Esta noche es la última función de esta ópera experimental de Marcos Franciosi
Esta noche, la ópera experimental El Gran Teatro de Oklahoma, de Marcos Franciosi, presenta su última función en el Teatro Argentino de La Plata (acceso por 10 y 53), hoy a las 21.30 y a precios populares (las entradas generales tienen un valor de cinco pesos).
Esta obra es parte del trabajo del Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata (TACEC): fue escrita por encargo del mismo.
El Gran Teatro de Oklahoma fue definida por su autor, Marcos Franciosi, como “una ópera experimental para 7 voces, 9 instrumentistas y dispositivo electrónico”.
El libreto está basado en una adaptación de Diego Cosin del capítulo homónimo de la novela América, de Franz Kafka.
Según explica el compositor Marcos Franciosi, la obra "busca dar cuenta de la lógica de las pesadillas kafkianas recreando una atmósfera de incertidumbre en la que los personajes se debaten entre la realidad y la ensoñación. Sigue el curso narrativo que es propio de la novela pero enfatiza los aspectos psicológicos y trata de aprovechar la riqueza de metáforas que surge de la misma escritura de Kafka. Insistiendo en algunos de los pasajes del texto pretende que la psicología de los personajes se configure sobre una temporalidad mixta, entre la fugacidad del instante y el transcurso de un tiempo inexorable”.
La adaptación del original literario “se basó en los diálogos y dio como resultado una estructura dramática fundamentalmente teatral. La traslación de ese texto a la música derivó en un desdibujamiento del diálogo real y en una acentuación del monólogo interno de cada uno de los personajes, induciéndolos a un continuo cambio de posturas físicas, psíquicas y propiamente musicales".
Sobre la partitura, Franciosi explica que "está basada en la lógica del objeto encontrado, un concepto que permite reflexionar y cuestionarse por la sobreestimación de ciertos materiales sonoros que es habitual en la música. Concretamente se trata de utilizar objetos de la vida cotidiana que han sido elegidos por sus cualidades sónicas y expresivas. Esos objetos, bocinas de auto, de bicicleta, fanales de vidrio, mangueras corrugadas, megáfonos, entre otros, actúan, por un lado, como detonadores de impulsos acústicos –armónicos, melódicos, espectrales, espaciales o rítmicos– que son tomados por las voces e instrumentos.
Por otro lado, estos elementos se convierten en puntos de referencia para la percepción, inducen a la identificación más o menos concreta con objetos de la vida cotidiana y los resignifican desde lo sonoro. Incluir estos elementos más allá de los fines con los que fueron originalmente concebidos, supone un forzamiento del plano vocal e instrumental y constituye una apuesta estética de riesgo”. Para lograr una integración real de todos los factores intervinientes, Franciosi revela: “mi labor de composición fue siempre paralela al trabajo de dramaturgia y puesta en escena".
La dirección musical de El Gran Teatro de Oklahoma está a cargo de Valeria Martinelli, la puesta en escena es de Diego Cosin, la escenografía de Fabián Nonino, el vestuario de Joanna Nogueiras Yankelevich y el dispositivo electrónico de Yamil Burguener.
Intervienen el Nonsense Ensamble Vocal de Solistas (formado por las sopranos Nadia Szachniuk y Lucía Lallanne, la contralto Evangelina Bidart, los tenores Martín Díaz y Juan Francisco Ramírez, el barítono Alejandro Spies y el bajo Javier Lezcano y el Ensamble Instrumental Süden (integrado por Juliana Moreno y Sergio Catalán, en flautas; Federico Landaburu, en clarinete; Carlos Britez, en violín; Mariano Malamud, en viola; Martín Devoto, en violoncello; Facundo Ordóñez, en contrabajo; Diego Ruiz, sintetizador, y Daniel Serale percusión.
El estreno de El Gran Teatro de Oklahoma se vincula con uno de los principales objetivos del TACEC: brindar la posibilidad a compositores, autores y directores que generalmente desarrollan sus carreras artísticas en los márgenes del sistema cultural, de experimentar en la creación de un género tan complejo y apasionante como el lírico. Resultan escasísimas las producciones de ópera contemporánea que circulan por nuestro país, que está paradójicamente repleto de creadores, estudiantes y público, que esperan saber con curiosidad qué existe de nuevo también en este campo.
Con este sentido, el jueves pasado el TACEC presentó por primera vez –en un estreno mundial– El Gran Teatro de Oklahoma. Una forma de continuar promoviendo el trabajo artístico de exploración, en este caso, mediante la producción de una ópera experimental que no reniega de las audacias musicales y escénicas para dar cuenta del torturado universo de Franz Kafka.
