sábado, 3 de abril de 2010

Un cordón que nunca se corta

Martha Rodríguez y Julieta Alfonso interpretan una relación compleja

La relación entre una madre y una hija, según la dirección de Laura Yusem

Querida mamá o guiando la hiedra . Sobre cuentos de Hebe Uhart. Dramaturgia y dirección: Laura Yusem. Intérpretes: Julieta Alfonso y Martha Rodríguez. Diseño de iluminación: Marco Pastorino. Espacio escenográfico: Laura Yusem. Música original: Cecilia Candia. En Patio de Actores, Lerma 568 (4772-0732), los sábados, a las 21.

Nuestra opinión: Buena

Dentro de las complejas relaciones humanas, las más difíciles probablemente sean las que se establecen entre progenitores e hijos. En este caso, basado en los cuentos de Hebe Uhart, se trata del vínculo entre una hija y su madre, donde pareciera que existió una comunicación plagada de diálogos a medias, de conversaciones interrumpidas, con estridentes silencios acerca de los sentimientos y de los pensamientos reprimidos en su oportunidad.

Quizás ese sea el motivo por el cual la hija escribe cartas a su madre que ya no está, como una forma de encarar una conversación sobre temas pendientes más allá de la dimensión temporal, una manera de eliminar esos pequeños resentimientos que se acumulan imperceptiblemente y que terminan por estallar en un grito mudo que ahoga las lágrimas. Hay sordos reproches que en la escritura señalan la fragilidad de un espíritu carente de afectos que busca en el recurso epistolar un alivio a su alma.

Pero ella no estará sola en escena porque la madre se hará presente para hablar de cosas cotidianas que le importan a ella sola y parece no registrar la evocación que realiza su hija, casi como si estuvieran en dos planos temporales y en dos espacios físicos distintos. En algún punto parece como si fuera ésta la forma definitiva de armar una despedida que nunca tuvo lugar.

Tono dramático

La puesta de Laura Yusem combina el estilo realista con algún enfoque simbólico en el armado de la utilería que no termina de integrarse en la lectura final. Pero es apenas un reparo frente a una propuesta que se basa fundamentalmente en la actuación. En este sentido, Martha Rodríguez, tanto en lo corporal como en lo interpretativo, acierta en la composición de la madre. Julieta Alfonso, por su parte, no aprovecha la oportunidad de utilizar los matices que le ofrece el personaje de la hija y se instala en una cuerda demasiado neutra para elaborar un texto que está lleno de sentimientos sin respuestas.

Es interesante el diseño de luces de Marco Pastorino, por los contrastes, y la música de Cecilia Candia que logran profundizar el tono dramático de la obra.

Susana Freire

Fuente: La Nación

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