lunes, 15 de marzo de 2010

Las chicas católicas ponen tercera

Alumnas y monjas. Julia Calvo, Alicia Zanca, Fabiana García Lago y Maju Lozano.

Con Alicia Zanca, Julia Calvo, Fabiana García Lago y Maju Lozano

Este miércoles, en el Multiteatro, vuelve a estrenarse la obra de la norteamericana Casey Kurtti, siempre dirigida por Zanca, que, por primera vez, también forma parte del elenco. Reunidas durante un ensayo, las actrices hablan de la vigencia de un clásico.

Leni González

Por tercera vez en Buenos Aires, se presenta la obra de la norteamericana Casey Kurtti Chicas católicas. Y no será la vencida –perdón, la despedida– si vamos a creerle a Alicia Zanca, la tridirectora y ahora también actriz integrante del elenco que completan Julia Calvo, Fabiana García Lago y Maju Lozano. “No lo pienso como un cierre. Quizás lo harán nuestras hijas. O lo haremos en el geriátrico. Porque este cuento maravilloso es un clásico”, dice sobre el estreno del miércoles en el Multiteatro (Corrientes 1283).

“Todos me dicen: ‘Ah, sí, la tengo que ver’, ‘Qué bueno, la otra vez me la perdí’ o ‘Quiero repetir’, cuenta Calvo, la actriz que al igual que García Lago formó parte del primer grupo, en 2005, junto a Verónica Llinás y Vanesa Weinberg. Dos años después, el elenco de estas cuatro mujeres que interpretan a las nenas que fueron y a las monjas que las educaron, lo integraron Mónica Villa, María José Gabin, Muriel Santa Ana y Dalia Elnecave. Sobre la formación actual, Zanca dice que representa su visión inicial: “Cuando sueño con algo, veo las caras de las actrices que me gustaría que estén y en este elenco está mi primer sueño. No porque el otro no me haya gustado, pero éste es como un primer novio, ¿entendés?”.

–¿Por qué esta vez eligió involucrarse, además, en la actuación?

–Porque tengo relaciones muy profundas con la gente que está en esta obra. Yo sufro mucho como actriz, soy muy obsesiva y hace diez años que no me subo a un escenario (en 2002, Lo que va dictando el sueño, de Griselda Gambaro, en el San Martín, donde también trabajó Calvo); en cambio, como directora tengo mucha libertad, pero como actriz no me gusto: aunque tengas la alegría del aplauso, la que actúa es la que se juega la vida.

Prima de Andrea del Boca en la tira del Trece Alguien que me quiera, Calvo le recuerda a Zanca que no se olvide de aquella primera vez: “En ese momento, ella nos hablaba de lo placentero de ir a esas niñas de cada una. Yo ahora se lo digo para que también disfrute y nade en esta pileta de agua tibia”.

Desde 1982, cuando se estrenó en el off Broadway, Catholic school girls pasó por Chile, Perú, la Argentina y México, país adonde fue convocada Zanca en 2007 para la dirección. “Hasta la autora me dijo que le gustó más lo que vio en México que lo que ella había escrito”, dice la directora. La obra original, ambientada en Estados Unidos en los 60, fue adaptada para la Argentina entre los años 1973 y 79; en México, también se ubicó la acción en los 70, pero debieron cambiar algunos referentes históricos y culturales. Por ejemplo, “comunismo”, “bombas” o “represión” no significaban nada en ese contexto y tuvieron que sustituirlo por “terremotos”, algo que conmociona y preocupa mucho a las nenas de ese país.

Ninguna de las cuatro estudió en colegio de monjas. Lo más cercano al tema es un parentesco de Calvo, sobrina de un jesuita.

–Zanca, ¿el planteo de la obra mantiene su vigencia en esta época?

–Sí porque Chicas católicas es un clásico y refiere a algo que sucede todavía en la educación primaria. Y aunque lo de “comunista” ya no suena de la misma manera, no está mal recordarlo. En cuanto a cada puesta, como la actuación pasa por el cuerpo, cada actriz le pone lo propio, lo que vivió en su adolescencia, sus vivencias y, por eso, nunca es igual.

Ya inmersa en las grabaciones de Malparida –otra de las tiras para este año del Trece, con Juana Viale y Gonzalo Heredia–, García Lago refuerza la idea de que es una obra ideal porque “te permite jugar mucho y, además, ahora tenemos el aporte de Maju, que nos obliga a adaptarnos y a crecer con ese aire nuevo que nos trajo”.

Maju sabe que el público la asocia a la conducción, a la radio, al humor, pero no a la actuación. “Yo soy actriz. Estudié con Julio Chávez. Después te prostituís y hacés un montón de cosas horribles (se ríe). Yo quería ser Graciela Dufau y después la vida me llevó por otro lado. El teatro era algo pendiente desde hace mucho y cuando me llamó Alicia dije sí inmediatamente”, cuenta la entrerriana.

En su defensa, Zanca asegura que “sabía que había estudiado” y que “la gente tiene prejuicios”: “Me pasó con Luisana Lopilato cuando la pedí para el San Martín (para Arlequín, servidor de dos patrones). Te puede gustar o no pero ellas estudiaron, se formaron. Es que si estás muy cerrado, no podés ver. A veces, estás prevenida con cosas y te lo perdés y no disfrutás; a mí también me pasa eso de ‘A verrr... ¿Qué me vas a mostrar?’”, reconoce.

De todos modos, la coequiper de Matías Martin en Vértigo, por Telefe, y de Lalo Mir en La Cien (FM 99.9) tiene posición tomada. “No me interesa nada lo que digan otros. Trabajo mucho para hacer lo que me gusta y, si mi placer no les causa placer a otros, lo lamento tanto y déjenme tocar tranquila. Hago teatro desde los 14. Y la conducción también es actuar, porque si no fuera así estaría medicada. Ya había visto Chicas católicas dos veces y le dije a mi novio de ese momento: ‘Cómo me gustaría hacer esto’. Y me llegó. La fama sirve para que el otro tenga prejuicios sobre lo que sos capaz de hacer o para que te ofrezcan cualquier cosa, como aparecer en la revista Playboy, por ejemplo”, confiesa, sonriendo ante la respuesta de sus compañeras, que le gritan a coro: “Hacelo, hacelo, Maju, te queremos”.

Un equipo de mujeres ocupadísimas

Nadie en este grupo puede quejarse de falta de trabajo. Además de la obra de teatro, Zanca continúa, con mucho compromiso, sus clases de actuación. Y de televisión no quiere ni hablar porque se sintió maltratada la última vez. Después del éxito de Piaf en el Liceo, en el que encarnó el papel de Toine, la amiga pobre de la cantante interpretada por Elena Roger, Calvo no viajó con el elenco a España. Reemplazada por Gipsy Bonafina, se quedó con la calle Corrientes y la tira del Trece. “A lo mejor, si tuviera 24 años, lo lamentaría, pero a esta altura no. Fue un ciclo que se cerró, muy bueno y muy gratificante”. Lustrándose las uñas, Zanca contesta con una hipótesis: “A lo mejor, tenemos que viajar nosotras con Chicas católicas y hacer el sacrificio de ir a España”.

Fuente: Crítica

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