Fuente: Diagonales
Esta noche, la ópera experimental El Gran Teatro de Oklahoma, de Marcos Franciosi, presenta su última función en el Teatro Argentino de La Plata (acceso por 10 y 53), hoy a las 21.30 y a precios populares (las entradas generales tienen un valor de cinco pesos).
Esta obra es parte del trabajo del Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata (TACEC): fue escrita por encargo del mismo.
El Gran Teatro de Oklahoma fue definida por su autor, Marcos Franciosi, como “una ópera experimental para 7 voces, 9 instrumentistas y dispositivo electrónico”.
El libreto está basado en una adaptación de Diego Cosin del capítulo homónimo de la novela América, de Franz Kafka.
Según explica el compositor Marcos Franciosi, la obra "busca dar cuenta de la lógica de las pesadillas kafkianas recreando una atmósfera de incertidumbre en la que los personajes se debaten entre la realidad y la ensoñación. Sigue el curso narrativo que es propio de la novela pero enfatiza los aspectos psicológicos y trata de aprovechar la riqueza de metáforas que surge de la misma escritura de Kafka. Insistiendo en algunos de los pasajes del texto pretende que la psicología de los personajes se configure sobre una temporalidad mixta, entre la fugacidad del instante y el transcurso de un tiempo inexorable”.
La adaptación del original literario “se basó en los diálogos y dio como resultado una estructura dramática fundamentalmente teatral. La traslación de ese texto a la música derivó en un desdibujamiento del diálogo real y en una acentuación del monólogo interno de cada uno de los personajes, induciéndolos a un continuo cambio de posturas físicas, psíquicas y propiamente musicales".
Sobre la partitura, Franciosi explica que "está basada en la lógica del objeto encontrado, un concepto que permite reflexionar y cuestionarse por la sobreestimación de ciertos materiales sonoros que es habitual en la música. Concretamente se trata de utilizar objetos de la vida cotidiana que han sido elegidos por sus cualidades sónicas y expresivas. Esos objetos, bocinas de auto, de bicicleta, fanales de vidrio, mangueras corrugadas, megáfonos, entre otros, actúan, por un lado, como detonadores de impulsos acústicos –armónicos, melódicos, espectrales, espaciales o rítmicos– que son tomados por las voces e instrumentos.
Por otro lado, estos elementos se convierten en puntos de referencia para la percepción, inducen a la identificación más o menos concreta con objetos de la vida cotidiana y los resignifican desde lo sonoro. Incluir estos elementos más allá de los fines con los que fueron originalmente concebidos, supone un forzamiento del plano vocal e instrumental y constituye una apuesta estética de riesgo”. Para lograr una integración real de todos los factores intervinientes, Franciosi revela: “mi labor de composición fue siempre paralela al trabajo de dramaturgia y puesta en escena".
La dirección musical de El Gran Teatro de Oklahoma está a cargo de Valeria Martinelli, la puesta en escena es de Diego Cosin, la escenografía de Fabián Nonino, el vestuario de Joanna Nogueiras Yankelevich y el dispositivo electrónico de Yamil Burguener.
Intervienen el Nonsense Ensamble Vocal de Solistas (formado por las sopranos Nadia Szachniuk y Lucía Lallanne, la contralto Evangelina Bidart, los tenores Martín Díaz y Juan Francisco Ramírez, el barítono Alejandro Spies y el bajo Javier Lezcano y el Ensamble Instrumental Süden (integrado por Juliana Moreno y Sergio Catalán, en flautas; Federico Landaburu, en clarinete; Carlos Britez, en violín; Mariano Malamud, en viola; Martín Devoto, en violoncello; Facundo Ordóñez, en contrabajo; Diego Ruiz, sintetizador, y Daniel Serale percusión.
El estreno de El Gran Teatro de Oklahoma se vincula con uno de los principales objetivos del TACEC: brindar la posibilidad a compositores, autores y directores que generalmente desarrollan sus carreras artísticas en los márgenes del sistema cultural, de experimentar en la creación de un género tan complejo y apasionante como el lírico. Resultan escasísimas las producciones de ópera contemporánea que circulan por nuestro país, que está paradójicamente repleto de creadores, estudiantes y público, que esperan saber con curiosidad qué existe de nuevo también en este campo.
Con este sentido, el jueves pasado el TACEC presentó por primera vez –en un estreno mundial– El Gran Teatro de Oklahoma. Una forma de continuar promoviendo el trabajo artístico de exploración, en este caso, mediante la producción de una ópera experimental que no reniega de las audacias musicales y escénicas para dar cuenta del torturado universo de Franz Kafka.
Fuente: Diagonales
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