Alejandro Jaúregui el integrante de Quinteto Tiempo hoy hará un show con su grupo en el Coliseo Podestá
Alejandro Jaúregui es uno de los integrantes históricos del Quinteto Tiempo que lleva más de cuarenta años de vida cantada, trece discos grabados –los tres primeros llegaron a vender medio millón de placas–, más de cuarenta giras por Europa y América, y numerosos talleres musicales en distintos colegios primarios bajo el patrocinio de la Unesco. Su último disco Quinteto Tiempo en vivo en Canadá, es un manojo de temas clásicos de su repertorio ("Verde romero", "Las golondrinas", "Tío Pedro" y "Te recuerdo Amanda", entre otros). Fueron capaces de soportar persecuciones y el silencio de la dictadura sin retroceder un solo centímetro en sus convicciones. El "Gurí" Jáuregui, si bien nació en Capital Federal, educó su voz de bajo en la cancha de Estudiantes, en el codo de 55 y 115. Nunca cambió de camiseta, ni futbolística ni ideológica. Igual que sus compañeros. Será por eso que a este Quinteto no se le acaba nunca el tiempo de emocionar.
–¿Recuerda cómo eran los años en que nació el Quinteto?
–Nuestra primera actuación fue el 14 de agosto de 1966, en el Auditorio de radio Provincia, para el programa con público, Mañanitas camperas, que animaba Mario Jorge Acuña. Una audición muy escuchada en La Plata y también en otras ciudades de la provincia. Recuerdo que pocos días antes había ocurrido el Golpe de estado de Onganía al gobierno radical y en la radio tuvimos nuestra primera discusión por el repertorio que habíamos elegido: qué hacíamos con "El grito", una zamba de Alfredo Rubio y Jorge Cumbo cuya letra parecía una abierta condena a la represión oficial. Teníamos que cantar cinco temas y era nuestro único repertorio. Finalmente la hicimos. Y Acuña le comentó a Jorge Cumbo, “cantan bien los muchachos... ¿Así que éstos son los comunistas ?”. Sólo por haber cantado esta zamba nos ganamos "la humorada" que nos acompañó por muchos años. Con Acuña nos hicimos amigos y fue el primer gran difusor de nuestros discos. Con el paso del tiempo, por nuestro repertorio padecimos prohibiciones y condenas.
–¿Cómo lograron esa continuidad de más de treinta años?
–Desde aquella actuación en la radio y hasta el ‘72 pasaron como integrantes Sara y Guillermo Masi, Miguel Coloma, Alfredo Sáenz, Carlos D'ovidio y Mario Arreseygor. De allí en adelante, somos los mismos: Santiago Suárez, Rodolfo Larrumbe, Ariel Gravano, Eduardo Molina, Alejandro Jáuregui y en la dirección artística, Carlos Groisman. Es decir, 38 años. Toda una vida en la que, supongo, hemos sido coherentes y consecuentes con una identidad y compañerismo que nos fue cambiando con el tiempo, sin perder las raíces y un destino común.
–"Somos lo que éramos", el título de uno de sus últimos discos, es un buen resumen de su trayectoria.
–Parece un milagro por los cambios ocurridos en todo el mundo. Tal vez lo sea.
–¿Cuál es la relación del Quinteto con Armando Tejada Gómez?
–A Armando lo conocimos en 1967. Se vino a La Plata a escuchar un ensayo. Varios artistas le habían hablado de nosotros. Ese día nos contó, puntualmente, la propuesta artística del movimiento Nuevo Cancionero, fundado junto a Oscar Matus, Mercedes Sosa y otros artistas en Mendoza. Una mirada distinta sobre el país y la propuesta de un nuevo repertorio nacional. Para nosotros Armando fue la "verdad rebelada". Nos dio una visión distinta de todo. Folclore, arte y política tenían un mismo destino en la Patria Grande. En el ‘69 cantamos en La Casa de Armando Tejada Gómez, en Cosquín. De allí pasamos al escenario mayor y a decenas de festivales y teatros en todo el país y, luego, en América latina. Incluimos varias canciones y poesías de su autoría en nuestro repertorio. Es un reconocimiento eterno al poeta, al compañero, al amigo. Armando sigue cantando con nosotros, siempre.
