martes, 9 de marzo de 2010

Marina Santillán: "No hago música especulando"

Dueña de un repertorio difícil de encasillar, ya editó un disco con raíces folclóricas. De familia de artistas, a los 6 años ingresó en una escuela de arte.
Por: Eduardo Slusarczuk

Antes de Mar adentro hay una vida entera cantando. En mi familia hay cuatro generaciones de músicos y, en cualquier momento, encontramos las pruebas de que hay una quinta. Así que mi relación con la música existe desde el momento en el que nací".

Cero exageración. "Mis tíos bisabuelos, Angel y Vicente Greco, son los creadores de la guardia vieja del tango, fundadores de SADAIC. Hay pianistas, compositores. Mi abuelo era el crítico musical Napoleón Cabrera. Hay toda una rama materna que fue por el lado de la música académica. De modo que yo, a los seis años, estaba entrando en una escuela de artes", resume Marina Santillán.

Tiempos de adoquines de San Telmo, barrio en el que transcurrió su infancia y su adolescencia. Marco urbano que, casas más, casas menos, se replica en su Flores actual. Sin embargo, los veranos en el sur conspiraron contra los aires de tango de la ciudad y torcieron su gusto hacia el folclore.

"Mi papá viene de Esquel, y toda su rama familiar está diseminada por Lago Puelo, Epuyén, Leleque, Cholila, Esquel", enumera Marina, y despierta envidias al recordar que pasaba allí los tres meses de verano. Menos las de su madre, que, super urbana, "puteaba y puteaba".

Lo cierto es que los paisajes patagónicos pudieron más que los de la gran ciudad. "Siempre recuerdo sensaciones, experiencias con la gente del pueblo, olores, la esquila de las ovejas, pasar por lugares tan poco conocidos, lugares que son increíbles. Y el folclore quedó muy adentro mío. Por algún lado vino, y conecta con ese paisaje de invierno", dice.

Sin embargo, a medida que avanza con el repaso de su pasado, aparecen otros links a la música folclórica. "Mi madre es maestra de canto y por la casa de mis viejos pasaban músicos a rolete. Desde Ricardo Lew hasta Oscar Alem, Horacio Corral, el zurdo Enrique Roitzner. Había un montón. En esas épocas veía gente que yo ni siquiera sabía quién era, como León Gieco. Pero se percibía una magia tremenda. Ellos estaban ahí, haciendo cultura, generando música. Y yo heredé ese clima", explica.

Con ese bagaje de vivencias y aprendizajes, Marina se largó a recorrer el circuito de peñas, pubs y boliches en los que pudiera mostrar lo que hacía. "Pasé unos seis años tocando, primero en trío con Matías Arriazu y Emanuel Alvarez, y después sólo con Emanuel, además de compartir escenario con otros artistas", detalla.

Una previa que le permitió elegir un rumbo que dejó impreso en el repertorio de su primer disco, Mar adentro, editado hace casi un año. Una propuesta que transita la delgada línea que separa (o une) a la tradición con el modernismo en ese terreno casi sin horizontes que es el folclore.

Por ahí se cruzan Jorge Fandermole con Hamlet Lima Quintana, Juan Falú con Sebastián Monk, y Marina Santillán con todos ellos y varios autores más. Cóctel algo difícil de encasillar, con todo lo que eso significa a la hora de la difusión y la convocatoria. "Si es el mejor o el peor camino es una pregunta que me hago, pero para la que no encuentro respuesta. Yo no hago música especulando. Si esto encaja o no encaja, si me conviene o no para que me llamen de tal o cuál lugar, no lo sé. No me nutro de esas variables. Puede ser que manejado con habilidad te posicione en algún lugar en especial. Puede que, si no, te arruine un poco la vida.

¿A vos cómo te esta yendo?

Ahora, más bien me está arruinando un poco la vida (risas). Es difícil manejarse con habilidad. Hay que estar con la cabeza programada para otra cosa. Pero yo, además, estoy empezando a componer. Y quien compone tiene adentro una música que pide salir. Eso, no hay posibilidades de manejarlo.

Santillán identifica el impulso por componer como algo natural, una especie de paso obligado para su necesidad de expresar sentimientos propios. "Yo necesitaba terminar de decir algo y las letras tienen que ver con esa necesidad", explica. Y agrega: "Existe, además, una conexión entre mis canciones y las de otros compositores, que terminan de cerrar la idea que tenía al planear el disco."

Esa idea incluye variables artísticas y personales que, en todo caso, se sintetizan en la presencia de Oscar Alem al piano de la Zamba del duraznillo. "De algún modo, el tío Oscar simboliza toda esa herencia de lo que yo respiraba de chica, en mi casa", confiesa.

Mientras sigue presentando Mar adentro, Santillán ya tiene en mente al segundo disco, para el que se piensa más compositora que intérprete. Aunque eso empine aún más la pendiente hacia la masividad. "No creo que lo importante sean los cuántos, sino el qué y el cómo", aclara, y remata: "Abordar públicos multitudinarios debe ser una experiencia alucinante y lo que uno quiere como artista es llegar a la mayor cantidad de gente. Pero a cualquier precio no. Esos son mis valores".

Fuente: Clarín

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