

Fuente: La Nación

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