–Ustedes fueron los primeros intérpretes de "Canción con todos", con César Isella...
–"Canción con Todos" fue terminada por César y Armando en 1967, en un ensayo del quinteto en Gonnet. La grabamos para el disco de Isella América Joven en el ‘68, la cantamos en Cosquín en el ‘70 y quedó registrada con nuestro arreglo musical en el tercer LP del Quinteto Tiempo, en 1976. "Canción con todos" trasciende mas allá de su lugar consagratorio en el cancionero popular; es un vivo testimonio del espíritu de integración latinoamericana que recorre "por la cintura cósmica del sur" todo nuestro continente.
–Ustedes fueron testigos del nacimiento de otra obra maestra, "Adagio en mi país", de Alfredo Zitarrosa.
–Dos meses antes del golpe del ‘73 en Chile, fuimos invitados junto a Alfredo Zitarrosa y otros artistas de América y Europa al Primer ( y único ) Festival Internacional de la Canción organizado por la Unidad Popular. Compartimos con el gran cantor uruguayo escenarios, reportajes y la insólita invitación a la fiesta de cumpleaños de Salvador Allende, en su residencia de Tomás Moro, cantando hasta la madrugada. Una experiencia imborrable e irrepetible. Esto fue un 26 de junio. Dos días después se produce el golpe de estado en Uruguay. Alfredo se encierra en su habitación del hotel durante horas. Allí compone "en mi país que tristeza, la pobreza y el rencor...", la letra de "Adagio en mi país". En octubre de ese año viajamos a Uruguay con Armando Tejada Gómez a participar en el Estadio Peñarol de un Festival organizado, ya en la clandestinidad, por el Frente Amplio. Allí Alfredo nos canta y nos graba el Adagio terminado para que lo incluyéramos en nuestro próximo disco. En el ‘74, cuando faltaba grabar la voz solista del “Adagio...”, Rodolfo Larrumbe es detenido después de un ensayo y desaparece durante 15 días. Lo ubicamos en una Comisaría en Quilmes. Todo lo que expresa esta versión y toda la carga emotiva que la rodeó está registrado en nuestro segundo LP de Quinteto Tiempo y siembra una larga y profunda amistad con Alfredo Zitarrosa.
–¿Qué recuerdos tiene de Mercedes Sosa?
–Cantamos por primera vez juntos en el ‘67, en el Teatro Opera de La Plata. A partir de allí, hubo un reconocimiento artístico recíproco y una hermosa amistad con ella y su familia. Recuerdo varias actuaciones inolvidables, pero hubo un momento en el ‘77 en que fuimos a pedirle actuar con ella como su grupo soporte, ya que nos venían prohibiendo cantar en todas partes. Lo pensó, como aquel que también está en la cuerda floja, y dijo que sí. Hicimos diez presentaciones en el teatro Lasalle de la ciudad de Buenos Aires. La policía invitaba al público asistente a retirarse de la sala por amenazas de bombas todos los días. Se registraba el lugar y la gente se iba, pero a pesar del miedo siempre volvía. Mercedes cantaba la primera parte y luego nos presentaba como el número estelar de la noche. Esperaba la hora que duraba nuestra parte y cerrábamos juntos. Nunca sentimos tanta entereza, compañerismo y respeto.
–No sólo compartieron escenarios, sino también calabozos...
–En La Plata, en plena actuación, nos metieron presos a todos, artistas, contratantes y público. En el verano siguiente teníamos que presentarnos toda la temporada en el teatro Arenas, en Pinamar. La policía y el ejército rodearon el lugar e impidieron las actuaciones. Mercedes se exilió en España, nosotros nos quedamos en el país más prohibidos que antes. Siempre que volvió estuvimos con ella. Nuestra hermana no se fue. Siempre cantamos con ella.
–¿Qué mirada tiene sobre este momento de nuestra historia?
–De los tiempos más negros de nuestra historia heredamos la enorme pelea por la democracia, pero también la deuda externa, la Obediencia debida, el Punto final, las privatizaciones, el miedo y el egoísmo. Los mismos que hoy están "crispados" por la Ley de medios audiovisuales, la distribución de la riqueza, los fondos previsionales, las retenciones, los precios bajos, son los mismos que defendieron los intereses que decretaron nuestro silencio de los lugares de trabajo y medios de comunicación.
Fuente: Diagonales
Alejandro Jaúregui es uno de los integrantes históricos del Quinteto Tiempo que lleva más de cuarenta años de vida cantada, trece discos grabados –los tres primeros llegaron a vender medio millón de placas–, más de cuarenta giras por Europa y América, y numerosos talleres musicales en distintos colegios primarios bajo el patrocinio de la Unesco. Su último disco Quinteto Tiempo en vivo en Canadá, es un manojo de temas clásicos de su repertorio ("Verde romero", "Las golondrinas", "Tío Pedro" y "Te recuerdo Amanda", entre otros). Fueron capaces de soportar persecuciones y el silencio de la dictadura sin retroceder un solo centímetro en sus convicciones. El "Gurí" Jáuregui, si bien nació en Capital Federal, educó su voz de bajo en la cancha de Estudiantes, en el codo de 55 y 115. Nunca cambió de camiseta, ni futbolística ni ideológica. Igual que sus compañeros. Será por eso que a este Quinteto no se le acaba nunca el tiempo de emocionar.
–¿Recuerda cómo eran los años en que nació el Quinteto?
–Nuestra primera actuación fue el 14 de agosto de 1966, en el Auditorio de radio Provincia, para el programa con público, Mañanitas camperas, que animaba Mario Jorge Acuña. Una audición muy escuchada en La Plata y también en otras ciudades de la provincia. Recuerdo que pocos días antes había ocurrido el Golpe de estado de Onganía al gobierno radical y en la radio tuvimos nuestra primera discusión por el repertorio que habíamos elegido: qué hacíamos con "El grito", una zamba de Alfredo Rubio y Jorge Cumbo cuya letra parecía una abierta condena a la represión oficial. Teníamos que cantar cinco temas y era nuestro único repertorio. Finalmente la hicimos. Y Acuña le comentó a Jorge Cumbo, “cantan bien los muchachos... ¿Así que éstos son los comunistas ?”. Sólo por haber cantado esta zamba nos ganamos "la humorada" que nos acompañó por muchos años. Con Acuña nos hicimos amigos y fue el primer gran difusor de nuestros discos. Con el paso del tiempo, por nuestro repertorio padecimos prohibiciones y condenas.
–¿Cómo lograron esa continuidad de más de treinta años?
–Desde aquella actuación en la radio y hasta el ‘72 pasaron como integrantes Sara y Guillermo Masi, Miguel Coloma, Alfredo Sáenz, Carlos D'ovidio y Mario Arreseygor. De allí en adelante, somos los mismos: Santiago Suárez, Rodolfo Larrumbe, Ariel Gravano, Eduardo Molina, Alejandro Jáuregui y en la dirección artística, Carlos Groisman. Es decir, 38 años. Toda una vida en la que, supongo, hemos sido coherentes y consecuentes con una identidad y compañerismo que nos fue cambiando con el tiempo, sin perder las raíces y un destino común.
–"Somos lo que éramos", el título de uno de sus últimos discos, es un buen resumen de su trayectoria.
–Parece un milagro por los cambios ocurridos en todo el mundo. Tal vez lo sea.
–¿Cuál es la relación del Quinteto con Armando Tejada Gómez?
–A Armando lo conocimos en 1967. Se vino a La Plata a escuchar un ensayo. Varios artistas le habían hablado de nosotros. Ese día nos contó, puntualmente, la propuesta artística del movimiento Nuevo Cancionero, fundado junto a Oscar Matus, Mercedes Sosa y otros artistas en Mendoza. Una mirada distinta sobre el país y la propuesta de un nuevo repertorio nacional. Para nosotros Armando fue la "verdad rebelada". Nos dio una visión distinta de todo. Folclore, arte y política tenían un mismo destino en la Patria Grande. En el ‘69 cantamos en La Casa de Armando Tejada Gómez, en Cosquín. De allí pasamos al escenario mayor y a decenas de festivales y teatros en todo el país y, luego, en América latina. Incluimos varias canciones y poesías de su autoría en nuestro repertorio. Es un reconocimiento eterno al poeta, al compañero, al amigo. Armando sigue cantando con nosotros, siempre.
–Ustedes fueron los primeros intérpretes de "Canción con todos", con César Isella...
–"Canción con Todos" fue terminada por César y Armando en 1967, en un ensayo del quinteto en Gonnet. La grabamos para el disco de Isella América Joven en el ‘68, la cantamos en Cosquín en el ‘70 y quedó registrada con nuestro arreglo musical en el tercer LP del Quinteto Tiempo, en 1976. "Canción con todos" trasciende mas allá de su lugar consagratorio en el cancionero popular; es un vivo testimonio del espíritu de integración latinoamericana que recorre "por la cintura cósmica del sur" todo nuestro continente.
–Ustedes fueron testigos del nacimiento de otra obra maestra, "Adagio en mi país", de Alfredo Zitarrosa.
–Dos meses antes del golpe del ‘73 en Chile, fuimos invitados junto a Alfredo Zitarrosa y otros artistas de América y Europa al Primer ( y único ) Festival Internacional de la Canción organizado por la Unidad Popular. Compartimos con el gran cantor uruguayo escenarios, reportajes y la insólita invitación a la fiesta de cumpleaños de Salvador Allende, en su residencia de Tomás Moro, cantando hasta la madrugada. Una experiencia imborrable e irrepetible. Esto fue un 26 de junio. Dos días después se produce el golpe de estado en Uruguay. Alfredo se encierra en su habitación del hotel durante horas. Allí compone "en mi país que tristeza, la pobreza y el rencor...", la letra de "Adagio en mi país". En octubre de ese año viajamos a Uruguay con Armando Tejada Gómez a participar en el Estadio Peñarol de un Festival organizado, ya en la clandestinidad, por el Frente Amplio. Allí Alfredo nos canta y nos graba el Adagio terminado para que lo incluyéramos en nuestro próximo disco. En el ‘74, cuando faltaba grabar la voz solista del “Adagio...”, Rodolfo Larrumbe es detenido después de un ensayo y desaparece durante 15 días. Lo ubicamos en una Comisaría en Quilmes. Todo lo que expresa esta versión y toda la carga emotiva que la rodeó está registrado en nuestro segundo LP de Quinteto Tiempo y siembra una larga y profunda amistad con Alfredo Zitarrosa.
–¿Qué recuerdos tiene de Mercedes Sosa?
–Cantamos por primera vez juntos en el ‘67, en el Teatro Opera de La Plata. A partir de allí, hubo un reconocimiento artístico recíproco y una hermosa amistad con ella y su familia. Recuerdo varias actuaciones inolvidables, pero hubo un momento en el ‘77 en que fuimos a pedirle actuar con ella como su grupo soporte, ya que nos venían prohibiendo cantar en todas partes. Lo pensó, como aquel que también está en la cuerda floja, y dijo que sí. Hicimos diez presentaciones en el teatro Lasalle de la ciudad de Buenos Aires. La policía invitaba al público asistente a retirarse de la sala por amenazas de bombas todos los días. Se registraba el lugar y la gente se iba, pero a pesar del miedo siempre volvía. Mercedes cantaba la primera parte y luego nos presentaba como el número estelar de la noche. Esperaba la hora que duraba nuestra parte y cerrábamos juntos. Nunca sentimos tanta entereza, compañerismo y respeto.
–No sólo compartieron escenarios, sino también calabozos...
–En La Plata, en plena actuación, nos metieron presos a todos, artistas, contratantes y público. En el verano siguiente teníamos que presentarnos toda la temporada en el teatro Arenas, en Pinamar. La policía y el ejército rodearon el lugar e impidieron las actuaciones. Mercedes se exilió en España, nosotros nos quedamos en el país más prohibidos que antes. Siempre que volvió estuvimos con ella. Nuestra hermana no se fue. Siempre cantamos con ella.
–¿Qué mirada tiene sobre este momento de nuestra historia?
–De los tiempos más negros de nuestra historia heredamos la enorme pelea por la democracia, pero también la deuda externa, la Obediencia debida, el Punto final, las privatizaciones, el miedo y el egoísmo. Los mismos que hoy están "crispados" por la Ley de medios audiovisuales, la distribución de la riqueza, los fondos previsionales, las retenciones, los precios bajos, son los mismos que defendieron los intereses que decretaron nuestro silencio de los lugares de trabajo y medios de comunicación.
Fuente: Diagonales
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